Tras la puerta del delito

- Según la ONU, Valencia es el mayor punto de entrada de cocaína en Europa
El PP es el partido de la droga...son la maffia.
Una esquina del mundo donde analizar lo que pasa,las maldades que nos
hacen y las boludeces que decimos
Durante su breve estadía en Buenos Aires, la flamante presidenta de Brasil, Dilma Rousseff, se reunirá con las Madres de Plaza de Mayo. Toda una definición.
Previsiblemente, el encuentro entre Dilma y Hebe no será título de tapa en los diarios que ya sabemos. Habrá que buscar en otros medios la mirada que se detenga en este nuevo gesto simbólico de la mandataria en su primer destino oficial.
La Argentina es el primer país del mundo que Rousseff visita en calidad de presidenta, y entre la apretadísima agenda, la brasileña ha decidido reservarse un espacio para conversar con las luchadores del pañuelo blanco. Seguramente, repasarán sus puntos en común, que no son pocos.
Dilma forma parte de la generación de los hijos de las Madres. Cuando la abracen, las Madres estarán reivindicando la plenitud de una vida vivida sin dobleces, en el apasionante desafío de vivir multiplicado por los demás, junto a sus iguales, como la ahora mandataria aprendió en la cárcel adonde la confinó la dictadura de su país. Las Madres la saludarán por su actual función en la principal nación de la región sudamericana, y también por su historia personal.
Como Rousseff, muchos de los hijos de las Madres emprendieron el camino de la lucha armada porque buscaban “la palabra justa”, como dijo el poeta Franciso Urondo, él también un combatiente.
Luchaban por un país más justo, en un continente infinitamente más unido y hermanado. Los protagonistas de esas peleas intentaron todo lo que pudieron no poner por delante sus distintas estrategias de lucha. Unos con las armas, otros con la palabra; unos en el monte, otros en la universidad; junto a los obreros y los campesinos, porque ellos mismos lo eran: campesinos y obreros, miembros activos y conscientes de la clase trabajadora, que habían logrado sintetizar el sueño revolucionario, hacerlo carne y uña con el pueblo que componían, como nunca más ocurrió en la rica y compleja trama popular latinoamericana. Hasta ahora.
Las Madres aprendieron de esa enseñanza histórica y jamás los dividieron por sus pertenencias políticas. Los reivindicaron a todos por igual, llamándolos, simplemente, conmovedoramente, “nuestros hijos”, socializando su vínculo filial, que ahora alcanza hasta Dilma. Emociona decirlo así, pero sin dudas la presidenta de Brasil es una “hija” de las Madres.
Tantos años después de aquellas batallas, las circunstancias que atraviesa el continente permiten repensar los sueños revolucionarios y liberadores de los hijos de las Madres y los compañeros de Dilma, esta vez con posibilidades ciertas de verlos concretados.
Dos generaciones después, una mujer se estrechará con quien podría ser su hija en un abrazo profundo. Será muy cerca de la Plaza de Mayo. La transformación positiva y verdadera del continente está mucho más cercana que la palabra nunca.
El mundo del revés.El libro de Horacio Eichelbaum que el lector tiene entre sus manos no es de esas introducciones al mundo contemporáneo y sus problemas que le dejan a uno en la puerta, esperando algo más. Configura, antes bien, un tramado ejercicio intelectual encaminado a ofrecernos otra visión de, lo que ocurre, lejos del periodismo servil, por un lado, y cargada de cul¬tura, ironía y buen hacer, por el otro.
El esfuerzo de Horacio, lleno de coraje, para romper las censuras que atenazan al grueso de nuestros medios de incomunicación exhibe, con todo algunos rasgos adicionales que conviene destacar. Uno de ellos es el hecho, bien sugerente, de que el autor y sus textos viajan constante¬mente el primer y el tercer mundo. Al amparo de esos desplazamientos, y en lo que hace al Norte, tanto nos encontramos en estas páginas con un retrato cabal de las miserias de una Unión Europea que prefiere mirarse a sí misma, y supone que su ejemplo será mágica v tontamente seguido por todos, como una crítica consistente de las limitaciones históricas de una socialdemocracia que en el mejor de los casos: "gestiona civilizadamente” - ¿es eso posible? - el capitalismo. Pero también nos topamos, claro, y vayamos ahora al Sur, con un recordatorio permanente de otra miseria, ésta de orden diferente, hecha de hambre y pobreza, que se manifiesta por todas partes en los países del ter¬cer mundo. En lo que hace a estos menesteres, en sus textos Horacio conserva la frescura, siempre impregnada de pensamiento crítico, de las gentes que vienen del Sur y ven el mundo con ojos afortunadamente diferentes de los nuestros.
Como no podía ser menos y en otro orden de cosas, los trabajos que configuran este libro prestan una atención cumplida a la trama económica – no siempre subterránea, por cierto- que lo impregna todo
en la política internacional, de la mano de gigantescas corporaciones económico-financieras que dictan, en la trastienda, la mayoría de las reglas del juego, con la docilidad v la complacencia de los gobiernos. La critica del capitalismo, y de su referente teórico liberal - del liberalismo real, como apostilla con ironía Horacio – lo impregnan todo en las, páginas de esta obre. Por detrás se asoma el caos general que el capitalismo ha perfilado y su incapacidad para restaurar la eficiencia que marcó etapas anteriores de su desarrollo histórico. Y asoman también –no lo olvidemos- las agresiones medioambiental que el capitalismo protagoniza y que nos emplazan ante un escenario extremadamente diferente, por mucho que tantos no lo quieran ver, del de 1929.
No está de más que agregue que los trabajos de Horacio Eichelbaum no se prestan a ningún cambalache con los poderosos, sea cual sea el traje que éstos vistan. Los palos – por decirlo de otra manera – no sólo se los lleva Estados Unidos: también tocan los suyos a los teóricos competidores eventualmente ataviados de trajes revolucionarios, del gigante del norte americano. En esa tarea, y dicho sea de paso, estas páginas incluyen el recordatorio permanente de que, frente a tanto presentismo como el que nos acosa, lo que sucedió hace treinta o cuarenta años atrás tiene más relieve del que con una lectura superficial aconsejaría atribuir a la hora de explicar dónde estamos.
Acabo: el lector se encuentra, a partir de este momento, con una sugerente invitación a la reflexión, desde el compromiso, pero sin ataduras.
Carlos Taibo
Profesor de Ciencia Política
Universidad Autónoma de Madrid
En una recorrida por los orígenes y las particularidades de la comida favorita en el Rio de la Plata. Por Alejandro Maglione
La ministra de Defensa, Carme Chacón, ha anunciado que las tropas españolas desplegadas en Afganistán van a desplazarse hacia el norte para mantener la seguridad y facilitar las obras de la Ring Road, principal vía de comunicación de país. Este nuevo movimiento significa un avance al corazón de la insurgencia talibán de la región de Badghis, zona de responsabilidad española.
Pobre imbécil!!!!!!!!!!!
Este cambio ha sido comunicado a la Ministra durante la videoconferencia que ha mantenido con el jefe del contingente español en el país asiático, Francisco Rosaleny. Chacón ha afirmado que 2011 es un "año especial" porque supone "el inicio del fin" de la misión, al estar previsto que comience el traspaso de algunas responsabilidades asumidas en la provincia de Badghis a las autoridades afganas.
Actualmente el ejército español mantiene desplegadas dos compañías -de algo más de cien efectivos cada una- en el puesto avanzado de Ludina, encargado de controlar la ruta Lithium y que va a mantener, y en Muqur, que es la que va a desalojar para desplazarse hacia el norte en su nueva misión. El abandono de esta última base, que los militares españoles comparten con soldados estadounidenses y afganos, tendrá lugar, según ha confirmado la Ministra, en cuanto mejore el mal tiempo.
Marcelo Justo
BBC Mundo
Los paraísos fiscales son una pieza silenciosa y crucial del capitalismo financiero contemporáneo, claves en la debacle bancaria de 2008.
John Christensen: los paraísos fiscales por dentro.
Según un cálculo del Fondo Monetario Internacional la suma total de activos y deudas en paraísos fiscales es de alrededor de 18 billones de dolares, aproximadamente una tercera parte del Producto Interno Bruto Global.
La característica saliente de estos paraísos es la opacidad.
Y aunque la próxima publicación que hará WikiLeaks de la lista de un ex banquero suizo, Rudolf Elmers, promete revelar con nombres y apellidos los multimillonarios, multinacionales y bancos que usan el secreto bancario para evadir impuestos, el economista especializado en temas de desarrollo John Christensen comprendió, en la década de 1980, que la única manera de penetrar esa opacidad era trabajando desde dentro.
clic Lea también: Suiza: los paraísos fiscales en el banquillo
Como en una novela de espionaje, Christensen trabajó 16 años en la isla de Jersey, primero para una importante entidad financiera multinacional, luego como asesor económico del mismo gobierno.
Hoy es director de Tax Justice International (Justicia Fiscal Internacional), una ONG que lucha contra evasión impositiva global.
En entrevista con BBC Mundo explicó su historia y el funcionamiento interno de estos paraísos del capitalismo contemporáneo.
En Tax Justice International consideramos que la City de Londres o el estado de Delaware en Estados Unidos son los paraísos fiscales más poderosos del planeta.
John Christensen, director internacional Tax Justice Internacional
(Risas...) A fines de los 70 trabajaba para una organización caritativa, Oxfam, y nos preguntábamos qué pasaba con la ayuda que recibían los países pobres: ¿dónde estaba ese dinero?, ¿cómo se había invertido?
Una y otra vez encontrábamos dinero que fluía de países de África y América Latina al norte y siempre pasaban por los paraísos fiscales.
El fenómeno de los paraísos fiscales era relativamente nuevo. Se sabía muy poco y cuando uno quería averiguar se topaba con un muro de opacidad.
Como nací en Jersey, no me fue difícil encontrar un trabajo allí.
Fue como entrar en un mundo de espejismos.
El término paraíso fiscal da una idea equivocada de cómo funcionan estos lugares.
El rasgo saliente no es que sean lugares donde se pagan bajos impuestos sino que el nivel de hermetismo, secreto e inmunidad de estos lugares es tal que se pueden ocultar todo tipo de actividades ilegítimas, desde dinero del narcotráfico hasta compañías fantasmas y transacciones con precios trucados.
Esto hace que muchos paraísos fiscales sean pequeñas islas con muy pocos habitantes y una asombrosa proporción de compañías por habitante. Pero no es una cuestión de tamaño. En Tax Justice International consideramos que la City de Londres o el estado de Delaware en Estados Unidos son los paraísos fiscales más poderosos del planeta. Lo importante no es el tamaño: es el secreto bancario, la opacidad.
Hay cuatro grandes actores: las grandes fortunas individuales, las multinacionales, las entidades financieras y el dinero de origen ilegítimo, sea del narcotráfico, el terrorismo o la corrupción.
En el caso de las fortunas individuales, hay una estrategia de los bancos a partir de la crisis de la deuda latinoamericana de los 80, cuando decidieron que una gran fuente de negocios para mejorar sus balances era la fortuna de unos 8 millones de multimillonarios que había en aquella época.
La estrategia ha sido exitosa. Un estudio reciente calcula que unos 11,5 billones de dólares de estas grandes fortunas se encuentran en paraísos fiscales.
Si uno calcula un impuesto promedio de un 30%, la pérdida en ingresos fiscales asciende a unos 255 mil millones de dólares.
Según la OCDE, el 60 por ciento del comercio internacional global se produce entre multinacionales.
Un mecanismo básico en el interior de este comercio es la distorsión de precios. Cuando dos multinacionales comercian entre ellas pagan el precio de mercado por un producto. Todo cambia cuando se trata del comercio de una multinacional con sus filiales y subsidiarias.
Supongamos que una empresa multinacional opera en un país X con un impuesto corporativo del 30%.
La empresa pagará menos impuestos, cuanto menos ganancias tenga. De manera que contratará a precios inflados servicios legales o financieros o de promoción de sus propias subsidiarias instaladas en distintos paraísos fiscales.
Como reina el secreto bancario y la opacidad, se producen todo tipo de operaciones infladas y ficticias.
El colapso del gigante energético Enron en EE.UU en 2001 fue un caso emblemático que muestra el peligro de esta estrategia. Enron tenía casi 900 subsidiarias en paraísos fiscales que le sirvieron no sólo para no pagar impuestos sino para ocultar su virtual bancarrota.
Territorio | Población | Número de compañías |
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Bahamas | 307451 | 115000 |
Islas Vírgenes (dependencia británica) | 24004 | 813516 |
Liechtenstein | 34498 | 24985 |
Jersey (dependencia británica) | 91533 | 33395 |
Luxemburgo | 486006 | 15000 |
Es lo que se llamó el sistema bancario en la sombra. Este sistema está compuesto de entidades creadas por las casas matrices de los bancos para ocultar el grado de endeudamiento real que tienen.
Las revelaciones que ha prometido Wikileaks sobre la lista que les pasó el ex banquero Rudolf Elmer está produciendo pánico en el sector bancario.
John Christensen
Supongamos que un banco tenía una hipoteca de alto riesgo subprime, lo que hacía era titulizarla, es decir vender los derechos de cobro de esa hipoteca a una entidad llamada vehículo que operaba en un paraíso fiscal y pertenecía normalmente al mismo banco.
Esto le permitía limpiar sus balances. Con los balances aparentemente sanos, los bancos podían salir a los mercados a endeudarse más para otorgar nuevos préstamos, que es el negocio de un banco, invirtiendo con frecuencia en instrumentos financieros altamente especulativos.
Todo duró mientras se siguieron pagando las hipotecas. Cuando se dejaron de pagar, el castillo de naipes empezó a desmoronarse.
O el G20 no sabe de qué está hablando o se dedicó a un deliberado intento de distorsión de la realidad.
A mi juicio es ésto último. Todo lo que ha cambiado es superficial. Los acuerdos de información impositiva que se han firmado con paraísos fiscales son tan difíciles de llevar a la práctica que son inútiles.
Los acuerdos entre Estados Unidos y Jersey fueron usados 6 veces en los últimos ocho años.
Si un país del poder de Estados Unidos solo puede hacer esto, quiere decir que los acuerdos no sirven porque el grado de prueba que hay que mostrar en la corte de los paraísos fiscales es tan alto que se vuelve casi imposible de cumplir.
Por eso las revelaciones que ha prometido WikiLeaks sobre la lista que les pasó el ex banquero Rudolf Elmer está produciendo pánico en el sector bancario que durante décadas protegió a sus clientes bajo un manto de silencio y opacidad.
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Murió en Córdoba el represor Cristino Nicolaides. Ex jefe del Ejército e integrante de la cuarta Junta Militar formada después de la derrota de Malvinas, murió el sábado a la noche a los 86 años de edad. Por razones de salud, su nombre había sido borrado de la lista de acusados en la causa por robos de bebés de la última dictadura, cuyos debates orales están a punto de iniciarse. Alertados porque sus abogados pedían nuevamente que no se lo juzgase por razones de salud, Abuelas de Plaza de Mayo envió un perito de parte a verlo hace unos seis meses. El abogado de Abuelas, Alan Iud, confirmó a Página/12 que el deterioro en su estado de salud era cierto, que efectivamente el militar ya no comprendía nada, pero también aseguró que si el juicio oral se hubiese hecho cuatro o cinco años atrás, el represor que encontró en su indisposición permanente una suerte de salvoconducto judicial podría haber sido condenado.
Los restos de Nicolaides fueron velados y cremados con celeridad. Su abogado Alejandro Zeverín confirmó a la prensa cordobesa que esas medidas se llevaron adelante por decisión de sus familiares.
Nicolaides nació en Córdoba en 1925. Integró la Junta de Comandantes que asumió el poder a medida que se despedazaba la dictadura. Fue quien ungió a Reynaldo Bignone para presidir la última etapa del “proceso”, y a quien se lo recuerda entre los autores del llamado “Documento Final sobre la Lucha contra la Subversión y el Terrorismo”, que declaró muertos a los desaparecidos, y por el que estuvo acusado en la causa de Abuelas. Escapó del Juicio a las Juntas de 1985 por un acuerdo negociado por las Fuerzas Armadas con el ex presidente Raúl Alfonsín. De esa manera se le concedió una especie de autoamnistía por la que ni él ni los miembros de la última Junta fueron juzgados. Antes emitió la orden de quemar los documentos de la represión, impartida en noviembre de 1983 por el Estado Mayor General del Ejército para destruir las pruebas antes de la apertura democrática, otra de las acusaciones por las que iba a ser juzgado en la causa por el Plan Sistemático. Desde la Secretaría de Derechos Humanos de la Nación, el subsecretario Luis Alén recordaba anoche una de sus frases más célebres: “El marxismo viene persiguiendo a la humanidad desde quinientos años antes de Cristo”.
A lo largo de los últimos años, el deterioro del estado de salud se convirtió en uno de sus mejores salvoconductos. No sólo lo salvó ahora de quedar incluido en el juicio oral que empieza el próximo 28 de febrero en la causa impulsada por Abuelas de Plaza de Mayo. Sucedió lo mismo en Corrientes y con la causa por la masacre de Margarita Belén en el Chaco. “De la Brigada que él comandaba salió la orden de traslado de los que terminaron siendo fusilados ese 13 de diciembre de 1976, con el nombre de ‘Operativo Rojo’”, recordó anoche el fiscal general Jorge Auat, enrolado entre quienes batallaron por conseguir primero quitarle el beneficio del indulto que había conseguido Nicolaides y entre quienes una vez que lo consiguieron tuvieron que escuchar, luego, que eran las razones de salud las que impedían procesarlo y habilitaron una vía para separarlo de la causa.
En 2007 esas mismas razones de salud le permitieron no estar presente en la sala de audiencias de los Tribunales porteños para escuchar lo que finalmente fue su primera y única condena a 25 años de prisión por el secuestro y la desaparición de integrantes de la organización Montoneros, que volvieron al país enrolados en lo que se llamó la Contraofensiva. Entre ellos estaba Ricardo Marcos Zucker, el hijo del actor Marcos Zucker, secuestrado en febrero de 1980. En 1997, el sargento Nelson Ramón González –ex miembro de un grupo de tareas– dijo en un reportaje de televisión que el propio Nicolaides ordenó fusilarlo en el polígono de tiro de Campo de Mayo. Durante el juicio, se supo que además ordenó el fusilamiento de otras dos personas que luego fueron incineradas entre neumáticos. El juicio fue llevado adelante por Ariel Lijo, y ese fue el primer juicio contra los jefes de la dictadura militar tras la derogación de las leyes de Obediencia Debida y Punto Final.
Es en ese sentido que Luis Alén decide hacer un subrayado: “Se murió condenado”, dice. “Y pese a esa condena –sigue– él ya tenía además una condena ética y moral de parte de la sociedad, y eso es para destacar.”
El sábado a la noche el estado de salud de Nicolaides desmejoró por una complicación pulmonar, según el parte de su abogado.
Las causas en las que estaba acusado o estaba siendo investigado incluyeron desde procesos en Corrientes a Chaco, Córdoba, el área de Campo de Mayo e incluso la acusación por el Plan Sistemático que dibujan de alguna manera una huella de lo que fueron sus pasos. Cristino Nicolaides fue jefe del Ejército entre diciembre de 1981 y julio de 1982. Pero antes, entre abril de 1976 y enero de 1978, estuvo a cargo de la Brigada de Infantería VII y de la subzona 23 del II Cuerpo del Ejército en Misiones, Chaco, Formosa y parte de Corrientes. Comandó la guarnición de Campo de Mayo del Ejército entre diciembre de 1979 y 1980. Y entre diciembre de 1980 y diciembre de 1981 fue jefe del III Cuerpo de Ejército en Córdoba.
Hasta hace seis meses, su nombre integraba la lista de acusados de la causa por los 33 casos de apropiación sistemática de niños a cargo del Tribunal Oral Federal 6 porteño. También están acusados los represores Jorge Rafael Videla y Bignone. En aquella visita a Córdoba, el perito de Abuelas confirmó no sólo que el estado de salud de Nicolaides iba a servirle nuevamente como salvoconducto. En el mismo análisis, el perito supo que si hubiese sido sometido a una batería de fármacos cuatro o cinco años atrás se podría haber contenido el proceso de deterioro. Si además, la etapa oral se hubiese hecho antes, Nicolaides podría haber sido juzgado.
El capitán José Luis D’Andrea Mohr –un luchador por los derechos humanos– lo conoció en 1962 durante los enfrentamientos entre azules y colorados, cuando a Nicolaides lo nombraron subdirector de la Escuela de Tropas Aerotransportadas (paracaidistas) de Córdoba, de la que él formaba parte. El ex capitán ya fallecido siguió sus pasos hasta denunciarlo por la incineración de los documentos sobre los desaparecidos en 1983. “Era gordo y torpe”, dijo a Página/12 a fines de los ’90. “Con pocas aptitudes para tirarse de un avión, apenas llegó, llenó los calabozos de soldados y con poco esfuerzo se hizo odiar por todos. A los oficiales nos ordenó concurrir a cenar al comedor del casino de saco y corbata, pero lo solucionamos en short y remera mudando las mesas al jardín.” El 2 de abril de 1963, a Nicolaides se le rebelaron los soldados. Era jefe de la guarnición, y por entonces los oficiales decían que era “un hombre de nalgas griegas” por su apellido. En la embestida lo introdujeron en el escobero, entre lampazos, baldes, jabón y papel higiénico. Algunos historiadores –dijo D’Andrea Mohr más tarde– sostienen que la oscuridad del escobero lo inspiró para planificar acciones tan heroicas como la de Margarita Belén. “Pueden ser calumnias de zurdos. O de carapintadas. O de pelilargos y barbudos a los que Cristino persiguió con saña en su aristotélica guerra ideológica.” De eso sabía mucho. Quizá por eso cuando decoró un pasillo de la Escuela de Tropas con retratos de próceres, encima de la leyenda “Facundo Quiroga” aparecía un ignoto hombre perfectamente rasurado y de aspecto mussoliniano.
*Cagao,en Cádiz,España es un sujeto cobarde y cruel,que esconde su cobardía
No obstante, en las tierras altas presencié una noche una escena que conmovió hasta mi última fibra: en ella vi de cuerpo entero al gaucho de mi tierra, noble y generoso, al que ha hecho la patria con su esfuerzo, altivo, al hijo modesto de nuestros campos, que “es el último en la paz y es el primero en la guerra”, como dice con amarga verdad uno de sus cantares melancólicos.
Allí estaba ante mí, de pie, y en su fisonomía enérgica y varonil le encontraba rasgos de aquellos caballeros nobles hidalgos que dieron a la palabra caballero la armonía y el prestigio que el mercantilismo moderno no ha podido empequeñecer.
Era una noche de luna, quieta, apacible y templada, en que hasta la brisa pasaba en silencio como si temiera turbar aquella calma imponente del campo desierto.
La luz tenue y azulada parecía cernirse sobre las cuchillas, cuyas laderas se veían como moteadas por el venenoso mío-mío, que crece en manchones y destaca su ramaje oscuro, sobre aquel manto de verdura, cuyos matices imperceptibles necesitan el sol para acentuarse y mostrar todo el esplendor de su variedad y su belleza.
En surcos que se retuercen y se ligan hasta fundirse en una masa homogénea, se la veía bajar silenciosa a las hondonadas, dando un tono común a las cuchillas, a las laderas y a los bajos, aumentando la inmovilidad del paisaje.
Por la puerta del rancho –que estaba abierta– veía allá a lo lejos un tala que recortaba su copa verdinegra sobre la llanura blanquizca, el cardal que rodeaba la casa y por entre lino de sus claros un ramblón del arroyo que brillaba sin reflejos, como un espejo que estuviera cubierto por una gasa, y luego mi caballo atado a soga, que habiendo dejado de comer, estaba con el cuello estirado, la cabeza levantada y una pata medio recogida, como con pereza.
Todo era inmovilidad, quietud, sopor, hasta la imaginación parecía influenciada por aquel medio, y permanecía tranquila, como para no interrumpir el concierto de la luz y de la brisa. Mis huéspedes -un matrimonio setentón y un muchacho huesudo y musculoso, que era su hijo rodeaban el fogón, formado por un hoyo desplayado, cavado en medio de la pieza que servía de cocina, y era habitáculo también de enormes cucarachas y ratones, que pasaban tranquilos sobre los tirantes, con esa despreocupación de los propietarios que ya no temen las veleidades de la suerte.
El mate circulaba de mano en mano con una precisión cronométrica, mientras en el asador chirriaba un medio costillar de vaca, cuya grasa, al destilar de a gotas sobre el fuego, levantaba pequeñas llamas azuladas que iban, fugaces, a alumbrar débilmente las paredes ennegrecidas por el hollín, quebrándose, ya en el cabo de una tijera de esquilar clavada en el quincho, ya en la argolla de un lazo que pendía de un tiento en unión de las boleadoras y del rebenque de cabo trenzado y con virolas de plata, que se conservaban como un tesoro.
A cada titilación del friego, el perro favorito que -previas unas diez vueltas circulares con la cabeza casi pegada a la cola- se había echado a la derecha de su amo, abría un ojo, lanzaba una mirada perezosa y soñolienta al asador y un gruñido a las pulgas que le fastidiaban y volvía a amodorrarse, esperando su parte en el asado.
De vez en cuando llegaba a nuestro oído el balido de alguna vaca que llamaba a su cría allá a lo lejos, el mugido perezoso de algún buey que buscaba a su compañero, echado en alguna hondonada pastosa, rumiando despacio las yerbas fragantes almacenadas durante el día, o bien el grito entrecortado de los teros alarmados por algún peludo, merodeador de macachines y bibíes, o por el trote disimulado y temeroso de algún zorrino o comadreja, grandes piratas de la maleza, siempre a caza de nidales sin vigilancia.
De repente el perro levantó la cabeza, movió las orejas, y se quedó inmóvil, mientras el viejo -su rival en buen oído- decía:
-¡Anda gente... viene para acá!
Y volvimos a caer en el silencio, a la espera de los viajeros nocturnos, raros por cierto en aquel rincón apartado.
El perro se puso de pie y silencioso salió a la carrera, con el pelo del lomo erizado y la cola gacha, para disimular su volumen a la vista de un observador cualquiera: iba de avanzada a hacer un reconocimiento y tomaba sus precauciones.
Pronto oímos sus ladridos furiosos y entrecortados, como si al lanzarlos saltara, y el galope apresurado de un caballo que venia jadeante.
Y salimos al patio, a tiempo para ver al nocturno visitante, que avanzaba impasible a todo lo que daba su caballo, mientras el perro corría a su lado ladrando y como queriendo cerrarle el camino.
Luego que llegó a nosotros se detuvo de golpe y exclamó:
-¡Güenas noches les dé Dios…, señores!
-¡Güenas noches, amigo -dijo mi huésped-, abajesé, si gusta!
El visitante afirmó una mano en la cruz de su caballo y se tiró al suelo, boleando el cuerpo y conservando en su mano una de sus riendas: el caballo, que era un oscuro, no tenía más que el bozal, el freno y un cuero de carnero, por todo apero.
-Señores -dijo con voz segura-, soy un mozo que anda en desgracia y busco un hombre que me ayude… -¡Mande, amigo, y si se puede...!
-¡Mi caballo está aplastao y me sigue una partida!
-¡Che! -dijo el viejo dirigiéndose al muchacho y con un sentimiento de delicadeza y previsión de que después me di cuenta -andá, monta en aquel que está a soga -y señaló mi caballo- y tráite el colorao grande.
-¡Qué muente en éste, señor!
-¡No, amigo: un hombre en la mala no debe quedarse a pie...!
Y el viejo gaucho me miró, como diciendo: “esto no es nuevo para mí; ¿quién no ha sido medio matrero en su tiempo?”, mientras apaciguaba al perro que, con el lomo erizado y la cola enhiesta, daba vueltas a nuestro alrededor, gruñendo.
Luego entramos los tres a la cocina, después de haber el matrero acercado su caballo a la puerta del rancho, poniéndole las riendas en el pescuezo para evitarse demoras en caso de una sorpresa, y la dueña de casa, previa la contestación a su saludo, le alcanzó el mate, que el hombre tomó con verdadera fruición.
A la escasa luz del fogón, yo lo veía.
Era un hombre alto y delgado, ancho de pecho y espalda, a estar a lo que diseñaba el poncho de lana con pretensiones de vicuña que lo cubría. Por bajo del sombrero chambergo de felpa -medio verde por el uso- brillaban dos ojos negros, chiquitos y vivos, más bien de expresión picaresca, sombreados por unas cejas negras y pobladas que se unían sobre la nariz fina, de corte aguileño no muy pronunciado, que era la mayor prominencia en una cara más bien larga, angulosa y encuadrada en una barba escasa y descuidada.
Sus pies descalzos se revelaban de domador: combados hacia adentro y con los dos primeros dedos, gordos y macizos, separados a fuerza de apretar la estribera; una de las piernas la cubría un calzoncillo de puño prendido sobre el tobillo, mientras la otra lo ostentaba arremangado sobre la rodilla.
Concluyó el mate y dijo mirando al asado:
-Hace dos días que no como ni duermo. ¡Me ha tenido mal la polecía!
-¡Hum...! -dijo mi huésped, qiie parecía no gustaba saber de vidas ajenas.
-Estábamos en un baile y pelié con un sargento. ¡Pobre... quedó junto a unas vizcacheras!
-¿Lo dejó boca arriba? -dijo el viejo lentamente, como temeroso de haber dicho una imprudencia.
-¡No, señor, lo di güelta! -y el gaucho bajó la vista como por modestia.
-¡Más vale así! -y encarándose conmigo para darme una lección- el que deja un dijunto boca arriba es al ñudo que matreree: ¡tiene que cáir! ¿Y aura qué va a hacer, amigo?... ¡y perdone!
-¡A matreriar, señor..., hasta que me compongan!
El asado estaba a punto y la dueña de casa, inclinándose sobre el fuego, desclavó el asador y lo dio a su marido que vino a clavarlo cerca de la puerta mientras ella alcanzaba el viejo porrón que contenta la salmuera y el plato de lata con unas cuantas galletas.
Rodeamos el asador, y el viejo, viendo que el matrero no hacia ademán de cortar, se fijó en él y habló algo con su mujer, que, a poco, volvió con una cuchilla enorme metida en su vaina correspondiente: tomándola él, se la pasó al hombre desarmado, diciéndole:
-¡Tome amigo y que sea pa güeno! Una chispa brilló en los ojos del gaucho, que exclamó:
-¡Bien aiga, don...! ¡Con ésta y el flete, ni aunque sea contra el ejército e liña...! ¡Porque, eso sí..., a mí no me agarran vivo!
Se conocía que el hombre habla criado confianza en el porvenir al sentir entre sus dedos aquella hoja de acero: el arma era para él la vida.
Llegó el muchacho con el caballo: nuestra cena había concluido.
El campo seguía silencioso y tranquilo: no se movían ni las pajas.
Salimos al patio y el matrero miró de reojo el caballo que se le daba: con una mirada conoció sus cualidades.
-¡Este pingo -que le dejo, don…, es güeno, mejorando lo presente! Tengameló sin cuidado que naides lo conoce... yo he de volver alguna vez y... ¡que Dios le pague lo que ha hecho hoy por mi...!
El hombre estaba emocionado y para disimular su emoción saltó al caballo y partió al trote, sin decir ni adiós: quizás llevaba en la garganta uno de esos sollozos que son verdadera angustia.
El viejo volvió a la cocina seguido por mí y luego que estuvimos sentados, dijo, con calma, sereno:
-¡Es triste tener que juir y buscar la soledá...! ¡El hombre se hace una fiera!
-¿Por qué no le preguntó el nombre?
-¿Pa qué...? ¡Con saber que es un hombre... ya está!
-¡Convenido! ¡Pero ayudar así a un desconocido, quizás un pillo...!
-¡Una mano lava la otra y las dos lavan la cara...! ¡Yo sé lo que es eso, señor... no siempre he sido osamenta!
Y miró a su vieja compañera, como evocando cuadros de una vida ya lejana, perdidos, borrados por el tiempo, pero siempre queridos.
Y volvimos a caer en el silencio dominador de la llanura, mientras, allá a lo lejos, se oía el grito de un chajá dando quizás el quién vive al gaucho que, cauteloso, vadeaba el arroyo que serpenteaba entre las colinas, manso y callado.
En una entrevista digital con los lectores de EL PAÍS, el navarro ha señalado que "el fin de la lucha armada se conseguirá a través de la lucha política y en ese ámbito los avances son irreversibles". En cualquier caso, alerta de la posibilidad de que se produzca una escisión del sector más duro de la banda, "un IRA auténtico también en ETA". "Si surgiese", continuó, "estaría condenado al fracaso y si, lo decimos, es precisamente para evitar la tentación". Para él, "los objetivos políticos hay que ganarlos en el foro de la política".
A preguntas de los internautas, ha criticado que el Gobierno de España apueste únicamente por la vía policial. "El gran déficit de Europa", comentó, es "querer poner remedios policiales y militares a lo que son problemas políticos, lo cual va en contra de la solución de esos problemas e incluso de la imagen de la policía, que tiene que ser una institución garante de la convivencia y de la democracia". Para Zabaleta, "Batasuna tiene derecho a presentarse porque no hay ciudadanos ilegales y no debería, por lo tanto, haber partidos ilegales".
WASHINGTON.- En un país políticamente dividido no sorprende que el periodismo esté dividido. Como en otras democracias polarizadas de América latina, las divisiones políticas atraviesan el periodismo argentino. Como nunca desde la restauración democrática, la profundización de diferencias, peleas públicas y acusaciones cruzadas entre periodistas y medios de prensa cobraron notoriedad.
Dentro de este debate, se ha reflotado la idea del "periodismo militante" como modelo deseable. A pesar de ser comúnmente utilizado en la política argentina, no es claro qué significa "militante" cuando se usa para adjetivar al periodismo. ¿Es aquel que defiende un gobierno o partido más allá de errores, secretos y contradicciones? ¿Es el que defiende sus convicciones sin importar cómo las demandas sociales se transforman en políticas públicas? ¿Es ideológicamente puro o es una criatura de la realpolitik dispuesta a tolerar cualquier negociación política? ¿Es el periodismo que informa sobre cuestiones que estrictamente calzan en la agenda política de un partido o gobierno? ¿Es el periodismo que, autonombrándose voz legítima de la voluntad popular, ignora que lo "popular" representa una sociedad civil con múltiples demandas, necesidades, conflictos e intereses?
La idea de "periodismo militante" como apéndice de un partido o gobierno es problemática para la democracia no necesita una prensa que sirva de portavoz de ningún oficialismo.
Idealmente, el periodismo debe ser escéptico frente al poder y no ser crítico según el color político o ideológico de quien detente el poder. Debe mostrar los datos de la realidad porque los gobiernos y partidos tienden a producir y creer en sus realidades. Debe investigar los pliegues del gobierno porque el poder inevitablemente mantiene lugares oscuros. Debe poner la lupa sobre problemas que necesitan atención pública y no justificar la noticia según la razón partidaria. Debe estimular a los ciudadanos a conocer lo que ignoran en vez de confirmar sus preconcepciones militantes. Debe incrementar oportunidades para la expresión de la ciudadanía y organizaciones civiles y no ser ventrílocuo de quienes están rodeados de micrófonos. Debe marcar los errores y olvidos a cualquier oficialismo y no ayudar a cubrirlos cualquiera sea la justificación. Como destacó Walter Lippmann, uno de los columnistas más influyentes en los Estados Unidos durante el siglo pasado: "Sin periodismo crítico, confiable e inteligente, el gobierno no puede gobernar".
El mejor periodismo no es aquel que marcha encolumnado detrás de un partido o gobierno. La última década de la prensa mundial confirma que el buen periodismo no tira rosas al paso de los funcionarios o barre la basura bajo la alfombra en nombre de la lealtad partidaria. El periodismo que denunció torturas en Abu Ghraib, mostró la desidia oficial durante la catástrofe disparada por el huracán Katrina, reveló recurrentes problemas de seguridad en la explotación minera global y analizó el casino del sistema financiero después de la crisis de 2008, se basó en principios similares: desconfiar de la palabra oficial, recoger información de forma independiente y mostrar una realidad desconocida por el gran público y ocultada por el poder.
En los Estados Unidos, el periodismo contemporáneo más interesante, como el que se practica en ProPublica, La Voz de San Diego, The Saint Petersburg Times o la Cadena Nacional de Radio Pública, cultiva las virtudes del periodismo como actor cívico más que como miembro orgánico de un partido. Ni The Independent o The Guardian, en Inglaterra, otros ejemplos del mejor periodismo actual, se ponen la camiseta de partidos o gobiernos, aunque frecuentemente toman posiciones claras (ubicadas a la izquierda del espectro político) sobre una amplia gama de temas.
Que el periodismo mantenga distancia del poder no implica que jamás indique aciertos oficiales o tenga convicciones y posiciones claras sobre determinados asuntos. La diferencia es informar sobre la base del compromiso con principios democráticos -igualdad de derechos, tolerancia a la diversidad, respeto a la diferencia de opiniones, acceso a oportunidades de expresión, rendición de cuentas, transparencia del uso de recursos públicos, participación amplia- o la adhesión a gobiernos de turno y plataformas partidarias.
Asimismo, las experiencias en otras democracias muestran que el "periodismo militante" privilegia la opinión frente a los datos. Si consideramos el caso de la cadena Fox en Estados Unidos o gran parte de la prensa española, vemos que la tendencia es ignorar datos que contradicen convicciones ideológicas. Se justifica presentar información sesgada para confirmar las certezas militantes y regocijar a los funcionarios aliados. El pensamiento crítico del periodismo es reemplazado por el acatamiento del militante. Cuando la opinión abunda, escasea el periodismo que recaba datos originales y verifica promesas y pronunciamientos políticos. Analizar información o hacer investigaciones propias es más costoso que aplaudir lo que dice el oficialismo o la oposición.
Contraponer el periodismo como guardián público frente al "periodismo militante" no implica asumir que la prensa sea efectivamente autónoma. En todo el mundo, el periodismo no es una isla, sino que es parte de redes complejas informativas, políticas, y económicas. La autonomía del periodismo, tan celebrada de izquierda a derecha, es difícil. Aún en los países donde la radiodifusión pública está sustentada en el principio de independencia del poder político (como la BBC o en los países escandinavos), el periodismo enfrenta dificultades constantes para mantener márgenes de independencia, especialmente cuando informa sobre temas que afectan a encumbrados intereses políticos y económicos. Esta realidad, sin embargo, no justifica abandonar la búsqueda de distancia frente a quienes toman decisiones que afectan a la ciudadanía. La credibilidad del periodismo radica en cultivar espacios de autonomía para informar algo que alguien con poder no quiere que se sepa.
Otra cuestión sensible es el financiamiento del "periodismo militante". ¿Quién paga por la producción cotidiana de noticia, información y opinión? Veamos las opciones. La opción del viejo periodismo partidario, en vías de extinción en el mundo, fue ser financiado por las grandes maquinarias políticas y los afiliados a los partidos. En la Argentina, con partidos en crisis perpetua y con crónicas dificultades financieras, esa posibilidad no parece viable. ¿Dinero de los lectores? Difícilmente sea posible. La última década de acceso gratuito a sitios informativos en Internet confirma que el público lector rara vez está dispuesto a pagar, aun cuando lee religiosamente y depende de ciertos medios para su dieta cotidiana de noticias. Somos un gran universo ávido de noticias, pero sin interés de pagar por el costo de producción, ni siquiera una contribución monetaria mínima. Otra posibilidad, actualmente en discusión en los Estados Unidos y algunas democracias europeas, es la filantropía como sustento del periodismo. Por el momento, esto no parece factible en nuestro país.
Las posibilidades restantes son las clásicas que han sustentado económicamente a la prensa en América latina: publicidad, fortunas personales y dineros públicos manejados por el oficialismo. Si es la publicidad, ¿cómo se condicen los intereses mercantiles con la militancia política? ¿La publicidad militante? ¿El capitalismo partidario? Si son las fortunas personales, es factible imaginar que los intereses individuales de los magnates no siempre coincidan con la mística e ideología militante. Y las fortunas personales invertidas en la prensa son proclives a los vaivenes económicos y acuerdos políticos puntuales.
Si los fondos públicos son el sustento del periodismo militante, obviamente, esto continúa un problema medular y de larga data de la democracia argentina: el uso discrecional de dinero del Estado para sustentar el periodismo oficialista y no, precisamente, el periodismo que sirve al público. Salvo que se intente, al igual que se hizo con diversa suerte en las democracias europeas (como en los Países Bajos), asignar fondos públicos a las fuerzas partidarias representadas en el Parlamento para que tengan su propio periodismo. Tal tipo de política requiere un consenso amplio entre los principales partidos sumado a una radiodifusión realmente pública, inclusiva y transparente. En un país polarizado y fragmentado en partidos y coaliciones que duran una elección, ésta es una ilusión más que una realidad.
Frente a los problemas, la debilidad o la inviabilidad de estas alternativas de financiamiento, ¿cómo se sostiene económicamente el "periodismo militante"?
Hoy en día, no hay modelo ideal de periodismo. Los ideales de la objetividad, la neutralidad y el abstracto interés público no tienen el lustre del pasado. Pregonados por el periodismo norteamericano y la radiodifusión pública inglesa a principios del siglo pasado, estos ideales ya no dominan el imaginario periodístico. Actualmente, hay múltiples periodismos inspirados por diversos principios. La explosión informativa y las presiones comerciales sobre las grandes empresas de prensa trajeron cambios en la concepción del periodismo e impulsaron la búsqueda de nuevas fórmulas. En las democracias europeas, conviven rezagos de la tradición de prensa ideológica con periodismos interesados por tomar distancia de los partidos. En Estados Unidos, la mesura de los diarios tradicionales se contrapone a la opinión ensordecedora de la televisión de cable. Estas tendencias existen en mundos periodísticos orientados a producir información sensacionalista y liviana, noticias rápidas más que sólidas o relevantes para la democracia, y titulares gritones que capturen la atención de la audiencia.
Dentro de este panorama, ningún periodismo que genera respeto dentro y fuera de las redacciones está embanderado con la militancia a favor de un gobierno o un partido. Esto se debe a la persistente sospecha de que el periodismo militante de un gobierno o montado sobre una plataforma partidaria está dispuesto a tirar la información por la borda en nombre de la lealtad y a ofrecer una visión de cerradura más que una visión amplia de la compleja realidad contemporánea.
El periodismo siempre informa desde un lugar determinado, no desde un utópico Olimpo alejado de la vida política y moral de la ciudadanía. Reconocer esta situación no implica abandonar la idea de que el periodismo debe procurar mantener distancia frente a los gobiernos y ser crítico de los dogmas perpetuados por quienes recitan sus verdades.
Se sacrifican los datos cuando la opinión desinformada domina y se usan anteojeras ideológicas para dar información que confirma previas convicciones. Parafraseando a Hannah Arendt, la libertad de opinión se convierte en farsa cuando se ignoran los hechos en función de la ideología o el poder. Tal situación requiere que el periodismo pugne por tener autonomía, respete los datos, y confronte a los gobiernos y ciudadanos con la información que ocultan, desconocen, o rehúsan saber. Esta debe ser la real militancia del periodismo.
El autor es profesor de Periodismo y Comunicación Política en la George Washington University
Mario Diament, Periodista. Dramaturgo. Ex director de El Cronista