¿HÉROE O VILLANO?

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martes, octubre 06, 2009

TURISMO MEDICO

Cientos de páginas de Internet ofrecen paquetes vacacionales a España con cama hospitalaria incluida


Cientos de páginas de Internet ofrecen paquetes vacacionales a España con cama hospitalaria incluida

Una buena y gratuita asistencia sanitaria es el último plato fuerte con el que se conoce en el mundo al cóctel turístico español. La globalización de la sanidad ha encontrado una ecuación perfecta: la combinación medicina y viaje de placer. Hay cientos de páginas en Internet para los pacientes internacionales que incluyen billetes de avión, alojamiento y un variado bufete de operaciones a la carta. España es pura jauja: prótesis de cadera, by pass coronario, intervenciones de cataratas… A precio de coste y con una recuperación en la costa, con sol y playa incluidos en el paquete. Son los turistas sanitarios de los que se quejaba Juan Carlos Rodríguez Ibarra y de los que se quejan algunas comunidades autónomas que tienen que atender a una población mucho mayor de la que realmente tienen censada en esas zonas, generándoles situaciones de déficit insostenibles, y no sólo asistencial, sino económico y de infraestructuras.

En el negocio del turismo médico pacientes hay a patadas. Desde que en Gran Bretaña las listas de espera se alargan hasta los tres años, son los ingleses los que más se están aficionando a convertir las vacaciones quirúrgicas en un turismo de masas, seguido de alemanes o belgas. Hay páginas donde les llegan a comparar cuánto dinero se ahorrarían si deciden operarse en España. Todos sacan provecho de la reglamentación europea que permite a los ciudadanos miembros del bloque recibir tratamiento médico en cualquier país de la UE. La generosidad de la sanidad pública española de cubrir gratuitamente algunas operaciones que en su país podría ascender a 3.000 euros, convierten a España en un paraíso quirúrgico inigualable. Por eso los gestores del turismo español incluyen ya en las páginas web de municipios playeros, junto a la lista de bellezas locales, clínicas, hospitales y centros de salud. Hasta el momento el éxito es total, aunque nadie se atreve a dar cifras concretas de la población europea que se afinca en España para disfrutar de estas ‘maravillas’. Las comunidades autónomas más afectadas reclaman el establecimiento de elementos correctores en la libre circulación de pacientes por la UE que eviten consecuencias negativas sobre los dispares sistemas sanitarios existentes en Europa.

La Costa del Sol se corona como la meca del turismo sanitario. Desde el Consejo General de Enfermería de España se han percatado de que llama enormemente la atención que turistas, procedentes sobre todo de Alemania y Holanda, reciben una cantidad “chocante” de implantes de cadera y marcapasos de forma gratuita en esta zona andaluza, unas intervenciones que suponen un gasto considerable y que son afrontados por el Servicio Andaluz de Salud. Dos tercios de esos foráneos que el año pasado fueron vistos por la sanidad pública andaluza acudieron a un centro de salud u hospital malagueño. Juan José Sánchez Luque, presidente del Consejo de Médicos de Málaga pide que “se sea realista con la situación y que el incremento de plantilla esté equiparado con el incremento de la población que experimenta la Costa del Sol durante determinadas épocas del año”.

Simulan una crisis aguda para entrar por urgencias

Para los turistas que vienen a pasar unos días, provistos de la tarjeta Sanitaria Europea, la legislación europea supedita intervenciones quirúrgicas en dos condiciones: que respondan a una patología diagnosticada previamente y que cuenten con una autorización de su país. Pero hay quien utiliza artimañas para esquivar las normas: aprovechan una crisis aguda de una patología que padecen desde hace tiempo para ir a urgencias, donde son operados si es necesario. Es evidente que un paciente que entra por urgencias debe ser atendido –y el extranjero no es menos-, pero los complejos mecanismos de compensación propician ciertos desajustes. El problema llega cuando los costes no están actualizados o se pasa una factura por una determinada patología que no cubre su programa asistencial. Por ejemplo, Andalucía facturó el año pasado casi 24 millones de euros y recibió por este concepto, procedente del Fondo de Cohesión Sanitaria, poco más de 13 millones; el Servicio Valenciano de Salud debería percibir 7,5 millones de euros en concepto de atención sanitaria a turistas, pero sólo recaudó 4,8 y desde 2006 la deuda abulta 5,5 millones de euros. Baleares facturó 9,7 millones, 3,5 menos de la cantidad que debería haber cobrado.

Aunque aparentemente todo esté bajo control, hay dos factores que pesan negativamente sobre los intereses nacionales. Bruselas es quien paga a los países de la Unión los gastos médicos facturados y, curiosamente, siempre lo hace a la baja. Por otro lado, las autonomías que más gastan no siempre reciben. Además, es muy raro que Europa pague un euro por la atención primaria, que en España es gratuita mientras que en el resto de Europa no lo es. Por no hablar de un sinfín de detalles difíciles de contabilizar en euros, como los gastos de traslado de ambulancia, UCIs o habitaciones de hospital tras la intervención quirúrgica.

Jubilados europeos en España

A los gestores sanitarios no les preocupa tanto los 40 millones de visitantes que España recibe al año como los 8 ó 10 millones (no están cuantificados) que tienen más de 65 años y que son “consumidores socio-sanitarios”. Que, por ley de vida, tienen achaques. Y, casualmente, una parte de estos turistas mayores tienen una casa o un apartamento en la costa. Ahora, en lugar de pasar 15 días como un turista normal, prolongan su estancia hasta los seis meses. De esta forma, una persona de más de 65 años que pase la mitad de año en España se convierte un fiel consumidor de farmacias y centros de salud, “y para esta gente no está pensado el sistema de atención a extranjeros”.

Aunque desde los organismos públicos relacionados con la Sanidad nadie se atreve a hablar de la existencia de un turismo sanitario propiamente dicho, sí se reconoce el peso importante con que carga la Sanidad pública por los cuidados crecientes a los extranjeros, mucho más exagerado en algunas zonas costeras. Sin embargo, parece que los datos que maneja la ministra de Sanidad, Trinidad Jiménez, son distintos a los que manejan las comunidades. Jiménez contestó a Rodríguez Ibarra de que existen convenios en materia de Seguridad Social, “ordenados a nivel de la Unión Europea", en los que está "perfectamente regulada y tasada la cantidad que cada país percibe en función del número de ciudadanos procedentes de otros países”, los datos reales hablan de otra realidad. Tal vez la respuesta esté en que el turismo en España pesa un 8,2% en el PIB nacional. Parece ser que mientras la diferencia entre ingresos por turismo y costes del gasto sanitario extranjero no dé saldo negativo, tendremos que dar la bienvenida a las legiones de pensionistas europeos ansiosos de sol, mar y camas hospitalarias.

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