¿HÉROE O VILLANO?

¿HÉROE O VILLANO?

lunes, agosto 12, 2013

LOS GAYEGOS NO SON MAS BOLUDOS PORQUE NO SE ENTRENAN,QUE INUTILES...

Caso Gibraltar: ¿El tiro por la culata?

Por: Ernesto Ekaizer | .
  El lobby internacional montado por el gobierno de Mariano Rajoy para vender a los medios de comunicación y casas de inversión la "marca España", la recuperación económica, ha sufrido en Gibraltar un quiebro inesperado. Contra todo pronóstico, en paralelo al caso Bárcenas, se ha creado un nuevo problema para el gobierno español por su gestión del caso Gibraltar.
    Rajoy admitió de facto que comparecía el 1 de agosto en el Parlamento por la presión de la opinión publicada internacional. Algunos medios le habían urgido a dar precisamente allí una explicación sobre su ex hombre de confianza, Luis Bárcenas.
    "A eso es a lo que vengo, señorías, a frenar esa erosión de la imagen de España que algunos cultivan, a evitar que el daño a los españoles, a sus intereses  y a su futuro siga creciendo de manera, a mi parecer, irresponsable, y también a desmentir las mentiras, manipulaciones e insinuaciones maliciosas que han jaleado con entusiasmo, entre otros, algunos dirigentes políticos. Esta es la razón de mi comparecencia...No comparezco por ninguna otra razón", dijo el presidente del Gobierno. (Ver Diario de Sesiones número 132, Congreso de los Diputados, Pleno y Diputación Permanente, 1 de agosto de 2013, pág. 5).
   No parece que aquellos medios que pidieron esa comparecencia hayan disipado sus sospechas. Es el caso del Financial Times. En un editorial de su edición del lunes 12 de agosto, dedicado a la frágil recuperación económica europea, señala: "Sólo Mariano Rajoy y su Partido Popular pueden limpiar el aire de un escándalo de financiación en su partido que mina la fe del público en la promesa de los políticos de que vienen tiempos mejores".
  Pero, más allá del impacto que haya podido tener la citada comparecencia, la respuesta del gobierno de Rajoy a la decisión unilateral del gobierno de Gibraltar de lanzar 70 bloques de hormigón, a finales de julio pasado, en las aguas que rodean a la colonia británica, ha abierto un frente de erosión adicional. A perro flaco, todos son pulgas. España es tratada más o menos como Argentina cuando ante una situación conflictiva de política interior echa mano de la tan socorrida reivindicación territorial de las islas Malvinas.
   Los grandes medios de comunicación que son objeto permanente de atención de La Moncloa y del Ministerio de Economía han reaccionado en sus editoriales con críticas despectivas, a esa conducta. En sus páginas editoriales, The Wall Street Journal (WSJ), propiedad del empresario australiano-estadounidense, Rupert Murdoch, y Financial Times y The Economist, grupos británicos, han deslizado su desconfianza sobre la conducta española.
    El WSJ cita el artículo 10 del Tratado de Utrecht de 13 de julio de 1713, según el cual, el "Rey Católico, por sí y por sus herederos y sucesores, cede por este Tratado a la Corona de la Gran Bretaña la plena y entera propiedad de la ciudad y castillos de Gibraltar, juntamente con su puerto, defensas y fortalezas que le pertenecen, dando la dicha propiedad absolutamente para que la tenga y goce con entero derecho y para siempre, sin excepción ni impedimento alguno".
     La  idea del diario sobre el conflicto actual es que "el desacuerdo real es que España no acepta que Gibraltar no sea español. El difunto dictador Francisco Franco cerró la frontera en 1965 y todavía hoy puede llevar horas cruzar la frontera en coche. Los españoles explotan el espectro del comercio libre de impuestos en Gibraltar como pretexto para detener el tráfico. Esta  preocupación es tan vieja como el artículo X del Tratado de Utrecht, que menciona el peligro de que los contrabandistas usen como base a Gibraltar".
   El WSJ señala en el editorial de su edición europea del 5 de agosto que el problema es que los gibraltareños "apoyan abrumadoramente quedarse con el Reino Unido, cerca del 99-1 la última vez que votaron, en 2002. El estatus libre de impuestos de Gibraltar, que le sitúa dentro de la Unión Europea, pero fuera de su unión aduanera y sus reglas sobre el IVA, resulta crucial para su economía local. Ser otro rincón de Andalucía dañará severamente a Gibraltar como destino de compras, pero poco hará para ayudar a superar los problemas económicos de España".
    Su desconfianza del gobierno español no puede ser más abierta.
     "No hay duda de que el Gobierno de Madrid prefiriría batir tambores nacionalistas antes que hablar sobre la economía nacional, pero es una distracción que no conduce a ninguna parte. El primer ministro británico David Cameron ha reiterado que el Reino Unido nunca negociará devolver la Roca mientras sus residentes quieran seguir siendo británicos".
   Al WSJ se le ocurre, pues, el camino inverso. "Con un PIB per cápita casi el doble del que tienen sus vecinos en España y con un 3% de desempleo comparado con el 26 al norte de la frontera, es improbable que eso [el deseo de pertenencer al Reino Unido] vaya a cambiar pronto. Quizá el mejor camino es para España tratar de ser más una parte de Gibraltar, al menos mediante la adopción de su modelo económico de bajos impuestos y libre mercado"
   El FT, que urgió a Rajoy para que compareciera ante el Parlamento por el caso Bárcenas y "hablara con la verdad sobre lo que sabe" sobre dicho asunto, critica tanto al gobierno de Cameron como al de Rajoy. "En respuesta a una amenaza española de introducir una tasa elevada en la frontera gibraltareña, el gobierno [de Cameron] ha enviado varios buques de guerra hacia la Roca. Allí van a atracar, en lo que se denomina una demostración de fuerza, de camino hacia el Mediterráneo para realizar ejercicios".
    Prosigue: "Detrás de esta pantomima diplomática yace una disputa de tiempo atrás sobre derechos de pesca y fronteras marítimas. La temperatura ha subido desde que Gibraltar lanzó algunos bloques de hormigón al mar, cerca de su costa, que es presentada como una medida ecológica, creando problemas a algunos pescadores españoles. Madrid reivindica que su intervención es para proteger a sus ciudadanos. Sin embargo, la sospecha es que el primer ministro de España, Mariano Rajoy, ha saltado ante una oportunidad para desterrar de las primeras páginas un escándalo político de financiación que amenaza la supervivencia de su gobierno".
    No parece, pues, que los editorialistas del diario hayan extraído de la comparecencia de Rajoy en el Parlamento la idea de que haya superado la amenaza de supervivencia en la  que el caso Bárcenas le tiene sometido.
   Pero, en el caso de Gibraltar, el FT señala que "la posibilidad de que cada una de las partes recurra a golpes es inexistente o muy remota. Las tasas a aplicar en la frontera pueden ser ilegales según la ley de la Unión Europea, pero si son impuestas van a desencadenar una respuesta del Reino Unido en Bruselas, no en alta mar".
   En relación a la soberanía como tal, el diario ironiza: "El enfrentamiento sin duda reabrirá el debate sobre el estatus de Gibraltar como posesión británica. Los estudiantes de Metternich disfrutarán analizando el Tratado de Utrecht, por el cual se cedió la Roca al Reino Unido en 1713. Pero la posición legal es clara y ha sido reforzada por dos referéndums sobre la soberanía británica que Londres ha prometido respetar".
    La única concesión que hace el diario a España, si se quiere, es considerar que el gobierno de Gibraltar "no está exento de culpa".
  Pero su forma de plantearlo es cuasi-imperial. "Mientras envía a la Navy, el Reino Unido debería también recordar a los gibraltareños de su responsabilidad de mantener relaciones con sus vecinos. Las autoridades de la Roca no siempre han sido asiduos en el tratamiento de actividades financieras desagradables y el contrabando".
     Y The Economist advierte que se trata de una "disputa sin un final a la vista". Recuerda que "habiendo tratado un compromiso [la soberanía compartida ofrecida a primeros de los años 2000 por el ministro laborista Jack Straw], el Reino Unido rechaza contemplar cualquier acuerdo que no sea aprobado por los ciudadanos de la Roca. Esto es lo que hace que las tácticas del señor García-Margallo sean de autoderrota. El último enfrentamiento aplazará un acuerdo en otra generación"
    En el Gobierno español no parece haber un acuerdo sobre estos matices.
  ¿Evidencias?
 El ministro de Defensa, Pedro Morenés, cree que el conflicto con Gibraltar se circunscribe al cumplimiento de las leyes, tanto fiscales como medioambientales y de seguridad ciudadana, y nada tiene que ver con la soberanía ni se ve afectado por unas maniobras militares que se anunciaron el 4 de junio y se llevan a cabo desde hace tres años.
   Pero García-Margallo ha solicitado un informe a un grupo de expertos para explorar vías tendentes a incrementar la presión sobre el Reino Unido en Naciones Unidas y otros foros.
  En mayo pasado, al abrir el periodo de sesiones del Parlamento británico, semanas antes  de la reunión anual del Comité de Descolonización de Naciones Unidas, la reina Isabel de Inglaterra, declaró: "Mi gobierno garantizará la seguridad, buen gobierno de los Territorios de Ultramar, incluyendo la protección del derecho de determinar su futuro político por parte de los habitantes de las Islas Falkland y los gibraltareños".
  En dicho Comité no hay avance alguno.
   García-Margallo piensa ahora en un frente común con Argentina para aprovechar el hecho de que este país es miembro del Consejo de Seguridad de la ONU durante 2013 y 2014.  Y tiene en agenda plantear el asunto durante un encuentro previsto en Buenos Aires con el canciller argentino, Héctor Timmerman, con ocasión del anuncio, el 7 de septiembre, del Comité Olímpico Internacional (COI) sobre la ciudad que habrá de organizar los Juegos Olímpicos de 2020.
   Fuentes diplomáticas argentinas consultadas en Buenos Aires nada saben sobre el nuevo plan español. No ha habido ningún intercambio de ideas al respecto.
   ¿Y en lo que se refiere a las medidas aplicadas por las autoridades españolas en Gibraltar? ¿Es compatible mantener los controles y presionar a través de los controles que sufren los ciudadanos, entre ellos miles de trabajadores españoles, con la reunión que Garcia-Margallo prevé tener en septiembre con el canciller argentino? ¿Se aprobará la tasa de 50 euros para entradas y salidas?
    Algunos corresponsales extranjeros han intentado obtener en el ministerio de Asuntos Exteriores una respuesta precisa. Sin éxito.
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