¿HÉROE O VILLANO?

¿HÉROE O VILLANO?

jueves, julio 24, 2014

TAL CUAL,ME PASO HACE UN MES...

Una conversación imprudente

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—Buenas tardes, le hablo del servicio de acompañantes Mis Amigos porque estamos con un plan de promoción. ¿Usted tiene contratado un servicio de acompañante? —Mi estimada, en este momento yo estaba por llamar a mi novia y su interrupción tiene, digamos, un efecto modestamente vandálico. No sólo no tengo contratado un servicio de acompañante sino que pienso morirme solo, porque la muerte, como comprenderá, es un asunto privado.
—¿Y no pensó que puede resultar molesto para sus seres queridos?
—Espero que lo sea, la verdad, si es que me han querido.
—Disculpe, no me refería a la muerte sino a la enfermedad.
—Bueno, si le lavé el culo a mis hijos, no veo por qué no van a alcanzarme la chata.
—Y le parece justo…
—Más que justo, le diría: piadoso.
—El mundo ya no es piadoso, caballero.
—Me doy cuenta. Si fuera piadoso una chica como usted, que no debe tener más de treinta años, estaría vendiendo perfumes, cirios para seguir en el Mundial de Brasil, productos para la caída del pelo.
—Ya probé, pero me moría de hambre.
—Mire, pedí muchas veces que me saquen de la lista, y siguen llamando.
–No se puede.
—¿Por qué?
—Porque tenemos una base de datos de las personas mayores de 60 años, y no controlamos la lista.
—¿Quién hace la lista?
—¿El calendario? A mí me pagan por llamar, no por llamar sino por vender, y la verdad es que ya estoy perdiendo dinero.
—Y yo mi tiempo, querida, sólo que mi tiempo parece que vale menos que el suyo.
—No lo creo. Seguramente usted es un jubilado con una buena renta que no quiere aliviar a sus seres queridos por ahorrarse unos pocos pesos, y cobra más de lo que me pagan. Pero yo no puedo dejar de trabajar porque tengo dos niños que alimentar.
—Dos criaturas, qué lindo. ¿Cómo se llaman?
—No lo llamé para contarle la historia de mi vida.
—Sin embargo quiere saber de la mía…
—Exacto. Así funciona este negocio.
—Su negocio, querida, es mi fastidio. Detesto que se metan en mi casa para intentar pescarme. ¿Soy una tararira? ¿Tengo cara de tararira?
—Lo ignoro, caballero. Mire, no es que yo quiera parecerle especialmente pesada, pero de verdad que necesito venderle un servicio de acompañante.
—Bueno, si me mandara su foto…
—No se haga el gracioso. Es para cuando necesite que le alcancen la chata, y lo hará una persona capacitada de nuestra empresa.
—De modo que ustedes ofrecen prostitutas a domicilio.
—De ninguna manera.
—¿Entendí mal o me está ofreciendo una compañía que sustituya a mi hermana? No tengo, pero podría tenerla.
—Si tuviera una hermana, le resultaría molesto tener que ocuparse de alguien tan egoísta como usted. Y además, seguramente tampoco tiene una novia.
—Sí tengo.
—No creo.
—Se llama Patricia.
—Tendrá una amiga para ver la televisión.
—Le asombraría conocer lo que adelantó la química.
—Deje eso. El Viagra mató a mi padre.
—No me diga…
—Se tomó dos pastillas juntas y se murió del corazón.
—Lo lamento.
—No lo lamente. Mi madre no lo lamentó.
—No fue con ella…
—¿Me va a comprar o no?
—¿Yo estoy hablando en chino? Le dije que lo último que espero es morirme mirándole la cara a una amiga de alquiler.
—Pero se va a enfermar y va a joder a la persona que tenga al lado.
—Usted no es una buena persona, mi estimada.
—Usted tampoco. Si fuera bueno me compraría el servicio. Todos tenemos derecho a vivir.
—En paz, es lo que digo.
—Pero yo más que usted, porque usted se va a morir primero. Y va a molestar a su nuera.
—¿Cómo lo sabe?
—Las nueras se molestan por cualquier cosa.
—No. ¿Cómo sabe que me voy a morir primero?
—Tiene 72 años. Está jugando con Viagra. Todavía cree que es Brad Pitt.
—Mire, yo no seré Brad Pitt, pero no ando acusando a la gente de creerse Brad Pitt, que por otra parte, ya no es tan joven.
—Pero sigue estando bueno.
—Seré sincero, aunque le resulte difícil escucharlo: la belleza es algo que se apaga.
—Yo no soy linda. Así que no va a ser mi problema.
—Pero es joven. Eso también se va.
—¿Y qué?, ¿disfruta dar malas noticias? No importa lo que se va. Importa lo que se queda, y molesta.
—Yo no me pienso quedar, le aseguro, mucho tiempo.
—¿Ah, no? ¿Y qué va a hacer?
—Si usted vendiera una solución para no pasar por ningún sanatorio ni hospital, le aseguro que sería su cliente.
—Usted me deprime. Nadie puede progresar así. Tiene que comprar. El mundo funciona porque la gente compra.
—¿Lo que sea?
—Claro. Vivimos en sociedad. Si usted no compra, sólo está molestando.
—Me encanta eso.
—Es evidente. Va a arruinar la vida de su hijo, y su nieto no va a viajar a Disney por su culpa.
—Disney es el último lugar adonde lo mandaría.
—Lo va a mandar su nuera, o su yerno, que son gente decente, después de que se muera. ¿Qué tiene de malo Disney?
—Mire, detesto el plástico. El viaje ya es de plástico.
—Nuestros acompañantes no son de plástico.
—Una cosa por otra, mi querida, un sustituto. Todo lo que parece una cosa y resulta otra, es plástico. Hay ocho cañones tirando nieve artificial en las pistas de esquí de Bariloche. Es plástico. Hay una foto de Timerman y Almagro sonriéndose. Poliestireno puro. Un cura pasea sin sotana… No, eso es Vinícius de Moraes en “El día de la creación”.
—Yo no soy de plástico. Vendo un servicio de verdad, con personas de verdad, para viejos con sentido común.
—Qué extravagancia…
—Así que no me va a comprar.
—No.
—Quiere joder.
—Quiero decirle buenas tardes y llamar a mi novia.
—No insista. Patricia es una vil mentira.
—Pero está en un error.
—Si Patricia existiera ya le habría dicho que tiene que comprar. Las mujeres entendemos eso. Yo le doy, usted me da. Sólo los hombres creen que pueden andar por la vida sin necesitar nada.
—Mire, ahora voy a cortar. Voy a hablar con Patricia y después la llamo. ¿Qué le parece?
—Que mejor me da el número de teléfono de Patricia y yo le explico.
—Imposible.
—Pero yo tengo dos criaturas… No me corte. Sé dónde vive. Sé lo que necesita. Lo llamo más tarde, ¡porque yo tengo que triunfar...!

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