¿HÉROE O VILLANO?

¿HÉROE O VILLANO?

martes, febrero 28, 2017



Los gestos del colonizado

Por Horacio González

A primera vista, Juliana Awada parece haber ganado la disputa contra Letizia con un vestido de tul labrado con aplique de hilos de seda. Pero no nos entusiasmemos porque los reinados no son fáciles y los borbones tienen una larga relación con América. Esos hilos de seda no presidieron la mayoría de las declaraciones de Macri que afirmó con Vargas Llosa su espíritu intervencionista contra Venezuela pero cuando el escritor peruano le preguntó sobre el peronismo se asustó.

Los señores de Borbón pertenecen a antiguas dinastías, que se remontan al origen de Francia y en diferentes períodos la gobernaron –a través de distintas ramas, antes y después de la Revolución Francesa– y también a España hasta hoy, con diversas y muy conocidas interrupciones “napoleónicas”, y luego la República del 36, entre otras. ¿Es fácil competir con ellos? A primera vista Juliana Awada lo consiguió con un traje de “tul labrado con apliques en hilo de seda realizados exclusivamente para este vestido en color rosa con tinte saturado con visón, de falda campana con un corsage armado sobre una transparencia de nube”. ¡Bravo! Pero no nos entusiasmemos.

Los reinados no son fáciles y los borbones tienen una larga relación con América. Fundaron el Virreynato del Río de la Plata, ejercieron nuevas presiones tributarias, expulsaron a los jesuitas, mantuvieron a medias el monopolio comercial, a medias lo abrieron, estimularon la producción de productos territoriales diversos con técnicas más modernas de administración y explotación, se especializaron en la minería de plata desde Potosí a México. ¿Se les puede enseñar algo, ganarle la competencia del look cuando la monarquía quiso lucirse con sus aires añejos, sin caza de elefantes, con viejos ornamentos en palacios barrocos, neoclásicos y tributos militares de la afiatada Guardia Real? Pongamos que sí, que un modisto porteño tiene el talento de usar tules en nubes transparentes y mostrar un resultado admisible en la pugna entre dos plebeyas. Más lo es la española, pues aquí no hay monarquía con la que comparar a una chica, especialista en modas y comercio textil de la burguesía portuaria (dejemos ahí esta anticuada denominación).

La otra plebeya, la española, simboliza la recreación de la tradición de una rama borbónica en alianza con los grandes medios, todo lo simbólica que se quiera, pero con resultado efectivos de dominio. Letizia era una de las más populares presentadoras de la televisión, lo más parecido que hay a la creación de artefactos radiantes de las modas y la elaboración de las figuras femeninas primorosas del poder (más allá de sus intereses formativos, subjetivos o culturales más íntimos). Tanto Clarín como La Nación comentaron el sigiloso torneo entre las dos damas con una seriedad informativa que no mostraron cuando destrozaron las carteras de una supuesta marca elegante que para esta semiología obtusa, dominaba el período anterior.

Esos hilos de seda, no obstante, no presidieron la mayoría de las declaraciones de Macri. En primer lugar, el intento intervencionista en Venezuela, que surge de la entrevista de Vargas Llosa. El escritor peruano es marqués de ese Reino, que en épocas más lejanos reprimió en el mismo país de él la insurrección de Tupac Amaru. Pero no empecemos con chicanas, que de todas maneras no lo son tanto. Con Venezuela, acuerdo total Macri-Rajoy-Vargas Llosa. Profusión de hilo de plata, tules y velos. ¿Con el peronismo? Vargas Llosa invitó a dar por terminado el ciclo peronista y asustó a Macri, que salió más o menos bien parado, pues debió primero, dejar constancia de sus alianzas borrosas con un núcleo parlamentario y funcionarios gubernamentales del partido fundado por Perón y luego admitir, para el gusto del novelista, un posterior segmento condenatorio.

Así que en primer lugar, debió recordar que buena parte de sus votos en el parlamento vienen de las orientaciones de gobernadores peronistas a sus diputados. El embajador argentino en España, Puertas, ex gobernador peronista de Misiones, es un importante empresario yerbatero. Estaba allí. Le dio mate a Felipe VI. ¿No sabe que los educados monarcas europeos saben de artes militares, culinaria, filosofía al paso –como cosa menor–, la caza –como cosa mayor–, concursos de belleza, reglas de cortesía, política de la lengua, inversiones off-shore, estudian en universidades norteamericanas y hasta pueden ser economistas? Los jesuitas inventaron el mate tal como lo conocemos. Lanzamos un elogio, después mejoró la hierba el francés Thays. Queremos decir que si es así desde el siglo XVII, ¿qué cosa de Sudamérica no saben los antiguos colonizadores? ¿No es una vergüenza que el embajador les sirva mate como curiosidad folclórica en medio de los asuntos que se trataban? Gestos del colonizado que no conoce lo que el indulgente colonizador sabe verdaderamente de él. Veamos la conclusión de Macri sobre los fantasmas de Vargas Llosa: el populismo peligrosísimo, es el que se circunscribe al chavismo y al kirchnerismo. Nuevamente, desvió la pregunta hacia Venezuela y hacia el espectro circundante de Cristina.

Aparte, señor Llosa, con Macri no intente derivas teóricas, como esa de que en nuestro país y otros de Latinoamérica, se descartó el golpe de estado por las derechas y la insurrección social por parte de las izquierdas, con lo que quedaría indemne solo el liberalismo de tul e hilos de oro que comanda el señor argentino, esposo de la triunfante Juliana con su falda campana. Macri no va en dirección a ese tipo de razonamientos, más difíciles de aprender frente al espejo, pero las saetas envenenadas que salen de una mente obstinada, sí que las dirige bien, por caso, esa observación sobre su preocupación “humanista” por Venezuela debido “a cómo recibió a los exilados por derechos humanos por la última dictadura?” ¿Cómo? Sí, escuchamos bien. Defensor de los derechos humanos, el aprendizaje que los partidos y corporaciones de la gran globalización hicieron en las últimas décadas; acusan a sus verdaderos portaestandartes de hipócritas y ellos se erigen en sus nuevos defensores, no importando nada lo que antes considerábamos una mínima validación de la realidad para afirmar cualquier cosa que sea. Ellos, que editorializan todos los días contra las políticas reales de derechos humanos que hubo en este país, con el alfonsinismo y el kirchnerismo, son los mismos que levantan esa bandera en el aire, apenas un “corsage de nube”, pero con una mano; con la otra ponen presa a Milagro Sala sin dar explicaciones o dando pretextos mezclados con evasivas.

Oh, en eso sí abundó Macri. Se pone a disposición de los Juristas internacionales, que visiten Jujuy, que la Corte decida. Ante el partido de Rajoy todo le sale bien, cuando éste explica que él intercederá ante Trump para endurecer la posición ante Maduro. Y Macri –lo que Rajoy precisaba para enriquecer su figura de “Gerardo Morales” español pero de alcances “borbónicos”-, replica: ¡Hay presos políticos en Venezuela! ¡Es que Rajoy y Macri, no desean dejar nada en pie! ¡El peronismo no parece ser un problema, se “autopurifica”!, explica Macri en el máximo de su desprecio, y a Maduro, leña. Este es su momento, el momento de ellos, ahora o nunca, y encima reflotan el Mercosur con un tímido cosquilleo en Trump, al que “hay que darle tiempo” (es lo mismo que Macri dice para él) pues tarde o temprano se acomodará. Limitados pensamientos estos. Un editorialista perspicaz de La Nación señaló que Podemos estaba en contra de los pactos económicos regidos por el anterior gobierno norteamericano y ahora Trump también. Con lo que Macri y Rajoy serían los abanderados de una pequeña sublevación monárquico-yerbatera contra el Gran Imperio de los hijos desfigurados de Lincoln. No, otra vez no. No se conoce ninguna izquierda mundial que esté “tácticamente” con Trump; puede haber diferencias en el análisis de los “efectos” sobre el cuadro mundial.

Los borbones, como se sabe, tienen una larga lista de alianzas en su historia de varios siglos. Siempre con los poderes económicos de cada época, además de los creados por ellos. Se pelearon con los jesuitas que según como se miren son también una fuerza económica, pero se aliaron con Bancos o los fundaron, con fábricas o las fundaron. Fueron los “liberales autoritarios” de las monarquías europeas, y ahora en asociación firme con el partido de Rajoy y con el sistema financiero entrelazado a la Telefónica, industria de las comunicaciones, las finanzas y la lengua (a propósito, se anunció que el próximo Congreso de la Lengua se hace en nuestro país). Ahí se ha desplazado el problema que trataba de considerar la Ley de Medios del kirchnerismo que había inhibido al “triple play” (condición de la oposición de entonces para votar la ley), o sea a la entrada de las telefónicas en el horizonte empresarial de los medios gráficos y televisivos. Ahora el macrismo tiene el tema adentro, la disputa de Telefónica y el “gran diario”, por la desmonopolización entrecruzada entre ellos mismos a propósito del control comunicacional del país.

La proclama de Iñigo Errejón en el parlamento, definiendo con precisión la situación de la resistencia argentina, pareció una exclamación aislada que venía de lejos, apenas audible. Pero se escuchó, lo escuchamos. Esa voz es más profunda que la protocolar algazara del “cambiemos”, pues envuelve al acto mismo de cambiar, lo arropa, lo transforma de verdad en algo auténtico, y la vuelta no aparece, a su vez, como una fantasmagoría minoritaria sino como una corriente subterránea que postulan tarde o temprano los pueblos cuando perciben que un hecho desgraciado está a punto de disolverlos como tales, entre gasas flotantes, adventicias, e hilos de seda postizos.

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