¿HÉROE O VILLANO?

¿HÉROE O VILLANO?

domingo, julio 27, 2014

NO DIGAS BOLUDECES,CORTAZAR,GARCIA MARQUES,ROSA CHACEL,ERTCETC.....

Patricio Pron. Escritor

"No conozco a un solo escritor de calidad que haya vivido de sus libros"

Sus dos últimos libros tratan sobre la guerra de las Malvinas ('Nosotros Caminamos en Sueños, Mondadori') y las vicisitudes de todo escritor ('El Libro Tachado, Turner').
FEDE DURÁN | .
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El escritor Patricio Pron./Ángel de Antonio
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Patricio Pron (Rosario, 1975) colecciona títulos pese a su juventud. Los dos últimos tratan sobre la guerra de las Malvinas (Nosotros Caminamos en Sueños, Mondadori) y las vicisitudes de todo escritor (El Libro Tachado, Turner). Argentino descendiente de piamonteses, la revista inglesa Granta lo incluyó en 2010 entre los 22 mejores escritores jóvenes en castellano. Tras ocho años en Alemania (es doctor en Filología Románica por la Universidad de Göttingen), se mudó a Madrid por amor. Aunque la historia acabase mal, España sigue siendo su casa. Un descubrimiento en cierta forma colateral.
 
-Muchos argentinos vivieron engañados la guerra de Las Malvinas. Les decían que ganaban. Pero descubrieron que Las Malvinas son los padres, por decirlo a la española.  

-Fue la revelación del hecho de que muy posiblemente no exista nada que podamos llamar realidad en términos objetivos, sino que ésta se conforma mediante una suma de textos y voces. En sustancia, lo que determina que una voz se imponga a otra es el poder o la capacidad política o económica que tenga la persona que enuncia o emite esa voz para hacerse escuchar. Fue un momento desconcertante de lucidez.

-¿Por qué se insistió tanto en una mentira que acabaría floreciendo?

-Posiblemente porque la dictadura militar argentina pretendía sostener su supervivencia mediante la guerra y en particular mediante un triunfo. El proyecto de la dictadura requería una guerra con la que disimular decenas de problemas, pero esa guerra puso de manifiesto que aquellos militares que habían sido particularmente eficaces a la hora de torturar y asesinar a opositores no eran igualmente eficaces cuando se veían obligados a confrontar una fuerza militar superior en un terreno desconocido.

-¿Duele mucho esa espina al país?

-Tiene una dimensión mayor, por ejemplo, que el conflicto entre Gran Bretaña y España a propósito de Gibraltar, sobre todo porque la guerra de las Malvinas ha costado la vida de muchos argentinos en tiempos muy recientes. Es un tema aún muy doloroso que nos pone en ciertas contradicciones. La principal consiste en el hecho de que tendemos a rechazar de forma unánime la dictadura argentina pero tenemos impresiones encontradas en relación a la guerra, que nos parece una forma errónea de reivindicar una causa que no es errónea.

-De las derrotas también se aprende.

-La aventura de Malvinas supuso una derrota militar pero también una victoria cultural, en el sentido de que la pérdida de las islas trajo consigo una recuperación de esas islas en términos simbólicos. Las Malvinas están mucho más presentes en la cultura argentina contemporánea de lo que están en la británica.

-¿Ha estado allí alguna vez?

-Jamás. Es bastante dificultoso para un argentino, no sólo por cuestiones legales y burocráticas sino también por razones económicas. Ir es increíblemente caro.

-Ha escrito un libro sobre los tristes desenlaces habituales de quienes intentan escribir libros.

-Es un ensayo largo que comprende diferentes formas de desaparición, negación u ocultamiento en la literatura. La censura ocupa un lugar importante, y hablo no sólo de la que ejerce el Estado sino la que corre a cargo del mercado directa o indirectamente o de la de los propios autores que han preferido silenciarse o destruir su obra. Hay tantas variantes como escritores, tantas formas de desaparición... lo cual me recuerda una frase de Jonathan Swift: "Los libros tienen una sola forma de llegar al mundo pero muchas de abandonarlo".

-Las editoriales insisten en una serie de biotipos literarios. Todo lo que se aleje de ellos no interesa. Y se pierden muchos diamantes por el camino.

-El mercado se ha vuelto más complejo y diversificado pero a la vez se concentra en un puñado de opciones para satisfacer una demanda que quizás ni siquiera exista. Hoy confluyen dos fenómenos aparentemente contradictorios: profusión y reducción, al menos en términos creativos.

-El oficio de escritor está condenado.

-Eso espero. No tengo ninguna intención de vivir aislado.

-Me refiero a la economía.

-Algunos escritores vivimos de la producción escrita, ya sea para periódicos o editoriales, y algunos consideran esa actividad periodística o no estrictamente literaria como accesoria. Yo nunca lo he visto así. Los escritores posiblemente no podrán vivir de sus libros como tampoco lo hicieron en el pasado. No conozco a ninguno de calidad que haya podido hacerlo, sólo los que han propuesto fórmulas muy vinculadas al mercado, que son los que menos me interesan.

-¿Se siente libre cuando escribe?

-Por supuesto. Es una actividad tan deficitaria desde el punto de vista económico que no tendría ningún sentido practicarla si no tuvieses una libertad absoluta.

-¿Qué libros hay ahora en su mesilla de noche?

-Tengo un proyecto largo de escritura y estoy leyendo libros vinculados con ese proyecto. Aunque luego procuro que esa documentación se emborrone, que no resulte opresiva al lector. Con el texto de las Malvinas hubo una versión previa con documentación muy precisa, pero la dejé de lado al final porque tuve la convicción de que no funcionaría si se presentaba como una novela histórica en vez de como una especie de ensoñación. Me permito leer también algunos libros recientes, y recomiendo el que Andrés Barba acaba de publicar con Siruela: Caminar en un Mundo de Espejos.

-Lleva en España ocho años. ¿Cómo nos ve?

-Inicialmente, España me conquistó como el sitio más adecuado para alguien que oscila entre el caos latinoamericano y el orden protestante alemán. Sigue pareciéndome un lugar a mitad de camino y por ello particularmente conveniente para vivir. No tengo planes de marcharme hasta tanto me dejen quedarme. 

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