¿HÉROE O VILLANO?

¿HÉROE O VILLANO?

sábado, octubre 04, 2014

ARGENTINA COMO GATO PANZA ARRIBA

Cristina Fernández, esa desacatada

Presionada por buitres, poderes concentrados y el gobierno de los       EE UU, CFK eligió la confrontación.

Cristina Fernández,     esa desacatada
Cuando la pólvora se olía en febrero de 1976 a varias cuadras de los cuarteles, la presidenta María Estela Martínez de Perón tranquilizó al intendente de Avellaneda, Herminio Iglesias: "Aquí no hay golpe que valga, porque con el plan económico de Mondelli (flamante ministro de Economía) no van a tener nada que decir. Es el mismo que quieren ellos. Como son medidas muy impopulares, les conviene que el deterioro lo suframos nosotros. Mientras tanto, pasará el tiempo y llegaremos a las elecciones."
No fue la única ofrenda de Isabel al establishment para frenar el golpe de Estado, ya que tras el furibundo plan de ajuste, envió al Congreso un paquete represivo que incluía la pena de muerte. Como se sabe, las ofrendas fueron vanas.
Cristina Fernández está lejísimo de ser Isabelita, por ideología, aptitudes personales, carácter y circunstancias políticas. La viuda de Perón era una mujer de escasos recursos intelectuales y a su derecha estaba el pozo ciego. El país es otro y el mundo, también: la propia presidenta recordó que los golpes de Estado ya no son como fueron. Nadie imagina hoy una anacrónica columna de tanques marchando hacia la Casa Rosada, la suma del poder no está allí.
Cristina sabe que la desestabilización proviene hoy de los golpes de mercado, como el que sufrió Raúl Alfonsín. Y siente la presión de una pinza que pretende, según dijo, "voltear al gobierno". Acusa del complot a bancos locales que especulan con el dólar, a los fondos buitre, los exportadores que no liquidan la soja encanutada, sectores concentrados de la economía que inflan los precios y al gobierno estadounidense.
Pero en lugar de apelar a las ofrendas para calmar al establishment, como hizo cuando designó a Juan Carlos Fábrega en el Banco Central para frenar al dólar, puso en su lugar a un heterodoxo como Alejandro Vanoli, que horroriza a los bancos porque saben que habrá más controles.
Fábrega fue una concesión del gobierno al establishment, un liberal que supuestamente atenuaría la presencia del supuestamente marxista Axel Kicillof en el Palacio de Hacienda y que tal vez calmara al dólar.
Pero la ofrenda no funcionó: tras devaluar el peso un 30%, Fábrega produjo un aumento de tasas de interés que los medios hegemónicos presentaron como la claudicación kirhnerista y que no logró frenar al dólar, pero sí a la actividad económica.
Durante su gestión de más de 300 días, las entidades financieras estimularon fugas mediante una bicicleta llamada "contado con liqui" que movió más de 37 mil millones de dólares y se les garantizó buena rentabilidad mediante seguros de cambio.
No se investigaron operaciones ilegales, las cuevas tuvieron información sobre allanamientos y se congelaron las reformas de Marcó del Pont, que marchaban en el sentido del modelo económico. Y como síntesis, las reservas internacionales no se repusieron. Ahora, Vanoli deberá trabajar en sintonía con Kicillof, para tapar los agujeros. La concesión a los mercados tuvo un costo altísimo
Preocupada, la jefa de Estado llegó a decir el martes pasado en su flamígero discurso que "si me pasa algo, miren hacia el norte", lo cual fue atípicamente replicado por "un vocero del Departamento de Estado" ante una consulta de Clarín. El "portavoz", al cual el diario no identifica, habría sostenido que "las acusaciones de la presidenta Fernández de Kirchner el 30 de setiembre sobre el gobierno de los Estados Unidos, son tan inverosímiles que no pueden ser tomadas seriamente". Pero lo que en realidad no puede ser tomado seriamente, es la supuesta réplica del gobierno de Barack Obama. En primer lugar porque una versión periodística no califica en términos diplomáticos. En segundo lugar, porque al norte de Buenos Aires hay muchos países y en tercer lugar, porque la presidenta tampoco precisó qué es "algo".
Cristina había dicho cuando estuvo en Nueva York, que no creía en un atentado terrorista islámico contra su persona y, en verdad, también es improbable un ataque personal proveniente de cualquier país del norte. Pero no resultaría para nada "inverosímil", ni novedoso, que Estados Unidos promoviera la desestabilización de un gobierno popular latinoamericano.
Tan es así que Washington parece haber reaccionado con cola de paja. Una larga historia escrita con sangre y lágrimas populares, avala las sospechas. Washington vería más ordenado su patio trasero si mañana perdiera Dilma Rousseff en Brasil, si luego cayera Evo Morales y detrás el Frente Amplio, en Uruguay, pese a que Tabaré Vazquez coqueteó con el imperio. Pero todo esto parece difícil. Tal vez pueda contar con alguien más amigable en la Rosada a partir 2015, pero se desinfló Marina Silva a quién le pusieron esperanzas para tumbar al PT.
Obama sostuvo una relación oscilante con el kircherismo, al cual obviamente el poder concentrado norteamericano recuerda como uno de los gobiernos latinoamericanos más desacatados: rechazó el ALCA, se alió con el diablo chavista, liquidó su relación con el FMI para obtener autonomía política, le advirtió al mundo que los muertos no pagan sus deudas, consiguió salir del default con quitas, impulsó un desarrollo con substitución de importaciones y una mayor integración comercial intrarregional. Cómo si esto fuera poco, cada vez que puede, la presidenta argentina se atreve a alzar su voz en los foros internacionales y hasta a enjuiciar a la política imperial en las mismísimas narices del presidente de los Estados Unidos. Too much.       
No es una casualidad que el país del norte vote en la ONU contra la propuesta argentina para limitar el accionar de los fondos buitre en el mundo y que, días después, rechace en el Consejo de Derechos Humanos de la ONU otra propuesta para repudiar e investigar a los buitres.
Sobre llovido mojado: simultáneamente el virtual embajador estadounidense en Buenos Aires, Kevin Sullivan, mentó la cuerda en la casa del ahorcado, al referirse a la necesidad de que el país salga de un supuesto "default", que todo el mundo sabe que el gobierno niega. No se trató de un desliz verbal; en el mundo diplomático se mide cada palabra.
El lunes, casi nada, el juez Thomas Griesa consideró que la Argentina incurrió en desacato al no pagarles inmediatamente a los fondos buitre 1650 millones de dólares, lo cual desataría un tsunami de demandas  millonarias contra el país proveniente del 93% de los bonistas que aceptaron quitas en sus acreencias y planes de pago en 2005 y 2010. La declaración de Griesa implica que un juez de los Estados Unidos trata a otra nación soberana como si fuera una empresa morosa, algo impensado en derecho internacional.
En medio de la tensión bilateral, la Casa Rosada consideró "una provocación" que la embajada norteamericana en Buenos Aires saliera esta semana a advertir a los ciudadanos de su país que se animen a arribar a estas procelosas costas, que deben tener cuidado con la delincuencia.
En verdad, la imagen del motochorro apuntando a un turista en la Boca no es precisamente un motivo de orgullo, ni sirve para un corto promocional de la Secretaría de Turismo de la República Argentina. Pero mucho más les roban a los pueblos del mundo los fondos buitre, apañados por la justicia de los Estados Unidos.

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