Aprendimos a hablar a golpes de piedra
.El uso de primitivas herramientas para despiezar carne empujó el desarrollo del lenguaje humano hace 1,8 millones de años
Hace dos millones y medio de años, nuestros antepasados
homínidos en la sabana africana comenzaron a romper rocas en fragmentos
para rebanar una gacela muerta, una cebra u otro animal de caza. Durante
los siguientes 700.000 años, esta tecnología de matanza se extendió por
todo el continente y, según una nueva investigación de la Universidad
de California, Berkeley, y las británicas universidades de Liverpool y
St. Andrews, se convirtió en una importante fuerza para la evolución humana.
Lo que los investigadores creen es que nuestra capacidad para comunicar
y enseñar vino de la mano del desarrollo de estas herramientas de la
Edad de Piedra, de forma que la cultura también influyó en nuestra
evolución y no solo al revés. Para llegar a esta conclusión, los autores
realizaron un curioso experimento con alumnos como si se trataran de
nuestros ancestros primitivos. Lo explican en la revista Nature
Communications.
El estudio se fija en las herramientas prehistóricas Olduvayenses,
los dispositivos de corte más antiguos que se mantuvieron prácticamente
sin cambios durante 700.000 años hasta que aparecieron las más sofisticadas hachas de mano y cuchillas achelenses. Esta tecnología fue practicada por algunos de nuestros primeros antepasados, como el Homo habilis
y el aún más antiguo Australopithecus garhi, que caminaba como
nosotros, pero cuyas características faciales y el tamaño del cerebro
eran más parecidos a los de los simios.
«Nuestros hallazgos sugieren que las herramientas de piedra
no eran solo un producto de la evolución humana, sino que también la
condujeron a su vez, creando la ventaja evolutiva necesaria para el
desarrollo de la comunicación humana moderna y la enseñanza», dice
Thomas Morgan, autor principal del estudio e investigador de psicología
en Berkeley. De esta forma, la capacidad para la enseñanza y tal vez incluso un protolenguaje primitivo existían hace unos 1,8 millones de años.
Cadena de aprendizaje
Pero, ¿cómo llegaron a esa conclusión? En su experimento,
investigadores enseñaron a humanos contemporáneos, 180 estudiantes
universitarios, el arte de tallar piedras al estilo Olduvayense, en el
que se crean lajas al golpear una roca dura contra otra volcánica o
vítrea, como el basalto o el pedernal.
Para medir la velocidad de transmisión de esta tecnología
antigua y establecer si la comunicación más compleja como el lenguaje
daba los mejores resultados, los voluntarios del estudio fueron
divididos en «cadenas de aprendizaje» de cinco o 10 miembros. El jefe de
la cadena recibía una demostración de la talla, las materias primas y
cinco minutos para intentar lograrla. Esa persona se lo mostraba a la
siguiente persona en la cadena, quien a su vez hacía lo mismo con la
siguiente y así sucesivamente.
Los investigadores utilizaron cinco técnicas para
transmitir sus conocimientos y descubrieron que la demostración que
utilizaba la comunicación hablada, frente a la imitación o las
presentaciones no verbales, produjo el mayor volumen y calidad de lajas
en menos tiempo y con menos desperdicio. «Se aprende mucho más rápido
cuando alguien te está diciendo qué hacer», dice Morgan.
Las herramientas Olduvayenses no cambiaron en 700.000 años,
por lo que, según Morgan, «es probable que (esos homínidos) no
estuvieran hablando (...) Si hubierna tenido lenguaje, habrían aprendido
más rápido y desarrollado nuevas tecnologías con mayor rapidez».
El «Steve Jobs» homínido
Sin el lenguaje, se puede suponer que una versión del, por
ejemplo, «Steve Jobs» homínido, alguien muy innovador, habría tenido
grandes apuros para transmitir sus ideas visionarias. Aún así, el
estudio sugiere que las semillas de la lengua, la enseñanza y el
aprendizaje se plantaron debido a la demanda de herramientas
Olduvayenses, y en algunos homínidos mejoró la comunicación y, por lo
tanto, la llegada de las hachas y cuchillas Achelenses hace unos 1,7
millones de años.
«Para mantener la tecnología achelense tuvo que haber
habido algún tipo de enseñanza, y tal vez incluso una especie de
lenguaje, incluso un simple protolenguaje mediante sonidos o gestos de
'sí' o 'no', o 'aquí' o 'allí'», explica Morgan.
De hecho, los datos sugieren que cuando la industria
Olduvayense comenzó era muy probable que no se enseñara, sino que los
métodos de comunicación para enseñar se desarrollaran posteriormente.
Según el investigador, «en algún momento llegaron a un nivel de umbral
de la comunicación que permitió empezar a enseñar las herramientas
achelenses y a extenderlas con éxito y eso casi con toda seguridad
involucró algún tipo de enseñanza y un prototipo de lenguaje».
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