.Marta Nebot Periodista
El título de este artículo (aunque esté fatal que yo lo diga y más
para empezar) es bueno y lo es todavía más porque, a pesar de ser
tendencioso (solo para conseguir lectores) también es cierto. La
historia es enrevesada pero prometo que vale la pena llegar al final del
cuento…
En marzo de este año, Sara Flores Romero, una chica de Sevilla de 19
años que estudia marketing y turismo, vio en Instagram (y dudo que la
hubiera visto en otro sitio) una captura de la definición de sexo de la
Real Academia de la Lengua Española. Quedó muy sorprendida e indignada
porque, según la RAE, la definición de “sexo débil” es “conjunto de las
mujeres” y la de “sexo fuerte”, “conjunto de los hombres”.
Sara entonces pensó en organizar una campaña en change.org para
conseguir que estas definiciones salieran de esas páginas y sus amigas
le animaron a hacerlo.
La campaña #Yonosoyelsexodébil ha conseguido, hasta el
momento en el que entrego esta columna, 177.193 firmas; que, según la
plataforma de recogida, son muchas. La evolución de la recogida fue muy
buena hasta mayo, en que se estancó en unas 100.000 y en la última
semana ha pegado un salto espectacular que ha culminado en victoria,
aunque a su protagonista le sepa a poco. La RAE en la revisión de
diciembre incluirá una “marca de uso” en la que se indicará que la
expresión “sexo débil” se utiliza “con intención despectiva o
discriminatoria”, mientras que a la expresión “sexo fuerte” acompañará
otra marca, con la indicación de su uso “en sentido irónico”.
La RAE en su defensa, declara en conversación telefónica con esta
periodista, que ya anunció en marzo que estos cambios se iban a hacer,
al mismo tiempo, que me anuncia que habrá más cambios, como por ejemplo
la inclusión del término “posverdad”; pero que hasta que no sea oficial
que no lo diga como seguro, porque en las reuniones de los académicos,
no se sabe bien lo que va a pasar hasta que ocurre.
Además, afirma que el diccionario no es ni va a ser políticamente
correcto nunca porque lo que pretende es incluir los usos que se hacen
de nuestra lengua. Y tanto Sara como yo, con un salto generacional de
más de veinte años de diferencia, ponemos en duda las dos cosas. A las
dos nos parece bastante políticamente correcto contraponer la definición
de sexo débil, como conjunto de las mujeres, al de sexo fuerte y feo
(que es otra de las acepciones) como el conjunto de los hombres, una
detrás de otra. Sobre todo porque ninguna de las dos habíamos escuchado
jamás las dos acepciones masculinas. El sexo fuerte es claramente otra
cosa y el feo es que si existe.
Además, mi fuente oficial afirma que el mejor canal para tratar de
cambiar algo de este diccionario no es una plataforma de firmas sino un
email al buzón de la Academia. A la pregunta de cuantas veces se ha
cambiado alguna definición en respuesta a una petición en ese buzón, la
respuesta ha sido vaga. Como ejemplo, mi interlocutor, sólo recordaba
que hace un par de años se matizó también la definición de “trapacero”
como gitano porque “vinieron unos representantes de una asociación y
hubo revuelo en prensa”. Es decir, que reconoce que cuando hay lío la
academia piensa (quizás) más deprisa o mejor.
Total, que nunca sabremos realmente qué pesó más para que la RAE (una
institución que cuenta con 8 mujeres entre sus 46 académicos) llegara a
la conclusión de que llamar a las mujeres sexo débil es despectivo y
discriminatorio, pero Sara afirma que el juicio de la Manada y la
celebración del día Internacional contra la Violencia contra las
mujeres, ha recogido más de 70.000 firmas en menos de una semana y que
ella piensa enseñarle con orgullo a los hijos que tenga, esa nueva
página del diccionario que, por fin, deje de defininirnos como el sexo
débil.
Ben Hayes pertenece al
Transnational Institute, un centro de investigación progresista que
cuenta entre sus filas con expertos tan prestigiosos como Susan George.
Hayes lleva 20 años analizando las políticas de seguridad,
antiterrorismo y control de fronteras de los países occidentales.
Compatibiliza sus investigaciones con el activismo en la organización
Statewatch, dedicada a la defensa de las libertades civiles, y ha
asesorado a organizaciones como el Centro Europeo de Derechos
Constitucionales y Humanos (ECCHR), Cordaid, la Fundación Heinrich Böll,
el Parlamento Europeo y la Comisión Europea. Hayes recibe a El Salto
en Barcelona, donde se ha desplazado para intervenir en las jornadas
anuales del Centro Delàs de Estudios por la Paz, que este año se centran
en las relaciones entre comercio de armas y flujo migratorios. Por otro
lado, en 2015 Hayes editó el libro The Secure and the Dispossessed. How the military and the corporations are shaping a climate-changed world
(‘Los protegidos y los desposeídos: cómo los militares y las
corporaciones están moldeando un mundo modificado por el cambio
climático’). En esta obra colectiva, varios autores analizan cómo
ejércitos occidentales y empresas multinacionales conciben el cambio
climático como un reto para la seguridad de Europa y Norteamérica y
proponen como solución una mayor militarización de las fronteras para
impedir la llegada de “refugiados climáticos”. En esta entrevista, Hayes
desvela esta visión securitaria del cambio climático y denuncia un
incremento de la represión contra migrantes y movimientos sociales desde
los atentados el 11 de septiembre de 2001. Hace dos años, la
llamada crisis de los refugiados llenaba periódicos e informativos en
Europa, mientras que ahora se habla mucho menos del tema. ¿Cómo ha
evolucionado la situación desde 2015?
Si miramos atrás, la
imagen que me impactó fue la de refugiadas y refugiados siendo recibidos
con flores y bombones en estaciones de tren en Alemania, hubo un enorme
torrente de solidaridad. Recuerdo a Jean-Claude Juncker, el presidente
de la Comisión Europea, diciendo lo maravilloso que era esto y cómo
simbolizaba el tipo de Europa en la que le gustaría vivir.
Desde
entonces, la solidaridad ha sido erosionada por las políticas del resto
de los Estados europeos –no de Alemania, que ha actuado de forma heroica
en el contexto europeo. Me refiero a las políticas de la Comisión
Europea y el resto de Estados europeos, que han decidido actuar de la
forma más autoritaria y represiva en lugar de aplicar las leyes y normas
europeas sobre refugio, cumplir sus obligaciones humanitarias y
compartir la “carga” (como la llaman). Esencialmente, han decidido una
política que atribuye a Grecia e Italia la responsabilidad de asumir
todos los refugiados y refugiadas que los demás países no quieren, y
esto ha llevado a Grecia e Italia a adoptar posiciones cada vez más
autoritarias y represivas: personas refugiadas alojadas en campos o
directamente deportadas a Turquía. ¿Dirías que la izquierda europea ha tenido una posición clara sobre este tema?
No. Algunos sectores de la izquierda europea han sido claros e
inequívocos, algunos parlamentarios individuales. En relación a los
partidos, creo que el silencio ha sido característico. Todo el problema
ha sido que los partidos centristas se han desplazado hacia la derecha
como respuesta a las posiciones de la extrema derecha sobre personas
refugiadas y migrantes. Y eso ha sucedido con la complicidad de gran
parte de la izquierda, que considera que es una posición imposible desde
una perspectiva electoral. Creo que su silencio es vergonzoso. ¿Te refieres solo a la izquierda socialdemócrata o también a la izquierda alternativa?
Me refiero a los grandes partidos socialdemócratas y de izquierda, que
se identifican con la izquierda. Creo que los movimientos sociales han
llenado el vacío dejado por estos partidos. Si observas Europa, las
acciones solidarias han sido impresionantes. Una cosa interesante es que
esta solidaridad se ha visto respondida por criminalización y represión
por parte del Estado, es lo siguiente que ha ocurrido. Cerramos las
fronteras y después vamos a por los activistas, los individuos y
organizaciones, ONG que ayudan a refugiadas y refugiados. Mira lo que ha
pasado recientemente en Grecia y en Italia, sobre todo en Italia: hay
un discurso que acusa de ser traficantes de personas a barcos que están
impidiendo que la gente se ahogue. Esto ha llevado a la confiscación de
barcos, un barco de Save the Children ha sido confiscado. Esta narrativa
ha favorecido que haya cuasifascistas atacando a ONG, las oficinas de
Médicos sin Fronteras y Save the Children han sido ocupadas por
fascistas. ¿Crees que el incremento de la represión
contra los movimientos de defensa de las personas refugiadas se ha
expandido a otros movimientos sociales? Totalmente,
creo que es parte de la misma tendencia, que las ONG y fundaciones
denominan el “hundimiento del espacio de la sociedad civil”. Creo que
está habiendo ataques amplios contra movimientos sociales, ONG,
activistas individuales… particularmente contra activistas musulmanes
que protestan contra el impacto de las medidas antiterroristas. No hay
duda de que la represión está aumentando, lo que está muy relacionado
con las narrativas perpetuadas por los Estados y la extrema derecha. ¿Qué
tienen que ver la guerra contra el terrorismo, el incremento de la
militarización de las fronteras y el recrudecimiento de la represión
contra activistas? Creo que
la mejor manera de observar esto es entender el contraterrorismo como
una ganzúa y un contaminante. Después del 11 de septiembre de 2001,
todas las disposiciones legales otorgando nuevos poderes a la Policía,
alargando los periodos de detención, leyes de emergencia… nos dijeron
que todas estas medidas serían temporales y que eran necesarias para
combatir una amenaza terrorista clara y real, pero lo que hemos visto en
poco tiempo es que ya no son medidas excepcionales, sino que están
completamente normalizadas y se han extendido por todo el sistema
ordinario de justicia penal.
Mira lo que ha sucedido en relación
con el movimiento Black Lives Matters; la militarización de la Policía
es un resultado directo de todo el dinero que se ha destinado a
seguridad interior. No estoy diciendo que el terrorismo no sea una
amenaza real, pero se puede debatir cómo combatirlo. ¿Qué pasó en la
cumbre sobre cambio climático en París, en 2016? Se celebró unos meses
después del atentado de Charlie Hebdo, bajo un estado de
emergencia, y se mantuvo en detención domiciliaria a activistas
ecologistas, aplicando legislación antiterrorista. Policías
paramilitares con metralletas, destinados a la lucha contra el
terrorismo, hicieron registros en viviendas de activistas ecologistas.
Hay enormes problemas de exigencias de responsabilidad a la policía en
relación a violaciones de derechos humanos.
Esto no debería
sorprender a nadie, sucedió exactamente lo que activistas y ONG estaban
advirtiendo que pasaría después del 11 de septiembre de 2001. Se adoptó
una definición amplísima de “terrorismo”, que se podía aplicar a muchas
cosas. En España ya existían disposiciones
antiterroristas excepcionales antes del 11 de septiembre, incluida la
existencia de un tribunal especializado en delitos de terrorismo –entre
otros–, la Audiencia Nacional. Fue precisamente una jueza de este
tribunal la que decidió el encarcelamiento de varios miembros del
Gobierno autonómico catalán y dos líderes de asociaciones
independentistas hace unas semanas. ¿Hasta qué punto diría que la
tendencia que describe es aplicable al caso español? Creo
que el patrón es esencialmente el mismo. Declaras algo ilegítimo o como
una amenaza al Estado o el interés público y luego lanzas toda la
fuerza del Estado contra eso. Todo empieza con la deslegitimación y eso
se vio en la retórica del Gobierno español y del rey. Y la represión
viene justo después. Hay un nexo directo entre la narrativa, la
retórica, las acciones… y cómo actúa la extrema derecha. Una de las
cosas más impactantes, visto desde fuera, es la impunidad con la que los
fascistas han vuelto a las calles españolas.
De la misma manera,
gracias a la guerra contra el terror la extrema derecha ha podido
reinventarse como un movimiento antiyihadista. Y lo mismo sucede con la
guerra contra la inmigración. Con un proceso similar, hay ataques de
fascistas contra organizaciones solidarias. ¿Qué alternativas a esta estrategia represiva debería proponer la izquierda? La
situación en la que estamos ahora es la consecuencia de 15 años de un
discurso que dice que los derechos humanos son un obstáculo para la
seguridad, para un antiterrorismo eficaz. Cada vez que se le quería dar
un nuevo poder a la Policía o aprobar una nueva ley, los defensores de
los derechos humanos salían y decían “no puedes hacer esto”. Y el
argumento siempre era: “Tenemos que hacer esto, es un imperativo de
seguridad”. Y esto es mentira, nos han contado una mentira. Es
perfectamente posible enfrentarse al terrorismo dentro del Estado de
derecho y respetando los derechos humanos. Es necesario recuperar el
Estado de derecho: rendición de cuentas democrática, rendición de
cuentas judicial, reparación por abusos cometidos por la policía. Esto
tiene que ser un punto de partida. La lucha en la que estamos ahora
–especialmente para la comunidad musulmana– es una lucha por derechos
civiles básicos, contra aparatos extremadamente represivos, y el desafío
es recuperar el control democrático sobre las agencias del Estado.
Esta
tarde intervendrá en las Jornadas del Centro Delàs de Estudios por la
Paz (Barcelona) sobre la relación entre tráfico de armas y crisis de
refugio. ¿Qué conexión existe entre ambos fenómenos? El punto de
partida es que la gente que llega está huyendo de guerras brutales. La
mayoría de la gente no quiere irse de su casa, no se van porque piensen
que Europa es la tierra prometida, se van porque sus países han sido
devastados y sus casas han sido destruidas. ¿Cuál es la relación entre
el militarismo europeo y la crisis de refugio? Es muy claro: las
empresas armamentísticas europeas han llenado Oriente Medio y parte del
norte de África de armas e instrumentos represivos. Creo que las cifras
son algo así como 80.000 millones en exportaciones de armas de
multinacionales europeas a Oriente Medio y el norte de África entre 2008
y 2014.No es la única razón de la crisis en la región,
pero no hay duda de que Europa está profundamente implicada en estas
crisis a través de sus acciones de desestabilización y por haber llenado
de armas esos países. Las mismas empresas que están exportando estas
armas son las que se están beneficiando de la militarización de las
fronteras de la Unión Europea. La UE no tiene ninguna respuesta política
humanitaria, en absoluto. Cada oportunidad que ha tenido de respetar
los tratados, los compromisos recogidos en el Derecho europeo, ha
elegido abdicar de esas responsabilidades y adoptar una perspectiva
represiva. Ha llovido dinero para el control de fronteras, con diseños
altamente militarizados, distópicos, que han beneficiado principalmente a
las mismas empresas que están llenando Oriente Medio de armas. ¿Hasta qué punto está relacionado el cambio climático y el crecimiento de los flujos de personas refugiadas? Creo
que no está tan claro. Hay pruebas de que el cambio climático actúa
como lo que los estrategas de seguridad denominan un “multiplicador de
amenazas”: ha contribuido a agravar problemas que ya existían, como el
malestar social y movimientos de población, sobre todo dentro de países
específicos. Soy un poco escéptico respecto a la narrativa en torno a
los refugiados climáticos, porque creo que está siendo promovida por
fuerzas muy regresivas como una manera de decir “mira, mil millones de
personas van a tener que abandonar sus casas en unas décadas, no podemos
asumir toda la miseria del mundo, así que la única solución será
militarizar más las fronteras para mantener a esta gente fuera”. También
soy prudente porque no hay pruebas de que el cambio climático sea
todavía un motor importante de los desplazamientos de población.Dicho
esto, si miras las previsiones sobre el cambio climático y las
condiciones sociales y económicas en las que viven muchas de estas
personas, es probable que el cambio climático juegue un papel cada vez
más importante en el futuro [respecto a los desplazamientos de
población]. ¿Cuál debería ser la perspectiva de los
movimientos progresistas europeos sobre los desplazamientos de
población: subrayar que es probable que aumenten las cifras de personas
refugiadas por el cambio climático o centrarse en que hasta ahora se
trata de cifras manejables para los países europeos?
La
segunda, claramente. Hay una crisis humanitaria, la gente se está
ahogando como animales en el mar. Nosotros, los europeos, estamos
permitiendo que eso suceda. Si miras los países del mundo en los que hay
más refugiadas y refugiados, solo hay un país europeo entre los diez
países que más personas acogen: Alemania. Los otros nueve países están
en África y Oriente Medio. ¿Europa podría gestionar las cifras actuales
de personas refugiadas, teniendo en cuenta la población europea –500
millones– y la riqueza del continente? ¡Por supuesto que podría!
Incluso
si miras solo las cifras de personas refugiadas que hay ahora mismo en
Italia y Grecia; si el resto de países europeos hubieran cumplido el
compromiso que contrajeron de acoger a parte de esas personas, la
llamada crisis sería mucho menos grave de lo que es ahora. Han abdicado
completamente de sus responsabilidades y, como consecuencia, algunos de
los países menos capaces de afrontar la situación –Grecia e Italia– han
sido abandonados con la carga. Y esto está reforzando a la extrema
derecha y la xenofobia en esos países, porque ahora pueden decir: “Mira,
ya basta”. Y esto está forzando soluciones cada vez más autoritarias y
represivas en ambos países y fracturando las sociedades. Italia está
dividida, la crisis de refugio ha dividido Italia, ¿dónde está la
solidaridad? En su libro The Secure and the Dispossessed
(2015) explica cómo el cambio climático cada vez es más claramente
analizado como una amenaza, como un tema de seguridad. ¿Qué implica esta
perspectiva?
A lo largo de los últimos años, ha estado
formándose este discurso político, paralelamente al fracaso de los
países ricos a la hora de hacer los esfuerzos necesarios para
enfrentarse al cambio climático. Está claro que no hemos hecho lo
suficiente, está claro que no vamos a cumplir los objetivos. De forma
correlacionada con eso, tienes analistas de seguridad que empiezan a
decir que, al margen de las medidas que tomemos respecto al cambio
climático, el cambio climático va a agravar los problemas a los que se
enfrenta el mundo. Potencialmente va a provocar conflictos, movimientos
de refugiados, escasez de recursos, guerras por los recursos… Los
actores que formulan estos argumentos dicen: “Bueno, no vamos a detener
el cambio climático, lo que vamos tener que hacer es enfrentarnos a las
amenazas que va a provocar”. Quienes defienden estos argumentos son
militares estadounidenses, analistas estratégicos europeos. La pregunta
que te tienes que hacer es: “¿Qué tipo de seguridad se sugiere como
respuesta a todo esto?”. Es más de lo mismo: fronteras militarizadas,
más dinero para fuerzas militares…
Es una cuestión de discurso:
una vez que empiezas a decir que el cambio climático es una amenaza a la
seguridad, eso erosiona la solidaridad necesaria para ayudar a la gente
que está más en peligro por el cambio climático. El cambio climático
tendrá más impacto en las regiones más pobres del mundo. En lugar de
presentar a estas personas como gente a la que los europeos –los más
ricos del mundo– deberían ayudar, los presentan como una amenaza:
multitudes de personas de color dirigiéndose a Europa. Sin que haya
pruebas reales para sugerir esto. Y nada de esto es inevitable, por
supuesto. Hay una gran base empírica para decir que sin intervenciones
militares, con más solidaridad y unidad de la gente… la solución a
crisis es una parte de nuestra historia, de la historia de la Humanidad.
Este discurso tiene un punto en común con muchos discursos
ecologistas, que es el catastrofismo, la idea de que nos dirigimos hacia
una situación apocalíptica. No parece que este tipo de discursos haya
conseguido articular una movilización masiva contra el cambio climático,
mientras que sí ha habido movimientos sociales masivos contra las
políticas de austeridad, por ejemplo. ¿Crees que el movimiento
ecologista se ha equivocado en su discurso?
No estoy seguro de
que el movimiento contra el cambio climático haya presentado las cosas
tan mal. Creo que es inevitable, cuando estás intentando transmitirle a
la gente la realidad potencial, todo lo malo que puede ser, creas esta
visión negativa. Porque es verdad, nada de esto es bonito.
Sin
embargo, creo que hay dos lecciones. Primero, que presentar solo
visiones negativas y distópicas es enormemente desempoderador. Hace que
la gente se sienta aterrorizada y desesperanzada. El segundo problema
es, cuando tienes un país como Estados Unidos, donde el debate sobre el
cambio climático es tan prehistórico, algunos movimientos ecologistas de
izquierda han saltado diciendo: “Mira, mira, los militares están
tomándoselo en serio, esto es bueno porque por fin alguien está
mostrando la realidad”. Pero esto significa asumir esta respuesta
militarizada al cambio climático, que ya se está aplicando. La respuesta
humanitaria a los desastres naturales tiene un carácter cada vez más
militarizado, que implica desplegar tropas en el terreno. En
uno de los capítulos de tu libro, Nick Buxton y Pablo Solón defienden
que la lucha contra el cambio climático debería centrarse más en la
responsabilidad de las empresas de combustibles fósiles y en cómo
desmantelar una economía basada en estos combustibles que en la
reducción de emisiones. ¿Qué opinas de esta posición? Es
así. El análisis del problema debe partir de la principal gran causa
del problema, y está bastante claro que el conjunto de la economía está
basada en el extractivismo y en el poder de la industria de los
combustibles fósiles. Al mismo tiempo, tenemos que ser conscientes de
que no basta con manifestarse contra estas empresas y esperar que se
vayan, también hay que promover una alternativa. Y eso está sucediendo
en cierta medida.
La
misión de Audrey Azoulay, directora general de la Unesco es contribuir
durante cuatro años a la consolidación de la paz, pero también a la
erradicación de la pobreza, el desarrollo sostenible y el diálogo
intercultural mediante la educación, las ciencias, la cultura, la
comunicación y la información
Audrey Azoulay. Cargo actual: Directora de la Unesco. Edad: 45 años. Lugar de nacimiento:
París, Francia. Formación académica: Es egresada de la École Nationale
d’administration (ENA), posee una maestría en administración de empresas
de la Universidad de Lancaster (Reino Unido) y una licenciatura en
Ciencias Políticas del Institut d'etudes politiques de París.
La francesa Audrey Azoulay es desde el 15 de noviembre la nueva
directora general de la Unesco. La funcionaria manifestó su voluntad de
hacer de la organización un espacio para el diálogo, en un mundo
marcado por las confrontaciones, según expresa PL, luego de que 131
países votaran por ella el 10 de noviembre en la 39 Conferencia General
de la ONU.
La alta funcionaria nació en París en 1972 en el seno de una familia
judía. Comenzó su carrera en el sector público audiovisual francés, fue
relatora del Tribunal de Cuentas de Francia y asesora jurídica de la
Comisión Europea en los ámbitos de la cultura y la comunicación.
Además, ocupó sucesivamente los puestos de vicedirectora de Asuntos
Multimedia, jefa de Finanzas, asesora Legal y subdirectora General del
Centro Nacional de la Cinematografía de Francia (CNC).
En el 2014 fue nombrada consejera de cultura del presidente François
Hollande y dos años después, el 12 de febrero del 2016, ministra de
Cultura de Francia desde febrero del 2016 a mayo del 2017. Abandonó el
cargo en mayo de 2017 con el triunfo en las elecciones presidenciales de
Francia de Enmanuel Macron y se dedicó a preparar su candidatura para
la dirección de la Unesco presentada el 15 de marzo del 2017.
Según expresa el sitio web oficial de Azoulay en la Unesco, esta
funcionaria está comprometida de forma activa con la innovación, el
diálogo intercultural e intergeneracional para hacer avanzar la
educación para todos y la difusión del conocimiento científico y
cultural. Lanzó un plan internacional a favor de la diversidad cultural a
través de los libros. En el centro de su programa está la educación
como centro de desarrollo y de igualdad entre hombres y mujeres,
refundar la misión cultural para la Unesco, convertir a esta
organización en un actor de referencia del desarrollo sostenible y foro
intelectual al servicio de los valores universales, así como aumentar la
eficacia de esta organización en beneficio de todos.
Muchos son los retos para Azoulay, pero uno de los más importantes es
afrontar la retirada de Estados Unidos de la Unesco anunciada el 12 de
octubre del 2017, que se hará efectiva el 31 de diciembre del 2018. Su
mero anuncio lacera en gran medida esta organización por las posibles
implicaciones, tanto políticas como económicas.
Más allá del simbolismo de la salida norteamericana, resulta
llamativo que este país anuncie el abandono de una organización que vela
por derechos humanos básicos como la educación, la cultura, la ciencia y
la información.
Las relaciones se habían lacerado desde antes y el gobierno
estadounidense había acumulado una deuda de más de 500 millones de
dólares con esta organización, al congelarse su aporte financiero en
respuesta a la entrada de Palestina como miembro con pleno derecho.
Muchas de las acciones en favor de la educación, la ciencia, la
cultura y la comunicación que se realizan a nivel mundial y en Estados
Unidos serán afectadas cuando el país norteño materialice su decisión.
Entre las misiones de la Unesco está el diálogo intercultural e
interreligioso, el desarrollo sostenible, la atenuación de situaciones
naturales, la salvaguarda del Patrimonio Cultural en situaciones de
emergencia o los centros de aprendizaje comunitarios.
La misión de Audrey Azoulay, directora general de la Unesco es
contribuir durante cuatro años a la consolidación de la paz, pero
también a la erradicación de la pobreza, mediante la educación, las
ciencias, la cultura, la comunicación y la información. Una misión
difícil de realizar en un mundo con tantas confrontaciones mundiales,
hambre, destrucción de la naturaleza e irrespeto a la diversidad
cultural, pero no imposible.
Imágenes de las cargas policiales en la manifestación del 4 de diciembre de 1977 en Málaga.EL PAÍS
Es mediodía del 4 de diciembre de 1977 y un joven de 18 años se desangra en una acera de Málaga,
herido de bala. Dos millones de andaluces se manifestaban ese día, en
todas las ciudades, con los diputados de la legislatura constituyente.
El lema era Libertad, amnistía y Estatuto de Autonomía.
En la capital de la Costa del Sol, travestida por la lluvia, el
ambiente familiar de la marcha se desarma cuando un joven escala por la
fachada de la Diputación para colgar la bandera blanquiverde que había
prohibido su presidente, un franquista duro de miopía cerril. En ese
momento se da orden a los antidisturbios de lanzar una carga; y las
lecheras desatan el caos de sirenas entre humo y una lluvia de bolas de
goma por las aceras mojadas.
La estampida colisiona con el retorno de la cabecera en la Alameda.
Frente al cuartel de la Policía Armada hay piedras e insultos y se
responde con disparos al aire. Algunas balas, sin embargo, no apuntan al
cielo encapotado. Así se inician dos días de furia en la ciudad,
sitiada por los antidisturbios en estado de excepción. Pero una trama de
silencios y complicidades iba a enterrar la verdad. La Mesa del
Congreso acaba de vetar, transcurridas cuatro décadas, la difusión de
las actas de la comisión parlamentaria; mientras la izquierda se disputa
la fecha del 4-D con el legado moral del andalucismo.
Retrato de García Caparrós.EL PAÍS
Treinta años después de 1977, más allá del ritual de llevar flores al último lugar donde se vio con vida a Manuel José García Caparrós,
se había impuesto el olvido. Sin embargo, una secretaria judicial, al
esperar cada día el ascensor ante al archivo de los juzgados, sentía la
quemazón de investigar. Se llama Rosa Burgos, y era 2004: “Yo me
manifesté festivamente en Granada aquel día, siendo estudiante de
Derecho, y allí me sacudió el estupor de ver a un joven muerto por hacer
eso mismo…”.
Para ella no fue fácil obtener el permiso y durante meses se dedicó a
buscar el expediente cada saliente de guardia en los sótanos insalubres
del antiguo Hotel Miramar, en esos años Palacio de Justicia, siempre
bajo vigilancia. Cuando logró dar con los legajos, se los arrebataron.
Sólo pudo hacer una foto con el móvil para disponer de una prueba de su
existencia. Y comenzó otro vía crucis para su entrega, no antes de
dictarse auto de prescripción. Entretanto, viaje a viaje a Madrid, logra
acceder a las actas de la comisión parlamentaria del caso.
Sólo la tenacidad de esa mujer sin método de historiadora pero con una
determinación a prueba de todo, sacó la muerte de García Caparrós del
armario.
Su trabajo se prolongó tres años. Por primera vez se identifica el
lugar del disparo, no donde lo recogen desangrándose para subirlo a un
Simca, después desaparecido, en el que moriría antes de llegar al
hospital; por primera vez se cuenta cómo se invalidó la prueba de la
bala que había señalado a la Policía Armada; por primera vez se
identifica a los testigos silenciados; por primera vez se muestra la
laxitud investigadora que, entre inhibiciones, trató de liquidar todo
por la vía rápida en las semanas siguientes; por primera vez, aunque con
prudencia, se apunta la autoría. Y además se pone en evidencia la trama de complicidades que destaparía también la comisión de investigación
hasta atribuir los hechos a la situación socioeconómica de Málaga, como
recuerda irónicamente Carlos Sanjuán, diputado del PSOE. Cuando Rosa
Burgos concluyó su libro, ninguna institución –ni Ayuntamiento, ni
Diputación ni Junta de Andalucía, aunque todas han concedido a Caparrós
los honores de Hijo Predilecto– se presta a publicarlo. Lo haría una
pequeña revista de Málaga: El Observador. El caso seguía siendo tabú, más allá de la retórica oficial.
Informe pericial del arma.
Diez años después de La muerte de García Caparrós, Rosa Burgos ha publicado Las muertes de García Caparrós, ahora en plural, de nuevo con El Observador,
que se presenta este miércoles en víspera del 40 aniversario. “El
plural se debe al sentimiento de que Manuel José sigue muriendo por
dejación institucional”. Le indigna ver la placa colocada en 2002 de "La
Ciudad de Málaga en recuerdo de D. José Manuel García Caparrós" con el
nombre equivocado y en el sitio equivocado –paradójicamente hoy
convertido en Lugar de la Memoria Democrática– sin aludir siquiera a los
hechos. “Esa placa lo mismo podría recordar a un médico ilustre”, se
lamenta. También le entristecen las declaraciones oportunistas de
dirigentes políticos siempre apelando a la verdad que nunca les ha
interesado. Como recuerda Fernando Rivas, editor de El Observador,
“ningún partido ha hecho nada, aunque unos han hecho aún menos que
otros. A la derecha se le supone, pero el PSOE ha estado en todas las
instituciones, y también IU en la Diputación y la Junta”.
Del trabajo de Rosa Burgos queda un relato muy alejado de la comisión
parlamentaria demasiado complaciente. La investigación a cargo del
superior del autor del disparo se saldó rápidamente con un escrito al
juzgado: “No se puede determinar qué persona causó la muerte por el
desorden y agresividad de los manifestantes”. Un testigo contó cómo el
actual alcalde de Málaga, entonces diputado de UCD, vio a policías con
la pistola en la mano y les conminó a enfundarlas al haber mujeres y
niños; pero el cabo primero M.P.R. replicó “también los policías tenemos
mujeres y niños”. Poco después de la muerte de Caparrós, su pistola fue
dada de baja y a él se les trasladó a otra localidad. Con el tiempo se
limpiará la bala. “La muerte de Caparrós fue consecuencia de la
persistencia del franquismo en las fuerzas del orden durante la
Transición”, apunta el historiador Fernando Arcas. El día 9 de aquel
diciembre, el ministro Martín Villa visita Málaga y el diario Sur
publica una frase suya estremecedora: “Tratamos de crear un cuerpo de
orden público al que únicamente tengan que temer los delincuentes”.
Lo asombroso es que el secretismo y las complicidades se mantuvieran
tantos años. Como la investigación judicial, tampoco la comisión
parlamentaria, cuyas actas secretas publica El Observador en su web,
quiso responsables. Todo parece dar la razón a quienes, como la
diputada Eva García Sempere, hablan de “pacto de silencio en la época
para que nada empañara la Transición”. También Rafael Escuredo evoca
esas sombras. Hoy las actas están protegida, y cuando Rosa Burgos
interroga a los funcionarios que a ella sí le permitieron acceder a esa
documentación, la respuesta es “eran otros tiempos”. De 2005 a 2017,
ella siente que la democracia ha dudado de sí misma.
“Se llamaba Manuel, tenía dieciocho años y era de Málaga. (Todo eso
me ha pasado a mí). Le han asesinado de un balazo por la espalda. (Si a
mí me sucediera eso, posibilidad que ningún español debe descartar)…”,
comenzaba un día después su columna de Arriba el poeta y articulista Manuel Alcántara, nacido en Málaga. Al borde de cumplir noventa, aún recuerda la furibunda reacción de El Alcázar
contra él. La policía era intocable, y había que proteger a aquel cabo
de la Policía Armada del que repetir sus iniciales no consuela a nadie.
Murió hace pocos años, mientras García Caparrós sigue muriendo en la
misma esquina equivocada donde se cruzó con el destino, de calibre 9mm.
El oficialismo nacional está recorriendo un camino a paso acelerado
hacia la barbarie. En ese devenir, y luego de las elecciones en donde
resultara claro triunfador, ha profundizado su sesgo ideológico de
derecha pura y dura en el campo de lo político y lo institucional. O lo
que es lo mismo: pareciera haberse decidido a “reforzar lo propio”,
siendo lo propio una minoría intensa y desatada en su afán revanchista,
represor, clasista y demonizador de cualquier expresión cultural de
sesgo popular, desde las más masivas hasta las más minúsculas y
aisladas. La otra cara de esta moneda es el control de la opinión
pública, ya sea a través del uso sistemático de sus voceros oficiosos
(que gustan de autonominarse “periodistas independientes”) o de las
campañas planificadas en las redes sociales.
Con eso, por ahora, les alcanza. Y tiene como ventaja “extra” borrar
del campo del debate público la flojísima performance de la economía
real, con numerosas alertas en los terrenos de la producción, las
exportaciones, la calidad del empleo, etcétera. Ni siquiera hay que
postularse como desarrollista para estar preocupado. Los propios
indicadores de la “macro” son de temer: bicicleta financiera imparable y
creciente, inflación que no termina de ceder, aumento del déficit cuasi
fiscal, récord histórico del déficit de la balanza comercial y muchos
más.
Uno no quiere, por formación y por convicción, ser tremendista. Pero
cuesta mucho elegir por cuál empezar a criticar de todas las pésimas
acciones del macrismo.
Voy a detenerme, también por formación y por convicción, en una de
ellas: la utilización que vienen haciendo, por acción u omisión, de las
fuerzas de seguridad de nuestro país. Así como nuestra democracia supo
construir, con esfuerzo y dolor, un consenso político y social básico
acerca de la “cuestión militar” -consenso que, por cierto, está
seriamente cuestionado hoy por más de un gesto de la conducción
política-civil de los mismos-, justo es reconocer que esa misma
democracia (es decir todos y cada uno de nosotros como sociedad) nunca
pude ponerle el cascabel al gato a nuestras fuerzas de seguridad. Y en
este devenir hemos tenido, desde la política, desde el Estado, acciones
por demás contradictorias: desde tratarlos como “enemigos” a los que hay
que combatir, pasando por intentos siempre inconclusos de reformas
democráticas profundas (hola Arslanian, ¿cómo estás?) y llegando a lo
que todo aquel que tenga un mínimo de noción sobre la política real
conoce como los pactos entre “la política” y “las policías” para “la
administración del delito”, que no es otra cosa que la “administración”
misma de esas fuerzas de seguridad.
Hoy nuestro país parece haber pasado de pantalla en esto. Y tenemos
un oficialismo que, o bien explícitamente o al menos en el campo de lo
discursivo, ha dado rienda suelta para que las fuerzas de seguridad de
nuestro país estén desatadas en su accionar represivo institucional. Y
el gesto de apoyo gubernamental está expresado con claridad en las
palabras de los ministros de Justicia y de Seguridad: “Nosotros no
tenemos que probar lo que hace una fuerza de seguridad en el marco de
una tarea emanada de una orden judicial. El juez necesitará elementos
probatorios, nosotros no”. O incluso en la mismísima vicepresidenta de
la Nación, Gabriela Michetti: ““Tenemos que decir que el beneficio de la
duda siempre lo tienen que tener las fuerzas de seguridad que ejerce el
monopolio de la fuerza del Estado para cuidarnos a todos”.
Esto es infinitamente grave. Y no solamente por las consecuencias de
esas represiones (aunque sean estas las más graves por su
irreparabilidad). Es grave también porque vuelve a poner, como en las
épocas más nefastas de nuestra historia, a las fuerzas de seguridad como
“mano de obra” para aberraciones delictivas en tanto “institución”.
Quiero decirlo con claridad: si en el marco de una acción represiva del
Estado un miembro de las fuerzas de seguridad comete un ilícito,
investigarlo, castigarlo y separarlo de esa fuerza es, precisamente,
proteger a esa fuerza de seguridad. Cuando por el contrario, como está
pasando, desde el poder político se apaña o protege ese accionar
delictivo, está obligando a una acción corporativa a la totalidad de la
fuerza, transformado en cómplices de la misma a toda la institución.
Y como aquí somos institucionalistas y estatalistas de verdad, nos
parece una tremenda injusticia para los miles de compatriotas honestos,
trabajadores y respetuosos de la legalidad que forman parte de esas
instituciones del Estado Nación.
El macrismo, amparado en la creación de imaginarios “enemigos
internos” y en una abrumadora campaña de desinformación, debe ser
denunciado con claridad también en este aspecto que hace a los derechos
humanos: están despreciando y convirtiendo en cómplices a las propias
fuerzas de seguridad en su conjunto.
De manera análoga, una responsabilidad extra para las distintas
oposiciones de nuestro país y un tema donde unirse: no hay que permitir
esto. Es abrir las puertas de un infierno que ya hemos vivido. No hay
excusas para deponer diferencias cuando lo que está en juego son ciertas
bases propias del sistema democrático e institucional. No las hay
cuando en el horizonte cercano se entrevé la polvareda de ese malón.
Paremos la mano, todos, antes de que sea más tarde aún.
¿Se puede considerar que Rusia ganó la guerra en Siria?
Jonathan MarcusCorresponsal de Asuntos Diplomáticos
.
Rusia emergió de la crisis siria con su reputación militar y diplomática significativamente mejorada.
Aunque lo logró en medio de una enorme controversia sobre los medios utilizados y de fuertes críticas internacionales.
Moscú
ha asegurado la supervivencia del régimen de Al Assad y al mismo tiempo
ha incrementado su presencia militar en el país. Pero también las
ramificaciones diplomáticas son considerables.
Rusia, y no
Estados Unidos, es ahora el actor de referencia que está auspiciando una
alianza informal entre Irán y Turquía para pilotar el futuro de Siria.
Incluso los saudíes han tenido que llamar a la puerta de Moscú.
Una lectura distinta
El
Kremlin sacó sus propias conclusiones de los conflictos e
intervenciones militares de las dos últimas décadas. Vio con alarma como
EE.UU. y sus aliados elogiaron como el amanecer de una nueva era de la
democracia en Medio Oriente los levantamientos de la Primavera Árabe.
Las conclusiones rusas fueron más pragmáticas y más pesimistas. Y Moscú ha aplicado las lecciones aprendidas en Siria.
Rusia
no vio la rebelión popular allí como el positivo presagio de un nuevo
orden democrático. Más bien lo entendió como parte de una marea más
amplia de inestabilidad en auge en la región que amenazaba con salpicar
las propias fronteras rusas.
Hizo una pragmática evaluación de la
situación. Eligió mantenerse junto a su viejo aliado, el presidente Al
Assad, lo que definió claramente sus objetivos estratégicos. Resultó
crucial que Rusia desplegara la fuerza militar suficiente para llevarlos
a cabo. En resumen, Moscú vio una oportunidad y actuó. El poder aéreo ruso, sus fuerzas especiales y su
material dieron una columna vertebral militar a unas fuerzas de Al Assad
que se desmoronaban, mientras que los aliados de Irán, como Hezbolá y
otras milicias chiitas aportaron los soldados sobre el terreno que tanta
falta hacían.
Juntos permitieron a Al Assad derrotar tanto a las
fuerzas rebeldes como al autodenominado Estado Islámico en amplias
zonas del país. Las tropas del gobierno sirio y sus aliados han recuperado todos los centros principales de población de Siria.
No es que la oposición haya sido totalmente destruida, pero sí está ampliamente desmoralizada.
Como el profesor Joshua Landis, un experto en Siria de la
Universidad de Oklahoma, me dijo una vez: "Queda un número de milicias
que no han cedido y siguen teniendo apoyo del extranjero, pero están
casi exclusivamente concentradas a lo largo de la frontera con Turquía".
"Continuarán dándole problemas a Assad, hasta que los aplaste o se entienda con Turquía sobre qué hacer con ellas".
Landis afirma que "la oposición ha sido ampliamente desmantelada".
"Es
posible que haya células secretas que intenten llevar a cabo ataques en
edificios del gobierno y explosiones en mercados abarrotados, pero el
gobierno de Al Assad demostró una considerable habilidad y crueldad en
destapar esas organizaciones terroristas antes de que estallara el
levantamiento".
Rusia ha alcanzado esta "victoria, si quieren llamarlo así, mediante el simple ejercicio de la realpolitik, con muy poca preocupación por lo que sus muchos críticos llamarían la moralidad de sus acciones". Se alineó con un régimen del que mucha gente cree
que no solo estaba volviendo las armas contra su pueblo, sino que estaba
llevando a cabo crímenes de guerra. Ha protegido al régimen sirio de la
presión de acusaciones fuertemente fundadas de que ha usado el gas
sarín y otras armas químicas prohibidas. La campaña aérea rusa siguió sus propias reglas y usó numerosas bombas "tontas", misiles y otros proyectiles no guiados.
Bombas "tontas"
Estados
Unidos y sus aliados han tendido a usar armas guiadas de alta precisión
en sus operaciones en Irak y Siria. (Estas, por supuesto, también matan
civiles inocentes, a menudo mucho más de lo que los portavoces militares
están dispuestos a admitir). Pero el hecho es que las fuerzas aéreas
occidentales, conscientes, lo que no es menos importante, de la opinión
pública en sus propios países, hacen todo lo posible por minimizar las
bajas civiles. Los mandos rusos no tienen esas restricciones.
Y
en la medida en la que la opinión doméstica en Rusia es un factor para
el presidente Putin, este ha alcanzado el éxito en Siria con
relativamente pocas bajas rusas y un limitado despliegue militar.
Entonces,
¿todo ha terminado para la oposición siria? El profesor Landis dice que
"será muy duro para quienes viven en el exilio mantener una opción
militar siria en el futuro en tanto los vecinos de Siria no estén por la
labor de apoyarlos y prestarles refugios seguros como hicieron en el
pasado".
"Por supuesto", señala Landis, "millones de miembros de
la oposición siria que ahora viven como refugiados fuera del país,
reniegan de Putin y Rusia, y siguen viendo en los gobiernos occidentales
la forma de destruir al régimen sirio y poder retornar".
"Como
los rusos blancos de hace 100 años (los exiliados conservadores opuestos
a la revolución bolchevique) probablemente quedarán decepcionados",
pronostica este experto.
El reto de "la paz"
Rusia se ha asegurado la victoria militar, pero, ¿puede también ganar "la paz"?
Lo cierto es que parece que sale de esta crisis con su influencia diplomática fortalecida.
En muchos sentidos, superó a la administración Obama. Los esfuerzos de
Washington por construir y armar una oposición siria fracasaron en
repetidas ocasiones y eso permitió a los rusos darle mil vueltas al
equipo del presidente Trump.
Algunos aliados de Washington como
Turquía, que venían reclamando hace tiempo la deposición del presidente
Al Assad, decidieron en último momento que necesitaban asegurar sus
propios intereses estratégicos. Para Ankara, se trata sobre todo de
prevenir la emergencia de una entidad autónoma kurda y por esa razón ha
unido su destino al de Moscú y Teherán.
La administración Trump
aún tiene que elaborar una política coherente sobre Siria o, más bien,
para lograr su objetivo más amplio de contener la creciente influencia
regional de Irán. Ahora tiene menos resortes que accionar. El único
elemento exitoso de la estrategia estadounidense ha sido su apoyo a los combatientes kurdos, a los que ha armado.
Si
Estados Unidos mantiene su apoyo a los kurdos podrá, dice Landis,
"castigar al gobierno sirio y mantener su influencia en la región". "Estados Unidos ha ayudado a los kurdos a tomar el
control de la mayoría de los campos de gas y petróleo de Siria. Esto
significa que Siria pasará un periodo de reconstrucción mucho más duro".
"Los esfuerzos de Estados Unidos por mantener a Damasco débil y
empobrecida también limitarán el triunfo de Rusia e Irán en la región. A
nivel estratégico, al elegir alinearse con los kurdos, Washington se seguirá alejando de Turquía, Siria e Irak".
Pero
la postura de Trump sobre los kurdos parece envuelta en dudas, a medida
que aparecen informes que señalan que el presidente ha asegurado a los
turcos que los suministros de armamento se detendrán tras la derrota
militar del autodenominado Estado Islámico.
Como ocurre con
frecuencia con esta presidencia, da la impresión de que estas noticias
han pillado con el pie cambiado a otros miembros del gabinete.
La presión israelí
Un
paso semejante ayudaría a apaciguar a Ankara, pero sería visto como una
traición por los kurdos y podría debilitarlos si el gobierno sirio
decide pasar a la ofensiva.
Rusia también podría afrontar problemas diplomáticos de ahora en adelante. Damasco, Ankara y Teherán están unidas ahora, pero sus objetivos estratégicos a medio plazo podrían diferir.
Moscú
está bajo presión de los israelíes para rebajar la influencia de Irán
en Siria. Quizá Israel no esté en condiciones de ejercer mucha presión
diplomática sobre Rusia, pero tiene claramente la capacidad militar para
influir en el desarrollo de los acontecimientos en Siria si se siente
amenazada. ¿Seguirán entonces Rusia, Turquía e Irán viendo las cosas de la misma manera?
Los
verdaderos planes de Rusia para el futuro sirio no están claros. Ha
colaborado insistentemente con algunos grupos opositores para atraerlos a
los acuerdos de alto el fuego. Pero esto son esencialmente soluciones a
corto plazo. ¿Se mantendrán?
¿Tendrá el régimen sirio los medios
humanos suficientes para mantener el control de las zonas que ha
recuperado? ¿Se quedarán las milicias chiitas y Hezbolá en el país? Y si
lo hacen, ¿a qué intereses servirán? ¿A los de Siria o a los de Irán?
La "victoria" de Rusia, si quieren llamarlo así, está lejos de ser completa. Si Moscú tiene un plan para Siria, se conocen pocos detalles.
Seguramente,
Rusia tiene la sartén por el mango en el incipiente proceso de paz,
pero sus objetivos siguen sin estar claros. ¿Seguirá Al Assad siendo un
elemento inamovible o solamente el régimen que representa?
De todas, formas, Putin cuenta por ahora con muchos
logros que puede capitalizar. Rusia ha mostrado ser un aliado fiable.
Sus efectivos militares han demostrado su capacidad para organizar una
compleja operación expedicionaria. Siria ha provisto además de un
escaparate para los más modernos sistemas de armamento ruso.
En definitiva, Rusia es otra vez un referente diplomático en Medio Oriente, de un modo que no lo era desde comienzos de la década de 1970.
De
hecho, entonces era probablemente una fuerza menguante. Hoy es una al
alza que se enfrenta a unos esfuerzos diplomáticos de EE.UU., en gran
medida, incoherentes.
El poder ruso está de vuelta en la escena
mundial. Y si se deja de lado la miseria y el sufrimiento en Siria, al
que han contribuido todos los actores externos, hay que anotarlo en el
capítulo de éxitos del manual de estrategia del presidente Putin.
ACABO DE VER LA PELICULA ESPAÑOLA "ORO",LA SERIE PARA tv DE LA CONQUISTA DE AMERICA .Y DICEN QUE LA LEYENDA NEGRA ES UN INVENTO?ESTOS SEVILLANOS QUE VIOLAN EN GRUPO Y SE AUTOBAUTIZARON "LA MANADA" SE HAN PASADO UNOS DOS MIL AÑOSCOMO REPRESENTANTES DE HOMO SAPIENS.VIOLANDO,MASACRANDO,CANIBALES DE NIÑOS,MALAS BESTIAS CUYOS REPRESENTANTES SE OFENDEN PORQUE LOS DESPRECIAN,Y SE RIEN DE ELOS.LOS TERCIOS DE FLANDES QUE DESTRUYERON HOLANDA,PINTADOS POR GOYA Y EL BOSCO.SON ESPAÑOLES Y BASTA,AUNQUE ALGUNOS DE LA VERGUENZA DIGAN QUE SON CATALANES
.
Una ofrenda del General de Ejército Raúl Castro,
Presidente de los Consejos de Estado y de Ministros de Cuba, acompaña
las honras fúnebres del destacado combatiente revolucionario Armando
Hart Dávalos, quien falleció este domingo 26 de noviembre
Una
prueba piloto de BBVA y la israelí Wave consigue automatizar con
blockchain procesos documentales del comercio internacional, reduciendo
drásticamente plazos: de unos diez días a poco más de dos horas.
El atún es un pez bastante rápido y acostumbrado a nadar grandes
distancias, pero si hablamos de comercio internacional el atún es un
producto lento, tan lento como una ballena. El problema es el papeleo, y
blockchain puede ser la solución.
Pero, ¿qué tienen que ver la tecnología que sustenta bitcoin y el atún de bote de tu ensalada?
Es la primera vez que blockchain se utiliza para una operación de comercio internacional entre Europa y Latinoamérica
Detrás de un móvil chino, unas zapatillas vietnamitas o un jersey
turco, hay una compleja industria, global, con decenas de intermediarios
y una logística endemoniada. No se trata solo de trasladar enormes
contenedores por los océanos, que también, sino de tramitar pagos,
documentación y seguros entre empresarios que no se han visto ni se
verán en su vida.
Uno de los puntos claves de toda esta documentación es la llamada carta de crédito,
un documento bancario que asegura la documentación, y en última
instancia el pago, entre importador y exportador. Implica muchas manos,
muchos papeles y sobre todo, mucho tiempo: su tramitación habitual ronda
los diez días.
Y ahí entra blockchain.
Una prueba piloto desarrollada por BBVA, en colaboración con la compañía israelí Wave,
ha llevado todos los procesos de la carta de crédito a una blockchain
privada, en la que participaban cuatro partes: la exportadora Pinsa
Congelados, de Mazatlán (México); la española Frime, que adquiría 25
toneladas de atún congelado; BBVA España y BBVA Bancomer, también de
México. La verificación y autorización de toda la transacción, a través
de la carta de crédito, se realizó en dos horas y veinte minutos. Por
los métodos tradicionales, los que se llevan décadas utilizando en el
comercio internacional, no se tarda menos de una semana.
Es la primera vez que blockchain se utiliza para una operación de
comercio internacional entre Europa y Latinoamérica, pero hay otros
ejemplos anteriores en otras zonas del mundo. También de la mano de
Wave, Barclays utilizó blockchain en septiembre de 2016 para tramitar la carta de crédito de una exportación de queso y mantequilla de una cooperativa irlandesa. Le costó un poco más: cuatro horas.
Pero no se trata de una carrera, de una mera cuestión de tiempo.
Blockchain está comenzando a cambiar los procesos del comercio
internacional y la industria naviera, que lleva años renqueante. Según datos recopilados por The Wall Street Journal,
las veinte grandes empresas del sector perdieron conjuntamente el año
pasado 5.000 millones de dólares, si bien su situación está mejorando en
2017.
Sus procesos pueden mejorar drásticamente con la cadena de bloques.
Como explica Javier San Martín, presidente de la empresa de formación
sobre la cadena de suministro Logistun y socio de Soluciones Blockchain,
“hablamos de una tecnología que desde su nacimiento, hace casi diez
años, nadie ha sido capaz de desencriptar. Una encriptación así
significa mucha seguridad, la seguridad es confianza y la confianza es
lo que necesita el comercio internacional, donde una coma mal puesta
puede frenar en el último momento una operación”
Junto a la seguridad, San Martín enumera otras tres ventajas de
blockchain en su aplicación al comercio internacional: la inmutabilidad
de los documentos, la información compartida por todas las partes
-“sabes lo que está sucediendo y puedes planificar lo que va a suceder”-
y la posibilidad de la automatización de más procesos.
Esa automatización de los procesos sería el siguiente gran paso en la aplicación de blockchain, y llegaría a través de los smart contract.
La propia cadena de bloques certificaría y automatizaría las
facturaciones y los pagos, una vez que se cumpliesen las condiciones
prefijadas, como por ejemplo, la llegada a puerto de la mercancía en
buen estado.
Como responsable de Digital Trade Finance en Client Solutions de
BBVA, Daniel Berenguer ha seguido en primera línea el programa piloto
entre México y España. ¿Cree que puede la cadena de bloques convertirse
pronto en el estándar para los procesos del comercio internacional? “La
adopción del mercado es el primer desafío, más que la escalabilidad de
la tecnología en sí. Hay que uniformizar procesos, pero llegar a
una estandarización global me parece muy complicado”, asegura. Al menos
blockchain ya “ha provocado que los bancos estemos teniendo una
comunicación más fluida entre nosotros mismos”, sin tanta competencia y
recelo, y a través de consorcios como R3, Hyperledger o Alastria.
San Martín advierte, por su parte, que una tecnología como blockchain
“democratiza”, pero también puede convertirse en una barrera de acceso.
“Hay un coste del pionero: si sale mal, pierde el dinero, pero si no,
consigue una posición de dominio”, asegura. Empresas como IBM ya están
desarrollando nuevas vías de negocio utilizando blockchain para
monitorizar grandes envíos, certificando así que después de décadas sin
apenas cambios, la disrupción tecnológica ha llegado al comercio
internacional de mercancías. Dentro de unos años el atún seguirá
llegando al supermercado, pero su viaje será muy diferente.
¿Cómo podría un despacho de abogados establecer un sistema automático para resolver conflictos en las transacciones online?¿Y
qué debería hacer un Ayuntamiento para asegurarse de que los ciudadanos
puedan participar en encuestas públicas y comprobar en tiempo real que
su voto ha sido correctamente computado? ¿Y una gran empresa de
telecomunicaciones para denunciar las noticias falsas en la Red? Este
fin de semana, 28 personas distribuidas en siete grupos han tratado de
resolver estos y otros retos en el edificio de Telefónica en la Gran Vía
madrileña. Y todas estas preguntas tienen una única respuesta: blockchain, la tecnología también conocida como encadenamiento de bloques.
“Blockchain es fundamental para el futuro de la banca y otros sectores”, según el BBVA
Blockchain es la herramienta que nació en 2008 ligada al bitcoin,
pero es mucho más que eso. Al margen del potencial de esta moneda
digital —que acaba de superar la cotización de 9.000 dólares, añadiendo fuego al debate sobre una posible burbuja de las criptodivisas—,
cada vez más grandes empresas se interesan por el encadenamiento de
bloques, un sistema que puede ahorrar procesos y costes a sectores tan
distintos como aseguradoras, telecomunicaciones o Administraciones
Públicas.
“Blockchain es fundamental no solo para el futuro de la
banca, sino de otras muchas industrias. Para nosotros supone una forma
de ganar eficiencia y una oportunidad para generar nuevos productos para
nuestros clientes, aprovechando la disrupción que suponen estas
tecnologías”, explica Carlos Kuchkovsky, responsable de Tecnología en
Nuevos Negocios Digitales de BBVA.
Pero, ¿qué es en realidad blockchain, esa tecnología de la
que tanto se oye hablar pero de la que tan poco se sabe? El sistema
desarrollado por Satoshi Nakamoto permitía distribuir información
digital a través de un libro de registro descentralizado en el que queda
constancia de todas las operaciones realizadas y que no puede ser
modificado por ningún participante, lo que asegura que nadie va a poder
manipularlo. Lo que comenzó siendo una tecnología que servía de soporte
al bitcoin ha acabado convirtiéndose en algo mucho más grande.
“Nuestras propuestas pasa por la convergencia con otras tecnologías que
están creciendo de forma exponencial, que permiten procesamientos mucho
más baratos y una mayor conectividad, como la inteligencia artificial y
el Internet de las cosas. Existe mucha desconfianza en torno al blockchain, pero permite intercambiar activos de forma mucho más segura y confiable que hasta ahora”, explica Kuchkovsky
70 firmas acaban de crear el primer consorcio multisectorial para este sistema
El hackatón —un encuentro de programadores dispuestos a
devanarse los sesos durante un par de días para buscar soluciones
informáticas a problemas— organizado por Telefónica abarca desde retos
relacionados con la ciberseguridad hasta la participación pública. Y
para buscar respuestas, los participantes deben usar el encadenamiento
de bloques.
“Estamos ante una tecnología potentísima que sirve como registro
contable. Esto permite, por ejemplo, utilizarla en casos relacionados
con la cadena de suministro. Si en la entrega de un dispositivo se
identifica una pieza defectuosa, nos podríamos remontar en la cadena
para detectar dónde se produjo el error. Y ningún usuario puede cambiar
un solo byte de información de procesos ya realizados, porque todo queda
registrado de forma inmutable. Esa es la magia del blockchain”,
aseguran casi al unísono Yaiza Rubio y Félix Brezo, jóvenes
trabajadores de ElevenPaths, la unidad de ciberseguridad de Telefónica.
“Todo lo que hacemos aquí se podría hacer también sin blockchain. Esto es tan solo la excusa para diseñar procesos de forma más eficiente”, matiza José Luis Núñez, ingeniero del Grupo.
Según las propias versiones oficiales, a Rafael Nahuel lo habrían matado por la espalda
La bala de plomo ingresó por su glúteo, recorrió su cuerpo y afectó
la zona del abdomen. Esto implica que le tiraron de atrás y de abajo
hacia arriba, cuando el joven presumiblemente escapaba de la balacera
subiendo la montaña.
Según distintas fuentes, todas cercanas a las fuerzas de
seguridad y al juez federal Villanueva, la represión se desató cuando
una patrulla del Grupo Albatros de la Prefectura Naval realizaba
trabajos de rastrillaje en el campo y vio a varias personas en una
pequeña construcción que se hallaba oculta entre árboles.
Los
mismos relatos dan cuenta que los prefectos se acercaron al lugar y
fueron atacados con piedras y palos, lo que generó un repliegue de las
fuerzas de seguridad y el uso de postas de estruendo.
Minutos
después se escucharon los primeros tiros, que aseguran que fueron muchos
y que los estruendos duraron durante varios minutos. A raíz de ese
tiroteo, Nahuel recibió un impacto de bala en el glúteo que recorrió su
cuerpo y afectó la zona del abdomen, lo que finalmente le provocó la
muerte, señaló la fuente. Queda claro, entonces, que el joven mapuche
recibió el disparo cuando estaba de espalda, y de abajo hacia arriba,
presumiblemente cuando intentaba escapar de la balacera subiendo la
montaña.
En tanto, se confirmaron otros dos heridos de la
comunidad mapuche, uno de ellos en el hombro y el otro en el abdomen,
por lo que fueron trasladados a centros asistenciales de la zona. Se
informó también que se trata de un hombre y de una mujer y que estarían
fuera de peligro.
Después de estos hechos, el juez Villanueva
ordenó el secuestro de todo el armamento usado por el personal de la
Prefectura Naval involucrado en lo ocurrido en Villa Mascardi para que
sean sometidos a peritajes balísticos. El magistrado intenta
establecer ahora si el plomo que provocó la muerte del activista partió
del arma reglamentaria de alguno de los prefectos, para lo cual deberá
aguardar el resultado de la autopsia.
Además, ordenó que todos los
peritajes en el lugar sean realizados por personal de la Policía de
Seguridad Aeroportuaria (PSA) y de la Policía Federal Argentina (PFA)