por Javier Salas
Los griegos decían que esa pequeña depresión que tenemos entre la nariz y el labio superior, que ellos llamaban philtron, era uno de los puntos más erógenos de la anatomía humana. Y justo debajo del filtro puede estar el secreto del goce femenino, según asegura un estudio avalado por la Sociedad Internacional de Medicina Sexual. La clave está en ese piquito, esa pequeña protuberancia que sólo algunas mujeres (y hombres) tienen en el centro de su labio superior. El hallazgo es que donde veamos esta diminuta turgencia es más probable que estemos viendo la boca de una mujer que disfruta orgasmos vaginales. Sin tocar el clítoris. Sólo un pene y una vagina: “Mira mamá, ¡sin manos!”. Sí, sí, tóquese la boca o mírese en el espejo: a eso nos referimos. Según este trabajo de la Universidad West Scotland, la correlación es casi absoluta: el 95% de las mujeres del estudio con esa hinchazón labial más marcada habían tenido alguna vez un orgasmo vaginal. Por contra, apenas el 60% de las mujeres con el labio superior más bien hundido o plano habían disfrutado de ese placer en su historial sexual. Los investigadores dan por hecho que estos datos reflejan “influencias prenatales en el desarrollo sexual de las mujeres”, ya que la protuberancia del tubérculo labial surge en la 17ª semana de formación del feto. Este paralelismo, que les tendrá el resto del día mirando bocas, se suma a otros ya descritos en la literatura científica. Por fortuna, existen afanosos investigadores que se esmeran en encontrar señales morfológicas que revelen detalles de nuestra sexualidad, como que los hombres guapos tienen mejor semen y que las mujeres disfrutan más orgasmos vaginales cuando se acuestan con tipos de figura y rasgos simétricos.
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