¿HÉROE O VILLANO?

¿HÉROE O VILLANO?

miércoles, julio 31, 2013

ESTAN TODO EL AÑO DE FERIA Y EN PEDO

La opinión pública andaluza, en diez datos

Por vez primera, la corrupción y la política anteceden al malestar de los andaluces con la situación económica en el elenco de problemas de la comunidad autónoma.
Los políticos mejor valorados no se sientan en el Parlamento: Esteban de Manuel (EQUO-A) y Antonio Maíllo (IULV-CA).

 
Más allá de la estimación de voto, el Estudio General de Opinión Pública de Andalucía (Egopa) de verano de 2013 presentado este martes por el Centro de Análisis y Documentación Política y Electoral de Andalucía (Cadpea) deja otros muchos titulares. Son porcentajes, datos, números, pero al fin al cabo reflejan el sentir de la sociedad andaluza en el momento actual, sobre una muestra de 1.200 entrevistas realizadas entre los días 8 de julio y 23 de julio.
1. Cierto optimismo (o, al menos, no aumenta el pesimismo). Más de la mitad de los encuestados (55,6%) considera que la realidad económica andaluza se mantendrá igual en los próximos meses. Esta percepción aumenta en referencia a la edición anterior ( enero de 2013) en 7,9 puntos porcentuales. Desciende notablemente el porcentaje de entrevistados que cree que la situación económica, tanto andaluza como española, seguirá empeorando.
En un plano más "personal", el 55,2% de los andaluces declara que le han ido bien o muy bien las cosas en el último año, frente al 26,1% que valoran su situación personal de forma negativa. En relación a invierno de 2013, ha aumentado el optimismo de los andaluces sobre su situación personal en 8,2 puntos porcentuales.
2. La corrupción preocupa más que la economía. En opinión de los andaluces, el desempleo continúa siendo el primer problema de Andalucía para el 86,1% de los encuestados, seguido por la corrupción (42,5%), la política (33,8%) y la marcha de la economía (33,1%). Por vez primera, la corrupción y la política anteceden al malestar de los andaluces con la situación económica en el elenco de problemas de nuestra comunidad autónoma.
3. Algo más que desafección. Al hilo de esto, de la encuesta se desprende que al 74,5% de los andaluces la actividad política le despierta sentimientos negativos, tales como desconfianza o irritación. En consonancia con este clima de la llamada desafección política, en los dos últimos años ha aumentado de forma continuada el grado de insatisfacción de los andaluces con el funcionamiento de la democracia, hasta llegar a representar el 83% en el verano de 2013.
4. El modelo territorial no está claro. Continúa siendo mayoritaria y con tendencia al ascenso la identificación dual de los andaluces con Andalucía y España. En concreto, para el 70,5%. En cuanto al modelo territorial, el 39,1% de los andaluces sigue prefiriendo, como grupo mayoritario, un Estado con comunidades autónomas como el actual, si bien hay partidarios al alza de un único gobierno central sin autonomías (28,4%) y, sobre todo, de los que optan por un Estado Federal en el que las comunidades tengan mayor autonomía que en la actualidad (24,2%), con un incremento de once puntos desde otoño de 2010.
5. Los políticos más valorados...no están en el Parlamento. Los andaluces suspenden a los principales líderes políticos de la región. Tampoco sorprende, viendo los puntos 2 y 3. Lo que sí llama la atención es que la mayor calificación media corresponda a personas que no están sentadas en el Parlamento de Andalucía como diputados.
Así, encabezan esta clasificación como mejor valorados el líder de EQUO-A, Esteban de Manuel (con un 4,22 de puntuación sobre 10), seguido por Antonio Maíllo, recién llegado como coordinador general de IULV-CA (4,13) y que tampoco ocupa silla en la Cámara andaluza. A continuación, con puntuaciones por debajo del 4, también suspensos, se sitúan José Antonio Griñán del PSOE-A (3,93), Martín de la Herrán de UPyD-A (3,87), Antonio Jesús Ruiz del PA (3,78) y Juan Ignacio Zoido del PP-A (3,53).
6. Rajoy, muy deficiente... Rosa Díez (UPyD) repite como mejor valorada entre los líderes políticos nacionales con una calificación media de 4,56 puntos, seguida por Rubalcaba (PSOE), con un 4,14 de puntuación. Por debajo del 4 se encuentran Juan López de Uralde (EQUO) con un 3,92, seguido por Cayo Lara (IU), con el 3,84 de valoración media. En la última posición, por debajo del 3, se sitúa Mariano Rajoy, con 2,79 puntos. En los últimos seis meses se registra una mejora generalizada de las calificaciones de los principales líderes políticos de ámbito nacional, salvo en el caso de Rajoy, cuya puntuación continúa descendiendo.
7. El PP, como su líder, a la baja. El PSOE continúa siendo el partido que más simpatía inspira entre los andaluces (29,5%). Con un acusado descenso que se viene registrando desde el verano pasado, los afines políticamente al PP engloban al 13,6%. Los simpatizantes de IU, UPyD y PA representan el 15,8%, el 9,4% y el 2,2% respectivamente.
Si hoy se celebrasen elecciones al Parlamento de Andalucía, el PSOE sería el partido más votado. En concreto, con una participación estimada del 50,70%, el PSOE recibiría el 36,05% de los sufragios válidos, frente al 28,98% que conseguiría el PP. Por su parte, IU, UPyD y PA recibirían el 18,69%, el 6,75% y el 2,92% de los apoyos, respectivamente.
8. Suspenso a la gestión de la Junta. Las opiniones sobre la gestión realizada por el Gobierno de Andalucía son mayoritariamente negativas. De hecho, el 58,2% de la población la califica como mala o muy mala. En relación a la edición anterior del Egopa, este nivel de crítica se ha incrementado en 6 puntos porcentuales. En el caso de la actuación de IU en el gobierno de coalición andaluz, el 48,1% de los andaluces la percibe de forma negativa.
En este sentido, todos los componentes del ejecutivo andaluz suspenden. Los que consiguen unas puntuaciones más próximas al 5 son María Jesús Montero (4,73) y Luciano Alonso (4,70). Los que obtienen una valoración menos favorable entre los consejeros son Emilio de Llera (3,87) y la impulsora del conocido decreto 'antidesahucios', Elena Cortés (3,99).
9. ¿Quién nos puede sacar, entonces, de la crisis económica? El 19,6% de los consultados considera mejor capacitado al PSOE para gobernar Andalucía en materia económica, mientras que el 19,1% confía en el PP como la formación política más capacitada para actuar en este ámbito. No obstante, la encuesta pone de manifiesto que el 36,9% de los andaluces considera que ninguno de los partidos está preparado para afrontar esta labor.
10. Griñán y los ERE. La encuesta también alude a algunas de las noticias ligadas a la actualidad política andaluza. En concreto, el caso de los ERE y la marcha de Griñán al frente de la Junta de Andalucía. La imputación de varios altos cargos de la Junta en el caso que instruye la jueza Mercedes Alaya cuenta con un importante respaldo ciudadano: 3 de cada 4 de los andaluces consultados está de acuerdo o muy de acuerdo con dicha actuación.
Por otro lado, el 77,5% de los encuestados tienen conocimiento del anuncio de José Antonio Griñán de no revalidar su candidatura a la Presidencia de la Junta de Andalucía. El 64,6% considera que esta decisión ha sido muy o bastante acertada.



martes, julio 30, 2013

ESPAÑA DESAPARECE EN EL VATER

Fernando Vázquez: un país tirado por el retrete

El diseñador gráfico crea con el serial 'Hezpaña' una sátira de la vida política española

.
    Así ve el diseñador Fernando Vázquez a Alfredo Pérez Rubalcaba en el serial 'Hezpaña'.

    Cuando Fernando Vázquez (Buenos Aires, 1970) llegó a España en 1996 con una beca para hacer un doctorado en Bellas Artes tenía lo que él llama una desconfianza “genética” propia de los argentinos hacia los bancos. Por eso le sorprendió la naturalidad y confianza con la que la gente depositaba sus ahorros en ellos. Ahora recuerda cómo una amiga le convenció de que no había qué temer con un argumento que repite con sorna. “Mira Fernando” –le dijo- “si quiebra Caja Madrid, quiebra España”. Mucho ha cambiado la situación del país desde entonces, pero este diseñador gráfico de 43 años considera que ya fijó el rumbo de su vida cuando llegó y ahora no es momento de echarse atrás. “Vine curtido, a prueba de balas. Ya sé lo duro que es irse de un país y ahora además tengo un niño y un piso”.
    Fernando Vázquez
    Ese rumbo ya venía marcado desde su infancia. “Cuando los otros niños salían a jugar al fútbol yo me quedaba en casa dibujando”. Sus primeras elecciones en la vida demostraban que tenía las ideas claras. “Estudié en un instituto muy particular orientado a la publicidad”, relata. Cuando salió de allí probó con el diseño gráfico pero la tecnología no ofrecía aún las posibilidades de las que disponemos hoy; los ordenadores y los programas eran lentos y arcaicos, y la sensación de estar perdiendo el tiempo le hizo dejar aparcado ese proyecto y decantarse por Bellas Artes.
    Entre 1999 y 2001 mantuvo una tira cómica sobre la actualidad política de la capital llamada Los Madriñecos. Pero después de esas viñetas llegó la sequía. Desde que aterrizó en España había trabajado como diseñador gráfico en agencias de publicidad. Durante el primer lustro del nuevo siglo las ofertas empezaron a escasear, y eso le supuso conocer el paro. Hace ocho años se reinventó como autónomo y encontró un hueco en el mundo de las editoriales. “Hago diseño y maquetación de libros y revistas, cartelería e ilustraciones”. Si a esto se añaden sus creaciones audiovisuales y exposiciones, se puede comprender por qué Vázquez reivindica la curiosidad y dice estar “en contra de eso que llaman especializarse en algo”. Esa amplitud de miras fue la que le animó a intentar compartir su obra con los lectores de EL PAÍS. “Aspiro a divertirme trabajando”, proclama enumerando una serie de disciplinas que considera sus “vidas”: La ilustración, la animación, los guiones... Su objetivo es lograr una difusión con la que poder seguir dedicando su aliento a esas y otras nuevas vidas.
    El ministro de Educación José Ignacio Wert, en 'Hezpaña'.
    Cuando salió de Argentina pensó que dejaba atrás historias de corralitos, devaluaciones y crisis cíclicas que le hacían a uno estar preparado para lo que pudiera venir para llegar ir a “un país ordenado”. Pero la historia empezó a repetirse con otros nombres. Ahora era la burbuja inmobiliaria, la crisis del euro, la corrupción política y la indignación popular. Ese es el motor detrás de Hezpaña, un serial en el que un presidente de Gobierno como Mariano Rajoy puede convertirse en astronauta sin cambiar su discurso. “Intento contar las cosas en menos de un minuto”, explica, advirtiendo que este conjunto de vídeos constituye una vuelta y una evolución de las tiras que dibujaba hace más de 10 años.
    La política y el arte son indisociables en este trabajo inspirado en el movimiento dadaísta, de donde destaca la influencia de John Hartfield y sus fotomontajes contra el régimen nazi; el primer cine soviético y su narrativa apoyada esencialmente en la imagen; y cineastas más contemporáneos como el británico Terry Gilliam. “Intento conservar ese espíritu utilizando una técnica digital”.
    Pero lo que más llama la atención es que alguien que durante su carrera se especializó en la pintura, apenas mencione ninguna de sus obras en ese formato. “En Buenos Aires gané algún que otro premio, pero al venir aquí creo que no tenía ni el espacio físico ni el mental para seguir con ello. Creo que la pintura es un arte del pasado”.

    lunes, julio 29, 2013

    PANCHO SUDAKA SUPER STAR

    Un nuevo mito llamado Francisco

    De las canchas de fútbol a la portada de Vanity Fair, el mundo amplifica los gestos del papa Francisco. Sociólogos, psicoanalistas y filósofos reflexionan aquí críticamente sobre el fenómeno y su sentido en la mitología local. Además, las cifras del boom.

    El 13 de marzo de 2013 a las 19.06 (hora local) se abrieron las cortinas del balcón de la Basílica de San Pedro en el Vaticano y nació un nuevo héroe argentino. Sin las habilidades hipnóticas del gambeteo de un futbolista cargado de talento, sin la embriaguez revolucionaria de un médico devenido guerrillero y sin el timbre de voz de un zorzal criollo, Jorge Mario Bergoglio –ex técnico químico nacido el 17 de diciembre de 1936 en el barrio porteño de Flores y hasta entonces arzobispo de Buenos Aires– en un solo acto transmutó de un simple hombre de 206 huesos y 50.000 millones de células en algo más que humano, en un ídolo, aunque no en la acepción light de esta palabra que usamos todos los días sino en aquella que refiere a una “figura de un dios al que se adora”, a la que se le rinde culto ciegamente. En un solo instante, el panteón nacional que engalana la mitología argentina –Gardel, el Che, Evita, Maradona, Messi– se amplió, sumó un nuevo integrante, como si el ADN argentino –una entidad tan real como el unicornio– probara tener algo especial. Otra vez.
    No importaron las distancias, los doce mil kilómetros que separan al Vaticano de la Argentina: dos fuerzas extremas y durante décadas vapuleadas en silencio, el fanatismo religioso y el nacionalismo, se combinaron alrededor del nuevo CEO de la institución –corporación– más antigua del mundo, la Iglesia Católica.
    No importa si se es católico, ateo, agnóstico, seguidor de otras religiones o extraterrestre: nadie puede negar el fenómeno social complejo desatado a nivel mundial y local desde aquel día, desde aquel momento por el nombramiento del primer papa argentino, el papa Francisco.
    Desde marzo pasado, la papamanía –un furor que adopta las formas más insospechadas y creativas del fanatismo– se instaló en el paisaje urbano, en el ecosistema mediático y personal con la misma fuerza invasiva de una marea simbólica: desde la multiplicación del merchandising papal –banderines, gorros, remeras, tazas, fundas para almohadas, pósteres, prendedores, estampitas, libros (y la lista sigue)–; gigantografías en edificios de la Avenida 9 de Julio; canciones como El Cristo de la villa de grupos de nombre-catástrofe como Diluvio Tropical al bombardeo mediático y publicitario de diarios y noticieros que, con la vocación de aumentar sus ventas y audiencia, repitieron al extremo lemas como “el papa de todos”, “el papa es nuestro”, “Dios es argentino y el papa también”, “el papa de la gente”. Y más, hasta el cansancio en fascículos, suplementos y secciones especiales con figuritas de regalo para el lector ferviente y deseoso de tener a su nuevo ídolo, verlo, tocarlo, rezarle, besarlo todos los días mediados por el papel del póster, el cartón pintado de la estampita.
    “Los medios fueron generando un fuerte clima de suspenso y misterio –indica el psicoanalista Sergio Rodríguez–. Luego, la multitud de banderas argentinas agitadas en la Plaza de San Pedro a partir del anuncio de la elección, fue trasladada televisivamente y en tiempo real al planeta en su conjunto. Bergoglio, pantallas mediante, dejó de ser tal para convertirse en el papa Francisco. Inmediatamente se alborotaron en Argentina, religiosos y no religiosos. La fantasía que los medios cultivaron con entrevistas a la hermana de Bergoglio fue la de que cualquier familia católica de nuestro país podía llegar a tener un hijo que accediera al papado.” El catolicismo, tan herido por los escándalos de corrupción y abuso sexual a menores de los últimos años, salió del armario, aquel que para otro sector de la sociedad pretende mantener cerrado con candado. Como se vio minutos después del nombramiento papal –y como se verá a partir del martes y hasta el 28 de julio en Río de Janeiro, en ocasión de la primera visita de Francisco al continente a propósito de su presencia en la Jornada Mundial de la Juventud de la que participarán 42.500 peregrinos argentinos–, retomó las calles ya no como un culto privado, una moral particular, sino como una forma de ser, estar y ver el mundo, una cosmología militante.
    En una época hasta ahora marcada por el avance trepidante de la secularización, de intentos de apostasía colectiva (más de cien mil católicos apostataron en Austria y Alemania en 2010 tras los escándalos de los abusos a menores por representantes de la Iglesia), en tiempos de templos y parroquias puestas a la venta en Alemania por sequía de feligreses y en la que la ciencia y la tecnología moldean y dirigen el mundo, la intensificación de la visibilidad del catolicismo en la esfera pública instalada desde marzo –el llamado “efecto Francisco”– les permite a sociólogos, psicoanalistas y antropólogos tomarle el pulso –en vivo y en directo– a un fenómeno siempre tan complejo como el de la religiosidad popular. Les da la oportunidad de rastrear con avidez comportamientos, rituales, signos, prácticas, narrativas en plena efervescencia y circulación.

    Símbolos y celebridad
    Desnudos y en solitario, los números no dicen nada. Pero analizados en su contexto sirven para divisar un panorama, para armar algo así como una cartografía provisional y siempre dinámica de un fenómeno. Según el Anuario Pontificio 2012 –una especie de directorio del Vaticano–, hay unos 1.196 millones de católicos en todo el planeta, algo así como el 17,5% de la población mundial; de ellos, uno de cada cuatro procede de América Latina. Sin embargo y al mismo tiempo, unas 1.100 millones de personas afirman no identificarse con ninguna de las diez mil religiones existentes, de acuerdo a rastrillaje realizado por el think tank estadounidense Pew Research Center.
    En la Argentina, no existen estadísticas oficiales, como en otras tantas prácticas cotidianas y visibles. La Iglesia Católica asegura que un 88 por ciento de los 40 millones de habitantes son católicos. Aunque un estudio realizado por el Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (Conicet) muestra otra imagen: la cifra se ubicaría en realidad en torno a un 76 por ciento, poco más de 31 millones de fieles. Los investigadores que llevaron a cabo la primera encuesta sobre creencias y actitudes religiosas en Argentina, como el sociólogo Fortunato Mallimaci, por ejemplo, advirtieron que casi el 25 por ciento de las personas que viven en el país no se dicen católicas. O, también, que hay más personas indiferentes en cuanto a la religión –el 11,3 por ciento– que evangélicos, que rondan el 9 por ciento de la población. Mientras que el 76 por ciento de los argentinos afirma que concurre poco o nunca a los lugares de culto.
    El Anuario Pontificio también afirma que en la Argentina hay unos 5.648 sacerdotes. Y se calcula que en los últimos 20 años, 1.100 colgaron la sotana, se despidieron del anacrónico voto de castidad, dejaron el ministerio, en una época de cambios.
    Y ahora, nuevo CEO. Tras la renuncia de Joseph A. Ratzinger –el primer “ex papa” de la historia–, el nombramiento del papa Francisco no sólo entronizó a Jorge Mario Bergoglio como el 266° pontífice, continuador de una larga y variopinta línea de personajes al mando de la Iglesia Católica. También lo instituyó como celebridad, una de aquellas personalidades que trascienden los límites geográficos y culturales de la Argentina y que propician identificaciones colectivas.
    “La papamanía que se desató en la Argentina nos revela aún más respecto de la cultura y de la política locales que de la religión. Como Gardel y Maradona o póstumamente el Che y Evita, fue su ‘triunfo en el extranjero’ y la consecuente repercusión mundial lo que convirtió a Bergoglio, el arzobispo al que pocos tenían en cuenta localmente, en Francisco, el ‘de todos los argentinos’ –señala el antropólogo Alejandro Frigerio, investigador independiente del Conicet–. Esta dinámica de identificación colectiva y de creación de un nuevo héroe cultural local rebasa en mucho al ámbito de lo estrictamente religioso. Es una identificación colectiva (como ‘argentino’) que probablemente afectó poco a la identificación personal de cada uno como católico. O sea, nos pone más orgullosos ‘a nosotros como argentinos’ que ‘a mí como católico’. Por eso, el clamor o entusiasmo mediático por un ‘efecto Francisco’ que produciría una vuelta a la religión o a la Iglesia Católica suena, cuanto menos, exagerado. O, si lo hay, seguramente sea transitorio.” En el clima de reflujo de viejos tiempos y de cholulismo papal –las fotos de actores, deportistas, políticos junto al Papa se reproducen día a día dentro y fuera de las redes sociales–, una persona se convirtió en un tiempo récord –transformación express – en símbolo nacional, en un incitador de uniones, diferencias, similitudes y nacionalismos, en un personaje depositario del culto a la personalidad, el mismo que alimenta a los cantantes de rock y pop, a actores, jugadores habilidosos y dictadores.
    El papa Francisco se erigió en una figura identificatoria de un sector de la nación, la nación religiosa, y al mismo tiempo se instaló en el epicentro de la narrativa patriótica, es decir, los relatos con que una sociedad se explica a sí misma como nación o, en términos de las recordadas palabras del historiador irlandés Benedict Anderson, como “comunidad imaginada”. Como práctica de exorcización emotiva, la religión tomó prestado el rol ocupado por el fútbol como operador de nacionalidad. La Argentina demostró nuevamente ser uno de los principales países productores de mitos del mundo.
    “Alguien llega a ser un mito cuando por sus cualidades se eleva sobre los mortales y se le encarama como modelo de su profesión, deporte u oficio –detalla el filósofo de la religión José María Mardones en su ensayo El retorno del mito. La racionalidad mito-simbólica –. Así, merced al juego de los mass media actuales y de la publicidad, tenemos mitos más o menos coyunturales o persistentes del cine, el deporte y hasta de la ciencia”. Y ahora, la religión.

    Patria y nación
    “Todas las culturas han poseído alguna forma de sacerdocio, de individuos o grupo de individuos cuya función es la de actuar como intermediarios de la comunidad entre los mundos materiales y espirituales –escribe el filósofo estadounidense Matthew Alper en Dios está en el cerebro –. Aunque a este individuo se le llame chamán, sacerdote, rabí, swami , ensi , yogui, oráculo, místico, psíquico, médium, imán o papa, todas las culturas han poseído un miembro, grupo o casta semejante, cuya función es la de servir como guía y líder espiritual de su comunidad.” La figura del Papa –como el rey de reyes, el elegido– siempre tuvo su faceta magnética. Como dice el historiador francés Michel De Certeau en La debilidad de creer , más que promover temor o respeto, el religioso intriga. Fascina como algo oculto, al mismo tiempo que posee la naturaleza de un personaje perimido, como una reliquia de sociedades desaparecidas.
    En el caso del papa Francisco, el núcleo promotor de intrigas y asombro suele ser localizado en su gestualidad, la retórica y proxémica del llamado “discurso de la humildad” que lo catapultó anticipadamente a la tapa de la versión italiana de la revista Vanity Fair como “personaje del año”: el haber viajado en subte y en colectivo, su fanatismo por San Lorenzo, su renuncia a las vacaciones de verano, su cercanía a los necesitados y a los enfermos, su predilección por besar y abrazar a quienes se le acercan. Lo que el antropólogo Gustavo Ludueña (Conicet-UNSAM-FLACSO) denomina el “ethos ascético” que caracterizaría su vida religiosa.
    Toda esta orquesta de signos hace pensar que la efervescencia papal parece pasar más por los procesos de identificación nacional que por una identificación religiosa. “Sus gestos ya desde el inicio y un halo de humildad que rodea sus acciones tienen fuerza teológica por la densidad simbólica que tiene su investidura. Eso le da capacidad de influencia en las políticas vaticanas y también en el imaginario de los fieles –indica Pablo Wright, antropólogo especializado en religiosidad popular e investigador independiente del Conicet–. Para el caso de América Latina y la Argentina, desde su elección ya hubo una corriente de identificación de los fieles con un papa venido de la región, que ‘entiende nuestros problemas’, ‘que es humilde’, y ‘que va a cambiar las cosas’. Palabras más, palabras menos, esto se escuchó a través de todos los medios de comunicación gráficos, radiales, televisivos y por las redes sociales. O sea, dentro del mundo católico latinoamericano, sobre todo entre la gente, hubo simpatía, orgullo nacionalista en el caso argentino y también la buena dosis de humor en donde asombraba que uno de los mitos ideales argentinos, el ‘tener un Papa argentino’, se hubiera cumplido históricamente”.

    El mercado religioso
    Desde la mirada de la antropología de la religión, el catolicismo sufre desde hace varias décadas del asalto de una variada oferta religiosa, en lo que el filósofo estadounidense John D. Caputo llama “el mercado religioso”, allí donde florecen nuevas maneras de creer, con símbolos y rituales propios: de los herederos de la contracultura de los 60 a movimientos religiosos orientales como la Soka Gakkai y Sukyo Marikari, el culto al Gauchito Gil, cultos neopentecostales como la Iglesia Universal del Reino de Dios, de origen brasileño, o el movimiento Tenrikyo con gran cantidad de adeptos en Japón, todos ellos movimientos neoespiritualistas que se adaptan a los nuevos estilos de vida de la población.
    Es un signo de época: las religiones institucionalizadas pierden peso. Las nuevas religiosidades, así vistas, ponen de manifiesto que en las sociedades modernas la religión no desaparece, se transforma.
    “Por eso hablar de resurgimiento de la religiosidad no sería exacto desde el punto de vista antropológico. Pero si hablamos del catolicismo, ahí sí se podría pensar que la elección del papa Francisco pueda dar nuevas energías al complejo mundo católico, tanto en lo institucional como en lo popular –advierte Wright–. Ya observamos las nuevas dimensiones del espacio ritual frecuentado por el entonces cardenal Bergoglio que ahora se están transformando en casi santuarios y lugares de devoción. Este redimensionamiento del espacio también puede darse en el plano de acciones litúrgicas, peregrinaciones, acciones de caridad, organización de la juventud, y nuevos bríos a la evangelización. Pensemos que esto es lógico para quien es católico, pero para quien no profesa la religión tiene el peligro del etnocentrismo: instalar la idea de que mi verdad (católica) es la única verdad legítima y posible. Así hay que pensar muy bien qué efectos podría llegar a tener un resurgimiento católico dentro de un mundo plural y donde supuestamente hay libertad de culto.” Supuestamente.
    En términos de exposición y de consumo masivo, el papa Francisco es tanto hijo del siglo XXI como lo es el cantante surcoreano PSY. Su imagen se difunde en el panorama mediático y repite como un virus, en una era en la que las creencias luchan entre sí en busca de nuevos consumidores. Instituciones adoctrinadoras de la imaginación, las religiones no se reinventan: se rehacen como lo hace cualquier otro género literario.
    Ya lo asegura la escritora británica Karen Armstrong en su libro En defensa de dios : el sentido de la religión , el auge de la espiritualidad en el siglo XXI –¿acaso un regreso a la oscuridad irracional?– puede ser entendido no tanto como un intento para llenar los vacíos de la comprensión –¿de dónde venimos? ¿Adónde vamos?– sino, más bien, como un reflejo, una reacción: una consecuencia psicológica de nuestros tiempos de decepciones políticas, desesperaciones económicas y anemia cultural. La religión y su discurso tranquilizador y mágico abren un refugio frente al caos cotidiano de nuestra realidad. Ofrecen anestesia para la supervivencia. La papamanía es el síntoma de un mundo aún dominado por ángeles y demonios.

    LO DECIMO,PERO NO LO VAMO HACÉ...

    "El problema no es ser gay, sino hacer lobby"

    En diálogo con los periodistas que lo acompañaron en el vuelo de regreso de la Jornada Mundial de la Juventud, el papa Francisco sostuvo que "si una persona es gay, y busca a Dios y tiene buena voluntad, ¿quién soy yo para juzgarla?", pero sí condenó el supuesto tráfico de influencias dentro de la jerarquía eclesiástica por casos de curas homosexuales. Además, el pontífice defendió no haber mencionado el aborto o el matrimonio igualitario durante sus discursos porque "la Iglesia ya expresó su posición sobre esos temas".
    .
    .
    .
    .
    .
    .

    Francisco respondió así luego de las consultas sobre el caso del monseñor Battista Mario Salvatore Ricca y sus presuntas relaciones homosexuales difundidas por la prensa italiana, sobre quien especificó: "Con respecto a monseñor Ricca, he hecho lo que el derecho canónico manda hacer, que es la investigación previa. Y esta investigación no dice nada de lo que se ha publicado. No hemos encontrado nada".
    Y agregó: "Muchas veces en la Iglesia se va a buscar los pecados de juventud y se publican. Y hablo de pecados, no delitos como los abusos de menores. Pero si una persona -laica, cura, o monja- comete un pecado y luego se arrepiente, el Señor la perdona. Y cuando el Señor perdona, olvida. Lo importante es hacer una teología del pecado".
    Por otra parte, Jorge Bergoglio aseguró que no se asustó cuando vio el informe Vatileaks, aunque lo consideró "un problema grande". "Cuando fui a ver al papa Benedicto, después de rezar en la capilla nos reunimos en el estudio y había una caja grande y un sobre. Benedicto me dijo: 'En esta caja grande están todas las declaraciones que han prestado los testigos. Y el resumen y las conclusiones finales están en este sobre'. ¡Lo tenía todo en la cabeza! Pero no, no me asusté".



    No me hagan reir,las mujeres solo para parir y alguna otra cosita...
    tasio

    sábado, julio 27, 2013

    Daniel Paz & Rudy

    LO QUE NO LES GUSTA A "LOS CONOCIDOS DE SIEMPRE"


    Los caminos del ascenso social

    Clases populares y kirchnerismo

    Por Sebastián Etchemendy*

    En la última década, el total de asalariados aumentó, al tiempo que se redujo la informalidad laboral y se fortaleció el poder de negociación de los grandes sindicatos. Así, muchos trabajadores lograron acercarse a la clase media.

    esde su irrupción en 2003, en medio de la implosión neoliberal, la relación entre el kirchnerismo y las clases populares ha ido mutando. Hay ciertamente una gran distancia entre la expansión masiva del Plan Jefas y Jefes de Hogar—que, en rigor, había comenzado en el gobierno de Duhalde— para paliar la crisis social; aquella consigna que se consolidó a mediados de los años 2000, “ni palos ni planes,” que implicaba apuntalar una transición ordenada al mundo del trabajo y que hacía de la “no represión” una bandera, y el presente, en donde se ha extendido la institucionalidad laboral a través de paritarias con fuerte incidencia de los convenios colectivos por actividad, el Consejo del Salario y la Paritaria Nacional Docente, entre otras, que engloban a una porción mayoritaria de la clase trabajadora. En el contexto de una década de crecimiento económico, a muchos segmentos de la clase trabajadora les ha ido mejor e incluso se acercaron a (o insertaron en) la clase media, mientras otros no perdieron pero mejoraron menos en términos relativos. En este sentido la dimensión organizativa fue crucial, ya que se trata aquí de política y no sólo de “tendencias estructurales en el mercado de trabajo”. En efecto, volvieron los sindicatos, el Estado re-reguló sectores vulnerables como el del servicio doméstico y los peones agrarios, y los movimientos sociales consiguieron organizar a los trabajadores informales.
    Este artículo propone resumir los aspectos más significativos de la evolución estructural de las clases populares bajo el kirchnerismo y a la vez analizar el rol que tuvo la dimensión organizativa en la trayectoria de los diferentes subgrupos. El punto central que me interesa remarcar es la siguiente paradoja: bajo el kirchnerismo las clases populares se homogeneizaron en un sentido (dada la mayor cohesión social generada por el empleo y la asalarización) pero se heterogeneizaron o fragmentaron en otro, fruto de las diversas trayectorias económicas sectoriales propias de una economía más abierta que la del siglo XX y de los diferentes recursos organizativos de los subgrupos de trabajadores. El dilema de las nuevas heterogeneidades que el modelo inclusivo ha generado se agudiza en el escenario económico actual.

    La evolución en el mercado de trabajo

    El saldo que la crisis del modelo económico liberal, tal como se aplicó en Argentina, dejó en el mercado de trabajo es trágicamente conocido: el desempleo, que llegó a más del 20% entre 2002 y 2003, y la informalidad laboral, que tocó un pico del 49% de los asalariados en 2003, son los aspectos más notables. Casi el 7% de la Población Económicamente Activa (PEA), es decir, más de un millón de personas, recibía en 2003 un subsidio o plan laboral. Las grandes tendencias estructurales en la actualidad –luego del cambio de rumbo económico y laboral de 2003– son también evidentes: el desempleo bajó a un rango de entre el 7 y el 8%, la informalidad laboral se redujo 16 puntos hasta estabilizarse en alrededor del 33% desde 2011 y los receptores de planes de empleo pasaron a constituir en 2011 sólo el 1% de la PEA (1).
    Detrás de esta restauración social general se esconden algunos datos que reflejan mejor este nuevo tiempo. El más general es el intenso proceso de asalarización que tuvo lugar en la sociedad argentina (2). El total de asalariados (o sea los obreros o empleados) aumentó desde 2003 un 40%, alcanzando en 2011 casi 12 millones de personas, o sea un 75,5% de la PEA, el porcentaje más alto de la historia argentina. Quienes engrosaron esa masa asalariada fueron nuevos trabajadores, desempleados, receptores de planes sociales, cuentapropistas y profesionales autónomos, la mayoría de los cuales consiguieron un empleo formal.
    Una primera conclusión que podría destacarse, entonces, es que el neoliberalismo no socavó definitivamente el trabajo asalariado en favor de las ocupaciones individuales o por cuenta propia en Argentina, como sugerían algunas visiones posindustriales, sino que el ciclo posliberal produjo una gran masa asalariada que, como se verá más adelante, se encuentra organizativamente fragmentada. Dentro del colectivo de asalariados que creció, el segmento que más se amplió entre 2003 y 2011 fue el número de obreros calificados de la industria y servicios asociados (que aumentó 64%), seguido de los empleados administrativos (62,5%) y los profesionales asalariados (45,7%). Significativamente, estos sectores que más se expandieron orbitan en lo que podría llamarse clase media. Por su parte, el número de obreros no calificados en la industria disminuyó, mientras que otros segmentos, como los servicios no calificados y los trabajadores de la salud y los docentes, aumentaron en menor proporción. Sin embargo, su suerte, como la de otros grupos de trabajadores, estuvo fuertemente influida por la dimensión organizativa.

    Los sectores más favorecidos

    Esta dimensión organizativa y regulatoria es la que inyecta una mayor heterogeneidad en el universo asalariado reconstruido por el kirchnerismo, que por supuesto incluye, pero no se agota en, la dimensión del trabajo formal e informal. Pueden distinguirse tres etapas en el fortalecimiento organizativo de las clases populares en la experiencia kirchnerista. En el marco de una política económica expansiva y de apoyo del gobierno vía reformas institucionales (derogación de la ley Banelco, sanción de la nueva ley de negociación colectiva, puesta en marcha del engranaje de paritarias), los primeros sindicatos en resurgir, tanto en el plano de la movilización como de mayores avances en la negociación colectiva, fueron aquellos que de un modo u otro se fortalecieron en la década neoliberal. Son casos paradigmáticos el transporte de camiones, que en los años 90 fue sumando servicios desregulados o privatizados como la basura, el correo o el clearing bancario; petroleros privados de fuerte expansión por el boom de inversión privada en el sector, autos, aceiteros o subtes. Estas actividades, que se suelen favorecer en los contextos de apertura económica e integración comercial, y que se encuentran en general ligadas al transporte o la industria exportadora o de alta rentabilidad, resultaron la vanguardia en conseguir mejores sueldos y revertir tendencias negativas para los sindicatos como la tercerización o ciertas condiciones de flexibilización laboral en sus sectores.
    En una segunda etapa, y al calor del modelo económico y de la negociación colectiva que se fueron consolidando, los grandes sindicatos como, por ejemplo, los industriales de la UOM, los servicios de Comercio, Sanidad, Luz y Fuerza o Bancarios, comenzaron a recuperar terreno perdido. El de Comercio es un caso paradigmático, que de un rezago inicial pasó –en gran medida fruto de una mayor presión desde las bases– a conseguir un aumento del 38% en 2011, siendo el sindicato grande que más se desvió hacia arriba de la pauta de aumento salarial general de ese año.
    En una tercera etapa, se vieron favorecidos una serie de colectivos que fueron más golpeados por el neoliberalismo y/o son más vulnerables en el mercado de trabajo. Se trata de docentes, trabajadores agrarios y del servicio doméstico. Dada su debilidad organizativa, estos grupos exigían un mayor apoyo regulatorio del Estado y el Ministerio de Trabajo. Así, la Paritaria Nacional Docente instrumentada en 2008 recentralizó la negociación salarial en el sector y estableció un salario mínimo para el cargo docente testigo válido para todo el país, y una compensación para que las provincias más pobres pudieran pagarlo. El Estatuto del Peón Rural equiparó los derechos de los trabajadores agrarios al resto de los trabajadores y, a través de la creación del Registro Nacional de Trabajadores y Empleadores Agrarios (RENATEA), dependiente del Ministerio de Trabajo, reemplazó la colusión entre la Mesa de Enlace y el sindicato en el control del fraude laboral y el gobierno de las relaciones laborales en el sector. La Ley de Trabajadores en Casas Particulares hizo lo propio con el servicio doméstico, ya que reguló un nuevo marco de derechos para las trabajadoras y sentó las bases institucionales para la discusión salarial tripartita en el sector. En ambos casos –el de los trabajadores agrarios y el de servicio doméstico–, los nuevos marcos normativos se complementaron con medidas como los nuevos servicios de inspección laboral del RENATEA y los mecanismos de presunción de trabajo doméstico aplicados por la AFIP a los sectores de altos ingresos para combatir el alto porcentaje de trabajo en negro en estas actividades.
    Finalmente, los trabajadores informales de empresas recuperadas o cooperativas de trabajo por los movimientos sociales, especialmente aquellos más afines al gobierno, constituyen otro sector vulnerable potenciado organizativamente estos años. A diferencia de otras experiencias análogas como el MAS en Bolivia, Correa, o el chavismo, el kirchnerismo combinó en su coalición sujetos organizativos tanto del lado formal (los sindicatos tradicionales) como informal (los movimientos sociales afines). El rol de los movimientos sociales en Unidos y Organizados como dispositivo más fiel a Cristina Fernández subraya que la importancia política de este aspecto de la organización territorial de los sectores informales no debe soslayarse.

    El despertar de los trabajadores

    En suma, en el marco de la restauración social general pos 2003, los distintos componentes de la clase trabajadora fueron despertando del letargo de manera despareja e impar, de acuerdo con su propia posición sectorial, sus recursos organizativos y la ayuda regulatoria del Estado. En esta evolución dispar puede distinguirse a los sectores mejor posicionados: en primer lugar, los profesionales asalariados y los obreros calificados de la industria y servicios asociados cubiertos todos por convenios colectivos, como vimos dos de los subgrupos que más aumentaron su volumen en la última década. Puede pensarse, por ejemplo, en un trabajador petrolero, del gas, aceitero o automotriz con salarios de entre 10.000 y 25.000 pesos. En segundo lugar, pueden distinguirse los trabajadores menos calificados pero registrados y cubiertos por convenios colectivos que fueron actualizando salarios y condiciones de trabajo.
    Es importante señalar, por otro lado, aquellos sectores que, aun en el marco general de mejoras desde 2003, tuvieron menos herramientas para defenderse en un proceso marcado por la asalarización y la sindicalización. Por arriba, y en la frontera con la clase media, los profesionales jerárquicos no cubiertos por convenios colectivos y ciertos profesionales autónomos. Es un lugar común en el ámbito de las relaciones laborales empresarias en estos años constatar cómo los empleados profesionales jerárquicos, que tradicionalmente negociaban salarios individualmente, vieron mermar sus ingresos en relación a los sindicatos y sus constantes actualizaciones de los básicos de convenio. El lanzamiento de Sindicato de los Trabajadores de las Tecnologías de la Información y la Comunicación (CePETeL), como sindicato jerárquico de telefónicos y trabajadores informáticos, o la voluntad de muchos empleados superiores en el sector automotriz de enrolarse en la Asociación de Supervisores Metalmecánicos de la República Argentina (ASIMRA) es una muestra elocuente de este fenómeno.
    Finalmente, por abajo, quienes resultan más rezagados son los trabajadores no registrados, casi siempre menos calificados, que no entran en la negociación colectiva o no están organizados por movimientos sociales. Esa disparidad entre estos tres colectivos –profesionales autónomos o jerárquicos sin convenio, trabajadores cubiertos por convenios, en especial los mejor calificados, y los no registrados– se acrecentó con el cambio de contexto económico pos 2010.
    Los dilemas de la inclusión
    La paradoja es que bajo el kirchnerismo la clase trabajadora se restauró a nivel global, pero, a su vez, y como consecuencia de tendencias estructurales (desempeños dispares en una economía posliberal más abierta que en el siglo XX) y organizativas (los diferentes recursos políticos recién descriptos), esa misma clase restaurada se fragmentó. Comparado con la situación en los albores del 2000, las clases populares se homogenizaron en un sentido –el de una mayor cohesión social dada por la baja del desempleo, del trabajo en negro y el fenomenal proceso de asalarización–, pero se fragmentaron en otro, a partir de la diferente trayectoria económica y organizativa de sus diferentes componentes. El cambio de contexto económico pos 2010, marcado por el fin de los superávits gemelos (fiscal y comercial) holgados, cierta apreciación cambiaria y una mayor inflación, acrecientan esa tendencia a la fragmentación.
    Por un lado, quien mejor puede defenderse en un contexto inflacionario es el grupo “victorioso” que se señalaba más arriba: los trabajadores bajo convenio, en especial los más calificados y profesionales asalariados según el sindicato que tengan. Por arriba y, especialmente, por abajo se sufre más. Los profesionales sin convenio y los autónomos tienen en muchos casos menos herramientas para pelearle a la inflación.
    Por abajo, los trabajadores no registrados, estabilizados en alrededor del 33% de los asalariados, tienen menos defensas en la puja distributiva. Otros grupos, como los trabajadores docentes y estatales y municipales, y los del servicio doméstico, tienen menos capacidad en la pelea salarial que los del sector privado bajo convenio. A su vez, el gobierno tiene menos aire fiscal que hace algunos años para mantener el nivel adquisitivo de las políticas sociales que llegan a los más desprotegidos en el sector informal, como la Asignación Universal por Hijo, el Plan Argentina Trabaja, los seguros de desempleo contributivo y no contributivo, y la movilidad jubilatoria, que alcanza a los trabajadores informales incluidos en la moratoria. Aunque el gobierno ha cuidado este flanco—la movilidad jubilatoria se mantuvo, por ejemplo, siempre por encima de la inflación—los riesgos de la fragmentación social por arriba y especialmente por abajo del núcleo duro de sindicalizados existen.
    Estos dilemas tienen obviamente repercusiones políticas. Pensemos en los asalariados jerárquicos fuera de convenio, en los profesionales independientes o en los microempresarios (que aumentaron, según la Encuesta Permanente de Hogares, EPH, un 45% entre 2003 y 2011) que participaron en los cacerolazos antigubernamentales de 2012 y 2013, todos ellos beneficiados de algún modo por el modelo, pero heridos también por su menor capacidad para defenderse dentro de ese modelo que los trabajadores sindicalizados. O en los riesgos electorales que una erosión en el poder adquisitivo de los sectores con menor capacidad de negociación salarial –como los docentes, municipales o los trabajadores no registrados o cuentapropistas– podría acarrear para el oficialismo (que ciertamente no basa su coalición en la clase media profesional o microempresaria). En este sentido, la moderación de la inflación, preservando el empleo y la cohesión social que tanto costó conseguir, se vislumbra como importante no sólo para mejorar el horizonte macroeconómico, sino para prevenir la nueva heterogeneidad en la clase trabajadora que nace del modelo económico inclusivo establecido en 2003.


    1. Los datos con los que aquí se trabaja fueron extraídos de: Héctor Palomino y Pablo Dalle, “El impacto de los cambios ocupacionales en la estructura social de la Argentina”, Revista de Trabajo, N° 10, Buenos Aires, diciembre de 2012. No se incluye a la Asignación Universal por Hijo (AUH) como “plan de empleo” ya que su lógica tiene que ver más con una política social de carácter permanente dirigida a los niños y adolescentes de familias vulnerables, que con algunas de las variantes de subsidio al desempleo.
    2. Se seguirá aquí el trabajo de Palomino y Dalle recién citado. 


    Espero que en vez de darme palos y empiecen con estúpidas acusaciones,que hagan criticas serias.De momento sigo apoyando a Cristina ,y me parece que el papa también...



    Lean lo que sigue

     

    Francisco pidió "rehabilitar la política, una de las formas más altas de la caridad"

    Al encabezar un encuentro con la dirigencia del Brasil, Francisco pidió "rehabilitar la política, una de las formas más altas de la caridad" y afirmó que un Estado laico "favorece la convivencia entre las religiones".
    .


    En su discurso realizado en el Teatro Municipal de Rio, el Sumo Pontífice afirmó que el presente "no es una coyuntura, sino un desafío para recoger sabiduría y saber proyectar".

    Asimismo, destacó que el futuro "exige una visión humanista de la economía y una política que logre más y mejor participación de las personas, evite el elitismo y erradique la pobreza".

    Francisco afirmó que sus palabras son expresión de su preocupación "como pastor de la Iglesia y del amor que tiene por el pueblo brasileño" y subrayó que la tarea de construir "una sociedad más justa no es una utopía, sino que es el resultado de un esfuerzo concertado de todos por el bien común".

    "La dirigencia sabe elegir la más justa de las opciones después de haberlas considerado, a partir de la propia responsabilidad y el interés por el bien común; esta es la única forma de ir al centro de los males de una sociedad y superarlos con la audacia de acciones valientes y libres", agregó.

    En línea con anteriores expresiones por él realizadas, se refirió a la protesta social cuando dijo que "el cristianismo revitaliza siempre el pensamiento y la vida ante la frustración y el desencanto que invaden el corazón y se propagan en las calles" y sostuvo que entre "la indiferencia egoísta y la protesta violenta, siempre hay una opción posible, el diálogo".

    En ese sentido, hizo señalamientos sobre la "contribución de las grandes tradiciones" a la cultura popular y subrayó que "la convivencia pacífica entre las diferentes religiones se ve beneficiada por la laicidad del Estado".

    "La convivencia pacífica entre las diferentes religiones se ve beneficiada por la laicidad del Estado, que sin asumir como propia ninguna posición confesional, respeta y valora la presencia del factor religioso en la sociedad, favoreciendo sus expresiones concretas".

    También dedicó un párrafo a pedir una "vinculación moral con una responsabilidad social y profundamente solidaria" en una sociedad donde se impone "la racionalidad científica y técnica".

    "El único modo de que una persona, una familia, una sociedad, crezca; la única manera de que la vida de los pueblos avance, es la cultura del encuentro, una cultura en la que todo el mundo tiene algo que aportar", concluyó.

    Del encuentro participaron diversos sectores de la sociedad civil brasileña, como líderes políticos, intelectuales, diplomáticos, artistas y funcionarios que participan activamente en la vida de la ciudad y del país.

    Acompañado por el arzobispo de Río de Janeiro, monseñor Oraní Tempesta, el Papa fue recibido por la presidente del Teatro y por el Secretario de Cultura del Gobierno.

    Al inicio del acto, habló Walmyr Junior, un joven de 28 años, que contó su historia conmovedora, ya que es huérfano, vive en una de las favelas de Río y, tras poder superar una adicción a las drogas, logró obtener una Licenciatura en Historia.

    "Tengo la esperanza de ver la unión entre la gente y así construir la civilización del amor", dijo el joven quien, tras su mensaje, se fundió en un abrazo con el Papa y le mostró una foto de su familia para que la bendiga.

    El encuentro celebrado en el imponente marco del Teatro Municipal, también fue lugar de momentos de profunda significación: al término de los discursos ingresó un nutrido grupo de niñas que integran la escuela municipal de danzas, a las que Francisco saludó besándolas en la frente.

    Luego, en otro momento de emociones en alza, abrazó profundamente a una joven con síndrome de Down y la bendijo.
    También se hizo presente una delegación de pueblos originarios amazónicos con sus vestimentas tradicionales: cuando el primero de ellos se quiso arrodillar ante el Papa, Francisco lo tomó de las manos y lo incorporó.

    Luego, el cacique obsequió al Sumo Pontífice su sombrero hecho de plumas, que el Papa se colocó inmediatamente sobre el solideo. 
    notas relacionadas
    LA TRAGEDIA DE SANTIAGO

    'Público' consulta con expertos las posibles causas del accidente, que coinciden al apuntar que hubo algo más que un error humano en la tragedia del Alvia Madrid-Ferrol que descarriló el miércoles en Santiago. Instan a Adif y Renfe, dependientes de Fomento, a "asumir su parte de responsabilidad".

    HASTA EL FUTBOL ES UNA SELECCION CATALANA

    Marca España: la patria es el negocio


    .Me molesta esa fórmula de Marca España que usan tantos pijos de nuestra derecha política y mediática. Me molesta y, debo añadir, me preocupa.

    Contemplé al principio lo de Marca España como otra demostración de que los hijos de papá aún pueden ser más bobalicones tras su paso por una Business School, aquello era una gilipollez comparable a su empleo de palabrejas en inglés para demostrar una formación anglosajona, o de polos con la banderita rojigualda para ir a navegar o jugar al golf. Si a los cachorros del nacionalismo españolista les parecía fashion eso de ponerle a un país el calificativo de marca, allá ellos, cada cual es dueño de hacer el ridículo como le apetezca.

    He ido comprendiendo, sin embargo, que el asunto tiene mayor calado. El medio es, en efecto, el mensaje; así que al emplear la fórmula manifiestamente mercantil de Marca España los pijos nos están diciendo con claridad cuál es su visión de la cosa pública: España es un producto comercial, algo que se compra y se vende, un negocio con posibilidades, un modo de ganar dinero en el mercado global. Lo que para sus bisabuelos era un cortijo de propiedad exclusiva y patrullado por una Guardia Civil que mantenía a raya a los jornaleros, ahora es una marca, o sea, según la definición de la RAE, “un distintivo o una señal que el fabricante pone a los productos de su industria, y cuyo uso le pertenece exclusivamente”.

    No es, pues, tan inocente el uso de la fórmula Marca España por parte del Gobierno de Mariano Rajoy. Como no lo era el que sus abuelos políticos e ideológicos lanzaran al mundo en los años 1960 lo de Spain is different. Ante los turistas franceses, británicos o alemanes, el lema de Fraga pretendía justificar el que España no fuera entonces una democracia. Medio siglo después, el derechismo españolista se ha puesto al día en la aceptación de algunas de las formas de la democracia y, sobre todo, en la adopción de la palabrería del neoliberalismo anglosajón y de sus escuelas de negocios. Lo de Marca España es su actual avatar.

    La cosa tiene poco recorrido. Del mismo modo que el liberalismo de mamandurria de la derecha aznarista es improductivo, se limita a la rapiña privada de todo lo público, la Marca España solo sirve para dar puestos de trabajo a costa del contribuyente a algunos amiguetes. Como acaba de contar aquí mismo Luis Arroyo, las empresas españolas verdaderamente presentes en el mercado global no necesitan el supuesto refuerzo que representaría la llamada Marca España, ya se valen por sí mismas. Y si por Marca España se entiende la imagen internacional de este país, ahora mismo está asociada, como es lógico y natural, con un paro descomunal y una corrupción política y empresarial tan generalizada que alcanza a la monarquía, el Gobierno y la patronal.

    En su artículo, Luis Arroyo ha recordado nuestra participación como enviados de La Moncloa de ZP en una o dos reuniones sobre el asunto de la Marca España, a mediados de la pasada década. Aquello ya estaba en marcha, debía haber surgido en los años del aznarato en el seno de algún think-tank derechista. Pretendía reforzar con dinero –público, por supuesto– la promoción de la imagen de Nuevos Conquistadores que, sin complejos, encarnaban en su expansión por América Latina algunos ejecutivos engominados próximos a Aznar y los suyos.

    No dejamos de expresar en aquellas reuniones nuestra visión de España como una nación plural cuyo mejor modelo de Estado sería el federal, y que aunaba dos elementos maravillosos: un peso histórico y cultural en el mundo muy superior a su tamaño, su población y su riqueza, y una juventud de espíritu en buena parte de su ciudadanía que le hacía pionera tanto en ampliación de derechos y libertades –se estrenaba el matrimonio gay- como en sectores industriales destinados a tener una gran importancia en el siglo XXI, y ahí estaba, entre otros, el de las energías alternativas. A alguno de nuestros interlocutores, que más bien pensaba en una España centralista y castellanista dedicada a lo de siempre -poner ladrillos, servir paellas y chupar del bote- debimos parecerles rarísimos.

    El asunto quedó entonces estancado. Más de un lustro después, sonreí al ver reaparecer la fórmula Marca España con el advenimiento del marianismo; bromeé al ver que ponían a su frente a alguien tan casposo como Espinosa de los Monteros; me indigné cuando quiso utilizarse para tapar noticias y ahogar protestas, y no me extrañé cuando, hace una semana, el número dos del engendro insultó castizamente en Twitter a los catalanes.

    El medio es el mensaje; el esperpento siempre cuenta algo profundo en nuestro país. En el caso del de la Marca España, el mensaje es el siguiente: la patria es el negocio.

    jueves, julio 25, 2013

    SON TUS RECORTES ASESINO SERIAL

    LA MODERNIDAD ESPAÑOLA ES PURA FACHADA DE NUEVOS RICOS ANALFABETOS



    El conductor del accidente de Santiago: “¡Somos humanos, somos humanos!”
    Por Mónica Ceberio Belaza | David Reinero Madrid | Santiago de Compostela | El País

    Uno de los maquinistas del tren Alvia que descarriló ayer en Santiago de Compostela quedó atrapado tras el accidente en la cabina del convoy. A través de la radio con la que se comunica con la estación, cuando aún no sabía siquiera si había fallecidos, hizo un relato de lo que acababa de suceder. Expresó que le dolía la espalda y las costillas y que no podía salir. “¡Somos humanos! ¡Somos humanos!”, repetía. “Espero que no haya muertos porque caerán sobre mi conciencia”. El conductor dijo que el tren había tomado la curva a 190 kilómetros por hora; después habló de 200, pero luego, al entrar en la curva, volvió a decir: "¡Voy a 190!", según explicaron ayer a EL PAÍS fuentes de la investigación.

    Las señales ferroviarias de la zona del siniestro no permiten sobrepasar los 80 kilómetros por hora, pero el conductor no precisó por qué el tren circulaba al doble de esa velocidad. Si se trató de un fallo técnico o de un fallo humano es algo que tendrá aún que determinarse en la investigación de las causas del siniestro. Pero, a tenor de lo expuesto por el conductor, el tren, que venía de circular a una gran velocidad —superando los 200 kilómetros por hora—, no frenó lo suficiente y duplicó la velocidad permitida en una curva muy complicada y muy cerrada. Fue justo en ese lugar y en ese momento cuando el tren acabó descarrilando y provocando decenas de muertos.
    más información

    Los usuarios de ese convoy, que recorre la distancia entre Madrid y Ferrol, conocen bien esa curva. El día de la inauguración de ese trazado —el 10 de diciembre de 2011—, al llegar a la misma, el tren dio un bandazo que provocó el desequilibrio de algunos de los usuarios. Hubo, ese día, un murmullo general sobre lo dura que era esa curva después de más de 80 kilómetros de línea casi recta de AVE desde Ourense. Si en esos 80 kilómetros iniciales el tren no parecía moverse, allí se notaba por primera vez la inercia de un cambio de dirección.

    Se trata de la primera curva que se encuentra el tren que circula entre Madrid y Ferrol al llegar a Santiago de Compostela desde Ourense. Es, además, donde ya no hay trazado nuevo completamente independiente para el AVE, sino que el tren usa parte del trazado antiguo, la vía que se construyó durante el franquismo entre ambas ciudades. A la entrada de Santiago, y aunque la vía antigua se amplió, esa línea pierde parte de las características de la Alta Velocidad. Así se hizo, en parte, para evitar que las expropiaciones, en una zona notablemente urbanizada, fuesen mucho mayores de lo que ya eran.

    La alternancia de tramos de AVE y de tramos de vía convencional o de inferiores características se reproduce en otros puntos de la vía. El Alvia que circula entre Madrid y Ferrol, el tren más rápido que transita por Santiago, viaja por distintos trazados. Entre Madrid y Olmedo (Valladolid) aprovecha la línea del AVE. Después, entre Olmedo y Ourense vuelve a circular por una vía convencional, a la espera de que se terminen las obras del AVE que ya están en marcha. Finalmente, entre Ourense y Ferrol se incorpora de nuevo a la línea del AVE, que a la entrada de Santiago discurre junto a la vía antigua.

    El tramo no cuenta con el sistema que impide rebasar la velocidad máxima

    En ese momento, el tren debe frenar y al llegar a la curva cerrada donde tuvo lugar el accidente, dejar la velocidad en solo 80 kilómetros por hora. El descenso de velocidad en ese punto es muy pronunciado: se pasa de 200 kilómetros por hora a 80 en un corto lapso de tiempo.

    Las causas del exceso de velocidad todavía no se conocen. La línea donde se produjo el accidente no está dentro del ERTMS (European Rail Traffic Management System), un sistema de gestión del tráfico ferroviario que impide que un tren rebase la velocidad máxima establecida o no obedezca las señales que indican parada, muy similar a los sistemas de alarma automáticos ya instalados en muchos países europeos. Este sistema es el implantado, por ejemplo, en la línea de AVE Madrid-Barcelona en octubre de 2011.

    En el tramo donde ocurrió la catástrofe sí funcionaba el ASFA (Anuncio de Señales y Frenado Automático), un sistema automático ampliamente implantado en la red ferroviaria española. Se trata de un mecanismo que detiene el tren si el conductor no respeta lo que indican las señales. El ASFA convencional es un sistema de control puntual: solo recibe información de la vía en determinados puntos (las balizas) y solo si el tren pasa por esos puntos controla que este circule según lo establecido. Por eso, hay momentos en los que la supervisión continua es conveniente.