por Ruben Lamas
Todos estudiamos alguna vez geografía Argentina, desde la escuela primaria y también en la escuela secundaria y en ella aprendimos a reconocer provincias, ciudades, pueblos, llanuras, sierras, montañas, ríos, lagos, lagunas, bosques, selvas.
Me tomé el trabajo de analizar algunas cuestiones, y no deja de asombrarme como ciertos aspectos importantes de nuestra realidad, no son tenidos en cuenta por quienes tienen responsabilidades de gobierno en cuanto a análisis y planificación, alguna vez se deberá discernir entre lo urgente y lo esencial.
Por ejemplo nuestro territorio tiene 3.800.000 kilómetros cuadrados, la mayor parte de ellos perfectamente habitables, según la región puede haber mayor o menor dificultad en cuanto a la disponibilidad de agua potable y de infraestructura básica, ambas requeridas como condiciones elementales para vivir.
Sin embargo, tomando en cuenta los datos del censo poblacional de 2010, que es el último disponible, del mismo surge que: Si consideramos una franja territorial comprendida entre las ciudades de Santa Fe y La Plata, capitales de la Provincia de Santa Fe y Buenos Aires respectivamente, y calculando otra franja comprendida entre la costa de los ríos Paraná y De la Plata hasta 60 Km tierra adentro, queda delimitado un perímetro territorial de 525 km por 60 Km equivalente a 31.500 Km cuadrados.
Calculando la población de cada distrito comprendida en esta superficie, en base a datos del censo mencionado, llegamos a la siguiente conclusión, esa superficie representa el 0,82 % del total del territorio, y en él se encuentran afincados un total de 17.590.000 habitantes que representan aproximadamente el 43,7% de la población total del país, que en ese mismo censo es de 40.117.000 habitantes
¿Tiene una explicación racional esta situación?
Seguramente no habrá una sola respuesta, pero intentaré una reflexión. En esa zona hay industrias radicadas, aunque nuestro país no es precisamente una potencia industrial, en general el sector del comercio y los servicios son los que tienen más preponderancia.
La única explicación que justifica este estado de cosas, es que a lo largo de los años y bajo distintas circunstancias se ha producido una permanente migración interna desde las áreas rurales hacia las urbanas en busca de mejores horizontes para la vida de cada uno.
El hilo invisible que se oculta detrás de esta realidad, es la prevalencia del latifundio en todas y cada una de las provincias que componen la nación, las sucesivas crisis que afectaron a las clases bajas y medias, y a los pequeños productores rurales, quienes carentes de políticas de protección sectoriales, en muchos casos no tuvieron más remedio que vender lo que pudieron y emigrar, o en otros casos simplemente hacerlo por falta de oportunidades de estudio, laborales, habitacionales etc.
El latifundio es un enorme problema estructural de nuestra realidad económica y social, que se encuentra deliberadamente oculto por los poderosos intereses cuasi feudales que se benefician del mismo. Es un tema que se niega y del que no se habla, pero las cifras ofrecidas son contundentes, y como si fuera poco se agrava más aun, debido a la fuerte tendencia a la concentración de la propiedad de la tierra. Ya que en las crisis no todos pierden, quienes vendieron apurados lo hicieron en la mayoría de los casos en favor de aquellos que tenían más capacidad económica de modo en muchos casos éstos se han ido agrandando a expensas de la anexión de tierras vecinas.
Las tierras como el dinero no se esfuman en el aire, solo cambian de dueño, y las migraciones tienen destinos diversos, a veces prósperos y otras veces trágicos, pero la concentración demográfica por sí misma es toda una definición de nuestro país.
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