¿HÉROE O VILLANO?

¿HÉROE O VILLANO?

domingo, mayo 04, 2014

NO ME ACLARES QUE LO OSCURECES

Sigue la polémica por el libro La lista de Bergoglio: "Yo no soy un enviado del Vaticano"

Entrevista de Tiempo Argentino a Nello Scavo. El periodista italiano, autor de "La lista de Bergoglio" ofrece su visión sobre el rol del actual Papa durante la dictadura.

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Cuando Jorge Mario Bergoglio fue electo Papa, hace casi 14 meses, las sombras sobre su relación con la última dictadura militar volvieron a revivir, con la fuerza de los interrogantes que maduran al calor del silencio. La principal sospecha, que atormentó durante años al ex arzobispo porteño y cardenal primado de la Argentina, fue la investigación del periodista Horacio Verbitsky que exhumó del olvido el destino de los sacerdotes jesuitas Francisco Jalics y Orlando Yorio.  
Ambos fueron secuestrados por un Grupo de Tareas de la Armada el 26 de mayo de 1976 y llevados a la ESMA donde fueron interrogados, torturados y pasaron seis meses en cautiverio. Según la documentación y los testimonios recopilados por el periodista del diario Página 12, Bergoglio, por entonces provincial de la Compañía de Jesus, les quitó la protección ante las fuerzas armadas y los entregó.
La sospecha, entre otros diez testimonios, también se basa en un documento secreto de la Cancillería local, donde Bergoglio pedía a los mandos militares que no les otorgaran los pasaportes cuando, al mismo tiempo, había entregado una nota formal para solicitar que se los entregaran. Desde que esos datos, (revelados en 2005) golpearon con dureza la credibilidad del flamante Papa Francisco, el periodista siciliano Nello Scavo comenzó su trabajo. Antes, reconoce en este reportaje, no había investigado nunca los laberintos de la última dictadura militar y su relación con la jerarquía eclesiástica.
Espero que esos archivos estén abiertos al historiador y al periodista cuanto antes. Pienso que algunas cosas están cambiando, es importante que se conozca la verdad, que se conozca qué hacía la nunciatura en Buenos Aires.

Ahora está a un paso de cumplir los 40, lleva años como redactor del periódico Avvenire de la Conferencia Episcopal Italiana y desde fines del año pasado es el autor de “La lista de Bergoglio, los salvados por Francisco durante la dictadura, la historia no contada”, una obra inicialmente impresa por la editorial del episcopado italiano y ahora publicada en el país por la Editorial Claretiana, el mismo sello eclesiástico que publicó 26 libros de autoría bergogliana.
Es viernes 2 de mayo y  le faltan pocas horas para regresar a su patria. Luego de una semana de gira por Córdoba y Buenos Aires, donde presentó su obra en la 40ª Feria del Libro, recibe a Tiempo Argentino en los amplios salones góticos de la parroquia del Inmaculado Corazón de María, el templo que poseen los claretianos en el barrio porteño de Constitución. Se muestra dispuesto a contestar todas las preguntas mientras asume la polémica abierta con el investigador que más indagó sobre la relación de Bergoglio con la dictadura. “Ayer me reuní con Horacio”, anticipa y se defiende: “Le dije que no soy un enviado del Vaticano”, en referencia a las respuestas que le dedica el periodista argentino al libro prologado por el premio Nobel de la Paz Adolfo Pérez Esquivel. 
-¿Ha tenido oportunidad de leer las investigacioines del periodista argentino Horacio Verbitsky?
-Claro que sí.
-Luego de la presentación de su libro en Argentina, se abrió nuevamente la polémica sobre el papel que tuvo Bergoglio en la última dictadura. Pocos días después del primer aniversario del papado de Francisco, Verbitsky se refiere a su investigación y lo cuestiona a usted por sostener datos erróneos y decir que él se retractó de sus acusaciones ¿Tiene constancia de esas retractaciones que mencionó dos veces en su libro?
-Verbitsky es un buen amigo, ayer me encontré con Horacio y nos tomamos un té. Fue una conversación muy amable, cordial y franca. Yo no tengo ningún interés en mantener polémica con Horacio y él no tiene ningún interés en tenerla conmigo. Es un buen amigo, un periodista muy importante, que fue una referencia para mi formación profesional. Creo que ahora tenemos elementos nuevos como la última declaración de Jalics, donde concluye que Bergoglio no los entregó a sus secuestradores. Yo no pienso que Verbistky había escrito que Bergoglio tenía contactos con la dictadura. Yo no creo  que Horacio escribió una cosa de este tipo. Creo que el problema fue hacia el comportamiento y la actitud de Bergoglio durante el secuestro de Franz Jalics y Yorio. 
-Sin embargo, nunca dijo que se había retractado…
-Sobre la retractación de Horacio tenemos dos problemas. El primero es que cuando Horacio escribió su artículo luego de las últimas declaraciones de Jalics, la agencia ANSA dijo que Verbitsky se había retractado y habían recortado una frase de él, donde decía que esta nueva declaración de Jalics le quitaba responsabilidad a Bergoglio. Luego de leer la nota completa, es correcto decir que Verbitsky escribió sobre lo que dijo Jalics, pero nunca cambió sus posiciones. También al mismo tiempo es correcto decir que Verbitsky no sostuvo que Bergoglio fue un colaborador de la dictadura. Repito que yo le propuse a Verbitsky encontrarlo en privado porque no tengo interés en mantener una polémica. Primero nos escribimos por mail, luego hablamos por teléfono, y el 1 de mayo nos tomamos un té, amablemente. Nos encontramos los dos solos y fue un encuentro excepcional, porque encontré a un maestro de periodismo. Creo que él ha podido constatar que yo no soy un enviado del Vaticano. 
-Sin embargo Verbistky siempre sostuvo que el que se retractó fue el padre Franz Jalics, que a los 84 años dejó de sostener que Bergoglio lo había entregado a las fuerzas armadas, luego de que fuera transformado en el Papa Francisco. Dice que ahora está haciendo uso del cuarto voto de obediencia de los jesuitas, que es la obediencia al Papa. Hace años Verbistsky probó que Jalics había sostenido esa sospecha desde 1994, pero ahora dice lo contrario. ¿Cuál es su opinión?
-Si yo tenía en 1994 los documentos y los testimonios que tenía Verbitsky, yo escribía la misma cosa sobre Jalics, más allá de que Yorio murió hace pocos años con la certeza de que había sido entregado por Bergoglio. Por eso creo que este periodista no tuvo mala fe sobre esta información, sino que registró los testimonios y arribó a una conclusión que aparecía como una conclusión lógica. Pero atención: el cuarto voto es un voto de obediencia al Papa, pero Jalics tenía este convencimiento antes de que Bergoglio fuera Papa y el voto de obediencia al Papa no es un voto de obediencia contra la verdad. Si se conoce la constitución de los jesuitas, se sabe que los jesuitas deben ser obedientes al Papa, pero no mentir sobre la verdad. Yo pienso que cuando el padre Jalics dijo que se reconciliaba con esta historia, no es en referencia a un presunto perdón a Bergoglio, es una reconciliación con él mismo. El otro tema es que contra Bergoglio había algunos testimonios pero ninguna prueba, yo pienso que cuando Amnistía Internacional sostiene que la justicia argentina, la más avanzada de toda América Latina, no ha probado nunca nada contra Bergoglio, me pregunto, ¿Quién es Nello Scavo para decir que Bergoglio es culpable? Y repito: Verbitsky no escribió más que Bergoglio tenía una colaboración directa con la dictadura. 
-Sus detractores, sostienen que su libro es una operación del enorme aparato de propaganda del Vaticano. Verbitsky también lo dijo hace menos de un mes ¿Qué les contesta?
-Mi libro no es un libro de historia, es un libro de historias. Yo relato los testimonios de personas que tenían conocimiento de la ayuda de Bergoglio, y de otros que fueron protegidos de Bergoglio. Relaté esta parte de la historias, pero la historia argentina no puede ser escrita por Nello Scavo, es muy complicada y compleja. Ahora tenemos procedimientos judiciales abiertos, no es una página de historia cerrada. Yo no puedo decir que la historia terminó con mi libro. Claro que no. 
Con 200 páginas, el libro de Scavo se basa en los testimonios del sindicalista uruguayo Gonzalo Mosca, la abogada defensora de presos políticos Alicia Oliveira, el periodista ateo Alfredo Somoza, el padre Josè Luis Caravías, tres seminaristas riojanos, los catequistas tercermundistas Sergio y Ana Gobulin, el tres veces gobernador de Córdoba y ex militante de Guardia de Hierro José Manuel de la Sota y el cura jesuita Juan Carlos Scannone. El plato principal, en la página 76, busca cerrar la herida abierta  por los dos jesuitas presuntamente entregados a sus captores. “’Orlando Yorio y yo no fuimos denunciados por Bergoglio’. Diez años de palabras que cierran años de polémicas”, escribe el autor, basado en la reconciliación que proclamó Jalics, con 84 años, el 15 de marzo de 2013, luego de haberse reencontrado con Bergoglio, ya transformado en Papa. Según Scavo, el actual Obispo de Roma, nacido en el barrio porteño de Flores, habría salvado a un centenar de personas. Pero sostiene que la lista es inconclusa, aunque dedica la mitad del libro para desarrollar los 10 testimonios. La otra mitad del libro es la transcripción de las declaraciones judiciales del arzobispo porteño en la megacausa ESMA. Todos esos temas, dice Scavo, fueron abordados en el encuentro con Verbitsky, quien también confirmó la existencia de esa cita ante la consulta de este diario. 
-¿Cómo funcionaba la red que usted relata en el libro?
-El sistema era diferente a casos conocidos, naturalmente Bergoglio tenía como referencia a los jesuitas en Argentina y Brasil, por ejemplo el periodista Alfredo Somoza, un periodista argentino que vive en Italia, de izquierda, no creyente, no bautizado. El salió a Uruguay, siguió a Brasil y estuvo con la protección de los jesuitas de San Pablo, que tenían contacto con Bergoglio. Ellos le permitieron la oportunidad de salir hacia Italia a bordo de una nave comercial, que habitualmente cargaba pasajeros clandestinos en Brasil para llegar a Europa. En otros casos, Bergoglio tenía amigos que podían ayudarlo por Córdoba, Foz de Iguazú o Brasil, pero él tenía la idea de las personas que podían ayudar caso por caso, pero no eran parte de una red clandestina organizada jerárquicamente, sino que eran los contactos que Bergoglio, según la necesidad, caso por caso, decidía o ayudaba. 
-Si Bergoglio ayudó a salvar a tanta gente, ¿Cuál era la relación que tenía como provincial de los Jesuitas con los jefes de la última dictadura argentina?
-La abogada Alicia Olivera sostiene que Bergoglio tenía una opinión terrible de la dictadura. Todas las personas que fueron protegidas por él, confirman esta información. Él decidió por la vida humana, no creo que haya decidido por su propia iniciativa personal, porque en este libro los testimonios nuevos revelan que Bergoglio se reportaba siempre con el superior de los jesuitas en Roma, el padre Pedro Arrupe, que tenía conocimiento de toda la actividad de los jesuitas en Argentina y también de Bergoglio. 
-¿Cómo funcionaba el colegio máximo de San Miguel en esos años?
-Era el epicentro de la actividad porque desde el punto de vista logístico estaba fuera de la capital y permitía mejor protección. La palabra red no es la más precisa, es una simplificación periodística. La palabra perfecta es que era una organización clandestina para permitir la salida de perseguidos de la Argentina. 
-Pero ahí cerca funcionaba Campo de Mayo, uno de los mayores centros clandestinos de la dictadura. En su libro usted menciona que Bergoglio visitó un centro clandestino. ¿Fue campo de mayo?
-No lo sé, pero en el interrogatorio en la causa ESMA Bergoglio dice que una vez fue a un centro militar, pero pienso que ese centro era vecino a San Miguel, es decir, Campo de Mayo. Esto lo dice Bergoglio, pero yo como periodista no tengo la prueba que confirme esto. Él lo dijo, y nadie lo desmintió. El dijo que era un centro, y fue a preguntar dónde estaba un muchacho. No dicen el nombre en el interrogatorio, creo que fue a una oficina, para hablar. Creo que ese lugar fue Campo de Mayo. 
-San Miguel siempre fue un lugar muy importante para el ejército por su cercanía con Campo de Mayo. Jorge Rafael Videla, cuando era jefe de esa guarnición, vivía muy cerca y en esa residencia las monjas francesas Alice Domon y Leonie Duquet cuidaron a Alejandro, el hijo discapacitado de Videla, antes de ser secuestradas y desaparecidas. ¿Bergoglio sabía de este caso? ¿Hizo algo por ellas?
-No lo sé, pero es una historia que me impresionó mucho, porque Videla no tuvo piedad con ellas aunque cuidaron a su hijo. Es peor que lo de Astiz. He hablado mucho con la hermana Genevieve, nieta de sor Alice Dumon, que vive en Roma y me relató mucho de esta historia y de la actividad de Bergoglio para conseguir la liberación de ellas. En mi  libro yo no escondo la experiencia de personas que Bergoglio no salvó, como el caso de las personas secuestradas en la Iglesia de la Santa Cruz. 
-Hay un documento que ha provocado una de las mayores polémicas sobre Bergoglio y la dictadura, y tiene que ver con el pedido formal que hace ante la Cancillería para pedir los pasaportes para salvar a Yorio y Jalics. En ese mismo momento, luego de entregar la nota, según otro documento secreto del mismo día, también les advertía a los militares que no les entregara los pasaportes por sus vínculos “con la subversión”. ¿Pudo ver esa documentación?
-Pude verlo, es un documento de la dictadura, pero hay que preguntarse si vale la pena creer a todo lo que escribe la dictadura. 
-Pero es un documento secreto y esos informes han sido inaccesibles durante años. En la Argentina cada una de esas revelaciones ha tenido un peso importante. ¿Por qué piensa que en este caso no?
-No hay una sola prueba de que Bergoglio haya ido contra esos sacerdotes. Si Bergoglio tenía interés en que estos jesuitas salieran del país porque eran un problema para la compañía, podría haber apelado al cuarto voto de obediencia, o haber recurrido a otro sacerdote diocesano. ¿Cuál era la garantía de que Jalics no iba a ser torturado si seguía en la Argentina? Tengo presente el caso de varios sacerdotes que fueron arrestados, liberados varios días y luego arrestados y desaparecidos. Cual habría sido la responsabilidad de Bergoglio si hacía que Jalics se quedara en Argentina. Yo no creo que le haya dicho a los militares que Jalics no iba a volver. 
-Pero entonces, ¿donde está la verdad para Usted?
-Es cierto que Bergoglio tenía diferencias enormes de opinión, teológicas, ideológicas y pastorales con Yorio y Jalics y no se pueden ocultar. Creo que Bergoglio cometió errores de autoridad, pero nunca puso en peligro la vida de sus hermanos. Es una paradoja, si lo acusan de no haber protegido a Yorio y Jalics cuando fueron arrestados, no pueden perder de vista que si volvían, corría serio riesgo su vida. Creo que, como dice Verbitsky, Bergoglio no hizo nada para colaborar voluntariamente con la dictadura. Cuando hablan de pecado de omisión, yo no lo creo, pero es una bella diferencia un pecado de omisión de una intervención directa que ponga en riesgo la vida de sus hermanos. Es una diferencia enorme. 
-¿Su interés por investigar la dictadura argentina comenzó luego de la elección papal de Bergoglio?
-Sí, porque cuando fue elegido no había mucha información. Pero la misma noche aparecieron las primeras acusaciones contra Bergoglio, pensé que los cardenales habían elegido a un amigo de la dictadura en argentina, que tiene responsabilidad y me pregunté si era un hombre rescatable.
-¿Cree que el Papa abrirá los archivos secretos vaticanos para a dar a conocer sus comunicaciones con Buenos Aires durante la dictadura?
-Espero que esos archivos estén abiertos al historiador y al periodista cuanto antes. Pienso que algunas cosas están cambiando, es importante que se conozca la verdad, que se conozca qué hacía la nunciatura en Buenos Aires. También es importante que la Pontificia Academia de las Ciencias hable de un banco mundial de ADN. Pero también espero que se den a conocer las actas de nacimiento de las iglesias argentinas tal como le pidió Estela de Carlotto al Papa. Espero que sea cuanto antes. ¿Los bebés robados viven solamente en Argentina? Yo pienso que no, y actualmente muchos de ellos tienen nuestra edad.

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