¿HÉROE O VILLANO?

¿HÉROE O VILLANO?

viernes, mayo 29, 2015

La segunda transición española

Las elecciones municipales y autonómicas de España comenzaron a dibujar otro mapa del poder en España. El Partido Popular y el PSOE, que dominaban la escena desde el fin del franquismo, hoy sumados apenas superan el 51% de los votos. El giro, con matices, es hacia la izquierda
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Finalmente ocurrió: los españoles, en elecciones locales, comenzaron a demoler los cimientos del bipartidismo, una de las herencias más sólidas de la transición que vivió el país en la segunda mitad de los años setenta.

En las elecciones del domingo pasado, el Partido Popular dejó unos 2,5 millones de votos en el camino. Una cifra demasiado relevante si se tiene en cuenta que, en total, votaron el domingo unos 22 millones de ciudadanos en toda España.

Por el contrario, el PSOE, que ya había sufrido una merma importante en las elecciones anteriores, no salió tan debilitado en parte gracias a la renovación parcial que hizo de su dirigencia en los últimos tiempos.

Así, un primer dato de la elección es que, después de casi tres décadas, la derecha española parece obligada a una renovación profunda de sus cuadros políticos. La era de los Aznar, Rajoy y Esperanza Aguirre (esta última candidata por Madrid), llegó a su fin. Es probable que, en ese marco, la hasta ahora segura candidatura de Rajoy para presidir otro ciclo de gobierno a partir de 2016, sea revisada por la orgánica del partido.

El segundo dato es, desde ya, la irrupción de nuevas fuerzas políticas. Barcelona y Madrid, las ciudades capitales más emblemáticas del país, tendrán dos alcaldesas mujeres de izquierda con un discurso abiertamente rupturista respecto al sistema político y las reformas neoliberales.

Más allá de la fama que cobró en los últimos tiempos el emergente político más importante del último año, Podemos, no fue un protagonista en esta jornada, aunque su papel de aquí a fin de año será central.

La explicación no es del todo sencilla. Por un lado, después de que irrumpieran con casi el 10% de los votos en mayo de 2014 en las elecciones europeas, Podemos se constituyó como partido, eligió autoridades y definió una estrategia electoral para llegar a la Moncloa en el 2016. En esa estrategia, se impuso el criterio de que no se presentarían a estas elecciones municipales con su propio sello, sino que impulsarían candidaturas de “unidad popular”, cercanas ideológicamente, afines al movimiento del 15M y a las luchas contra los desahucios (desalojos de viviendas) y los recortes sociales.

Esta decisión partía de asumir que una formación tan nueva, surgida de un pequeño grupo de docentes universitarios de la carrera de Ciencias Políticas de la Universidad Complutense no podía darse en pocos meses una estructura que les garantizara una representación fidedigna del partido en todo el territorio español, en cada municipio.

Sin embargo no hay forma de entender los triunfos en Madrid y Barcelona sin el apoyo social que concitó Podemos en los últimos tiempos. Fueron ellos quienes hicieron posible que un discurso que parecía más ligado a las aulas universitarias de izquierda, impregne como nuevo sentido común ciudadano. Podemos ha sabido ponerle nombre a las cosas, ubicar responsabilidades políticas donde sólo había fatalidad económica.

El cambio es relevante: en el caso de Madrid, la derecha gobernaba ininterrumpidamente la ciudad desde 1991. La actual alcaldesa era nada menos que Ana Botella, esposa de José María Aznar. María Esperanza Aguirre, candidata a sucederla, era una de las figuras más relevantes del partido.

En Barcelona, la candidatura de Ada Colau, destacada militante social ligada a los movimientos antiglobalización a comienzos de los 2000 y a los movimientos contra el desalojo de viviendas en los últimos años, logró desbancar al independentismo catalán, que parecía hegemónico poco tiempo atrás.

Las implicancias de la elección son varias, pero las anotadas ya muestran que el escenario español se encuentra en medio de un cambio gigantesco sólo comparable a lo que sucedió durante los años de la transición democrática, donde un nuevo sistema político se configuró entre las fuerzas democráticas que impulsaban la apertura y un franquismo en retirada, pero lo suficientemente fuerte para condicionarla.

¿Cuáles serán los colores de esta segunda transición española? ¿Habrá, como imaginan muchos, un gobierno “popular”, conducido por Podemos a partir de 2016? ¿Tendrá el sur de Europa un segundo gobierno anti ajuste que acompañe al hasta ahora solitario Syriza griego? Faltan pocos meses para tener las respuestas.
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