¿HÉROE O VILLANO?

¿HÉROE O VILLANO?

jueves, junio 09, 2011

Rumbo al desastre

El Boletín Argentino


Imágen. Yako Nowens.

Escribe: Horacio Eichelbaum:

Financieros y banqueros se amarran al timón y dan órdenes a los políticos para que se ocupen de desplegar o arriar velas. Europa se hunde y ellos siempre flotan. Pero la protesta emerge. “Algunas veces/más de cuatro veces/las cosas no son como parecen”, dice la letra de la sevillana. En ocasiones, uno se la pasa señalando y dando voces para que se pueda ver justamente eso: que las cosas no son como parecen. Y nos queda esa penosa –espantosa- sensación de aquella antigua producción de terror de Ibáñez Serrador que creo que se llamaba ‘El asfalto’: un hombre se iba hundiendo en medio de la calle, porque el pavimento lo iba tragando y, por más que pidiera auxilio, la gente pasaba a su alrededor sin hacerle caso… La traslación de esta imagen es bastante obvia: el asfalto es el sistema, que nos va tragando sin que se nos preste atención siquiera. Lo más trágico era, hasta hace muy poco, que todo el mundo ‘pasaba’ del hombre que se hundía en el pavimento. Y ahí se acaba la analogía. Porque en este mundo en el que vivimos, lo que se va hundiendo es la humanidad misma, o quizás el planeta entero. Y tampoco se trata de que nos esté tragando un universo astral cenagoso sino que somos nosotros mismos los que nos vamos envenenando: hemos ido intoxicando el aire que respiramos, el agua de los océanos, la tierra de los cultivos y de los bosques, y ahora nos ahogamos en nuestra propia salsa. Hacia cualquier lado que miremos –que me perdonen los optimistas- observamos a alguien o a algo que se está hundiendo. Juro que confío en que seamos capaces de resistir aún sin saber si realmente ‘es posible’ otro mundo. Pero no me pidan que cante himnos hablando de un futuro maravilloso cuando apenas si conservamos una pálida idea –un resto, un rescoldo- de lo que quiere decir la palabra ‘futuro’. Cosas que se hunden… Ahí está Europa, sin ir más lejos. Y nosotros, España, de pie encima de la vieja piel de toro, pensando que tal vez éramos nosotros los que nos hundíamos, cuando en realidad es todo el continente. Europa se hunde como proyecto democrático porque los banqueros y financieros nos gobiernan. Los políticos parecen marineros angustiados que corren para desplegar una vela y arriar otra, a las voces de mando de los dueños del dinero.
El 27 de junio los poderosos del viejo continente van a amarrarse al timón, para que nadie pueda torcer el rumbo en medio de la borrasca: seguiremos con la proa apuntando al estallido, al ojo del huracán, al núcleo duro de la crisis… Ellos no tienen miedo porque saben que la crisis es, en realidad, una nueva farsa. O, mejor dicho, una nueva ‘oportunidad’ para seguir drenando la herida que nos han hecho a todos cuando nos birlaron la ‘Europa de los pueblos’ que decían construir. Le han tomado miedo a las elecciones porque cada vez que han hecho la prueba de que el pueblo votara la ‘Constitución’ europea han visto que la ‘opinión pública’ reventaba por algún país. O sea: que ahora van a hacer un nuevo apaño y ya, sin complejos, no van a consultar a nadie.

Ahora tendremos mucho más de lo mismo: jubilación más tardía, impuestos alargados, horarios alargados y salarios de nuevo achicados y más ‘bonus’ para los gerentes, que son el verdadero poder. Todo eso y mucho más, damas y caballeros. Algunos gerentes hasta están mosqueados: ¡se han quedado con sus sueldos congelados en poco más de un millón de euros… o justo cuando estaban por llegar a los 10 millones de euros!

Hacia donde miremos, algo o alguien se está hundiendo. Pero algo está emergiendo: la protesta, el malestar, las reivindicaciones. La gente ya no pasa, como en aquella vieja película, al lado del hombre que se está hundiendo… pero el caso es que, como todos nos estamos hundiendo, tendremos que entrelazar nuestras manos para ayudarnos, solidariamente, fraternalmente, a salir a flote. Y si lo logramos tendremos que hacer otro esfuerzo titánico para seguir siendo pacifistas. No es tan sencillo. Los que están ya hundidos hasta el cuello en las zonas de las aguas fétidas, en los miasmas del sistema -el tercer mundo sumergido en la miseria- demuestran todavía más coraje cuando aprietan las manos para no machacar a sus verdugos que cuando son capaces de abrir sus camisas ante las balas del sistema.

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