¿HÉROE O VILLANO?

¿HÉROE O VILLANO?

lunes, junio 17, 2013

LO QUE SE DICE UNA BUENA PUTEADA...Y COMO NOS PUTEARON Y PUTEAN

 

El pasteleo como régimen político

Juan Antonio Molina |.
El moderantismo es una visión singular española del liberalismo del siglo XIX que responde a la representación política de los intereses de la nueva clase dominante formada por la antigua aristocracia y la alta burguesía, convertidas en una nueva oligarquía. En líneas generales el moderantismo es una confluencia de elementos provenientes del Antiguo Régimen y del Nuevo Régimen. Su adversario en la vida pública española fue el liberalismo progresista, aunque ambos constituían la única parte del espectro político institucionalmente aceptada para el juego político, los denominados partidos dinásticos. La evidencia de la necesidad de un mutuo apoyo entre los liberales moderados y la aristocracia hizo encontrar una expresión posibilista de la ideología común, alejada de todo extremismo. Entre sus adversarios se calificó de pasteleo este intercambio de favores, conciliación o convergencia de intereses en torno a una postura equidistante, denominación popularizada hasta tal punto que pasó a ser un sinónimo ofensivo para el propio moderantismo. Los moderados eran llamados pasteleros; mientras que a Martínez de la Rosa se le aplicó el mote de Rosita la pastelera.
La Transición reprodujo este esquema que para Manuel Azaña había sido causa de atraso político y social en España. En realidad el moderantismo decimonónico y el centro político de la Transición fueron dos invenciones conceptuales que escondían un fuerte influjo retardatario. El primero pasaba por conservar los privilegios de la antigua aristocracia y el segundo como adaptación de los intereses sostenedores del caudillaje hacia una nueva etapa propiciada por la biología y no por la política. Como afirma Jacques Mandrin en Socialismo ou socialdemocratie, la ideología dominante tiene, efectivamente, por función hacer del orden establecido el único tipo concebible de organización, al reducir el campo de contestación al nivel de retoques secundarios: “ser inmanente al espíritu del tiempo para disimular sus particularismo cultural bajo la evidencia de un paisaje pretendidamente natural.”
La implantación de este orden objetivo suponía que los nuevos partidos dinásticos, ahora de Gobierno, no podían representar mutación alguna de la etiología del poder cuyo régimen no había cambiado a pesar de las libertades individuales. La izquierda, por consiguiente, tuvo que recurrir a la apostasía de sus grandes principios y centrarse en la gestión de tal manera que, como afirma Roland Cayrol, esta racionalidad en los detalles se convirtió en irracionalidad en los conjuntos y en los fines, pulverizando el objetivo de la izquierda, que constituye una respuesta global a los problemas. Las fuerzas de progreso dejaron de ser no sólo un instrumento de transformación sino de futuro al tener que reducir la sociedad a una realidad dada, a lo que ya es, olvidando lo que será y lo que comienza a ser.
La crisis económica y sus réplicas institucionales, políticas y sociales han puesto en colapso a los partidos de Gobierno cuyas estructuras oligárquicas impuestas por el sistema son incapaces de aventar otra solución que no sea restaurar los mantras de una realidad que ya no existe. En el caso del partido socialista, reinventado un consenso imposible ante la desafección de la ciudadanía y una lampedusiana propuesta de renovación que no es otra cosa sino la rotación de sus inamovibles cuadros más atentos a sus estatus personales que a las demandas de la militancia y la ciudadanía.

 

 

 

Puntadas sin hilo

El coño de su puta madre

 Artuto González

Sánchez-Gordillo no es Vargas Llosa. Ni en las formas de expresión ni en las ideas. En una Asamblea de IU ayer en Sevilla, Gordillo le dijo a la Europa de los mercaderes que se fuese al coño de su puta madre cuando atacaba la Ley de Reforma de la Administración Local, que califica de terrorismo democrático y fascismo centralista contra los ayuntamientos de menos de 5.000 habitantes, cuando defendía también la creación de un banco público de tierras para hacer que la tierra sea para quien la trabaja, frente a la burguesía terrateniente, la más inútil de Europa, y cuando exigía apoyo para el Sindicato Andaluz de trabajadores.
Vargas sostiene que la utilización de lenguaje grosero revela cortedad cultural y mental, ello sin entrar a valorar si el fondo de lo que ha dicho el ordinario está justificado o no, e ignorando que hay veces, muchas, en las que el lenguaje soez refuerza lo dicho y es la única manera de que se le preste la importancia debida. Si Gordillo no lo hubiera dicho con esas palabras, su mensaje habría quedado inadvertido. Las formas son parte de la esencia. Y de una manera de pensar. Se dice ‘que se jodan’ y se admite sin apenas reprimenda y sin entrar a medir si es más grave que se jodan los parados o que el coño de la vieja Europa se organice en promoción capitalista. Se dice que ‘usted ha traicionado a los muertos por ETA, y el que lo dice llega a Presidente del Gobierno.
Los ciudadanos hablan según la adscripción social a la que pertenecen, la mayoría de las veces involuntariamente y sin mérito propio, y habría sido extraño y quedado cursi si Gordillo ayer hubiese empleado la ortodoxia verbal de un Premio Nobel o un ilustrado ciudadano. Alguien tiene que seguir utilizando el acervo literario del castellano, también llamado español. El insulto genérico no tiene por qué ser proscrito ni descalificador. La UNESCO debería declararlo Bien Cultural de la Humanidad. Cela recopiló 1.100 palabras para decir puta. Los insultos liberan de la agresividad directa, existen en todos los idiomas, y queda ridículo decir, por ejemplo, vete a la porra. Además no se sabe bien quién es la madre de Europa. Un locutor le puede llamar paleto, malcriado y botarate a un juez concreto y con nombre y los tribunales le absuelven, pero un líder sindical no puede expresar en su onda verbal la rabia de la explotación a la que se somete a los jornaleros andaluces. Una ministra puede decir que los niños andaluces son analfabetos, o un ministro afirmar que hay que españolizar a los escolares catalanes, y no son objeto de sanción y crítica. No, lo grave es decir el coño de su puta madre. Los tacos y las expresiones burdas causan menos daño que las afirmaciones autoritarias de los elegantes y los mandatarios. Tras cientos de años se ha conseguido que la blasfemia desaparezca del Código Penal, cuando todos estamos hartos de exclamar ¡ostias! si nos quemamos o acordarnos del Sumo Hacedor por tanta injusticia como reparte.
La finalidad del lenguaje no es otra que la de que el interlocutor comprenda lo que quieres decir. Los finos y melindres lo rechazan en aras de una estética purista y clasista. Cada oveja con su palabra pareja, y cada persona con su circunstancia económico-social. El día en que todos seamos refinados en el decir, el idioma habrá muerto y los que así hablan serán falsificadores del impulso humano. Por eso Gordillo tenía razón y Europa es una entelequia que de momento no hace más que jodernos la vida con tanta austeridad y tanta leche. Dejemos al menos de ser austeros con las palabras, que son gratis. Aunque se asusten viejecitas, pusilánimes y biempensantes.
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Gota ESTADÍSTICA OFICIAL: 800 casos de corrupción y 2.000 detenidos, ¿es mucho o poco?

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