Ante un auditorio plagado de estudiantes universitarios, Jaime Fernández comenzó su exposición recomendando la lectura de un libro: La era de las block punto com (José Felip Darás). Los estudiantes apenas acaban introducirse en eso del blockchain y Fernández, consultor de Finnovating, les dice que ya hay una era que recibe su nombre. Su postura se alinea con el número creciente de voces que coinciden en que esta nueva tecnología promoverá una revolución económica equiparable con la industrial.
Pero, ¿qué es el blockchain? "Una base de datos distribuida que se replica mediante algoritmos de consenso que comparten y sincronizan todos esos datos entre diferentes servidores", tal y como explicó Jesús Pérez, fundador de la consultora Finnovating, en el seminario La economía española frente al reto medioambiental y digital organizado esta semana por Funcas en la Universidad Internacional Menéndez Pelayo de Santander. Los datos, por tanto, no están centralizados ni almacenados en un único servidor, sino que, como indica su propio nombre, se distribuyen en bloques encadenados que se reparten entre todos los usuarios de la red.
Esto garantiza que la información registrada no pueda modificarse ni ser hackeada, ofreciendo mayor seguridad y eficacia en las transacciones. Desde un punto de vista jurídico, el blockchain facilita una gestión descentralizada y no manipulable de la información y eso permite dotar de garantías de autenticidad e integridad a dicha información sin necesidad de registros centralizados", apunta Raúl Rubio, socio de Propiedad Intelectual /Tecnologías de la Información y la Comunicación del despacho de abogados Baker McKenzie.
La seguridad es tal que se empieza a hablar de un salto desde el Internet de las cosas (IoT) hasta el Internet del valor, porque es esto precisamente lo que ofrece el blockchain: fiabilidad en el guardado de la información y en cómo se utiliza. "Estas nuevas tecnologías definirán un nuevo tipo de empresas que veremos si pueden llegar a competir con gigantes como Google", aventura Pérez.
Smart contracts
Una de sus principales ventajas será la desaparición de los intermediarios en los entornos electrónicos. "El internet tradicional ya ha servido para reducirlos bajo el modelo de las plataformas, pero blockchain tiene la capacidad potencial de eliminarlos por completo", apunta Raúl Rubio. Y eso se trasladará directamente a la gestión de las compañías, que podrían beneficiarse de la reducción de costes, aunque también tendrían que enfrentarse a nuevos retos.
Entre ellos, los smart contracts, esto es, los contratos inteligentes que articularán las relaciones comerciales ante la ausencia de los intermediarios; se basan en la programación informática y dejan poco lugar a las interpretaciones. "Se trata de aplicar la filosofía if this then that", explica Cristina Carrascosa Cobos, profesora asociada del IE Business School y socia de Devlex, que también participó en las jornadas de Funcas en Santander. "Si pagas para usar un coche durante un periodo de tiempo, el sistema del coche se desbloquea y puedes conducirlo", y así con todo.
La expectación en torno al blockchain y el miedo a quedarse atrás en una carrera que se antoja sin retorno está provocando que grandes y medianas empresas de todos los sectores traten de incorporar esta tecnología a sus estructuras de funcionamiento. ¿Es necesaria tanta premura? ¿Se puede aplicar en todos y para todos? Tanto Cristina Carrascosa como Raúl Rubio coinciden en la cautela. "Estas funcionalidades pueden ser útiles en prácticamente cualquier sector de actividad, aunque no necesariamente para cualquier cosa. En ocasiones, en función de la tecnología utilizada, puede ser más lenta y costosa que el modelo tradicional, y por ello no parece muy útil para micro-transacciones o entornos que requieran inmediatez", señala el socio de Baker McKenzie. "Tampoco tiene que aplicarse en todo el proceso que despliega una empresa; puede utilizarse sólo en una parte de su actividad y para aspectos más concretos", asegura Carrascosa.
¿Puede haber burbuja?
La banca está siendo uno de los sectores pioneros en introducir el blockchain a su funcionamiento, pero hay otros como la logística, la salud o el inmobiliario donde también se están impulsando iniciativas. Sin ir más lejos, la consultora inmobiliaria JLL presentó hace unos días un proyecto por el cual aplicará la tecnología block a las tasaciones inmobiliarias. "Mediante este nuevo proceso se consiguen informes de tasación verificables, de modo que pueden ser consultados en cualquier momento para corroborar que no ha sido alterado respecto al emitido por JLL", explican desde la firma.
También esta semana, la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV), BMEy un grupo de entidades financieras formado por Banco Santander, BBVA, BNP Paribas, CaixaBank, Commerzbank y Société Générale han presentado los primeros resultados del proyecto Fast Track Listing (FTL), que usa tecnología blockchain para tratar de reducir o simplificar los procesos y rebajar los tiempos necesarios en el registro de emisiones.
La prueba consistió en el registro de una emisión de warrants que demostró que es posible realizar el proceso en 48 horas, frente a un plazo medio de más de una semana que se tarda normalmente, gracias a la conexión de todos los sistemas, la validación automática de requisitos y su transparencia.
Toda disrupción, sin embargo, está rodeada de incertidumbres y ésta no iba a ser menos. La eclosión de las empresas block punto com bien remite a las no tan lejanas puntocom, aunque sólo sea en su forma de denominarse. Ahora bien, ¿podría crearse una nueva burbuja en torno a ellas? "Sí creo que puede existir en determinados ámbitos concretos de uso, como puede ser el de las criptomonedas o el de las ICOs (operaciones de financiación mediante la emisión de divisas digitales), donde la aplicación progresiva de la regulación puede hacer que se restrinja la captación de fondos de consumidores para este tipo de inversiones de alto riesgo", explica Raúl Rubio. "También creo que puede existir cierto riesgo de que la burbuja explote con relación a muchos proyectos de innovación o emprendimiento llevan el apellido blockchain como una forma de captar inversión sin que necesariamente esté claro el valor que puede aportar a medio plazo". Pese a los riesgos, el proceso parece irreversible y el futuro de la economía se vislumbra en forma de bloques.
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