¿HÉROE O VILLANO?

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jueves, agosto 29, 2013

ARGENTINA NO SABE PARA DONDE IR

La clase media, el hecho maldito del país peronista

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La clase media, el hecho maldito del país peronista Por Santiago Mayor y Julia de Titto. Las recientes elecciones primarias mostraron un retroceso del kirchnerismo en los grandes centros urbanos. Allí habita mayoritariamente esa nebulosa definida como “clase media”, un ente social con el que el peronismo en general y el kirchnerismo en particular tuvo y tiene una relación conflictiva.
Si durante los años ’50 y ’60 para John William Cooke el peronismo era “el hecho maldito del país burgués”, actualmente eso ha cambiado. Hoy el peronismo es, por el contrario, el único movimiento político capaz de llevar adelante el “capitalismo serio” y lo más burgués posible en un país subdesarrollado como la Argentina. Basta con mirar cual fue el derrotero de los distintos gobiernos durante los últimos 30 años de democracia y cuales las alternativas más firmes de cara a las presidenciales de 2015.
Sin embargo, Argentina es también el país de la clase media. Durante más de un siglo el mito de la movilidad social ascendente se consolidó en el imaginario colectivo apoyándose en una base bastante real y tangible. Efectivamente era posible subir en la escala social. Pero acá no interesa definir a la clase media (concepto que indignaría a cualquier marxista) científicamente. Argentina es el país de la clase media porque sus habitantes así se identifican o a eso aspiran.
Un estudio realizado recientemente por el Instituto de Altos Estudios Sociales (IDAES) de la Universidad Nacional de San Martín, con apoyo del CONICET, sostuvo que un 78,3% de los argentinos se considera de clase media, tenga esa percepción una cercanía o no con sus condiciones materiales. En contraste, sólo el 0,1% cree que es de “clase alta” y el 20%, de los estratos más bajos.
En esto radica el perfil social de nuestro país, todos se consideran de clase media. Y allí está uno de los problemas más fuertes para el kirchnerismo en el momento actual.
Gracias, ya te podés ir
Si tomamos en cuenta el estudio realizado por el IDAES podemos deducir que muchos trabajadores y trabajadoras de nuestro país se consideran “clase media” antes que “obreros”. De esta forma, lo que históricamente fue la base social del peronismo hoy también se auto-percibe dentro de esa inmensa categoría social.
Durante la crisis de 2001, los medios de comunicación anunciaban el fin de los sectores medios. Sin embargo la recuperación económica lograda durante el primer gobierno kirchnerista le permitió a estos recuperar rápidamente su posición (y también a los trabajadores), particularmente en lo relacionado a los niveles y patrones de consumo. De esta manera el kirchnerismo logró una importante adhesión en sus primeros años de gobierno.
Claro que el fondo que se había tocado durante la crisis estaba muy presente y era fácil notar las mejoras. Pero con el correr del tiempo, y con una situación económica que se fue estabilizando y entrando en una meseta, la clase media empezó a tener otras preocupaciones.
El kirchnerismo es conflicto. A veces retórico, a veces sustentado en políticas concretas. Por derecha y por izquierda. Si algo caracterizó esta década es precisamente que en el aire se respira un cierto nivel de belicosidad que, al menos discursivamente, a las clases medias no les resulta del todo cómodo: ¿Están efectivamente pugnando por un modelo de país distinto u opuesto al actual o será que simplemente prefieren vivir tranquilos, en un clima de estabilidad que les garantice su posición?
Y vino el “cepo al dólar” y el intento de reforma judicial. Más allá de los alcances de las medidas puntuales, la reacción -violenta, intempestiva, con cacerolas- tuvo mucho que ver con ese “no te metas con mi status quo” o ni siquiera lo pongas en duda.
A la par, otro fenómeno que se dio este último año tuvo que ver con la tan hasta el hartazgo mencionada corrupción. Nuevamente, no es de interés de esta nota ni desmerecer la relevancia que pueda tener algún caso de malversación de fondos públicos, ni asegurar que tales situaciones no suceden. Pero sí observar como la clase media (o quienes se auto perciben como tales) tienen una sensibilidad especial por la ética y la moral. Basta recordar como la Alianza supo canalizar muy bien ese sentir popular para ganar las elecciones de 1997 primero y las presidenciales de 1999 después.
Y acá entra un actor más: el Grupo Clarín, es decir, el grupo mediático más poderoso del país -y uno de los principales contendientes en la conflictividad antes mencionada-. Clarín ha sido históricamente la voz de ese sentimiento colectivo masivo de clase media. Obviamente también ha contribuido a formarlo pero sin dudas sabe percibirlo muy bien y canalizarlo.
Por eso, el programa de Jorge Lanata este año ha sido uno de los pocos recursos que han tenido los opositores por derecha al gobierno para “imponerle agenda”, algo que al kirchnerismo siempre lo ha complicado.
Jauretche hacete cargo
A todo esto hay que sumarle que la militancia kirchnerista está formada política y culturalmente en un rechazo al “medio pelo” argentino. Habría que pensar cómo cambiaron esas clases medias a las que defenestraba el pensador nacional y popular desde el primer peronismo a la fecha.
La militancia kirchnerista de hoy parte de preconceptos estáticos y ahistóricos: no solo es clase media el pibe castaño claro del barrio porteño de Caballito, sino que también se considera parte de ese sujeto social buena parte de la población humilde del conurbano, o de las zonas populares de las grandes ciudades. Y a estos también les preocupa la corrupción y la falta de dólares (aunque tal vez no puedan comprar ninguno) y lo que digan en la tele les llega.
Hay que reconocer que el kirchnerismo tuvo momentos inteligentes donde deslumbró con su iniciativa política a la clase media urbana: el matrimonio igualitario, la ley de medios, los juicios a los genocidas, entre otras medidas. Así logró acercar a gran parte de su militancia juvenil, que es clasemediera y sin embargo “reniega” de su origen y lo defenestra bajo el discurso “nacional y popular”. Otra complejidad más para sumarle al asunto.
Algunas puntas para pensar como cualquier proyecto que quiera ser masivo en Argentina (y hoy solo el peronismo puede serlo) no puede obviar a la clase media. Porque, más allá de su materialidad, clase media somos todos. Somos “el hecho maldito del país peronista”.

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