¿Qué está ocurriendo en Andalucía? : De la coalición al presidencialismo
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Carlos Martínez
Politólogo y co-primer secretario de Alternativa Socialista
Politólogo y co-primer secretario de Alternativa Socialista
La presidenta de la Junta de Andalucía es sabido que es muy autoritaria y no admite disidencias, contradicciones o menos todavía posible competencia, sobre todo de gente de su edad. Maneja el PSOE-Andalucía como si fuera su cortijo y lo mismo desea hacer en la Junta de Andalucía. Es dura, ambiciosa y tiene un elevadísimo concepto de su autoridad. Una criatura de aparato, curtida en desbancar a otras y otros, pero no en construir y menos en pactar. Eso sí, siempre que no sea con el poder económico y los poderosos.
Susana llega aupada por José Antonio Griñan a su ejecutiva, primero en la secretaría de organización luego en el Gobierno andaluz. Pero ya eran conocidas sus marrullerías y zancadillas políticas en las Juventudes Socialistas del PSOE siendo famosa por ellas hace unos quince años al menos. Las JJSS tuvieron tan poca buena fama, que incluso un conocido guerrista y ex ministro de Obras Públicas, Javier Sáez de Cosculluela, propuso que mejor era disolvérselas pues habían perdido toda su implantación real entre las personas jóvenes reales, valga la redundancia. Muchas y muchos en el seno del PSOE sabíamos que desde hace más de treinta años son una escuela de cachorros socioliberales moderados, en la que se aprende sobre todo a ser, estar en la pomada a costa de lo que sea y conspirar. Es la más alta escuela de conspiración política, en el interno de un partido, que se conoce, al menos en Andalucía –aunque por lo que me cuentan el asunto está muy extendido- salvando de esa generalización a chavales y chavalas de buena fe, que siempre los ha habido y los hay. Ser de Juventudes para algunas y algunos, Susana entre ellas, es un trampolín para colocaciones clientelares, no tener que preparar oposiciones ni buscar trabajo en empresas privadas o bien con carreras inacabadas y sin experiencia laboral, comenzar a tomar decisiones desde su acceso muy temprano a concejalías, direcciones generales u otras instituciones políticas, sin ninguna experiencia ni vital ni política y que sin embargo luego afectan sus actos a cientos o miles de familias, a personas en desempleo, pymes, comerciantes locales o a pensionistas –por ejemplo-. Aunque también son un espacio para desconocer e ignorar las obras de Marx, Habermas, Kautski o Fernando de los Ríos, por no citar a marxistas actuales, que en absoluto son difundidas y menos comentadas. Como mucho en tiempos de Zapatero algunas y algunos llegaron a leer a Petit y ese “republicanismo” tan edulcorado como alejado de la lucha contra la explotación. Hay excepciones y por cierto en las JJSS es de justicia decir que ha habido proporcionalmente muchas más expulsiones por motivos de disidencia política e ideológica que en el PSOE, lo cual también es digno de reseñar.
Esa es la escuela de la presidenta de la Junta de Andalucía. Además desde
sus tiempos de Juventudes, está acostumbrada a mandar y a quitarse de
en medio a cualquiera que le haga sombra o perjudique sus intereses.
Es peligrosa. Lo es doblemente, pues utiliza las palabras izquierda y
socialismo con una frivolidad insultante y carente de cualquier
conocimiento sobre lo que es el socialismo y digo el socialismo, no la
doctrina pobre, hueca y cobarde de los textos emanados de los cuadros
teóricos social liberales y felipistas del PSOE o de sus últimos
congresos, en lo ideológico y en cuanto al tránsito hacía una sociedad
socialista, se refiere. Pero también en cuanto a lucha frente al
neoliberalismo y la lucha antineoliberal. Toda la cultura neoliberal
impregna las acciones y pensamientos de las cúpulas socioliberales,
carentes de formación marxista, pero también socialdemócrata.
Es la señora Díaz, una de las personas causantes de que
otras fuerzas políticas emergentes puedan descalificar la izquierda y
muchas y muchos votantes socialistas se asqueen de personajes como ella y
lo que ella representa.
Pero me pregunto ¿No será que lo que Susana quiere es en
realidad con el posible adelanto electoral, es evitar que se cree la
banca pública andaluza – en la que sé que no cree – o no poner en marcha
el banco de tierras, u otras medidas incomodas para empresas eléctricas
y bancos, en inminente aprobación? Medidas todas ellas pendientes, pero
ya con el trámite parlamentario muy avanzado.
Susana piensa en adelantar las elecciones para evitar cumplir lo más de izquierdas del programa del Gobierno Andaluz y por su desmedida ambición política.
Susana piensa en adelantar las elecciones para evitar cumplir lo más de izquierdas del programa del Gobierno Andaluz y por su desmedida ambición política.
Lo cierto es que José Antonio Griñan a pesar de lo que se
quiera pensar o las dudas y rechazos que pueda suscitar así como su
moderado socioliberalismo, si fue el impulsor junto con Diego Valderas
del acuerdo de Gobierno andaluz, tras consultar, no solo a sus
militantes y simpatizantes, en el caso de IU, sino también a elementos y
asociaciones de la sociedad organizada y a organizaciones sociales y
sindicales andaluzas. Pero a la presidenta Susana el pacto de izquierdas
le llegó ya hecho, firmado y negociado por otros, si bien es cierto
ella participó, fueron Mar Moreno y otras personas las que lo ultimaron.
Yo creo además y así me lo han corroborado personas del PSOE-A que ella
jamás ha creído en ese pacto sino como mal menor.
A todo esto, se le añade otro problema y es que el más que
posible adelanto electoral, tendrá otro grave problema y es que siendo
antes que las elecciones municipales, dificultará la confección de
programas y listas participativas con la ciudadanía ante los comicios
locales, al superponerse el plebiscito susanista en el calendario
electoral. Vamos todo un desaguisado movido por un personalismo
desaforado.
La verdad es que el no ser una presidenta electa por el
pueblo lo lleva mal la presidenta andaluza y es cierto que esto puede
ser razonable. Pero sus tics autoritarios le impiden aceptar que donde
ella manda, nadie le puede rechistar. Yo creo que un personaje de
estas características, además tan poco leal como no sea con ella misma,
no le viene bien ni al propio PSOE, al que ya le está creando muchos
problemas internos.
La nueva forma de hacer política la verdad, nos está dando
muchas decepciones últimamente, pues nuevas personas en diversos
partidos, incluidos los “nuevos”, sus dirigentes, una vez con aparato y
poder interno, están siendo todos ellos implacables con sus disidentes.
Uno piensa que tal vez es cierto aquello de “La ley de hierro de las
oligarquías políticas” de Robert Michels, el politólogo alemán de
inicios del siglo XX cuyo libro “Los partidos políticos” recomiendo a
recién llegados a esto y a crédulos ingenuos en la invulnerabilidad de
sus líderes. Lo digo yo que creo en el liderazgo, pero el cooperativo y
participativo.
Bien creo que Susana Díaz, está en su derecho legal de
adelantar las elecciones, pero también en la obligación moral de hacer
política con humildad, respeto y tolerancia, sabiendo que un gobierno de
coalición es cosa de dos o tres y no de uno. Si no entiende esto, mejor
adelante elecciones y así que sepa lo que es morder el polvo o luego
tener que mendigar pactos para gobernar. Claro que siempre le quedará
el Partido Popular. Seguro que coincide más con ellos -los del PP- más
que con socialistas de verdad y con el resto de la izquierda real y
transformadora.
Lo que yo creo en el fondo es que tras este asunto lo que
se esconde en realidad es una operación de más largo alcance.
Desestabilizar un debilitado y desorientado PSOE y de esta forma lograr
una nueva dirección, no más liberal, que la de Pedro Sánchez, que
también lo es, sino de más confianza para los poderes establecidos y su
mentor Felipe González como representante de un sector muy importante de
los poderes económicos. A esta operación la ambiciosa Susana acude
presta, tras su equivocación de no acudir a unas primarias ya pasadas.
Pero utilizando su terminología, no puede perder un nuevo tren. Mientras tanto el pueblo andaluz de convidado de piedra.
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