¿HÉROE O VILLANO?

¿HÉROE O VILLANO?

domingo, mayo 25, 2014

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Por Pablo Méndez Shiff

El regreso de Montoneros: ¿debate histórico o teoría de los dos demonios?

A partir de la muerte de Juan Gelman y del aniversario del asesinato de Mugica, se publicaron libros y artículos que ponen a la organización político-militar de los años 70 en el centro de la escena. INFOnews Domingo habló con especialistas para analizar qué hay detrás de ese fenómeno.

En los últimos meses, la organización político-militar Montoneros volvió a estar en el centro de la discusión política argentina. A partir de la muerte del poeta Juan Gelman y del 40º aniversario del asesinato del padre Carlos Mugica, se publicaron libros y notas que repiten viejos mitos que se creían desterrados.
¿Por qué se vuelve a hablar de la experiencia de Montoneros en la Argentina de hoy? INFOnews Domingo consultó a seis especialistas para analizar el fenómeno que cubre vidrieras de librerías y artículos de la mayoría de los diarios.
Infografia: Diego Pintos
Infografia: Diego Pintos
“No estoy seguro de la razón por la que Montoneros vuelve a ser revisitado como tema”, afirmó el doctor en Ciencia Política de la Universidad de Liverpool Richard Gillespie, autor de uno de los libros más importante sobre esa organización, “Soldados de Perón”. Para el académico inglés, “puede ser parte de un fenómeno más amplio de los argentinos que están siendo cautivados por su pasado, o tal vez sea el enfoque generacional como un fenómeno juvenil el que atrae la atención. Los Montoneros buscaron deliberadamente el cultivo de una mística y un mito y eso puede tener algo que ver también”.
“La discusión sobre el rol de Montoneros vuelve una y otra vez porque es parte de un pasado reciente que tiene efectos sobre el presente. Parece que algunos circunscriben el tema a Montoneros por la ubicación dentro del peronismo de esa organización política. Y es posible que busquen vincular a Montoneros con el gobierno cuando la realidad muestra otra cosa: sólo algunos ex militantes de Montoneros integran la administración central y también integraron otras administraciones en el pasado. Pero entiendo que la discusión no es sólo sobre Montoneros, es también sobre el proceso político más general de los 60, 70 y 80”, consideró el periodista Pablo Waisberg, coautor entre otros libros de la biografía del jefe montonero Mario Firmenich.
Mito 1: Montoneros y el asesinato de Mugica
Cuando el pasado 11 de mayo se cumplieron 40 años del asesinato del padre Mugica, el periodista Ceferino Reato publicó sendas columnas en Perfil, La Nación e Infobae en las que buscó instalar la sospecha de que el sacerdote había sido asesinado, en realidad, por Montoneros y no por la Triple A como consta en la causa judicial. Con frases como “la realidad arruina otro buen relato”, Reato dijo que “cruje la historia oficial” que señala la responsabilidad de la organización de extrema derecha comandada por José López Rega en el asesinato. Para reforzar su lectura de los hechos, Reato citó a un libro de reciente aparición que sostiene esa teoría: “Entregado por nosotros”, de Juan Manuel Duarte.
“Por supuesto que estoy en contra de la teoría de los dos demonios y pienso que Reato, que fue jefe de prensa de Estaban Caselli en el Vaticano cuando Carlos Saúl era presidente, no la revive para nada de manera inocente. Dos: tengo dos testimonios irrefutables sobre el asesinato de Carlitos Mugica- que fue mi amigo personal- acusando al subcomisario Almirón de la Triple A -y jefe de la custodia de Isabel Perón-, de haber sido el autor material. Él lo ametrallló y esto lo sabe la Iglesia argentina; que se deje de joder Reato que estuvo en Roma”, respondió el periodista y escritor Miguel Bonasso a una consulta para esta nota. Bonasso fue secretario de prensa del presidente Héctor Cámpora y un militante montonero que debió exiliarse. En democracia publicó varios libros sobre la historia reciente argentina, entre los que se encuentran “Recuerdos de la muerte”, “El presidente que no fue” y “Diario de un clandestino”.
“Me sorprendió mucho leer en varios diarios la versión de que Montoneros participó del crimen de Mugica. Ricardo Capelli, que fue baleado a metros de Mugica dice que vio a Almirón matar al cura. No entiendo por qué parten de no creerle al único testigo vivo, que ese día recibió cuatro balazos de un segundo tirador ¿Creerán que su palabra no es válida?”, se preguntó Waisberg.
Y agregó: “En la causa judicial, el juez Norberto Oyarbide firmó una resolución el 12 de julio de 2012, donde dice que `Rodolfo Eduardo Almirón fue el autor inmediato del homicidio de Carlos Mugica, en el marco del accionar delictivo de la Triple A`. Eso no fue una condena porque salió cuando Almirón ya había muerto pero señaló al responsable. Otra cosa que me sorprendió es que se centraron en las diferencias entre Montoneros y Mugica, que eran públicas. Y dejaron de lado que Mugica se había ido del Ministerio de Bienestar Social -sede de la Triple A- porque no estaba de acuerdo con la política de erradicación de villas que planteaba el gobierno”.
El doctor en Ciencia Política y docente del seminario de Argentina Reciente que se dicta en la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de Buenos Aires Sergio De Piero apuntó contra Duarte y cuestionó el revisionismo histórico que se quiere plantear sobre el crimen del sacerdote villero. “Primero, Juan Manuel Duarte no era amigo cercano al padre Ricciardelli como él quiere presentar. Gente que trabajó con el sacerdote publicó una carta diciendo que el tipo este apenas aparecía. El intento de pegar a Montoneros a la cuestión es muy flojo y tiene que ver con ensuciar al gobierno actual, nada más; sino dirían `Firmenich, decidió matar a Mugica`. Pero no, dicen Montoneros porque además asumen que este es un gobierno montonero, lo cual es ridículo por donde se lo mire”.
“Respecto a la relación entre Mugica y Montoneros, puedo decir que Mugica era un cura y además era muy peronista; no tenía un proyecto político propio por fuera de ambas pertenencias. Y los montoneros sí. Entonces hubo un choque de lógicas, de voluntades. Mugica pensaba, un poco ingenuamente, que con Perón en Argentina el movimiento debía encolumnarse detrás de él; y Montoneros no solo no creía en esa opción, sino que tenía su proyecto político propio o pretendía u protagonismo mayor en el proyecto de Perón”, sostuvo De Piero, quien además escribió el guión del documental sobre el sacerdote que se transmitió el pasado 11 de mayo por el canal Encuentro.
Mito 2: Los Montoneros y la falta de autocrítica
Otro mito que se trató de instalar en los últimos meses tiene que ver con la supuesta falta de autocrítica que habría en todos aquellos que fueron parte de Montoneros, como si cada una de las personas que formó parte de ese proceso hubiera tomado la misma postura en aquellos años y la sostuviera hasta hoy. Como si no hubieran existido y existieran diferencias, matices, contrapuntos en las miradas. El caso más resonante en el que se ejemplificó este mito fue el de Juan Gelman. Cuando el poeta falleció en enero de este año, Reato escribió en varios medios que, como ex militante montonero, “Gelman se dedicó a la escritura y no quiso hablar de su experiencia armada” aunque “sí hizo frecuentes y sentidos reclamos por la verdad y la justicia con relación a los crímenes de la dictadura”.
Ceferino Reato dijo que Juan Gelman no había hecho autocrítica y Horacio Verbitsky lo desmintió
Ceferino Reato dijo que Juan Gelman no había hecho autocrítica y Horacio Verbitsky lo desmintió
Las afirmaciones de Reato sobre Gelman fueron desmentidas por quien fuera uno de sus mejores amigos, Horacio Verbitsky. En una columna publicada en Página/12, el periodista que fue miembro de Montoneros hasta 1977 reveló que “la autocrítica de Gelman comenzó antes de la ruptura con Montoneros y le valió una ridícula condena a muerte de su conducción” y que además escribió un libro en 1987, “Contraderrota. Montoneros y la Revolución Perdida”. Allí, Gelman criticaba la “soberbia política y militarista” y “la mala lectura de la revolución cubana (que) produjo un nefasto voluntarismo político” de la organización que desembocó en “una política elitista y, en el fondo, antipopular”.
“Ya entonces Gelman advirtió a los previsibles reatos del futuro que su autocrítica no era la de `los cuervos políticos`, para `regodearse con la derrota y decretar el fin de las utopías` ni `para salvar el honor personal`, sino `con la voluntad de revertir esta situación y no incurrir en la autoflagelación pública`, señaló Verbitsky en el párrafo más duro de su respuesta.
“Adhiero a la postura de Horacio Verbitsky”, indicó Miriam Lewin, quien fue militante montonera y estuvo secuestrada en la Escuela de Mecánica de la Armada durante la última dictadura. “Los errores deben ser examinados y la autocrítica, con la debida perspectiva, es útil. Pero lo que tienen en común todos los que `investigan` el pasado de Montoneros es la intención de demonizar una experiencia para santificar la represión ilegal. Eso es lo que subyace, en mi opinión, en todas las publicaciones recientes”, manifestó.
“Juzgar desde hoy la experiencia de las organizaciones armadas de los 70 resulta difícil”, remarcó Lewin. “Y la mayor parte de los juicios emitidos resultan por lo tanto inadecuados y superficiales. En nuestro libro `Putas y Guerrilleras`, Olga Wornat y yo revisamos una porción de la historia, aquella que atañe a la traición y a la concepción que del rol de las mujeres tenía la militancia. Pero lo hacemos incluyéndonos como ejecutoras de los prejuicios y obedientes de las normas en aquel entonces. ¿Podríamos haber sido más críticas? ¿Correspondía que nos rebeláramos? Seguramente, las teorías de género no estaban tan avanzadas como hoy y el grado de reflexión que hoy es posible acerca de la realidad en los centros clandestinos de detención no lo era en aquél entonces”.
“Hay distintas lecturas y hay autocríticas. El problema es pensar que la autocrítica puede tener alguna relación con el golpe de Estado. Es decir, algunos siguen sosteniendo la teoría de los dos demonios y desconocen, por decisión propia, los procesos históricos. Pero esa teoría no explica por qué el 70% de los desaparecidos que relevó la Conadep eran obreros y delegados sindicales sin filiación política en esas organizaciones armadas. Tampoco pueden explicar por qué hubo desaparecidos de otras fuerzas políticas. Y esa teoría tampoco explica la velocidad de las medidas económicas implementadas que generaron un cambio brutal en la estructura productiva de la Argentina”, explicó Waisberg.
¿Es un resurgir de la teoría de los dos demonios?
La pregunta que surge al analizar lo publicado en estos últimos meses es si se trata de un regreso de la teoría de los dos demonios, según la cual la tragedia de los 70 se debió a un enfrentamiento entre las Fuerzas Armadas y los grupos guerrilleros, con la sociedad inerte como testigo.
“Considero que los relatos que circulan en la actualidad basados en un aggiornamiento de los discursos elaborados por los defensores de la dictadura militar son parte de una estrategia para desprestigiar lo que el pueblo argentino consiguió al elevar a la categoría de política de Estado el tema de los derechos humanos de nuestro pasado reciente. Hay un armado, que no sólo es sostenido por la derecha sino también por ciertos sectores que se consideran progresistas, que avalan la teoría de los dos demonios”, consideró el periodista y docente Germán Ferrari, autor del libro “Símbolos y fantasmas. Las víctimas de la guerrilla: de la amnistía a la “justicia para todos”. En ese libro, publicado en 2009, analizó cómo, a partir de la reapertura de los juicios por los crímenes de lesa humanidad, los grupos más reaccionarios buscaron llevar a los atentados de la guerrilla a esa misma figura penal.
Miriam Lewin no coincide con el diagnóstico. “No creo que los esfuerzos de Ceferino Reato, Héctor Leis, Abel Posse y otros autores estén destinados al resurgimiento de la teoría de los dos demonios. ¡Ojalá! Más bien se alinean con los represores, considerándolos presos políticos y no responsables de crímenes inexcusables”.
Más allá de las diferencias en el análisis que puedan surgir, lo cierto es que la lucha armada volvió a ocupar titulares de diarios y, esta vez bajo la forma de los mitos y demonizaciones, es tomada por ciertos sectores para tratar de minimizar el horror de la última dictadura cívico-militar. 

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