Miss, coach, fallera mayor, o hijo de. Si de algo pueden presumir los políticos es de estar abiertos a toda clase de currículos, de no poner muchas trabas a la hora de contratar asesores de la más variada índole, una figura extemporánea y arbitraria en la Administración que cuesta cada año en torno a 600 millones de euros. Personal eventual. Esta es la acepción oficial con la que los poderes públicos designan a todo aquel empleado de confianza que un político contrata "a dedo" para gestionar su día a día. No existe un procedimiento oficial, ni unos requisitos concretos, ni una función determinada. Por no existir, no existen estadísticas completas y detalladas de este tipo de personal. Quiénes son, cuánto cobran y a qué dedican su tiempo libre.

Desde la Administración Central ofrecen una cifra: 842 indican a ESTRELLA DIGITAL desde el Ministerio de Hacienda, aunque no es en el único nivel administrativo en el que existe este tipo de personal. Las 17 comunidades autónomas, las 38 diputaciones, los más de 8.000 ayuntamientos y las 1.400 mancomunidades también se nutren de estas personas de confianza que pagan todos los españoles con sus impuestos. Y suma y sigue. Los diputados nacionales, los autonómicos y los senadores también cuentan con sus asesores y asistentes personales, que ni siquiera pagan los propios grupos parlamentarios, sino que sus emolumentos salen del presupuesto general de las Cámaras. Es decir, nuevamente de las arcas públicas. Así pues, el Congreso de los Diputados destina anualmente casi 7 millones y medio para pagar a los 205 asistentes que ponen a disposición de sus parlamentarios. El Senado un poco más de 1 millón y medio para mantener a los 48 asistentes. Y los Parlamentos autonómicos destinan alrededor de 15 millones para este menester. Todas ellas, cifras oficiales. Pero lo cierto es que según han confirmado a ESTRELLA DIGITAL fuentes parlamentarias, el número es mayor. "Todos los grupos después contratan con su asignación a más personal de este tipo", aseveran las mismas fuentes. Por lo que la cifra seguiría engordándose, probablemente hasta el infinito. O mejor dicho, hasta que el dinero público alcance. Total, no hay obligación ninguna de dar explicaciones.

La opacidad en este tipo de selección de empleo público es tan descarada que cuando sale a la luz un caso estrambótico se convierte en la noticia del día. ¿Cuáles son los motivos que llevan a un político a elegir a una persona y no a otra para llevarle la agenda o asesorarle de determinadas materias? Y si algo ha podido comprobar este diario –después de hablar con varias personas que han ocupado estos puestos- es que no siempre ha primado el currículo ni la confianza del político de turno en esa persona. Sino otros aspectos qu,e por regla general, crispan aún más a la sociedad. Además del desorbitado número de sueldos que repartimos entre el círculo más  íntimo de nuestros representantes públicos, y de las cantidades de los mismos, hay una realidad que ofende más a los españoles: que la 'dedocracia' ni siquiera trate de simular la excelencia y el mérito.  Sino que se guíe por otros aspectos ajenos a mejorar el servicio público.

Parentesco
O lo que coloquialmente se conoce como hijo de, sobrino de o hermano de. Este es el requisito más compartido entre todos los asistentes y asesores políticos. Y no siempre se elige por confianza, sino por compromiso o interés político. Esto no significa que los políticos seleccionen a sus familiares como sus ayudantes, sería demasiado descarado. Sino que los coloca entre colegas de profesión, que éstos aceptan: unas veces por devolver un favor y otras por conseguir apoyos en el futuro. Abundan los ejemplos a este respecto. Antes y ahora. En el 'antes' destacan casos como el de Juan Guerra, hermano del que fuera vicepresidente del Gobierno de Felipe González, Alfonso Guerra, que se vio envuelto en un escándalo tras ser acusado de hacer negocios utilizando su puesto de asesor en Sevilla. Siguiendo en Andalucía. Manuel Chaves también colocó a su hermano Leonardo Chaves como director general de Tecnología e Infraestructuras Deportivas de la Junta de Andalucía, posteriormente salpicado por el 'caso Climo Cubierta'. El novio de Bibiana Aído, Julián Martínez, fue colocado al frente de la delegación de la Junta de Andalucía en Madrid. Un puesto creado a medida. Igual que el que ocupó la mujer de Gaspar Zarrías, Germana Engracia Caballero López, nombrada asesora en el Ministerio de Igualdad.

Alfonso Guerra,martillo de herejes nombró a su hijo "Pincho "en Europa con 2500 euros al mes y dietas.

Aunque el nepotismo no acaba con los socialistas. En el PP actual también saben mucho de esto.  Esperanza Aguirre tiene a su hermana, Cristina Aguirre, asesorando en el Ayuntamiento de Madrid y a su hijo menor, Álvaro Ramírez de Haro, en la Secretaría de Estado de Comercio. Una larga lista en la que podemos encontrar a Carmen Gamir, pareja de Alberto Núñez Feijóo y jefa de prensa en la Secretaría de Estado de Presupuestos, a la hija de Eduardo Zaplana, María Zaplana Barceló, que trabaja en el gabinete de la Secretaría de Estado de Turismo o al cuñado del ministro Arias Cañete, José Ramón Bujanda, y a la exmujer de Rodrigo Rato, Gela Alarcó, que fue designada presidenta de la red de Paradores del Estado. Pero si hubiera que destacar un caso verdaderamente sangrante sería el de Juan Carlos Bárcenas, hermano del extesorero 'popular', actualmente asesor 'popular' en el Senado, además de apoderado de las cuentas de su hermano en Suiza.

Belleza
Este es otro de los requisitos más vistosos y que más portadas han ocupado en los últimos tiempos. Que las guapas de cada ciudad ayuden a sus gobernantes parece haberse convertido en una tradición. Para que después digan que el físico no importa. En este grupo encontramos numerosos ejemplos. Valencia, Baleares y Madrid lideran este ránking. Alberto Fabra, presidente de la Comunidad Valenciana, lo primero que hizo al aterrizar en la Generalitat fue rodearse de belleza. A la Reina de las fiestas de la Magdalena en 2003, María Elena Sanchís, con 27 años, la colocó de asesora de Presidencia. Una tradición que parece haber heredado de Eduardo Zaplana, quien tuvo entre su equipo de confianza a tres falleras mayores de Valencia: Carmen Dolz (1980), Sandra Climent (1997) y Susana Remohí (1998). Pero no son los únicos. José Ramón Bauzá tiene a Miss Baleares 2009, la periodista Verónica Hernández, como secretaria personal. Y Alberto Ruiz Gallardón, hoy ministro de Justicia, tuvo entre sus filas en el ayuntamiento de Madrid a la actriz Cristina Martínez (Miss Barcelona 2007 y portada de Interviú) como asesora de uno de sus concejales para cuestiones culturales.

¿Casualidad?
Este tercer requisito va entre interrogaciones puesto que, aunque a veces se recurre a él oficialmente para justificar un nombramiento, lo cierto es que cuesta creer que sea cierto. La casualidad existe, aunque en política poco se deja a la suerte. En este grupo están los asistentes personales de los presidentes del Gobierno de los que poca información se tiene. No son hijos de, ni reinas de la belleza, puesto que ya hubieran ocupado portadas; pero tampoco son elegidos al azar. Son cargos de máxima confianza, pasan 24 horas con el líder del país y le asisten en todo lo que necesita. Desde colocarle los papeles en un discurso hasta coger su teléfono personal. Aznar tuvo cuatro (uno de ellos es su yerno Alejandro Tarik Agag, con importantes relaciones en el mundo árabe), Rodríguez Zapatero, tres (un hombre de partido, un diplomático y un militar que dependía de protocolo). Y Rajoy, uno (Jaime González, diplomático de profesión). En el caso de este último, su entorno cuenta que el presidente no tuvo nada que ver en su elección, por lo que es probable que fuera elección de Jorge Moragas, jefe de Gabinete y perfecto conocedor del ámbito diplomático.
Aunque el círculo no acaba aquí. Periodistas amigos, como jefes de comunicación principalmente, y perdedores de elecciones cierran esta clasificación. Tal y como cuentan fuentes populares y socialistas a ESTRELLA DIGITAL, es muy común que alcaldes y concejales pidan colocación inmediata en la administración tras una derrota electoral. Y la asesoría son los sillones más recurridos. Lo cierto es que son puestos que pasan bastante desapercibidos, pero que sin embargo cuestan mucho dinero a las arcas públicas. El sindicato de funcionarios CSI-F los cifra en 15.000, lo que en euros se traduciría en alrededor de 600 millones. Pero nunca se escuchará a un político hablar públicamente de adelgazar esta lista, que legislatura a legislatura parece ir cogiendo kilos por ciencia infusa. Prefieren poner el foco de atención en el funcionariado, donde los nombres y los apellidos son públicos, así como sus sueldos. La mayoría de éstos no tienen la suerte de compartir amistad y apellidos con los gobernantes, ni saben desfilar bien en la pasarela y mucho menos aún han llegado ahí por 'casualidad' -todo lo contrario, han tenido que demostrar su capacidad a través de un examen público-; pero sin embargo, los políticos parecen coincidir en que sobran. La tasa de reposición cero, el descenso en un 5% de sus sueldos y la eliminación de pagas extras son muestras evidentes de ello.