¿HÉROE O VILLANO?

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domingo, noviembre 06, 2016

A HITLER LE GUSTAVAN LAS OPERAS Y A FRANCO PAQUITO EL CHOCOLATERO

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La música que toca nuestro cerebro

Daniel Calv
Cómo se procesa la música en el cerebro? ¿Qué atributos poseen los estímulos musicales que pueden provocar placer? ¿Por qué la música atraviesa culturas y épocas? ¿Cuáles son los motivos de su universalidad? ¿Son las habilidades musicales exclusivamente humanas o representan el vestigio de un sistema comunicacional básico, común a todo el reino animal?
En lo que va del siglo XXI fuimos testigos de avances vertiginosos en las neurociencias. Numerosos hallazgos nos han permitido a los científicos elaborar una visión relativamente sofisticada del funcionamiento del cerebro y la onda expansiva alcanzó a disciplinas tan diversas como la educación, la psicología, la economía o el derecho. El universo de la música no es ajeno a esta revolución en el conocimiento y muchos de aquellos interrogantes ya tienen respuestas.
Las neurociencias cognitivas de la música abarcan investigaciones multidisciplinarias, en biología, medicina, física y otras especialidades, que proporcionaron información clave sobre las zonas del cerebro y las redes neuronales que intervienen concertadamente en la representación mental de la música, es decir su percepción, codificación, categorización y memorización.
La percepción musical genera una verdadera sinfonía de actividad eléctrica neuronal que llega del oído y recorre el cerebro. En éste no se ha encontrado un único centro relacionado con la música, sino un conjunto de estructuras distribuidas que funcionan acopladamente. Por ejemplo, los circuitos neurales que se activan durante los estados placenteros inducidos por la música son los mismos que se encienden en fenómenos de motivación, placer y recompensa vinculados a sexo, drogas adictivas y comida, dando algo de sustento científico a la popular expresión “sexo, drogas y rock and roll”.
Grandes músicos como Beethoven, Los Beatles o Miles Davis lograron producir piezas que amalgaman extraordinariamente variaciones particulares de melodía, armonía y ritmo, de manera que resultan altamente gratificantes para la maquinaria mental de un alma sensible. El cerebro humano además posee circuitos neuronales que procesan específicamente información social compleja y un gran desafío es determinar el rol de estos circuitos en el procesamiento musical.
La música activa circuitos neuronales de la corteza cerebral aparecidos recientemente en la historia del Homo sapiens, y también circuitos del cerebro medio, adquiridos por vertebrados predecesores de los mamíferos durante la evolución. Charles Darwin en 1871, en su libro sobre el origen del hombre, advirtió que la música genera e intensifica las emociones y puede desencadenar sentimientos de placer. Reflexionando sobre el origen ancestral de la música, Darwin consideró que el desarrollo de las habilidades musicales humanas podía deberse a una adaptación evolutiva a nivel grupal, es decir, una característica surgida como resultado de la vida en comunidades, como sucede con el lenguaje y el juicio moral que impactan de manera significativa en la evolución de las sociedades.
Al día de hoy no existe consenso suficiente para afirmar que las habilidades musicales humanas le hayan sido útiles o dado ventajas a nuestra especie para sobrevivir. Hay quienes piensan que son un producto lateral del proceso evolutivo que llevó a adquirir el lenguaje y que la música debe ser considerada una mera golosina auditiva, mientras el lenguaje sería el verdadero alimento. Sin embargo, es muy claro que los humanos usamos sonidos para comunicar representaciones cognitivas y estados de ánimo, independiente y conjuntamente con el lenguaje.
Las habilidades musicales permiten transmitir señales complejas usadas para suscitar emociones, tanto individuales como grupales. Ejemplos de ello hay muchos: canciones de cuna, cantos de cumpleaños, música en bodas y entierros, himnos nacionales, cánticos de iglesia, marchas militares, festivales de rock, cánticos deportivos, todo ellos de algún modo promueven cohesión social. Debido a esto, algunos investigadores entienden que las habilidades musicales sí han tenido valor adaptativo para las comunidades humanas. Una hipótesis es que la musicalidad era un elemento propio del lenguaje primitivo y que ambas peculiaridades evolucionaron de manera conjunta.
Recientemente los neurocientíficos develaron una propiedad muy interesante de las funciones del cerebro cuando éste es expuesto a estímulos musicales. Encontraron que la experiencia de aprender a tocar un instrumento musical induce fenómenos de plasticidad neuronal que promueven mejoras en diferentes dominios cognitivos a lo largo de toda la vida.
En base a estas observaciones se ha advertido que una dimensión estratégica para la aplicación de estos conocimientos es el área educativa. En varios lugares del mundo ya se han implementado programas diseñados especialmente que emplean el entrenamiento musical como herramienta específica para optimizar el proceso de aprendizaje general. Sería muy interesante que en nuestro país surjan este tipo de iniciativas.
Daniel Calvo Biólogo (Laboratorio de Neurobiología Celular y Molecular INGEBI-Conicet)*.  Autor de “Homo musicalis. Circuitos neuronales de la música”, Ciencia Hoy, 2016.

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