
Es indispensable para el funcionamiento de las baterías de teléfonos celulares, laptops, relojes, herramientas, incluso carros eléctricos e híbridos. Su “redescubrimiento” ha fomentado una fiebre de nuevo tipo en el mundo debido a la alta demanda por parte de las empresas tecnológicas a lo largo del planeta. Se trata del litio, el metal más liviano, cuyas principales reservas se encuentran en América Latina (85 %).
El denominado “oro blanco del siglo XXI” es extraído de dos tipos de fuentes principales: minerales como el espodumeno, que requiere previamente un trabajo de minería (trituración, molienda, lixiviación); y de las costras de sal de los salares donde yace la salmuera, cuya extracción implica menores costos de producción.
Un artículo de Sptunik rememora que “el litio como recurso estratégico empezó a usarse en la fabricación de la bomba de hidrógeno o termonuclear, pero luego empezó a ser utilizado en la industria automotriz para el desarrollo de baterías eléctricas”.
En los años 90 se usó para las baterías ion-litio en la industria electrónica (telefonía celular, reproductores de audio, computadoras), y más adelante, en el desarrollo de los futuros vehículos eléctricos, agrega.
La publicación especializada británica The Economist estimó que el precio de importación del litio hacia China (principal mercado de las materias primas latinoamericanas) se duplicó a finales del 2015 al punto de alcanzar los 13 000 dólares la tonelada. A su vez, el grupo inversionista Goldman Sachs lo describió como “la nueva gasolina”. Un informe de la consultora Allied Market Research, citado por RT, prevé que el mercado de baterías de litio genere ingresos por un total de 46 000 millones de dólares hacia el año 2022.
La atención se enfocó en el metal luego del anuncio hecho por el empresario Elon Musk quien dijo que necesitaría “absorber toda la producción de litio del mundo” en su deseo de fabricar 500 000 autos eléctricos Tesla al año.
EL “ABC” DEL LITIO
Esta euforia por el metal es apreciada como la luz al final del túnel del desalentador panorama económico regional debido, en gran medida, a la guerra de precios del petróleo en el mercado mundial.
EL “ABC” DEL LITIO
Esta euforia por el metal es apreciada como la luz al final del túnel del desalentador panorama económico regional debido, en gran medida, a la guerra de precios del petróleo en el mercado mundial.
El llamado “Triángulo del litio” comprende los tres países sudamericanos que concentran la producción regional: Argentina, Bolivia y Chile (conocido también como el “ABC” del litio). Es por esa razón que esta zona geográfica fue descrita por la revista estadounidense Forbes como la “Arabia Saudita del litio”.
Bolivia alberga en el Salar de Uyuni el mayor yacimiento del mineral. El mismo es un lago de agua de mar que se secó a lo largo de millones de años.
Está ubicado en el departamento de Potosí, al Sur de la nación a 3 680 metros sobre el nivel del mar y tiene una superficie de alrededor de 10 000 kilómetros cuadrados. Dicha planicie está conformada por aproximadamente 11 capas de sal, cuyo espesor varía entre los dos y diez metros. El salar se extiende como una enorme plataforma plana y blanca que asemeja un espejo.
Chile, por su parte, es dueño de la segunda reserva del mundo en el salar de Atacama y es, junto con Australia, el principal productor internacional, según investigaciones del Servicio Geológico de los Estados Unidos.
Argentina posee un litio más puro en sus yacimientos del noroeste del país. El depósito principal en funcionamiento es el salar del Hombre Muerto ubicado en la provincia de Catamarca. En esta nación el metal estuvo privatizado hasta el 2012 cuando bajo la presidencia de Cristina Fernández se declaró como un “recurso natural estratégico”.
Uno de los desafíos que enfrentan estos países es que al no contar con la tecnología adecuada para procesar el litio hacen alianzas con empresas extranjeras y muchas veces deben velar por los intereses nacionales.
El pasado de saqueo de recursos naturales a la que fue sometida América Latina frena muchas veces la seducción del oro blanco.
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