¿HÉROE O VILLANO?

¿HÉROE O VILLANO?

sábado, mayo 28, 2016

UN POCO DE OPTIMISMO,PLEASE


Demográficamente, NO podemos

Nos acabamos de enterar de que UNIDOS PODEMOS será el nombre con el que acudan las fuerzas progresistas del cambio en las elecciones del 26-J. Me incluyo entre los ilusionados con este hito histórico que ha supuesto unión en la izquierda, en lugar de la tradicional división que la famosa escena de La vida de Brian tan bien retrata. Pero mi esperanza se ve frenada ante una realidad demográfica irrefutable. Si nos atenemos a los resultados del 20-D existen 15 millones de votantes de derechas que suponen un claro dique de contención que impide el cambio, y se reparten de la siguiente manera.
  • Conservadores: Son los que simpatizan con la ideología heredera de la dictadura, de valores religiosos y tradicionales, actualmente son 7 millones de votantes.
  • Social-liberales: Españoles que dicen ser de izquierdas pero defienden políticas económicas liberales al servicio de las grandes fortunas, son algo más de 5 millones.
  • Neoliberales: Son 3 millones de conservadores que, hartos de la corrupción sistemática y unos valores demasiado anticuados defienden unas ideas renovadas con la misma esencia pero con una política social algo menos retrógrada y una política económica al servicio del dogma dominante actual.
A esto hay que añadir que la ley electoral prima las zonas rurales, donde solamente llega la información controlada por el IBEX 35 y donde el voto mayor de 65 años es mayoritariamente conservador, dándole más peso electoral del que tendría con una ley proporcional.
Estos tres espacios sociológicos, diferentes entre si pero unidos en lo esencial, dan (recordando los últimos resultados electorales) una suma de 253 escaños de 350 a los partidos controlados por los poderes financieros, y ahí está lo verdaderamente grave, porque demográficamente por muchas elecciones que haya, esos 15 millones de españoles se van a mover bajo parámetros muy similares que se traducirán al servicio de las élites y contra la mayoría trabajadora, como por ejemplo la defensa del TTIP, el modificado artículo 135, una legislación al servicio de las corporaciones y una política económica al servicio del FMI. Por no decir la visión centralista de España que niega su diversidad y plurinacionalidad, con una política intransigente y contraproducente hacia el proceso catalán.
Es un análisis pesimista, pero no sería la primera vez que pasadas unas elecciones dijéramos “tenemos lo que nos merecemos”. Los españoles son así, y mientras no despierten, nada cambiará.

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