¿HÉROE O VILLANO?

¿HÉROE O VILLANO?

jueves, mayo 10, 2012

La religión de la tribu atlética

rebeldes hasta la muerte

La religión de la tribu atlética
Falcao y Diego, dudas en el futuro del Atlético. / Efe
Mayo de 2010. Incrédulos, los atléticos celebran el título europeo conquistado en Hamburgo. Agüero, Forlán, Simao, Reyes, De Gea y compañía alzaban un trofeo impensable para una generación de hinchas abonados a derrotas y decepciones. Mayo de 2012, ningún superviviente de aquel equipo en el once titular que conquista la Europa League en Bucarest. Seguramente, el año próximo ya no estén Falcao y Diego.
La lógica, la razón, están peleadas con este club diferente, caótico y extremista. Disfruta de su mejor momento internacional en 109 años historia y al tiempo sufre un trasiego constante de técnicos y jugadores, una deuda galopante y un clima hostil entre buena parte de la afición y los dueños de la sociedad.
«Se busca rival digno para derbi decente». Esta pancarta, colocada de forma estratégica en el Fondo Sur del Bernabéu con ocasión del choque ante el Atlético de la primera vuelta liguera, fue como una puñalada en el corazón de miles de rojiblancos que antaño se sentían capaces de disputarle el título al eterno rival y, desde lo que consideran «expropiación» del club por parte de la familia Gil, se veían sumidos en la mediocridad. El doblete de 1996 era como un oasis en el desierto.
A pesar de contar con el cuarto o quinto presupuesto de España, tras los dos poderosos, el Málaga del jeque Al-Thani y quizá el Valencia, de ser el tercer club con más Ligas (9), y de ocupar también el tercer peldaño del podio en cuanto a número de afiliados (más de 48.000), la hinchada se declara permanentemente insatisfecha. Ni siquiera estos títulos colman a a una ‘tribu’ que aspira siempre a jugar la ‘Champions’ y poder plantar cara a los dos colosos. Utópico o no, es el sentimiento atlético, distinto, original, sin medias tintas, rebelde y sufridor, como un ritual o una religión.
Luis Aragonés, jerarca ‘colchonero’, ha repetido en diversas ocasiones que ilustres como Di Stéfano y Del Bosque le confesaron que el verdadero derbi de sus épocas era entre el Madrid y el Atlético, no el clásico entre blancos y azulgrana. Como canta Joaquín Sabina en el himno del centenario, «para entender lo que pasa, hay que haber llorado dentro, del Calderón que es mi casa, o en el Metropolitano, donde lloraba mi abuelo, con mi papá de la mano». Señas de identidad contrarias a la doble moral, a esos hinchas que practican el mestizaje de defender los colores de un equipo y celebran luego los títulos del que gana con frecuencia.
Un punto de inflexión marca la historia de este club fundado en 1903 por unos estudiantes vascos. Hasta 1987, cuando Jesús Gil aterrizó en el Calderón, el Atlético exhibía ocho Ligas en sus vitrinas, solo dos menos que el Barça. En el último cuarto de siglo, los ‘indios’ que acampan junto al río solo han celebrado un torneo de la regularidad por 11 de los ‘culés’.
Muchos atléticos se sienten estafados por Jesús Gil, quien, según sentencia, se apropió de la entidad por unos 2.000 millones de pesetas que nunca llegó a pagar. Pero el delito prescribió, el patriarca murió, y su familia sigue al frente. Socios y abonados lamentan que el club se haya convertido en una especie de agencia de compra-venta de técnicos y jugadores. Sienten envidia de sus colegas de Barça, Madrid, Athletic y Osasuna, privilegiados que cada cuatro años pueden elegir presidente.
El ‘pupas’, un error histórico
Un hecho histórico marca la leyenda del ‘pupas’, de esa supuesta fatalidad que acompaña al Atlético. Ha ganado mucho a lo largo de su vida pero a su alrededor se ha instalado la aureola de un club único para las desgracias. Final de la Copa de Europa de 1974 ante el mejor Bayern Múnich de su historia, base de la ‘Mannschaft’ que conquistó el Mundial de ese año. Marcó Luis en la prórroga de falta y empató casi al final Schwarzenbeck de tiro lejanísimo que se tragó Miguel Reina. En el partido de desempate -a partir de entonces nacieron los penaltis- se impuso el físico teutón.
«Maldita sea la hora en la que el presidente (Vicente Calderón) utilizó esa frase. Si nosotros somos el pupas, que serán los demás que han ganado mucho menos. Fue un error terrible. Como lo del infierno, la campaña que el Atlético lanzó para captar abonados cuando bajó a Segunda División. Son expresiones que perjudican al equipo porque se instalan para siempre y generan victimismo». Lo explica Luis Aragonés en el libro ‘Sentimiento atlético’, escrito por los periodistas José Miguélez y Javier G. Matallanas.
¿Qué es ser del Atlético? «No hay explicación para algo tan grande que se lleva en lo más dentro», sostiene el restaurador Lucio. El empresario Pepe Barroso ofrece alguna clave en las citas recogidas en el disco del centenario. «En mi clase, los del Atleti éramos minoría, y eso te imprime un carácter de lucha, de no renunciar jamás a la victoria, y te impregna cierto halo de representar lo invencible porque lo cierto es que, a pesar de todo, ahí seguimos», explica. El actor Dani Guzmán cree que «es una manera de ser, de plantearte y enfocar la vida, de enfrentarte al día a día. El Atleti es la única alternativa que queda para que uno sea fiel a sí mismo, para ir en contra del poder establecido».
Sabina entiende que ser del Atleti es una «manera de pensar, de sufrir, de palmar, de ganar, de subir y bajar de las nubes». Hay quien sostiene, como el veterano periodista Miguel Ángel Gozalo, que ser de este equipo es «reivindicar el derecho a ser diferente, a preferir la incertidumbre a la seguridad, la humildad, a la arrogancia». ‘El Juli’, torero él, concluye en el anuncio del club que «hay otra forma de ver la vida, pero no es tan apasionante». Y el rockero Rosendo Mercado es de los que piensan que se trata de «llevar la contraria, de alcanzar los objetivos por derecho propio y de ser el equipo del barrio», de su Carabanchel Bajo, cuyo modestísimo equipo entrenó el ‘Mono’ Burgos en la Preferente madrileña.

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