Impedir el tratado entre Estados Unidos y Europa
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Se ha conocido una arbitrariedad
fascistoide de la Comisión Europea con los diputados del Europarlamento y
el tratado libre comercio e inversión (TTIP) que negocian muy en
secreto la Unión Europea y Estados Unidos. ¡La UE sólo permite a los
eurodiputados leer dos horas el texto negociado del tratado! Para mayor
desgracia, prohíbe a los europarlamentarios hablar con nadie del mismo.
El corto tiempo de lectura del oscuro tratado ha de ser en una sala
segura, sin grabadoras, magnetófonos ni otros dispositivos electrónicos.
Ni siquiera papel y bolígrafo y bajo vigilancia. No sabemos si los
vigilantes van armados, pero sí que los legítimos representantes de
ciudadanos y ciudadanas europeos reciben el trato de sospechosos de un
delito.
¿Qué oscuros secretos esconde la
Comisión Europea para tomar tantas precauciones que impidan conocer por
la ciudadanía el muy reservado Tratado entre Estados Unidos y la Unión?
Quizás porque conocer los hechos, datos y detalles del escondido Tratado
supondría que la gente averiguara lo que supone de verdad para europeos
y europeas. Conocer esos pactos y convenios permitiría a la ciudadanía
saber los males que nos aquejarán si se firma el TTIP. Males
coincidentes probablemente con los efectos del Tratado que señala un
estudio de impacto del mismo elaborado por la Universidad Tufts de
Boston y la Organización Internacional del Trabajo. Según ese informe,
el TTIP destruirá 600.000 empleos en Europa en diez años y provocará la
caída del PIB hasta un 2% en los países más desarrollados. Más la
pérdida demostrada del poder adquisitivo de las familias, una vida peor
para millones de ciudadanos y la disminución de la recaudación fiscal de
los Estados hasta un 0,64% del PIB al reducirse empleos y salarios.
Además, el TTIP abrirá en Europa la
puerta al peligroso fracking, como ocurrió en Canadá. El fracking o
fractura es el método de obtención de petróleo alojado en rocas del
subsuelo profundo por perforación e inyección de agua a presión con
productos químicos tóxicos a miles de metros de profundidad. Ya se ha
demostrado que el contamina las aguas subterráneas y las de superficie,
además de causar pequeños terremotos. Asimismo, se sabe que las
sustancias químicas tóxicas utilizadas son muy dañinas para la salud al
contaminar las aguas y el aire, pues provocan problemas de piel, en la
vista y el sistema digestivo, además de causar problemas respiratorios,
migrañas continuas, náuseas, alergias e incluso generar cáncer. El
fracking es definitivamente muy peligroso sin contar que es
estúpidamente caro para obtener petróleo. Pero hay más. Otro peligro
evidente del TTIP es el procedimiento para resolver conflictos entre
inversores y estados (ISDS por sus siglas en inglés). Un conjunto de
normas que coloca a los gobiernos a los pies de los caballos y los hace
muy vulnerables ante las más que posibles demandas multimillonarias de
empresas y corporaciones.
Corporaciones y empresas podrán demandar
a los estados si consideran que las medidas gubernamentales y leyes
nacionales pueden perjudicar sus intereses. Simplemente si les parece.
Hay precedentes de otros tratados bilaterales de inversión por los que
algunos gobiernos han pagado fortunas por esas demandas. La Comisión
Europea hizo una consulta pública sobre tal mecanismo y el 95% de los
ciudadanos europeos encuestados rechazó frontalmente el ISDS. Pero la
Comisión no hace ni caso a esos resultados, a la voluntad ciudadana.
Organizaciones cívicas, sociales y
políticas europeas, así como grupos del Europarlamento, han denunciado
que el ISDS supondría una peligrosa pérdida de soberanía de los Estados
por verse obligados a cambiar leyes nacionales aprobadas
democráticamente para cumplir sentencias favorables a grandes empresas y
corporaciones. Sentencias interesadas dictadas por pretendidos
tribunales internacionales de arbitraje que, no nos engañemos, solo son
oscuros tríos de carísimos abogados privados.
Hay que reconocer que la mafia no
saqueaba mejor en el Chicago de Al Capone de los años 30. La oposición
al TTIP ha de crecer hasta paralizarlo y arrojarlo al olvido. Es
posible. Hace unos años, la movilización ciudadana frenó e hizo
desaparecer un nefasto Acuerdo Multilateral de Inversiones (AMI) que
daba a las empresas todos los derechos y privilegios y apenas deberes.
El AMI tenía que ser el marco obligatorio de la Organización Mundial del
Comercio (OMC), pero las intensas protestas mundiales de 1998 contra el
AMI paralizaron el acuerdo. Hay que frenar el TTIP porque se puede.
Xavier Caño Tamayo
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