Rajoy alentó a españoles: “Este año ha sido duro, pero en 2014 añorarán el 2013”
El presidente de España, Mariano Rajoy,
siguió con su costumbre de anunciar desgracias económicas futuras y en
su mensaje de fin de año consideró que su país saldrá de la crisis con
los planes del Partido Popular “a más tardar en unas décadas”. Rajoy
consideró que su política está dando frutos y categorizó a esos logros
como “cardos espinosos, naranjas agrias y plátanos pasados de maduros”.
El mandatario reconoció que los banqueros españoles y los empresarios
poderosos no sufren las dificultades del resto del pueblo, pero aseguró
que eso les permitirá “tener confianza en el país y crear fuentes de
trabajo de pagos magros en algún día futuro”.
COMO PASAR DE
ESPAÑA A ESPAÑISTÁN
Por Norberto Colominas
De los glamorosos
90, con récord histórico de la construcción, el endeudamiento y el turismo, y
un desempleo menor al 10 por ciento,
España pasó a tener una deuda pública y privada enorme (130 por ciento del
PBI), un fuerte retroceso económico y una crisis social que se agrava mes a
mes.
España es uno de
los 27 miembros de la
Unión Europea y uno de los 17 que conforman la eurozona.
Hasta 2008 era la quinta economía del área detrás de Alemania, Francia,
Inglaterra e Italia. Ahora no se sabe qué puesto ocupará cuando la crisis ponga
las cosas negro sobre blanco.
Por el momento la
economía retrocede, las deudas aumentan porque no se pagan (y por lo tanto se
refinancian), y el desempleo ya se acerca al 25 por ciento. Millones de
personas perdieron sus casas y/o sus vehículos al no poder afrontar las cuotas.
El precio del metro cuadrado se desplomó y ya no se venden propiedades porque
no hay compradores (porque no hay crédito). Mucha gente perdió al mismo tiempo
su trabajo, su casa y su auto en menos de un año. Varios desalojos terminaron
en suicidio.
Los bancos y su
colateral, la industria de la construcción, son en España el equivalente del
bloque agro-financiero en la Argentina. Hicieron su agosto durante 20 años.
Ahora recogen las migajas del festín. El costo de esa ganancia fue enorme para
la sociedad española, que tardará otros 20 años en reponerse. Ahora el
crecimiento artificial basado en el endeudamiento muestra sus límites y sus
miserias.
Dos gobiernos del
socialista Rodríguez Zapatero fueron actores pasivos del drama que preparaban
bancos y constructoras. Descubrieron,
aunque demasiado tarde, que el centro político no existe. Se está a favor de la
mayoría o se representan intereses minoritarios.
El recién asumido
Mariano Rajoy, neoliberal o neofranquista, según se mire, no puede hacer otra
cosa que echarle la culpa a su predecesor, profundizar el ajuste y rogar que
sea cierto aquello de que Dios aprieta pero no ahorca.
En el plano político
aparecieron los “indignados”, expresión directa de la magnitud de la crisis.
Son portadores de un fuerte reclamo moral, pero no de una plataforma política.
Al menos, no por ahora. La mayoría de la sociedad castigó a Zapatero y puso en
su lugar a Rajoy. ¿Qué hará dentro de cuatro años, si la situación empeora?
Si algo enseña la
crisis de España es que los países no pueden tener una moneda más fuerte de la
que necesitan, que no hay atajos mágicos para el desarrollo y que siempre deben
sostenerse el empleo, el salario, el consumo y el mercado interno, del que vive
el 90 por ciento de la población.
Enseña también que
siempre hay que apostar a las tecnologías nacionales y a su correlato, la
sustitución de importaciones, porque protegen el empleo y ahorran divisas. Y
recuerda, por si alguien lo hubiera olvidado, que la industria es la gran
proveedora de puestos de trabajo.
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