¿HÉROE O VILLANO?

¿HÉROE O VILLANO?

viernes, octubre 22, 2010

Y EL EMBAJADOR ARGENTINO ¿QUE HACE?


¿Qué te pasa España?

Por Luis Rivera

Mi abuelo paterno nació en Lugo, en el corazón de Galicia. Mi abuela, a la que conoció en Buenos Aires ya de grandes, lo hizo en Xaviña, un encantador pueblito gallego a orillas de una ría que lo hace aún más pintoresco.

Dicho esto, no quedan dudas de la pertenencia sanguínea con un país que nunca me resultó indiferente, sobre todo cuando con el abuelo Manolo nos pasábamos horas y horas hablando de España, de su militancia en pos de la República y su odio confeso por el franquismo. O también cuando la abuela Manuela mezclaba su gallego natal para enseñarme algunas palabras y contarme sus recuerdos de la tierra que amaba y nunca más pudo volver a ver pese a que se apagó a un mes de cumplir 97 años.

El abuelo llegó con toda su familia cuando apenas tenía 6 años. Con el tiempo perdió por completo el acento, se hizo tan porteño como el Obelisco y se asumió argentino, al punto de hacerse el documento como ciudadano de la tierra que lo había cobijado. Pero jamás renegó de su origen.
La abuela lo hizo de grande, con sus 20 años a cuesta corrida por la extrema pobreza en la que estaba España tras la Primera Guerra Mundial. Los dos eligieron este país que les abrió, generoso, sus puertas y jamás los discriminó. La abuela, por caso, nunca dejó de ser española y después de muchos años su tierra natal la recompensó con una jubilación que pudo disfrutar en sus últimos tiempos de vida.

Ya casados y con una familia bien argentina, los abuelos no dudaron en ser el escudo legal para que sobrinos y sobrinas pudieran venir a Buenos Aires en una segunda oleada inmigratoria cuando el hambruna era todavía peor en la post guerra de 1945.

La ligazón familiar con España es, entonces, muy fuerte. Al punto que quien suscribe no dudó en cruzar media Europa tras terminar un viaje de estudios para conocer esa tierra de la que tanto le hablaron cuando era niño o adolescente.

Y mis papás no dudaron tampoco en gastarse todo el premio jubilatorio de su momento para poder ir a España a conocer la tierra ancestral como un homenaje a los viejos que ya estaban demasiado viejos como para hacerlo ellos mismos.

Está dicho, España guarda un lugar especial como en tantas familias que tienen sus ancestros en Galicia, Asturias, Andalucía, Castilla, Aragón, Cataluña o del País Vasco, y cuyos familiares se asentaron aquí por el hambre o directamente la falta de oportunidades.

Argentina fue en extremo generosa con miles y miles de españoles. Hoy, por imperio de las políticas de nuevo rico (ahora venido a menos) que tiene la Madre Patria, los argentinos son echados como perros (si es que un perro merece ser echado) de los aeropuertos españoles como si se tratara del mal encarnado.

No tienen piedad aun con quienes han presentado la documentación ent impo y forma, sin importarles que a veces se trata de familiares que van a ver a quienes en la crisis de 2001 se fueron a “hacer la España”, como tantos españoles se vinieron a “hacer la América” un siglo atrás.
Repugna la actitud del gobierno ibérico. Por falta de memoria y por falta de caridad para quienes le dieron de comer a sus abuelos.

Duele ver a un supuesto socialista cerrar sus fronteras como si se tratara de terroristas dispuestos a derribar a las mismísimas Cibeles.

Indigna el mal trato, sin dar atención a quienes en muchos casos han gastado sus dineros de toda una vida para ver a sus hijos o nietos a quienes sólo han visto por fotos.

Pienso en León Gieco y una de sus tantas letras insignias: “Si me pedís que vuelva otra vez donde nací; yo pido que tu empresa se vaya de mi país. Y así será de igual a igual...”

Pienso en mis abuelos gallegos. En el orgullo que sentían por la Argentina y en lo avergonzados que estarían por esta España.

Lo veo al abuelo Manolo diciéndome en el fondo de la casa de Necochea: “Viste Luisito, pensar que este país nos dio de comer a tantos y ahora España no es capaz de dejar entrar a nuestra gente...” Y me indigno un poco más.

PD: Perdón por el uso de la primera persona. Era imprescindible para este relato



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