¿HÉROE O VILLANO?

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lunes, marzo 10, 2014

LA PUTA PELA,LA GUITA,LA PASTA O COMO DICEN LOS GITANOS,EL MALDITO PARNÉ

Sociólogo Zygmunt Bauman: los gobiernos ya no mandan, pues el poder es de la elite del dinero

Michelle Bachelet asume el gobierno, pero ¿y el poder? Toda una incógnita, si la Nueva Mayoría  acabará o no con el lucro en la educación o si liberará la democracia "secuestrada" con una nueva Constitución. Desde Barcelona, Zygmunt Bauman, el padre de la "modernidad líquida", señala que los gobiernos ya no mandan, pues el poder, escindido de la política, es de la elite del dinero
 
 
 
 
Los programas no se cumplen
Los electores (ciudadanos) pueden cambiar un gobierno, pero no su política”, aseguró el sociólogo polaco de la Universidad de Leeds (Gran Bretaña) Zygmunt Bauman, en un ciclo sobre identidad europea que se celebra en Barcelona dentro de la conmemoración del Tricentenario de la Guerra deSucesión (1701-1713), que afianzó la unidad de España, en detrimento de las naciones periféricas, como Cataluña.

 
La afirmación del sociólogo, puesta en el Chile de hoy, sugiere la interrogante de si el cambio de gobierno, de la Alianza “conservadora” de Piñera a la Nueva Mayoría “progresista” de Bachelet, producirá o no un cambio de política, como se ha prometido.

 
Un Primer Ministro (o una Presidenta) como político  busca ser reelegido, recuerda Bauman. Para eso, se conecta con los  votantes, promete un programa, pero luego no puede cumplirlo, porque los mercados globales imponen ajustes y medidas que deforman o anulan aspectos esenciales del programa comprometido. Y el sociólogo polaco se pregunta si los políticos se dan cuenta o no que no tienen poder.

 
El parecido de Zapatero y Rajoy

 
Es lo que le pasó en España al socialista Rodríguez Zapatero cuando, en mayo de 2010, bajo presión de la llamada troika (CE, BCE y FMI) se sometió e incumplió sus promesas o a su sucesor, el conservador Rajoy, que a menos de un mes de asumir la presidencia del gobierno comenzó a contravenir su programa en forma sistemática.

 
En un momento determinado lo que hizo Zapatero no se distingue de lo que hace Rajoy”, acotó Bauman. Una percepción similar se ha arraigado en Chile, cuando diferentes gobiernos han incumplido la promesa de disminuir las desigualdades socioeconómicas y cambiar un sistema electoral que distorsiona la voluntad de los ciudadanos, banalizando la democracia.

 
La gran escisión entre el Poder y la política es uno de los signos de este siglo. Los mercados mandan y los gobiernos ceden a costa de los ciudadanos. Así, la democracia se deteriora y pierde crédito. En Europa se advierte con el ascenso de la ultraderecha populista y en Chile con el abstencionismo electoral de millones de ciudadanos.

 
La democracia suplantada por el dinero
Bauman describe cómo las grandes corporaciones financieras e inversionistas actúan en un espacio global, mientras los gobiernos lo hacen en un espacio local (Estado-nación), heredero, de la Paz de Westfalia (1648) que dio origen a los principios de la soberanía nacional y territorial, actualmente erosionados por el Poder del dinero.

 
La democracia representativa  en  Europa (como en Chile) es suplantada, de facto, por la dictadura de la élite mundial que mueve sus capitales libremente por el mundo, subordinando o simplemente atropellando a los países y sus gobiernos elegidos democráticamente.

 
Esta élite, que se ha separado de la política y de los ciudadanos, es muy diferente a la del siglo XVIII, cuando aquella se planteaba como perspectiva elevar el nivel social y cultural de pueblos sumidos en la miseria e ignorancia y lograr formar ciudadanos con  derechos.

 
La ruptura entre el siglo XX y XXI
Bauman ejemplifica con Henry Ford, cuando éste, en pleno siglo XX, duplicó el salario de los trabajadores con la intención que éstos adquirieran sus automóviles. Aunque no lo logró, su opción traslucía la creencia en una relación interdependiente y en la idea de promover una mano de obra formada, hábil y, así, evitar que la competencia se los levantara.

 
Ahora, la elite tiene un comportamiento muy diferente. Ha roto unilateralmente esa interdependencia. Los trabajadores siguen dependiendo de los grandes inversionistas, pero éstos no más de los trabajadores.

 
Las grandes compañías, ahora, con sólo apretar el botón de un ordenador, dice Bauman,  transfieren sus capitales a otras partes, cuando movimientos sociales presionan contra grandes inversionistas o cuando los gobiernos desafían o no obedecen las señales del mercado o no aceptan la impunidad de los abusos de la dictadura del Poder del dinero.
 
 

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