¿HÉROE O VILLANO?

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martes, noviembre 09, 2010

El 'Nerón' del genocidio argentino


Mario firmenich,la otra cara de la moneda del drama argentino


Emilio Massera en foto de archivo Reuters.

Emilio Massera ,el asesino serial en foto de archivo Reuters.



¿Dónde están los desaparecidos en la dictadura argentina? Ese es el secreto que las fuerzas armadas vienen guardando desde hace tres décadas. Uno de los dos mayores jerarcas del aquel régimen militar, que podría haber desvelado el misterio, acaba de llevarse la respuesta a la tumba.

Este lunes falleció en Buenos Aires, a los 85 años, Emilio Eduardo Massera, ex comandante de la junta militar que en 1976 perpetró el golpe de Estado e instauró la más sangrienta de las dictaduras que azotaron a Argentina en el siglo XX. Le conocían por el apodo 'Almirante Cero' o 'Negro' en las mazmorras de la Escuela de Mecánica de la Armada (ESMA), el peor campo de la muerte de aquella tiranía.

Él nunca confirmó si los 4.500 desaparecidos en la ESMA fueron a parar al fondo del Atlántico y el río de la Plata arrojados desde los 'vuelos de la muerte'. Entre sus víctimas, figuran las monjas francesas Alice Domon y Leonie Duquet; la fundadora de Madres de Plaza de Mayo, Azucena Villaflor; el escritor y periodista Rodolfo Walsh; y la española Cecilia Viñas.

En estado casi vegetativo a raíz de un derrame cerebral sufrido en 2005, por lo que la Justicia lo había declarado inimputable, hoy sufrió un accidente cerebro vascular en el hospital Naval de Buenos Aires que acabó con lo que le quedaba de vida.

Por los testimonios de los sobrevivientes, más la confesión del capitán y represor arrepentido Adolfo Scilingo –ahora preso en España-, se sabe que Massera y sus 'caballeros del mar' torturaban a guerrilleros y simples opositores con el propósito de que delataran a sus compañeros.

Emilio Massera. | AP

Emilio Massera.

Torturas y asesinatos

Al ingresar a la ESMA encapuchado, el 'shock' eléctrico era el trámite de rigor, sobre todo en los genitales, pezones, oídos y encías. También funcionaba un auténtico aserradero humano, serruchando brazos, piernas y dedos a los prisioneros.

Los que aguantaban, finalmente, eran subidos a aviones de la Armada y les decían que iban a campos de 'reeducación' en la Patagonia. Antes recibían una inyección de Pentothal (anestésico) con la excusa de que era un tranquilizante. Una vez dormidos, les quitaban sus ropas y los arrojaban desnudos y vivos al océano Atlántico.

Así eran los tenebrosos 'vuelos de la muerte', la 'solución final' ideada por Massera para aniquilar a la guerrilla, partidos de izquierda, sindicatos y organizaciones populares, que estaban en auge en la convulsionada Argentina de los años 70.

El 'Negro' nunca reconoció la autoría de aquel método de exterminio. Sólo admitió en público que ellos no podían imitar a Francisco Franco y Augusto Pinochet en los fusilamientos porque el Vaticano y los inversores hubieran cortado lazos con la dictadura.

Negocios internacionales

Y es que el 'Almirante Cero' hizo 'pingües' negocios gracias a sus contactos internacionales. Según el libro "Massera, el genocida", embolsó 300 millones de dólares en comisiones por la compra de cuatro fragatas Meko 360, seis corbetas y un submarino a la compañía alemana Thyssen Norewerkee GmB.

Contra lo que pueda suponerse por haber encabezado el terrorismo de Estado, Massera no fue sólo un verdugo, un gris burócrata de la muerte. También ha sido considerado por muchos argentinos como una suerte de 'Nerón' criollo a raíz de su desmesurada ambición de poder, megalomanía, y desparpajo.

A diferencia de sus camaradas de la junta militar, el general Jorge Videla y el brigadier Orlando Agosti, ambos ultracatólicos y fanáticos de la familia, Massera era agnóstico. Aún casado y con cinco hijos, le gustaba exhibirse disfrutando de los placeres mundanos junto a vedettes y modelos.

Un hombre de la noche y ambicioso de poder

En 1976 y 1977, plenos años de la 'guerra sucia' en la ESMA, solía salir de juerga cada noche. Trajinaba la discoteca de moda, 'Mau-Mau', y la tanguería 'El Viejo Almacén', donde hizo buenas migas con peronistas que le convencieron de que podía ser el heredero de Juan Perón, que había fallecido en 1974.

Ya estaba peleado a muerte con Videla y Agosti por las disputas de poder entre la Armada, el Ejército de Tierra y la Fuerza Aérea, y el 16 de setiembre de 1978 dimitió al triunvirato dictatorial y a la comandancia de la Armada.

Igualmente dejó todo atado y bien atado en la marina de guerra –su verdadera familia y retaguardia- abocándose de lleno a fundar su propio movimiento político al que bautizó, vaya paradoja, Partido por la Democracia Social.

Licio Gelli, el gran maestro de la logia mafiosa italiana Propaganda Due (P2), de gran influencia en el Vaticano y antigua amistad con Perón, lo designó como representante en Argentina. Y en 1978 hasta fue recibido en París por el entonces presidente francés Giscard D’ Estaing.

Pese a que había pisoteado la democracia, prohibiendo partidos políticos y clausurando el parlamento, él abrió oficinas políticas en pleno centro de Buenos Aires y editó el periódico 'Convicción'. Incluso viajó a Madrid a convencer a la presidenta que habían destituido, María Martínez viuda de Perón –'La Perona'-, para que le acompañara como candidata a vicepresidenta.

Dentro de aquellas gestiones para blanquear su pasado tuvo tres reuniones "secretas" en Paris y Madrid con el máximo dirigente de los guerrilleros Montoneros,Mario E.Firmenich.

Estas no fructificaron debido a diferencias económicas,ya que Firmenich le daba su apoyo a cambio que le permitiaran usar los fondos que guardaba de la guerrilla en su regreso a Argentina.

La que él consideraba 'su' Armada mandaba en el canal 13 de televisión así que cuando en pantalla aparecía una modelo que le gustaba, Massera ordenaba por teléfono que la llevasen a sus oficinas. Según el libro antes citado, la escritora Marta Lynch se enredó con él en amoríos y luego se suicidó.

Preso por matar al esposo de su amante

Massera cayó preso por primera vez cuando mandó matar a Fernando Branca, esposo de su amante. Lo invitó a navegar en el yate de la Armada y el tipo terminó ahogado en el río. Con la viuda supuestamente apañaron la sucesión de bienes, el notario y un testigo murieron en oscuras circunstancias.

Refundada la democracia, el 9 de diciembre de 1985 la Cámara Federal dictó sentencia en el histórico Juicio a las Juntas militares. De los 9 comandantes enjuiciados por crímenes de lesa humanidad a él le cayó, junto a Videla, la pena más dura: cadena perpetua.

Claro que Argentina es como es. Y a Massera lo fotografiaron en 'escapadas' del chalet militar en el que se suponía que estaba cumpliendo la condena. En 1990 el presidente neoconservador Carlos Menem lo indultó junto a los otros represores de la dictadura.

En 1998 volvió a ser procesado y en arresto domiciliario por el robo de 17 bebés a parturientas en la ESMA. Los marinos se oponían al aborto y preferían postergar la matanza de las embarazadas hasta el parto. En concreto, quedó detenido por el caso de la española Cecilia Viñas, que en septiembre de 1977 dio luz a un varón. La madre quería llamarlo Hugo Emilio.

Pero el capitán de navío Jorge Vildoza –imputado por Baltasar Garzón en Madrid y aún prófugo de la Justicia, aunque tiene pedido de captura internacional- se apropió del crío y lo llamó Javier Gonzalo Vildoza. Ese joven ya es un hombre de 33 años y su madre sigue desaparecida.

En los últimos años, Massera fue acusado en varios juicios a represores de la dictadura, pero debido a sus malas condiciones de salud nunca debió comparecer en un banquillo.

* Emilio E. Massera nació el 19 de octubre de 1925 en la ciudad de Paraná, capital de la provincia argentina de Entre Ríos.

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