¿HÉROE O VILLANO?

¿HÉROE O VILLANO?

martes, enero 26, 2016

Cádiz es Carnaval (Ole, ole mi Cai)

Publicado por 
oie_2312508wFROL1FT

En una salita pequeña de la casa de mis tíos, particularmente fría en invierno, y todos con los pies metidos debajo de la mesa camilla, tuve mi primer contacto con el Carnaval de Cádiz. No recuerdo muy bien la fecha aunque sé que fue a toro pasado porque mi primo metió un vídeo VHS con la final del (Teatro) Falla grabada del especial de Canal Sur. Hubo dos chirigotas especialmente brillantes en el Carnaval de 1996. La ganadora fueUna Chirigota con Clase, con letra del Lobe (José Luis Ballesteros) y música de Bustelo Sánchez. Con su tipo de niños pequeños —tipo es como se denomina al personaje—  se llevó de calle el primer premio. Su estilo fue muy original y su estribillo pegadizo todavía se canta. El tercer premio, otra joya, fue Las Marujas, un nuevo puntazo del Selu (Jose Luis García Cossio). La agrupación entraba magistralmente en el tipo e iba en la mejor línea de Los Lacios, primer premio del año pasado y que me había visto en bucle una decena de veces.
El Carnaval de Cádiz es uno de los más famosos de España y cada vez despierta más fascinación entre aquellos que vivimos pasada Puertatierra. Todos los años, en algún momento de febrero, los informativos nacionales hacen algún breve comentario sobre la fiesta, especialmente si hay algún tipo llamativo (véase al Gobierno en pleno), y compartiendo mención con el Carnaval de Tenerife en el apartado de curiosidades nacionales. Este año seguro que harán comentarios con más razón siendo los primeros carnavales de «la era Kichi» —reconocido comparsista en la agrupación de Jesús Bienvenido—. Una anécdota que hace categoría sobre hasta qué punto se ha normalizado la convivencia del poder político con el carnaval, algo que ni mucho menos ha sido así a lo largo de la historia.
Desde el siglo XVI al XIX se sucedieron los intentos de prohibir los Carnavales de Cádiz (ya se sabe, preocupación con la moral cristiana), pero incluso bajo asedio francés y el reinado de Fernando VII la fiesta jamás cesó. Dado que a las autoridades les fue imposible reprimir esta, optaron por intentar regularla, apadrinándola desde el Ayuntamiento en 1861. Como cuenta Alberto Ramos Santana, esto llevó a que en ocasiones se restringiera el uso de máscaras, se publicasen reglamentos de buenas conductas o se pidiera tener licencia para poder cantar —presentando previamente las letras y a los componentes de cada agrupación, un mecanismo que se empleaba como censura política—. Las coplillas y libelos satíricos han sido de siempre algo muy nuestro, y en carnaval la crítica era dominante, lo que generaba frecuentes tensiones con las autoridades.
Para principios del siglo XX el Carnaval de Cádiz era una fiesta consolidada y tenía una competición oficial. Pese a que las primeras agrupaciones de las que se tiene constancia datan de 1860, todos coinciden en que es en la primera década del siglo cuando la fiesta da un espectacular salto adelante. El Coro era entonces el género más grande, un conjunto con hasta cuarenta y  cinco componentes; con tenores, segundas y bajos, acompañados de guitarras, bandurrias y laúd. Los ClavelesLos Gallos o Los Anticuarios eran los conjuntos que causaban sensación a principios del siglo XX. Es por entonces cuando Antonio Rodríguez, el Tío de la Tiza, compone el himno de los Carnavales, «Los duros antiguos»: «Aquellos duros antiguos que tanto en Cádiz dieron que hablar, que se encontraba la gente, en la orillita del mar…». Un magistral tango que los borrachos se atreverán a cantar al revés en su presentación.
efectos-40-1024x700

La evolución de coplas y tanguillos ha ido en paralelo a la historia de España y la crisis de 1898, que tan profunda desmoralización causó en el país, logró dar bastante empaque a unas letras que cada vez eran más críticas y ácidas. El propio Tío de la TizaJosé Linar o José Usares, grandes letristas, fueron dando forma a una fiesta que cada vez fue más plural en sus modalidades. De entonces datan las murgas (luego renombradas como chirigotas) y unos trajes cada vez más elaborados. La fiesta empezó a llamar la atención tímidamente fuera de la bahía y prueba de ello fue el éxito de Les Petits Criollas, una agrupación femenina (todo un tema de polémica), que en 1914 triunfó en diferentes jornadas del Circo Price de Madrid.
Como cuenta Miguel Villanueva, durante el bienio progresista de la II República el carnaval sufrió una expansión todavía mayor. Como se puede imaginar había muchas letras anticlericales, partidarias de las izquierdas (especialmente del PCE) e importantes discusiones por razones políticas entre los miembros del jurado. En paralelo a su inclusión política, el papel de las mujeres comenzó a aumentar en el festejo. No solo porque abandonan la reclusión a la que se les confinaba antes, sino porque es en los años treinta cuando aparecen los coros mixtos.
En 1937, en plena Guerra Civil, Franco prohibió los Carnavales de Cádiz. Como se puede imaginar, la dictadura no simpatizaba en absoluto con el espíritu de las fiestas y fue expeditiva. Pese a ello, se tiene constancia de que diferentes grupos se reunían en trastiendas, a escondidas de la autoridad, para cantar las coplas prohibidas y recopilar las antiguas. El concurso oficial del Carnaval, que se venía realizando en el Gran Teatro Falla, quedó enmudecido hasta 1949, cuando la fiesta fue indultada. La razón para su restitución fue de nuevo política; laexplosión del polvorín de San Severiano el 18 de agosto de 1947, tragedia que dejó (que se sepa) ciento cincuenta muertos, había hundido los ánimos de toda la bahía. El gobernador civil, Rodríguez de Valcarcel, permitió entonces que los coros volvieran a cantar en el intento de subir la moral de una población que combinaba la miseria de la posguerra con la tragedia del accidente.
Es cierto que el Gobierno franquista autorizó el regreso del Carnaval de Cádiz, pero no se resignó a una vuelta al anterior, sino que cambió su estética a la propia de los bailes populares del Movimiento. No se autorizaron los antifaces y solo las agrupaciones podían llevar traje. En aquellos tiempos la censura trabajó infatigable, y no se permitieron los disfraces de mujeres, militares o eclesiásticos. Las mujeres, de nuevo, volvieron a ser invisibles. Hasta le cambiaron el nombre al Carnaval por el de «Fiestas Típicas Gaditanas». Durante todos los sesenta el antiguo régimen se afanó en pilotar el festejo, si bien, para compensar su intrusismo, que llegaba hasta la designación de reinas y damas de honor, se traía a artistas de tirón popular como Lola Flores oPaquita Rico.
Fue por entonces cuando llegó el máximo exponente del Carnaval moderno, Paco Alba. Su llegada no solo expandió el Carnaval y le dio un grado nuevo de calidad. Además, a Paco Alba se le considera el inventor de la actual comparsa cuando con su chirigota, Los Belloteros, logró ganar el primer premio en esta categoría para 1975. Este hecho apuntaba el importante cambio que ya estaba teniendo lugar en la fiesta desde finales de los sesenta. Cada vez más autores se mostraban críticos con estos falsos Carnavales y el propio régimen. Agrupaciones como las de Pedro Romero se rebelaban abiertamente con sus letras. Pese a que en las postrimerías del franquismo el coro había perdido mucho de su antiguo lustre, los entendidos coinciden en que en el primer Carnaval libre, el de 1977, Los Dedócratas restituyeron su prestigio: «Aquí no pasa , esto es un cachondeo, porque todos los cargos y nombramientos han sido a deo».
411581131_79c0d0966b_b

Desde entonces, cuando se produjo el entierro solemne de las «Fiestas Típicas Gaditanas», el Carnaval volvió con fuerza a la calle, especialmente a la plaza de las Flores, el barrio del Populo, por supuesto, La Viña. Durante esos años la fiesta fue consolidándose en su modalidad actual, justo en el momento en el que la televisión echó una mano a su difusión. En 1989 Canal Sur retrasmitió por primera vez para toda Andalucía la final del Falla, justo un año después de su apertura, haciendo que el festejo fuera cada vez más patrimonio de toda la comunidad. El andalucismo ha impregnado siempre la fiesta, como no podía ser de otra manera con un evento tan político, y probablemente nadie haya cantado mejor a su tierra que Juan Carlos Aragón en Los Yesterdays. Nadie ha sido más duro: «Aunque diga Blas Infante, andaluces levantaos. Perdón que no me levante, pero estoy mejor sentao».
Cualquiera que se acerque a la capital aprovechando la fiesta sabe bien que una cosa son las agrupaciones que compiten en el Falla (hoy el COAC) y otra las agrupaciones callejeras o «ilegales», las que no están inscritas. Fuera del teatro la fiesta es un no parar, con agrupaciones en cada esquina, los bares abiertos con la barra hacia afuera y la gente totalmente volcada en la calle. Aunque solo unos pocos agraciados consiguen entrar al teatro, toda la ciudad es carnaval. Mientras, en el Falla, hay rituales que ya se han vuelto tradición. No son solo los gritos de guerra que corea el propio público, «Esto sí que es, una chirigota», ni tampoco esas rimas ingeniosas que lanzan los exaltados del público —que con frecuencia hacen entrar al trapo a las agrupaciones—. Es que ya hay hasta instituciones como son María la Hierbabuena:
¡Ole, ole mi Cai! Lo digo a boca llena. Y quien no diga ¡ole! que se le seque la hierbabuena…
¡Ole, ole y ole!
Dentro de los géneros los que tienen mayor renombre —al menos para los que no estamos en la pomada— son la comparsa y la chirigota. La primera se supone que es la versión más refinada de la segunda. Oscilan entre doce y quince sus componentes en diferentes voces, normalmente con dos o tres guitarras, bombo, caja y pitos (turutas). Sus letras van más a la emoción y Antonio Martín o Martínez Aresrecientemente reaparecido, son algunos de sus autores más premiados y renombrados. Por su parte, la chirigota, esperpento (y el género más querido de un servidor), oscila entre siete y doce integrantes, con los mismos instrumentos que su hermana musical. Ahora, su temática es mucho más burlesca. Su repertorio oficial es una presentación «al tipo» (al disfraz), dos pasodobles, dos cuplets (con estribillo al final) y un popurrí final en cuartetas. Diría que lo he explicado bien, pero ya se sabe que la gente opina del Carnaval como si todo el mundo aquí entendiese
En el campo de la chirigota siempre da miedo dejarse a alguno sin citar, pero hay nombres inexcusables.Antonio Pedro Serrano, El Canijo de Carmona, con Los que Salimos por Gusto o Ricas y Maduras. El Lobe, con Ojú ya Saltó el Levante o Los Puretas del Caribe, del que este pasodoble que dedican a sus hijos es de echar la lagrimita. El Selu, que ya ha sido mencionado varias veces (cada cual tiene sus querencias), que ha bordado algunos tipos como Viva la Pepi o este pedazo de pasodoble que Los Enteraos dedican a la antigua alcaldesa, Teófila Martínez. Fabuloso también es José Guerrero Roldán, el Yuyu, en Tampax Goyesca o Vera Luque, ácido en el tipo de Esto Sí Que Es Una Chirigota. Todos nombres muy reconocidos fuera de ambientes carnavaleros y que hacen las delicias del público.
Las letras de los Carnavales siempre están muy pegadas a la denuncia social, y en Carnaval se canta a los políticos, a la violencia machista, al paro («Esto es Cádiz, y aquí hay que mamar»), a la corrupción, a los recortes, ¡hasta a Euskadi! Cierto que a veces con una crítica ramplona, pero en otras ocasiones con un divertido doble juego de palabras. Son letras que con frecuencia buscan indignar, pero que con sus giros y sus golpes arrancan risotadas sinceras. Letras que a veces confirman prejuicios, que a veces los combaten, que a veces son incómodas. Pero también hay letras que van a emocionar, que te tocan la fibra sensible con el punteo de guitarra tan característico. Letras que conectan con algo extraño que te hace estremecerte por dentro.
Mi primer contacto con el Carnaval de Cádiz lo recuerdo con apenas once años, cuando veía las finales del Falla en VHS, y desde entonces no he dejado de seguirlo, más lejos o más cerca. Entiendo que hay muchos que no comprenden esta fiesta o simplemente no les gusta, pero cada día me encuentro a más gente de fuera de la bahía, de fuera de Andalucía, que también conecta con ella. Gente de lo más insospechada, de ideas y orígenes diversos. Y probablemente eso es así porque no hay nada más universal al ser humano que el disfraz, la música, el canto, el arte, la crítica y la libertad. Y probablemente por eso el Carnaval sea el mejor regalo que nos ha hecho Cádiz.
oie_231320q4u83jTr

No hay comentarios.: