¿HÉROE O VILLANO?

¿HÉROE O VILLANO?

domingo, mayo 31, 2015

NO ME TOQUÉS LA PELOTA

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Dejate de joder

Por Juan Pablo Varsky | Para canchallena.com
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Mikel Balenziaga nació un 29 de febrero. Año 1988. Se formó en las juveniles de Real Sociedad. Pasó a la filial del Athletic en 2008 y ese mismo año jugó 24 partidos en el primer equipo. Parecía consolidarse pero lo prestaron a Numancia y a Valladolid. La llegada de Ernesto Valverde como entrenador en 2013 le devolvió su lugar. Ha jugado 228 partidos, sin goles. Anoche su carrera futbolística cambió para siempre. Valverde le pidió que le hiciera marca personal a un futbolista. Que lo siguiera hasta el baño. Que se olvidara del partido. Athletic jugaría contra Barcelona. Él lo haría contra otro hombre. Diez vascos cubrían espacios. El undécimo jugaba mano a mano en toda la cancha. Cuando su presa tiraba diagonales, él, mastín obediente hasta el final, lo perseguía y se desentendía de la pelota. Otro rojiblanco ocuparía el lateral izquierdo. Lo raspó, lo agarró, lo anticipó y le habló. Hizo enojar a la fiera, quien miró al asistente un par de veces y le pidió que cobrara las faltas. A los 19 minutos y 35 segundos, rompió todo. Agarró la pelota pegado a la raya. Los mediocampistas Beñat y Rico se fueron acercando para reforzar el pressing sobre el costado. Superó en velocidad a su estampilla. Beñat lo esperaba. Frenó, cambió de apoyo y también se lo sacó de encima. El rápido cazador ya le miraba la cara de nuevo. Tocó la pelota por un lado y la fue a buscar por el otro. Cortito, con pleno control del balón. Beñat y Balenziaga ya le miraban el número. Mikel Rico aún podía taparle el paso. Cortó camino hacia el área y el pelado terminó pateando el aire. El zaguero francés Laporte se convirtió en la última esperanza vasca. Le mostró la pelota como si fuera un caramelo y, cuando lo tuvo cerquita, se la corrió y lo hizo girar como trompo. El central quedó mirando a su arco, a nada de ser el nuevo Boateng. Calibró el zurdazo. La puso entre el arquero Herrería y el primer palo. Pasaron ocho segundos entre la primera gambeta y el remate. El genio y el animal competitivo que conviven en la bestia festejaron en silencio. Sus compañeros se le tiraron encima. Pasarán los años. El golazo nos hará reír siempre. Un día Balenziaga se cansará de recordarlo: "era Messi, qué querés! Déjame de joder!".

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