MURIO LILIA FERREYRA, PERIODISTA DE PAGINA/12 Y ULTIMA COMPAñERA DE RODOLFO WALSH
Pasión por el periodismo y la militancia
Le gustaba presentarse como “mujer y compañera”.
Compartió los últimos diez años de la vida de Walsh. Luego de la
desaparición del escritor, debió exiliarse en México. En 2010 declaró en
el juicio por la ESMA.
“He tenido distintos trabajos, distintos estudios, pero todos marcados por una misma pasión, que es la pasión por entender el mundo en que vivo y comprometerme con hacerlo cada vez más justo”, se presentó en el ciclo Somos Memoria en Canal Encuentro. De familia de “clase media baja pero instruida”, cumplió el mandato familiar de ser maestra. Estudió Literatura mientras trabajaba en una fábrica, donde conoció a los primeros peronistas, y en 1966 llegó a una pensión de Buenos Aires dispuesta a “ser revolucionaria”. “Pertenezco a esa generación atravesada por un mundo que intentaba transformarse”, explicaría. Conoció a Walsh en 1967. Trabajó en la editorial Jorge Alvarez y fue delegada de base en La Opinión. Juntos atravesaron la etapa en que Walsh dirigió el periódico de la CGT de los Argentinos, la militancia en el peronismo revolucionario, la primavera camporista y el pase a la clandestinidad, con Walsh insertado en la estructura de inteligencia de Montoneros.
Los últimos meses junto a Walsh fueron “dolorosamente intensos”, escribió. Apuntó las caídas de Victoria Walsh y al allanamiento de una casita de fin de semana en el río Carapachay, hasta que a fines de 1976 se radicaron en San Vicente. Fue “nuestro propio repliegue”, jugó con las palabras: Walsh planteaba el repliegue de Montoneros para preservar a la mayor cantidad posible de compañeros. El 25 de marzo de 1977 viajaron en tren y se separaron en Constitución. El 26, cuando al volante de un Ami 8 llegaba con Patricia Walsh y familia a la casa de San Vicente, le llamó la atención ver la tranquerita abierta y ningún rastro del humo del asado que habían planificado. Bajó alarmada y se encontró con la casa destruida, puertas y ventanas acribilladas, el inodoro en el jardín. Walsh había alcanzado a despachar en un buzón varias copias de la Carta Abierta. Poco después había sido emboscado por un grupo de tareas de la ESMA.
Comenzó entonces “la incertidumbre, la angustia y la desesperación por saber qué pasó”, explicó en 2010 en el primer juicio de la ESMA. También los hábeas corpus, el trabajo para seguir difundiendo copias de la Carta Abierta y finalmente el exilio en México. En 1977 alguien le dijo por primera vez que Rodolfo había muerto en esa emboscada. Al año siguiente leyó en un testimonio de tres sobrevivientes que “llegó muerto a la ESMA”. En 1982, en Madrid, conoció a Martín Grass. “Dos sobrevivientes, uno de la ESMA y otro en el exilio”, escribió. Grass había visto el cuerpo acribillado de Rodolfo en el sótano de la ESMA y había accedido a los escritos inéditos que sólo Lilia conocía. “Una alegría extraña, una excitación indecible me sacudió”, confesó, cuando le empezó a relatar “Juan se iba por el río”, el último cuento de Walsh, y Grass la interrumpió para continuar el relato. “¿Los dos únicos lectores?”, se preguntó en aquella contratapa de 2006.
Con el retorno de la democracia volvió a trabajar en prensa. Durante años fue asistente del periodista Horacio Verbitsky. El 22 de mayo de 1997, acompañada por su abogada Alicia Oliveira más un grupo de periodistas e intelectuales, se presentó ante la Cámara Federal porteña para pedir la restitución del cuerpo de Walsh y “de sus obras secuestradas, las que forman parte del patrimonio cultural de la sociedad por la que vivió y murió”. Poco después ingresó a la redacción de Página/12, donde fue editora del suplemento Turismo. Firmó un puñado de notas, todas sobre Walsh, excepto una entrevista al diputado cubano Lázaro Barredo Medina, director del diario Granma.
“Las piezas han ido cambiando su posición en el ‘territorio’ de la lucha contra la impunidad”, celebró en estas páginas en marzo de 2008. “Los responsables del terrorismo de Estado están siendo procesados, ninguna teoría de los dos demonios puede manipular la verdad sobre los crímenes de la Junta Militar, y el centro clandestino de detención de la ESMA, así como muchos otros, es ahora un espacio recuperado para la memoria y la defensa y promoción de los derechos humanos”, describió.
El día de la sentencia llegó a tribunales con la Carta Abierta en la cartera. “El juicio para mí tiene un sentimiento más íntimo”, le confesó a la periodista Alejandra Dandan. “La sensación de que es una respuesta tardía al alegato que Rodolfo escribió en la Carta a la Junta Militar”, explicó. Su conmovedor testimonio, en 2010, incluyó la reconstrucción de varios cuentos inéditos. “Puede ayudar a que sean recuperados, reconocidos por otras personas”, se esperanzó. “Rodolfo, te escucharon”, escribió hace tres años, cuando la Carta Abierta se instaló en catorce paneles de vidrio a metros del Casino de Oficiales. “Instalar la Carta en el predio de la ex ESMA es un acto de libertad conquistada por esa conjunción de voluntades históricas y políticas”, resumió en referencia a la lucha de los organismos y a la voluntad de Néstor Kirchner.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario