¿HÉROE O VILLANO?

¿HÉROE O VILLANO?

domingo, septiembre 21, 2014

VEREMOS QUE RESULTA DE ESTO


La vieja guardia de IU bendice el guiño a Podemos pero pide ir más allá

Aboga por un programa común que incluya a otras fuerzas emergentes, descarta a los socialistas y advierte que la ocasión es única
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En un país aficionado al sedimento, Podemos fue la fuerza de la corriente. Con apenas una aparición electoral y cinco eurodiputados de cosecha, la protoformación que dirige Pablo Iglesias y pertrecha entre bastidores Juan Carlos Monedero ha generado sentimientos contradictorios: aterroriza al poder (los dos grandes partidos, la banca, los empresarios pata negra), divide a los analistas y entusiasma (sí, entusiasma) a un ejército transversal y pujante de indignados. IU cree haber encontrado, en este paisaje de marejada, un socio potencialmente perfecto. A la federación, fundada en 1986, no le han podido ni el pedigrí ni los celos. Casi desde el principio, se ha ofrecido como compañera de viaje, en una secuencia muy del mundo al revés, sin que los cortejados hayan dicho esta boca es mía. IULV-CA, rama andaluza de la matriz española (fundada por cierto dos años antes, en 1984) cuenta con una respetable vieja guardia reunida ad hoc para opinar sobre el cielo que se abre. Julio Anguita, Luis Carlos Rejón, Antonio Romero, Felipe Alcaraz y Pedro Vaquero, todos ellos ilustres ex con experiencia en puestos de mando, conforman el sanedrín y coinciden -con algún matiz- en lo esencial. Bien por el acercamiento pero mejor por la concreción: programa común abierto a otros actores, exclusión del PSOE como compañero de correrías y (en consecuencia) oportunidad histórica para enterrar el bipartidismo.

Anguita describe primero un presente afín a Mad Max -"una juventud sin futuro, una necesidad urgente de regeneración económica, política y ética, un sistema de pensiones sin recorrido"-, abre después el melón de las posibles asociaciones electorales -"la cuestión ya no es derecha o izquierda sino poder económico versus inmensa mayoría de la población"- y remata con el mínimo común denominador -"un programa de 15 ó 20 puntos que trasciende a IU y Podemos y se fija en miles de personas sin adscripción"-.

Gramcsi hablaba de la izquierda casual o, como la describe Alcaraz, de "toda esa gente que se arrima al árbol por el chaparrón neoliberal". Ese árbol, o al menos sus ramas más frondosas, es hoy Podemos, "un fenómeno positivo que aumenta las posibilidades de los progresistas. IU no ve la alianza como una especie de cuenta corriente de votos. Se dice que quizás perdamos nuestra identidad, pero los pactos están en nuestros genes y son coherentes con nuestra perspectiva", razona. Si la unión se materializa, y Alcaraz cree que eso no ocurrirá en las elecciones municipales (mayo de 2015) sino en las generales de finales de ese año, "es factible incluso ganar el Gobierno de España".

Rejón, Luis Carlos, siempre ha sido un verso suelto. Despacha a IU con dureza -"le ponen una vela al Dios Podemos y otra al Diablo Susana [Díaz]"- y desnuda el ofrecimiento. "No es ampliar la familia sino subsumirse en una operación que nada tiene de convencimiento; responde al miedo a desaparecer", dice. En su opinión, Iglesias le dirá a IU "no como partido, pero admitirá a quien quiera estar a título individual". "Curiosamente, vamos a encontrarnos a muchos nuevos miembros de Podemos que procederán de IU porque no aguantan a sus cuadros dirigentes".

Palafox y Churruca compartieron coyuntura y destino: lucharon en clara inferioridad contra Francia (Guerra de la Independencia) y Gran Bretaña (Trafalgar) y perdieron, pero sin dejar de conservar las neuronas en el frigorífico. "Se hará lo que convenga", repetía el primero en pleno sitio de Zaragoza, "y lo que conviene ahora -sostiene Antonio Romero- es la convergencia de la izquierda transformadora. En IU tenemos que sentarnos los primeros y levantarnos los últimos" para no perder un tren "que sólo pasará una vez". Frialdad y también realismo. "No es descartable que Podemos rechace nuestra oferta porque, si IU aparece en las mismas candidaturas, Iglesias sabe que puede perder votos. En un platillo de la balanza está ese interés electoral y en el otro la claridad ideológica que yo aún echo de menos".

Vaquero fue elegido en alguna ocasión por los periodistas mejor diputado del Parlamento andaluz, así que se le supone una amueblada cabeza. "IU debe caminar sola, sus votantes merecen respeto, y Podemos tiene un porvenir tan emergente como incierto. La palabra izquierdas -coincide con Anguita- no es tan importante como la lucha contra el bipartidismo, que está tocado pero no ha muerto". "Ojo -añade-, las encuestas están cocinadas para subirle el ego a Podemos, y cuanto mayor sea, más crecerá la tentación de ignorar las coaliciones. Afortunadamente, entre las europeas y las generales están las municipales, que son un campo de batalla en el que ensayar procesos de convergencia [eso ocurrirá con la marca Ganemos]".

"Los egos se curan con el tiempo. Hay que ir al meollo: tenemos que arriesgar", propone Romero. "Se está generando un poder popular que es el germen del 15-M. No queremos que sea una ocasión perdida", asiente Alcaraz. "La única manera de salvar la expectativa de un pacto con Podemos es abandonar el Gobierno andaluz", advierte Rejón. "IU siempre ha querido construir una alternativa. Estamos pensando en pasado mañana, no en la cortedad de miras de unos comicios", matiza Anguita.

Una duda se recorta en el horizonte de este juego de seducciones: la tarjeta roja de la casta, aplicable según la biblia ética de Podemos a PP y PSOE pero, sobre el papel, difícilmente ampliable a una IU con fuerte implantación municipal pero escasísimas experiencias de gobierno (Andalucía es actualmente la única excepción). "Nunca hemos sido casta, que supongo que significa luchar por la pasta. Hemos peleado contra la banca y contra su abducción del poder ciudadano", arguye Vaquero. "El problema de nuestro país se llama Íbex 35. El discurso de Podemos llevamos años planteándolo nosotros", recuerda Anguita. "Nunca hemos pertenecido a la casta. Ahí está nuestra lucha contra la corrupción", reivindica Alcaraz. "Pues yo soy casta si casta significa querer vivir bien", remata Rejón, fiel por defecto a su heterodoxo traje.

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