¿HÉROE O VILLANO?

¿HÉROE O VILLANO?

jueves, agosto 08, 2013

CABECITA NEGRA ES EL OTRO

El problema fue ser "morochita"


Si una directora dice esto, ¿qué margen queda para darle solución a un caso de acoso?.  Hace algunos años, para referirse a la convivencia con el otro, se hablaba de tolerancia. Alguien era tolerante si aceptaba que el otro era diferente. Ese concepto, el de tolerancia, se dejó atrás cuando se profundizó en él y se llegó a la conclusión de que lo que necesitábamos para convivir no era tolerancia, sino reconocimiento. Mi tolerancia hacia el otro se puede terminar, pero si lo reconozco, si lo veo como, justamente, un otro distinto a mí y con los mismos derechos que yo, entonces ya no hay peligro de que un día se me acabe la tan mentada tolerancia y decida apartarlo de mi lado.
Una parte importante de la sociedad ha comenzado a reconocer al otro, generando espacios de convivencia, pero hay otra parte que no ha podido todavía entender que tiene diferencias con el que vive al lado, y esa actitud, la de desconocer al prójimo repercute en las relaciones cotidianas, muchas veces impactando tan profundamente que las consecuencias pueden ser extremas. Y extrema es la consecuencia de que una niña deba ser cambiada de escuela porque las compañeras la acosen, la discriminen y la insulten sin que nadie se haga cargo del tema.

La escuela, cualquier escuela, está constituida por personas que poseen su carga cultural, por eso, aunque se pretenda que la escuela sea garante de la convivencia y transmita esos valores, esto no será posible hasta que la sociedad completa sea la que aprenda a respetar y aceptar al otro.

Entonces, no sorprende que una directora de escuela primaria llegue a decir cosas como "esa nena tiene un gran problema: su mamá es rubia y su papá de raza oscura, ella es morochita”, porque, indudablemente, esa docente forma parte de ese segmento de la sociedad que aún no entendió de qué se trata eso del respeto a los demás y mucho menos la convivencia.

Si para la directora el problema lo tiene la nena por ser morochita, no quedan muchas alternativas a la hora de pensar cuáles han sido las instrucciones que les ha dado a los demás docentes cuando supo de esta situación.

Para la directora, el problema es que la niña sea “morochita”, no que las compañeras la molesten, no que le digan las barbaridades que le decían, no que un rasgo físico fuera motivo de burla y acoso. Hasta da vergüenza ajena pensar que alguien que está a cargo de una institución piense esto. Y también un poco de miedo da.

No estamos, ante la evidencia, muy lejos de considerar que lo que la directora practica hacia el otro es eso de la tolerancia, porque si en el caso de esta niña el problema era ser morochita, indudablemente habrá otros casos en los que el problema estará en ser gordita, flaquita, pobrecita, revoltosita, burrita o estupidita, siempre en diminutivo, que también es una forma de subestimar al otro.

Ningún hecho debe considerarse leve

Que la niña haya tenido que ser sacada de la escuela habla a las claras de una falta de respuesta de la institución, y que en su nuevo curso le vaya bien y no sea acosada habla a las claras de que “el problema” no era de la niña, sino de la escuela Patricias Mendocinas, que, podemos preverlo, lo seguirá teniendo si no se toman las medidas necesarias.

Ahora bien: ¿desde cuándo hay que empezar a tomar medidas?

Llegar al extremo del caso en cuestión necesitó de mucho tiempo, un tiempo en el que indudablemente hubo señales de que algo raro estaba pasando, y seguramente hubo también dudas y cuestionamiento de los padres de la niña.

Y durante todo ese tiempo no se dieron respuestas que resolvieran la problemática, por el contrario, se llegó al límite de que esta situación planteaba y que la inacción impuso.

Este, como muchos otros casos de acoso, no hace más que confirmar que ningún hecho de violencia o agresión dentro de la escuela debe ser tomado a la ligera.

Ningún hecho debe considerarse leve. Esto no quiere decir que hay que vivir con las alarmas encendidas y, mucho menos, hacer de un insulto o de una riña un mundo, pero no se llega al acoso permanente sin haber pasado por instancias de tanteo, de “a ver qué pasa si lo insulto” o “a ver qué pasa si le pego”. Y claro que si no pasa nada, si no hubo reacciones de los adultos a cargo de los niños, los límites se irán estirando cada vez más, hasta que ya sean la bola de nieve imparable del bullying.

El caso de la escuela Patricias Mendocinas es un hecho más consecuencia de la desidia y la inacción de los responsables de la educación de los niños, y es de esperar que desde la Dirección General de Escuelas se tomen las medidas necesarias para que los responsables se hagan cargo y que esto no vuelva a suceder.
Alejandro Frias

De BOLETIN ARGENTINO

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