¿HÉROE O VILLANO?

¿HÉROE O VILLANO?

miércoles, mayo 02, 2012

QUEREMOS SEGURIDAD,EXCLAMAN EN LOS COUNTRIES

La última invasión a Buenos Aires
(Adaptación libre del cuento de José Pablo Feimann, La última invasión a Buenos Aires  publicado en  el Diario Página 12)

“La “realidad” en verdad no existe. Nos pasamos la vida construyendo versiones sobre ella. Tal vez el paso del ensayo a la ficción es el reconocimiento de este hecho. Si no tenemos otra posibilidad de narrar el mundo desde nuestra propia situación, desde nuestro propio punto de vista, la ficción queda incorporada al ensayo como la aceptación plena de la invención, de lo diferente, de lo que va a sorprendernos porque sumara varios puntos de vista, se encarnará en distintos personajes, el narrador  no será el autor del ensayo, sólo el narrador de la historia o de las historias.(…)”.
El cuento que va a leerse es un cuento apocalíptico. Un cuento que –si a algún género pertenece– pertenece al género No future. Todo es llevado a su extremo. Es –por decirlo así– la exasperación y hasta el delirio del tema de la casa tomada, central en toda interpretación de nuestra historia en totalidad.

Corre el mes de mayo de 2018. Gobierna Marcelo Macro, luego de un  golpe de estado  institucional de los grupos económicos y mediáticos, con el apoyo de La Embajada norteamericana, dado al gobierno de Claudia Fernández de Kintana,  a finales del 2015.
La ex presidenta debió exiliarse a Venezuela, luego del atentado criminal  cometido en su contra. Se la atribuye el delito de “subversión”. Se ha disuelto el  Congreso Nacional, reemplazándolo por una Comisión de Asesoramiento en materia de Leyes, presidida por el Sr. Magneti. Se ha intervenido al Poder judicial y al frente del mismo se encuentra el casi Ingeniero Blumberge.  El partido el Frente para la Victoria,  todos los partidos de izquierda-menos el Partido Obrero-, los organismos de derechos humanos, están proscriptos, y sus dirigentes se encuentra detenidos. Se ha liberado al genocida Jorge Rafal Varela y otros represores. Se han privatizado nuevamente Aerolíneas Argentinas, las AFJF, YPF , se ha derogado la Ley de matrimonio igualitario y la Ley de medios. Se ha autorizado una base  del Ejército norteamericano en Posadas, Provincia de Misiones.
La crisis del capitalismo ha herido gravemente a Argentina. La miseria está en todas partes menos en la orgullosa ciudad de Buenos Aires. La brecha entre pobres y ricos se ha ensanchado. Hay  millones de pobres de toda pobreza.
La Comisión de Asesoramiento en materia de  Leyes, han dictado la Ley Giménez. Rige la pena de muerte en el país. La inimputabilidad llega hasta los 11 años. La policía ha quintuplicado su fuerza y cuenta con armamento sofisticado.  Se ha establecido el Estado de Sitio y el Toque de Queda a partir  de las 22 hs. La Policía tiene plenas facultades para  detener “sine die  a  todo joven  de tez oscura (con  o sin gorra), quienes pueden ser sometidos a “sufrimientos físicos tolerables”, como en Guantánamo  y el estado de Israel.
En la provincia de Buenos Aires se han levantado muros en donde ha sido necesario. La ciudad de Buenos Aires está cercada por uno altísimo construido de un  nuevo material proveniente de Francia, (donde  los negros  y musulmanes inmigrantes quemaron dos veces Paris) más resistente que el cemento. Los countries tienen alambres electrizados y guardias de seguridad fuertemente armados con Itakas ultramodernas. Sin embargo, los delitos continúan. Se sabe que hay mucha hambre más allá del muro de la seguridad.
Un empresario sojero detiene su lujosa 4 x 4 junto a la banquina, baja y se pone a orinar. Aparece un negrito y entra velozmente en el coche. El tipo dejó la llave puesta. Todo fácil para el pibe. Arranca y sale rápidamente. Inútil. El tipo cierra su bragueta, sereno. Saca una Browning. Apunta cuidadosamente y dispara. El coche se detiene y se oye la bocina. El tipo,  se acerca a pasos lentos hasta el auto, abre la puerta y el pibe cae. Presumiblemente tendría que tener un balazo en la nuca. No. El pibe está herido en el hombro. Vive. “Si te movés, te reviento”, le dice el tipo. Saca su celular y llama a la policía. Pero el pibe, con asombrosa velocidad, le clava una sevillana en el estómago. El tipo no lo puede creer. Cae sobre el asfalto. El pibe, arrastrándose, le quita la Browning y lo quema de nueve balazos. Se lleva el coche. Lo agarran a los dos días.
Gran indignación nacional. Los medios, fuera de sí, exigen la aplicación de la Ley Giménez. Chechi Gelberg, dice “¿Qué hicimos los argentinos para merecer esto? Como dice Ceci Giménez: ‘El que mata debe morir’. Y se acabó. Esta vez no podemos equivocarnos. O nosotros o ellos”.
La Jefa Espiritual de la Ciudad de Buenos Aires, la venerable dama, Marta Lestrand,  opinó: “Ay, qué feo. ¿Quién es ese chico? Yo estoy contra la pena de muerte. Pero a favor de la justicia. Y la justicia es ajusticiarlo”.
Ceci Giménez, la  diva,  cuyo peso ha subido como su odio (ya está llegando a los 120 kilos), está sin embargo, feliz. Al fin se aplicará su ley. Se ha optado, en el país, por la guillotina.
El pibe se llama Aníbal Torres y tiene 13 años de edad. ¡De pronto, Crónica y Perfil se destapan con una noticia espectacular, definitiva:¡Aníbal Torres es boliviano! ¡Pertenece a esa raza maldita y oscura que viene a nuestro país a robarles el trabajo a los nuestros, que igual no lo tienen porque no hay! ¡Muerte, muerte al boliviano!  ¡Que nunca más un boliviano mate a un argentino de bien!, grita la opinión pública que cada vez mas dicen que es “privada”, ya que dos grupos concentran toda la información,  la que es repetida por  todos los taxistas de la Ciudad de Buenos Aires, ya que el Ministerio de Seguridad ha decretado que todo lo que digan los taxistas es información fidedigna y contrariarlos es delito.
 Luego de un breve juicio  el niño boliviano Aníbal Torres, de 13 años de edad y tez oscura, es condenado a morir en la guillotina. Tres días más tarde se lo ejecuta en una nueva cárcel llamada “Jorge Rafael Varela, en homenaje al prócer que exterminó la subversión en Argentina.
Los medios festejan alborozados la primera y exitosa aplicación de la Ley Giménez.
El llamado -por sí mismo- filósofo Mario Gordona, dice: “El joven Torres conocía ya la amenaza. Al conocerla y, sin embargo, matar, debemos inferir que algo en él, algo muy profundo, lo llevó a elegir el suicidio. Nuestra sociedad no ha matado a Aníbal Torres. El se ha suicidado”. Longobardino, pobre  pero de ideas, repite lo mismo.
Llegan noticias alarmantes a la ciudad. Dos millones de hombres y mujeres de tez oscura avanzan sobre ella sin que se conozca su propósito.
 “Si siguen avanzando –dice el ensayista, de viejo, muy viejo pasado marxista y sartreano, Julio Juan Sebrela–, estaremos ante una nueva anarquía como la del año 1820; o peor cuando “la chusma  Irigoyenista”, o más grave   aún: ante un nuevo 17 de octubre, cuando el “aluvión zoológico” o quizás cuando el 25 de Mayo de 1973, durante la “primavera camporista”, o en la épocaa del kirchnerismo, cuando “se vino el zurdaje”.
Nada detiene a la muchedumbre oscura y encolerizada. Destrozan todos los muros. Se apoderan de las armas de los guardias. Arsenales inclusive. Y son millones. Millones de hambrientos, villeros, marginados, desclasados, delincuentes, chicos que no  murieron con el Paco, prostitutas, madres de doce hijos, boxeadores de clubes miserables, desocupados eternos, frustrados, humillados,  , picaneados de todas las comisarías  del país, marchan sobre Buenos Aires.
LUCHE Y  VUELVE, dice una gran bandera de 100 metros de largo  con las siglas  CFK,   Los negros insurrectos  llevan miles de pancartas con el rostro de CFK y del niño Aníbal Torres.
El ministro de Defensa, el magnate colombiano Di Narvaez,  se comunica con el jefe del Ejército, general Bustos. -“Avanza una turba subversiva sobre nuestra ciudad. Prepare a sus hombres y salga a reprimirla. Tiren a matar. Sin contemplaciones, general. No quiero prisioneros, entiende.”
El general Bustos responde:
-“Disculpe, señor ministro, pero el Ejército Argentino ya hizo eso una vez. No lo va a hacer de nuevo. Entiéndame bien: un ejército no está para fusilar hambrientos. Está para la defensa nacional del territorio. Para luchar contra otro ejército que intente atacarnos. Esos hambrientos no los creamos nosotros. Son obra de ustedes.  Háganse cargo. Buenas noches”.
Cuelga el teléfono y el ministro de Defensa monta en cólera:
-“¡Todo esto se debe a la prédica subversiva de esa montonera polleruda de Nilda Guerré! El ejército siempre nos hizo la tarea sucia, cuando la Semana y la Patagonia Trágica, en 1930,  1955, 1966 y 1976. Todo por culpa de esos negros de mierda que la votaron a la Fernández esa. Nunca más habrá elecciones en este país, y si los hay, nunca una mujer podrá ser candidata. Estableceremos  el voto calificado: solo los de la Ciudad de Buenos Aires podrán votar, y en tanto acrediten tener 1500 dólares depositados en bancos extranjeros, que tanto”.
Los negros llevan horas apropiándose de la ciudad. Se comen los perros. Violan a las buenas damas de Barrio Norte. “¿De que serviran nuestras cacerolas?”, dicen algunas. “¡Llamemos al Campo!, que vengan Bolcatti y el petiso ese de la Federación Agraria”, dicen otras.
 De pronto aparece al casi ingeniero Blumberge. Tiene cara de loco. A su lado está el Rabino Bernesti. Se  acercan a la muchedumbre. Alzan los brazos. “Dialoguemos. Sólo queríamos seguridad. No hacerles daño”. Pero la negrada –que no es tonta- feroz, hambrienta, sedienta de todo, oscura, les pasa por encima, los aplastan.
El ministro de Defensa , el colombiano Di Narvaez, tiene una idea genial. Se comunica con el  jefe del Comando Sur del Ejercito de los Estados Unidos, con asiento en Posadas, Misiones, General William Peterson, un sanguinario  marine que ya había actuado en la invasión a Irán en el 2012, y la fracasada a Venezuela  del 2014. En el cuartel flamean las banderas Argentina y Norteamericanas.
Mi General–dice el ministro de Defensa–, hemos detectado que entre la multitud que invade Buenos Aires hay miles de terroristas islámicos. Algunos, incluso, han creído ver al mismísimo Bin Laden, parece que no está muerto.”
- “Ya mismo actuamos”, dice Peterson.No en vano el mundo se ha globalizado y la lucha contra el terrorismo también. Cuelgo con usted y doy órdenes para que  cincuenta aviones con misiles nucleares vuelen a Buenos Aires.
 -“Pero, Mi General –dice el ministro de Defensa–, así no va a quedar nada en pie. Ni siquiera yo.”  
-“¿Y a mí qué mierda me importa? , dice el General. ¿Desde cuándo el gobierno de los Estados Unidos de América se preocupa por los daños colaterales?”  
En menos de tres días nada queda en Buenos Aires. Ni un edificio ni un ser humano. Es, por fin, la ciudad más segura del  mundo.

No hay comentarios.: