¿HÉROE O VILLANO?

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domingo, mayo 03, 2015

HA MUERTO LA REINA CISNE,NACIO UN CISNE NEGRO

La danza de luto: el último vuelo de la "reina del aire"

Por   | LA NACION
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Ya en su primera visita, en 1975, vino, bailó y conquistó al público argentino. Sólo necesitó desplegar su talento de bailarina. Se trata de Maya Plisetskaya, que falleció ayer, en Munich, Alemania, a los 89 años. Será enterrada en Rusia, según confirmó el director del teatro Bolshoi, Vladimir Ourine.
Maya Mijailovna Plisetskaya había nacido el 20 de noviembre de 1925 y a los 3 años entró en el mundo del ballet en la Escuela de Danza de Moscú y, a pesar de un difícil ambiente familiar (su padre Mikhail Plisetski, judío, fue ejecutado por orden de Stalin en 1938 y su madre, la actriz Rachel Messerer, también judía, deportada con su hermano al gulag) destacó rápidamente en la escuela de Teatro Bolshoi, bajo la influencia de sus tíos Asaf y Sulamith Messerer, ambos bailarines del ballet de ese teatro.
"Detuvieron a mi padre de madrugada -cuenta en sus memorias-. Algo así ha sido descripto infinidad de veces en la literatura, en el cine, en el teatro, pero es terrible vivirlo. Hombres desconocidos. Grandes palabras. Revuelven la casa. Buscan. Mi madre, llorosa, embarazada. Mi hermano pequeño, asustado. Mi padre que se viste con manos temblorosas, porque a él le resulta doloroso, por nosotros. La sorpresa de los vecinos. Las palabras de la administradora de la casa: «Lo mejor era pegarles dos tiros a todos, enemigos del pueblo»."
Parecía que ese destino adverso iba a frenar su vocación, pero nadie previó que esa carga terminaría templando su carácter y fortaleciendo sus decisiones.
En 1943, ingresó al Bolshoi y se convirtió a los 18 años en primera bailarina. Empezó así su carrera profesional con la interpretación de "La muerte del cisne".
Sobresalió rápidamente. Con una perfecta formación académica, adornaba sus interpretaciones con desafíos y sensualidad inimaginables en la danza soviética. Una noche, Stalin decidió celebrar su cumpleaños en el Bolshoi. "Tenía miedo. Los nervios me atenazaban y el piso parecía una pista de patinaje. Miraba sin parar al público, buscando al responsable de la desgracia de mi familia", recordaba la bailarina en sus memorias.
Maya Plisetskaya soñaba con George Balanchine y Maurice Béjart, "inaccesibles" por su hostilidad a la tradición del "realismo socialista".
Después de años de veto, emprendió giras internacionales durante las que visitó países como los Estados Unidos, Francia, el Reino Unido, Italia (donde fue directora del Ballet de la Ópera de Roma), la Argentina (actuó en varias oportunidades) y también en España (donde dirigió la Compañía Nacional de Danza). Estas giras le permitieron conocer y colaborar con grandes personalidades y obtener reconocimiento internacional en los más importantes teatros.
Se atrevió a romper la rutina soviética al incorporar danza moderna y trabajar con los coreógrafos Alberto Alonso, Béjart y Roland Petit, que crearon varias piezas para ella como Carmen, Isadora y La rose malade.

Los sueños realizados

La bailarina empezó a realizar su sueño en 1967 gracias a un encuentro en Moscú con el coreógrafo cubano Alberto Alonso, autorizado a crear para ella Carmen-suite porque venía de un país comunista. Su sensual versión de la gitana fue un escándalo. El poder tiene miedo.
"Fue la guerra: me acusaron de haber traicionado la danza clásica. El ministro de Cultura dijo que Carmen moriría. Yo sabía que la que moriría sería yo y que Carmen sobreviviría", solía repetir Plisetskaya. Después de Carmen, que la obcecada sociedad soviética tuvo problemas para digerir, vendrían otras provocaciones de Maya, coreografías eróticas de Béjart o de Roland Petit y ballets que su marido, el compositor ruso Rodión Shcherdin, había creado basándose en obras de clásicos rusas.
Estos últimos ballets le valieron también a "la reina del aire", como fue bautizada, duras críticas de los entornos conservadores para quienes los personajes de Anna Karenina, de Tolstoi, y La dama del perrito, de Chejov, no fueron escritas para ser bailados.
Pero también cosechaba elogios por parte de los colegas y coreógrafos: "En Plisetskaya se combina todo: el talento natural, la alta calidad técnica, perfectas proporciones de la figura y destacadas cualidades de actriz", señala el famoso bailarín y coreógrafo Mikhail Lavrovski.
En su 80 cumpleaños, en 2005, interpretó en el Kremlin el Ave Maya que le dedicó el coreógrafo francés Maurice Béjart, coronando una gala mágica con bailarines clásicos del mundo entero, los monjes Shaolín, la orquesta del ejército ruso Alexandrov y el rey del flamenco Joaquín Cortés.
"Maya Plisetskaya asimiló una gran tradición, la digirió y la recicló, alcanzando la libertad. Independientemente de lo que baile, siento en ella una fuerza vital enorme, la sensualidad, pero sobre todo, la modernidad", dijo de ella en su momento Maurice Béjart.
Para el coreógrafo, Maya Plisetskaya era la "última leyenda viva de la danza". "Lo esencial es ser una artista y comprender por qué estás en el escenario. No basta con levantar la pierna", decía la bailarina para explicar el secreto de su éxito.
Recibió numerosos galardones internacionales, en particular, la Legión de Honor de Francia (1986), la medalla de oro de las Bellas Artes en 1991, la Orden al Mérito de Rusia en 2000 y el premio Príncipe de Asturias de las Artes (2005). Ostenta el título de "prima ballerina assoluta", el más prestigioso en el mundo de la danza.
En septiembre de 1983 viajó con el Bolshoi por primera vez a España y en 1987 aceptó la dirección del Ballet Clásico Nacional de España, para luego, en 1993, adoptar la ciudadanía de ese país. Estaba casada con el compositor alemán Rodion Shchedrin, que, junto con otras personalidades de la música clásica, estaba preparando una gran función de homenaje para cuando cumpliera sus 90 años dentro de seis meses.
Durante su etapa al frente del ballet nacional, representó obras como María Estuardo y permaneció en el puesto hasta 1990,
En 1994 fundó el Ballet Imperial y bajo su dirección se representó Danza rusa, Silfide y Gopak.
En los últimos años se había consagrado con mayor dedicación a impartir clases y recibir homenajes, con excepcionales actuaciones, como era de esperarse de una gran dama del ballet.

La conoci en Moscú,un dia que visito a los cadetes de la Academia de Estado Mayor del Ejercito Rojo,la Frunze,amable y educada me hablo en español,yo en un primario ruso.

Despedía luz,dulzura como buena mujer judía,alguien le dijo que era argentino,como Guevara,agregó, y hablamos las dos horas de la recepcion.

Descanse en paz ,camarada.

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