Sánchez: cambiar a todos para que nada cambie
Sánchez es el PSOE puro y que nadie espere otra cosa, aunque
haya llegado al poder de una forma paradójica liquidando a González,
Guerra, Rubalcaba y a su candidata
El PSOE es un partido muy importante para sus
afiliados y simpatizantes, para la mayoría no solamente es una seña de
identidad personal, a veces familiar, sino también el lugar para estar
en la vida. Eso hay que comprenderlo. También fue una agencia de
colocación y de ascenso social enorme que permitió desde los años
ochenta que hijos e hijas de familias de clase media y trabajadora
tocaran cargos y poder público. Lógicamente para esas personas también
es un partido muy importante.
Pero es, además,
decisivo en la historia de España desde 1975, aquella España que se
llamaba a si misma “Estado Español”, con un Régimen tutelado y protegido
por los EEUU. Fue esa misma potencia imperialista dueña del país quien
actuó muy directamente en aquellos años. Primero gestionó la entrega a
la dinastía alauí del protectorado del Sahara y la traición a su
población por parte de la potencia colonial, el Estado Español, e
inmediatamente condujo, ya de la mano de Juan Carlos I de la casa de
Borbón, el tránsito del Régimen al Reino de España.
En ese tránsito fue imprescindible la reaparición de
algún partido que no fuese obrerista, como lo era el PCE, pero que fuese
heredero de la República para agrupar y representar a una parte de las
clases medias que no eran del Opus. Podría haber sido Izquierda
Republicana pero no había tenido una renovación interna y en cambio en
el PSOE se había creado un ambicioso grupo de jóvenes en Sevilla. La
operación de relanzamiento del PSOE la planificó la CIA y fue ejecutada a
través de la socialdemocracia alemana. Los viejos socialistas
republicanos del exilio fueron apartados y, propulsados desde Alemania,
ocuparon su lugar el grupo de González y Guerra.
El
PSOE fue una pieza esencial en la continuidad del estado desde el
Régimen al Reino y cuando llegó al poder González dio todos los pasos
que estaban en la agenda política oculta diseñada por los amos del juego
en este lado de la Guerra Fría. El Partido Socialista español ha sido
la pieza fundamental de la estabilidad todos estos años, y ahora también
lo es, del sistema político nacido de la Transición. Ahí es donde hay que ver la propuesta de las Juventudes Socialistas y la reacción inmediata de Sánchez y lo demás son tonterías.
Que a las Juventudes les haya dado a estas alturas por proponer que el
PSOE defienda una república es parte de la resaca del cabreo y el
calentamiento que provocaron las actuaciones de la tal gestora. Que
Sánchez lo pare y evite que llegue a votarse muestra el carácter y la
naturaleza del PSOE, el sostén de este sistema político. Realmente es la
derecha posfranquista del PP, con sus imprudencias, quien de cuando en
cuando crea inestabilidad y crisis del sistema. Y es el PSOE quien actúa
con “prudencia” y “sentido de estado” para encauzar las tensiones
dentro de un orden. Este orden. Si Rajoy ofende y acorrala a la opinión
mayoritaria catalana, vendrá Sánchez a ofrecerle comprensión y los
mejores deseos. Así que a los militantes socialistas que se crean
republicanos siempre les quedará darse golpes en el pecho y susurrar un
viva a la república en la intimidad de su dormitorio. Mientras su
partido será el principal sostén de la monarquía.
Sánchez es el PSOE puro y que nadie espere otra cosa, aunque haya
llegado al poder de una forma paradójica, liquidando a González, a
Guerra, a Rubalcaba y a su candidata. Que a esa pandilla liquidada se le
haya sumado Zapatero, quien había padecido al aparato en sus tiempos en
León y luego en la Presidencia es otra paradoja.
Sánchez es una gran paradoja, creado por el aparato, enfrentado luego al
aparato y liquidando luego a los representantes del aparato va a volver
a realizar una continuidad de su política histórica. Porque eso es lo
que hará, la “Internacional”, lo del federalismo y la plurinacionalidad y
lo del republicanismo son los reclamos estéticos y afectivos para
reagrupar a la militancia y las viejas simpatías. Esas palabras no
contienen absolutamente nada real excepto humo. Es la retórica que el
PSOE saca a pasear periódicamente cuando necesita revalidarse
ideológicamente, pero que nadie se inquiete que no pasa nada.
Que ganase Sánchez es lo mejor que le podría haber pasado al partido en
el dilema entre él y Susana Díaz. Esta no ha perdido ocasión de mostrar
su calidad personal, sus buenas maneras, su altura política, su
capacidad para unir y liderar y su buena educación ausentándose de un
congreso en el que ella había aspirado a ser elegida. Eso sí es
categoría personal y política de una dirigente, que aprendan los demás.
En consecuencia la mayoría de los delegados andaluces, demostrando un
espíritu colaborativo y unitario, boicotearon las ponencias, demostrando
su responsabilidad y que su partido es lo que más les importa.
Díaz fue la consecuencia de una serie de incidentes en un proceso que
fue conducido por el aparato desde el momento en que en el congreso en
Sevilla, González y Guerra conspiran para apartar a Carmen Chacón y
poner de sucesor de Zapatero a Rubalcaba. Primero fue la carta
Rubalcaba, luego pusieron a Sánchez y la idea era poner a continuación a
Díaz, la sucesora de Griñán en Andalucía, para que todo fuese de pata
negra y de confianza. La ambición personal y la tozudez de Sánchez junto
con la pésima capacidad de la candidata y su gestora desencadenó una
crisis que, momentáneamente, le entregó a Sánchez, el control del
partido, o por lo menos la mitad del territorio de Madrid hacia arriba.
Que a Sánchez no lo quieren lo acaba de demostrar Guerra lanzándole un
proyectil, se ve todavía conserva el “Mystère” de cuando iba a los toros
en avión militar, aprovechando la declaración de “plurinacionalidad”.
Sin embargo, Sánchez le devuelve al PSOE su papel de partido “de
Estado”, un rol que había perdido por su pacto subterráneo para sostener
a Rajoy. Efectivamente la maniobra inspirada por González de un
gobierno bipartito PP-PSOE o bien que el PSOE sostuviese a Rajoy desde
la oposición triunfó satisfaciendo los intereses de los poderes
económicos, del estado, mediáticos y de la corte en general pero había
sentenciado a muerte al partido. Sánchez recupera el partido de sus
mentores, pero sin ellos. Que cambien los dirigentes para que nada
cambie en lo esencial.
Aunque reconozcamos que si el
PSOE vuelve a la oposición y efectivamente derogan leyes y medidas
injustas del Gobierno, algo estará mejor. Pero lo esencial es lo
esencial, que se dejen de cuentos y construyan su moción de censura para
echar a este Gobierno, y lo demás es hacer el tiempo para no
enfrentarse a los comisarios europeos y permitir que Rajoy haga el
trabajo sucio.
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