¿HÉROE O VILLANO?

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domingo, diciembre 16, 2012

El día que los búfalos ataquen a los leones


Borja María Zallana de los Acebos

Borja María Zallana de los Acebos

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Una de las diferencias más llamativas entre la gran crisis del 29 y la actual, es que en la primera muchos de los suicidios que se produjeron fueron de empresarios e inversores, mientras que en la actual quienes se quitan la vida pertenecen a lo que hemos convenido en llamar clases medias. Este cambio tan significativo viene a dar la razón, una vez más, a la concepción darwinista de la sociedad. El mundo es de quienes mejor saben o pueden adaptarse a los cambios, el resto están condenados a vivir sometidos o a desaparecer.
De aquella gran crisis de principios del siglo pasado, las clases altas supieron sacar muy provechosas enseñanzas. Una de ellas fue que negocios y transparencia, tienen mal maridaje. Por eso desde aquellos fatídicos años en los que las grandes fortunas tenían nombres y apellidos y, por lo tanto, negocios y residencia fiscal conocidos, hasta hoy, en los que un Díaz Ferrán cualquiera puede declarar un año una fortuna de 93 millones de euros, y dos años después no pagar ni un duro a hacienda, no sólo ha llovido mucho, si no que lo ha hecho siempre en la misma pradera.
Para que me entiendan ustedes, mientras las clases altas han sabido evolucionar en la selva capitalista, ustedes siguen siendo simples presas condenadas a acabar devoradas por las fauces del primer depredador que necesite sus carnes para seguir creciendo. En la época de las vacas gordas, las clases altas los dejan acceder a los mejores pastos, incluso los animan a comer más allá de lo que un buen endocrinomista (dícese del estudioso de la alimentación económica) les recomendaría. Mientras ustedes comen hierba, ellos se alimentan de suculentos frutos traídos de los más insospechados y lejanos lugares. Cuando llega la época de las vacas flacas, como la actual, el suministro de frutos exóticos sufre restricciones, y las clases altas dejan la alimentación vegetariana, para convertirse en crueles carnívoros.
Ya saben ustedes lo malo que es el hambre, y como modifica la concepción que se tiene del entorno. Por eso ustedes dejan de ser para ellos inocentes ternerillos, para convertirse en una necesaria fuente de proteínas. Incluso esos pastos de vulgar hierba que antes despreciaban y en los que les dejaban pastar, se convierten ahora en preciados campos de apetitosa verdura, que de repente necesitan para mantenerse sanos y lustrosos, condición indispensable de todo gran depredador. Ahora son ustedes empujados fuera de las praderas que llegaron a considerar su hogar, y algunos, cuando se ven acorralados, prefieren saltar al precipicio. Lo que para ustedes es sanguinario y cruel abuso de los más fuertes, es para la ciencia neoliberal: adaptación al nuevo entorno económico.
Si tuvieran ustedes un poco más de interés por la ciencia natural, descubrirían que en realidad los depredadores se convierten muchas veces en víctimas. Cuando los herbívoros actúan de forma individual, son presa fácil de los leones. Pero se sorprenderían si supieran cuantos leones mueren cada año en la sabana africana, como consecuencia de los ataques de organizadas manadas de búfalos. Nuestra gran suerte, y parte de la explicación de nuestro éxito, es que ustedes se pasen el tiempo libre viendo fútbol y programas de vísceras televisivas. ¡Ay del día que descubran los documentales!

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