¿HÉROE O VILLANO?

¿HÉROE O VILLANO?

sábado, julio 11, 2009

CENIZA HEDOR DERROTA


CENIZA HEDOR DERROTA

En tierra pudriéndose,

diluidos en cal viva,

en los fríos vientres de los tiburones,

espesando el aire desde las chimeneas de los cementerios,

recubiertos de gusanos grises.

Muertos,

totalmente muertos,

muertos.

Que nadie venga a decirme:

“lloremos con lágrimas de hierro”,

“viven en la lucha”,

“no morirán jamás”,

“ya son eternos”.

No quiero escuchar discursos triunfales

acerca de su carne destruida

y sus deshechos huesos.

Sin ojos

para ver el mañana,

están muertos.

Sin manos

para portar la antorcha,

están muertos.

Sin pies

para caminar hacia el futuro,

están muertos.

Sin bocas

para decir discursos,

están muertos.

Sin orejas

para escuchar frases célebres,

sin narices

para oler “el viento del pueblo que vendrá”,

sin sexo

para encender la sangre,

sin cuerpo

para todas las tareas humanas,

porque están muertos,

muertos totalmente muertos,

muertos.

Yo recuerdo, hablo, discuto,

escucho música con ellos,

imagino un encuentro con abrazo doblando cada esquina,

les paso el mate,

comento la última película,

tomo el mismo colectivo,

muerdo el mismo pastito de primavera,

como el mismo asado,

tomo el mismo vino

que mis muertos

y sus vencidos cuerpos

han de rozarme para siempre el costado.

Convivo con su ausencia,

conmuero con ellos,

estoy tan impregnado de sus muertes

que hasta la carne mía que toco,

mi propia y ajada carne

está medio muerta.

No volverá Cacho a regalarme otra cuchara

para medir café;

nunca más me emborracharé con Mano

al compás de una guitarra;

no ha de venir Roberto arrastrando sus erres

para decirme que el diario ya está impreso;

no volveré a escuchar a Ricardo

siempre discurriendo

acerca de lo justo o injusto;

la Tana no golpeará mi puerta

para mostrarme una nueva escultura y preguntarme:

“¿ Por qué será que nunca me gusta lo que hago?”;

ya no alegran el día

el Sergio y la Sulima,

riendo con soles cordobeses en la cara.

Muertos,

están muertos.

Muertos.

No volverán jamás.

Nada de voces pido,

nada de voces mitigando el dolor

haciendo una nueva religión con mártires excelsos.

Muertos.

Si, muertos,

junto a nosotros hora a hora.

Dejemos que despliegue su verdad el dolor,

No digamos ¡presente!,

ni hablemos del mañana, la juventud eterna,

la inmortalidad del pueblo o del cangrejo.

Somos hijos de sus muertes

y cargamos con su derrota para siempre;

con su muerte

a cuesta caminamos,

a tropezones con los ojos ciegos

y la noche de la muerte en torno,

andando entre muertos,

oliendo a carne de muerto.

Sí hermanos,

dejemos a un lado la mentira y la falsa retórica,

quien muere no regresa

en nombre de escuela o fábrica modelo,

porque quien se muere

está muerto para siempre,

irremplazable y único,

irrepetible

y solo con su muerte.

Nosotros los vivos

somos futuros muertos

y debemos decidir de aquí hasta la fosa

cómo llenar la vida,

cómo vaciar de muerte cada hora,

cómo llevar esta derrota al hombro

y buscar la victoria sin brújula y sin ojos,

cómo comer con cenizas en los dientes,

sin rayos de oropel y fosas rebosantes de adjetivos

y por sobre todo

sin echarnos muertos a la cara,

sin atrincherarnos detrás de los cadáveres

para lanzarnos citas eruditas,

sin la cuerda afectiva tañida mortalmente

y sobre todo sin decir

qué gloriosa es la muerte,

porque la muerte es dura, pesada, amarga y fiera

y duele y retuerce y

obliga

a no mentirnos más.


Poesía de Roberto Rapalo,poeta argentino nacido en 1940 y aún vivo.La foto no corresponde a ningún suceso,es una foto al azar que muestra varios soldados en 1955.

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