¿HÉROE O VILLANO?

¿HÉROE O VILLANO?

martes, marzo 03, 2015


La oposición argentina, en un dilema de hierro

Aldo Neri
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Es conocido que el desprestigio de la política es un fenómeno de Occidente y no sólo argentino. ¿Pero en la coyuntura qué hacer? ¡Qué disyuntiva! ¿Juntarse todos en la oposición y, si ganamos, cogobernar después? ¿O mantener las diferencias y sellar un pacto previo, para recuperar la república y asegurar la gobernabilidad, y que la ciudadanía elija en las elecciones entre proyectos políticos poco o muy distintos?
Reconozcamos que el escándalo de la muerte de Nisman favoreció la primera opción. Pero seamos prácticos: el peronismo oficial actual (hay otros, como siempre), si resulta más o menos unido, tiene que apostar a ganar en la primera vuelta, porque si hay segunda, espontáneamente le va a converger en contra la mayoría de la oposición en pos de la lista que resulte segunda. O sea, que el planteo electoral, en esta alternativa, sería bastante similar al que propone la primera opción: toda la oposición aglutinada en refrendo del que gane la PASO. Claro que me observarán: la diferencia es que habría un proyecto común para un gobierno de coalición. Y precisamente aquí empiezan mis dudas. Fuera de la convicción de que hay que recuperar las virtudes de “la república perdida”, no escucho la respuesta a preguntas centrales de la sociedad argentina, fuera de la fantasía del inexistente “modelo” oficialista. Por cierto, esto al margen de afirmaciones oportunistas de la índole de “hay que poner en vigencia el 82 % móvil para los jubilados”. ¿Pero qué se plantean los, más que partidos agrupamientos políticos, respecto a temas socioeconómicos? tales como, y sólo como ejemplos enumero:
-¿Cómo se distribuye el incentivo a un perfil industrial que convenga no sólo al PBI, sino también al desarrollo social?, cosas que no siempre coinciden.
-¿Cómo se encara el desbarajuste tarifario y de inversiones de servicios públicos -producto de años de demagogia, en beneficio principalmente de la clase media-, cuidando al mismo tiempo el acceso a ellos de los menos favorecidos?
-La política es elegir entre opciones distintas; entonces, ¿cómo se dirime la opción entre transporte individual y transporte colectivo, atendiendo a los intereses de la mayoría y el ambiente en que vivimos todos?
-¿Cómo se encara el régimen impositivo (fenomenal redistribuidor de la riqueza y el ingreso), fuera de la letanía de que es regresivo, como sabemos todos?
-¿Y un sistema de seguridad social (otro repartidor importante de justicia distributiva) más equitativo, el actual amarrado todavía a un modelo laboral del siglo XIX, a pesar de algunos progresos recientes, pero demasiado inspirados en la coyuntura?
- ¿Cuál es la actitud frente a un sindicalismo -en un país dividido en dos hemisferios laborales- que ayuda cada vez más a la profundización de la desigualdad?
-¿Cuál es la propuesta frente a un sistema de salud público y privado progresivamente mercantilizado, caro, poco eficaz e ineficiente, aunque aparentemente a nadie le importe?
-¿Y frente a la educación, sabiendo que el problema central no es recurso financiero, sino organización y calidad del servicio?
-¿Cómo se muta paulatinamente de un sistema de ayuda social paternalista a uno basado en derechos, que se corresponda con cambios en las instituciones que lo llevan adelante? ¿O quizás pensamos distinto? Sería bueno saberlo y discutirlo. El oficialismo le da a la oposición y a sí mismo el pretexto involuntario para no profundizar el campo espinoso de estas definiciones: ¡tanto es el manoseo de las instituciones de la democracia que hace, que sólo se critica y defiende la novedad de cada día!
Pero volvamos a los dilemas de la oposición; es muy improbable que un proyecto electoral de tal imprecisión se transforme en un gobierno coherente y eficaz. Y el riesgo del fracaso de tal gobierno, en una sociedad nerviosa y en momentos autodestructiva, es la apertura a la más cruda demagogia y autoritarismo. Ergo: deseemos que se junten los más afines, los que tienen menos probabilidad de disentir internamente. Es muy probable que, con o sin arreglos previos y gane quien gane, el próximo gobierno necesite convocar a muchos de color distinto. Y es de presumir que, también gane quien gane, será de índole menos confrontativa que el actual: en una política caudillista como la nuestra, el temperamento del “jefe” o “jefa” tiñe las relaciones, y el lector saque las conclusiones. Pero sería indispensable que en algún momento contestemos preguntas como las enumeradas, para ser un país con rumbo conocido. Importan la libertad y la justicia que reclamamos, pero en esas respuestas está cómo preservarlas.
Aldo Neri, Médico sanitarista, ex ministro de Salud de la Nación y ex diputado nacional

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