¿HÉROE O VILLANO?

¿HÉROE O VILLANO?

lunes, mayo 02, 2011

Lo político y lo literario, dos caras desiguales de un escritor


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Por Alejandro Horowicz
Periodista, escritor y docente universitario

“Tengo un olfato finísimo, superior al de cualquier otro hombre para captar cuándo se dan realmente la elevación y la decadencia; en este tema soy el maestro por excelencia. Conozco ambas cosas, soy las dos cosas.”
Friedrich Nietzsche

La producción de Ernesto Sabato puede valorarse en dos planos. Como escritor integró (con Jorge Luis Borges, Silvina Ocampo y Julio Cortázar) la cumbre del oficio, si bien tal vez sea el más débil del cuarteto. Pero obtuvo enorme reconocimiento de muchos que hoy lo ningunean, y la suficiente valía como para que Albert Camus recomendara El túnel para su traducción al francés por Gallimard. No es exactamente poco.

En el otro plano (sus intervenciones políticas, tanto a través del ensayo como en sus exposiciones públicas) su lugar no resulta equiparable al del autor de Sobre héroes y tumbas, sin por eso disolverse en la trivialidad. No en vano integró el staff de la revista Sur –dirigida por Victoria Ocampo– pero podía distinguirse de los otros integrantes conspicuos de esa redacción por un finísimo paladar literario.

Mientras la señora Ocampo sólo medía la significación de un escritor, según cotizara en la bolsa de valores parisina, Sabato no vaciló en prologar la traducción de Ferdidurke al castellano en la década de 1940. Witold Gombrowicz todavía era un completo marginal en la cultura argentina, cuando no había triunfado en París, ni ganado el Prix International de Literatura en 1967 (el mismo que ganaran Samuel Beckett y Jorge Luis Borges en 1961), Sabato supo reconocerlo y estimular con su apoyo al que ya era entonces un grande de la vanguardia literaria del siglo XX.

No es esa por cierto la única diferencia del escritor de Santos Lugares con el grupo Sur. Si bien integró las filas de la Revolución Libertadora –que lo premió con la dirección de una revista semanal de primer orden– su oposición al peronismo no puede equipararse al gorilismo explícito de Borges y Ocampo. Por ejemplo, al presenciar el llanto de una joven mucama provinciana por la caída del gobierno peronista, en septiembre de 1955, no dejó de conmoverse y escribir sobre el asunto. Esta conmoción y esa escritura le costaron el cargo en la publicación. Esto no le pasó a ningún otro integrante de Sur, para la cual el artículo de Sabato también resultaría conflictivo. Creando una situación que no volvería a repetirse hasta la Revolución Cubana de 1959, cuando Casa de las Américas invita a José Bianco a ser jurado de ese premio literario, Victoria Ocampo intenta impedir su participación amenazando con echarlo de la Secretaría de Redacción. Bianco renuncia y viaja igual. Los ásperos modos de la señora Ocampo, en esta oportunidad, no pudieron alcanzar su cometido, dado que Bianco, al igual que Sabato, era un hombre de ciertos principios.

En su apasionada juventud Sabato se apropia de una versión del marxismo (tamizada por su participación en la Juventud Comunista y el contacto fugaz con el trotskismo de Jorge Abelardo Ramos), por algo el colorado Ramos es uno de sus personajes menores en Sobre héroes y tumbas. De su estadía en París, tras abandonar el Instituto Marie Curie, Sabato trajo la firme voluntad de dejar atrás la investigación científica, para la que estaba concienzudamente dotado, emprender el difícil camino de las letras y defender un modo de intervención pública, al igual que el existencialismo sartreano.

Después de todo, Ernesto Sabato compartió ese recorrido que Francia adopta, a finales del siglo XIX, con motivo del affaire Dreyfus: el intelectual comprometido con la realidad política. En la década de1970 Sabato apoya el modelo de transformación en boga, pero frente al golpe de estado del ‘76, junto con otros escritores, acepta el nuevo orden de cosas, y participa en un almuerzo convocado por el general Videla. Debemos admitir, que este intelectual comprometido sintetizaba el bienpensatismo de ese momento.

Tras la descomposición de la dictadura burguesa terrorista en 1983, el recientemente electo presidente Raúl Alfonsín le propone presidir la CONADEP, para investigar la desaparición forzada de personas. Sabato no vacila en aceptar; lo considera una obligación ineludible. Y en esa comisión y con ese cometido participa activamente en la elaboración del Nunca Más, informe que explica la lucha entre la guerrilla socialista y los grupos de tareas de las FFAA como enfrentamiento entre “dos demonios”. Así, Ernesto Sabato es el autor de uno de los dos documentos que fundamentó la inocencia de la compacta mayoría en la conducta represiva de las FFAA (el otro es el dictamen del Juicio a las Juntas Militares del ‘85). Por eso, los dos demonios protagonizan “su prólogo” al Nunca Más. Hoy sabemos que no fue así: para que una sociedad pueda masacrar a miles de sus integrantes es preciso un acuerdo mayoritario, al menos tácito. Pero además la dictatura no tuvo sólo víctimas y victimarios, los beneficiarios de la dictadura burguesa terrorista tienen nombre y apellido.

Como escritor, Sabato integró el pelotón de los mejores, como intelectual comprometido con su tiempo vaciló, y en última instancia compartió el horizonte del liberalismo argentino.

02/04/11 Tiempo Argentino


Imagen: El 19 de mayo de 1976, el dictador Jorge R. Videla almorzó en la Casa de Gobierno con los escritores Ernesto Sábato, Jorge Luís Borges, Leonardo Castellani y el presidente de la Sociedad Argentina de Escritores, Horacio E. Ratti..

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