¿HÉROE O VILLANO?

¿HÉROE O VILLANO?

miércoles, septiembre 12, 2018

VUELVE LA III INTERNACIONAL

SASTIPEN THAJ MESTIPEN

‘Nuestros obreros primero’

PASTORA FILIGRANA GARCÍA

MALAGÓN
11 DE SEPTIEMBRE DE 2018

Lo venimos diciendo: hablar de clase obrera sin la interseccionalidad del género y la raza beneficia a la ultraderecha. Y, por ahora, la ultraderecha europea va ganando. De tanto repetir el mantra “paremos la inmigración, aquí no cabemos todos”, una parte de la izquierda parece convencida de que la cuestión no es un invento, de que es real y hay que darle solución. Ya hay una izquierda que afirma sin complejos “nuestros obreros, primero”.
En Francia Jean-Luc Mélenchon, el líder de la izquierda institucional, moderó en las últimas elecciones el discurso de apertura a la inmigración y centró las recetas en la protección de los trabajadores autóctonos y en la necesidad de regularizar la inmigración.
En Alemania, hace unos días se constituyó el movimiento En pie, que aglutina a miembros de diferentes partidos de la izquierda y que tiene como objetivo llegar a un electorado descontento a través de propuestas sociales concretas: la “protección del trabajador” y el refuerzo de los controles de inmigración.
En el Estado español ya se ha empezado a regar este huerto. La semana pasada aparecía en Cuarto Poder un artículo de tres líderes de izquierda, Héctor Illueca, Manuel Monereo y Julio Anguita, que ensalzaba las medidas sociales recogidas en  el Decreto Dignidad, aprobado por la coalición ultraderechista del Gobierno italiano. En concreto, las limitaciones de la contratación temporal, la penalización de la deslocalizaciones de empresas y la prohibición de la publicidad de las apuestas deportivas y juegos de azar. Estas medidas se valoran como un primer paso pionero en Europa para frenar las políticas neoliberales. Llaman a valorar los hechos del Gobierno italiano y no sus discursos, y cierran llamándonos inquisidores y pobres mentes irracionales a aquellos que juzgamos al Gobierno italiano por sus “intenciones”. Esto debe referirse a la alarma que han causado las declaraciones del ministro del Interior Salvini, con afirmaciones como: “Desgraciadamente, a los gitanos italianos te los tienes que quedar en Italia” o “limpiar el país y acelerar las expulsiones de inmigrantes irregulares es nuestra prioridad”.
No existe en el artículo ninguna contextualización de las medidas del Gobierno italiano; únicamente, a la pregunta de si lo de Italia es fascismo, se contesta: Decreto Dignidad. El problema es que, además del Decreto Dignidad, hay rebajas fiscales para las empresas, cierre ilegal de puertos, expulsión de inmigrantes y persecución de las ONGs que trabajan en el rescate marítimo. Si no se habla de esto, el mensaje que inevitablemente subyace a estas valoraciones es: “Paliar la precariedad de la clase obrera justifica el sacrificio de los derechos de los inmigrantes”. Si se aplaude el proteccionismo de la clase obrera autóctona y se esconde el consecuente recorte de derechos al inmigrante, se está diciendo que unos valemos más que otros.
Quizás la alegría de estos pensadores sea sincera. No obstante, con mayor o menor buena intención, su silencio sobre la ideología ultra del Gobierno italiano justifica el discurso que divide a los trabajadores entre autóctonos e inmigrantes, y el mensaje de escasez, el “no hay para todos”, y “los nuestros, primero”.
No es solo una cuestión de humanismo, es que la división de la clase trabajadora siempre nos ha hecho perder. Con esta lógica de “los nuestros primeros”, unos pocos se salvarán y la mayoría, a los que no alcanza este proteccionismo, serán todavía más vulnerables. Dividiendo, el neoliberalismo se refuerza.  
La crítica a la diversidad puede ser bienintencionada y señalar trampas importantes, pero ha de ser prudente en su desarrollo. Decir que primero va la opresión de clase y luego la de raza y todo lo demás, casa muy bien con la política de “primero acabemos con la precariedad de los autóctonos aunque haya que subir cinco metros más la valla de Ceuta”.
La precariedad laboral tiene las mismas causas que la criminalización de la inmigración: el neoliberalismo. La lucha en ambos frentes no se puede disociar, ni jerarquizar.
La izquierda no puede caer en las lógicas del enemigo, ni utilizar sus mismas armas.
El discurso de la escasez y del peligro de la inmigración es una falacia, no es real. Les interesa que la inmigración sea ilegal, así se crean bolsas de pobreza, ejércitos de mano de obra de reserva, que precarizarán aún más a la clase trabajadora.
No caigamos en las retóricas de la derecha por más que sus departamentos de comunicación digan que hay que hablar de “avalancha migratoria”. No llevemos el debate a su terreno para  ganar el voto de personas asustadas o descontentas. Una izquierda que diga “los españoles primero”, no gana elecciones porque nadie vota a la copia pudiendo votar al original. Tenemos prisa por victorias materiales, pero no nos precipitemos en sus urgencias. A este monstruo solo lo venceremos con un frente común y sin dar ni un paso atrás en la batalla contra el racismo y la xenofobia. 

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