UNA NUEVA PASIONARIA |
Si el parlamento es el lugar donde hay que llevar “la voz de la calle” y las inquietudes de la ciudadanía, esta moción de censura está totalmente justificadaNo soy analista político. Sólo me limito a veces a llenar el papel en blanco expresando mi humilde opinión sobre asuntos de actualidad y después ustedes lo pueden leer en distintos medios con los que colaboro de forma desinteresada. No soy un profesional del periodismo, sino un mero “juntaletras” que, muchas veces desordenadamente, plasma su visión de las cosas sin ningún ánimo de ejercer cátedra.
Aunque todo hay que decirlo. No hace falta ser muy avispado y menos catedrático para darse cuenta que la “fallida” moción de censura a Mariano Rajoy por parte de Podemos sirvió para mucho más de lo que algunos, incluido yo, esperábamos. La moción de censura a Rajoy no fue un “circo”, ni un “despropósito que no llevaba a ninguna parte”, sino se convirtió en un ejercicio de valentía política de quien se la juega y que va a por todas independientemente del resultado.
Simplemente con escuchar el discurso de Irene Montero, que de manera brillante arremetió durante más de dos horas contra la corrupción de un partido podrido hasta el tuétano, yo me quedé bastante satisfecho y en seguida pensé que esta moción de censura, independientemente de su consecución, había servido para llevar al parlamento una denuncia clara y nítida de las atrocidades cometidas por el Partido Popular y que todo ello “constará en acta”.
Si el parlamento es el lugar donde hay que llevar “la voz de la calle” y las inquietudes de la ciudadanía, esta moción de censura está totalmente justificada. Miles, millones de españoles quisimos ser por un momento Irene Montero y espetarle a la cara al señor Rajoy la interminable lista de casos de corrupción en los que está envuelto su partido. Yo me hubiera cambiado por Irene Montero sin pensarlo un ápice, porque la parlamentaria de Podemos estaba soltando por la boca lo que sin duda todos querríamos decir. Para eso están los políticos, y sobre todo la oposición, para representar y llevar a la tribuna lo que el pueblo le gustaría decirle al gobierno en persona, pero por razones obvias, no puede.
Por este motivo Unidos Podemos se ha convertido en la oposición real al gobierno de Rajoy. Ha quedado demostrado claramente que es la única oposición posible, con un proyecto de país y sobre todo que es un grupo político cuya bandera (más allá de “choques de trenes” que quieren hacer de la confrontación territorial una cortina de humo para tapar sus vergüenzas) es la gente, la sociedad civil, los colectivos que luchan por no perder sus derechos.
Los titulares con la palabra fracaso, las tertulias de radio y televisión que no encontrarán ningún atisbo de positividad en las propuestas de Pablo Iglesias, la verdad, me interesan muy poco, porque la moción de censura ha sido un éxito. ¿Saben por qué? Porque ha sido la ciudadanía la que la ha pedido, con más de un 50% de apoyos en las encuestas. Por desgracia la institución es algo totalmente distinto a lo que representa la calle. Lo que opina la calle no es lo mismo ni está en consonancia de cómo está configurado el parlamento.
Ya dije al principio que no soy analista político, así que espero que no creyeran que iban a leer un análisis concienzudo ni pormenorizado de lo que sucedió en el hemiciclo durante la moción de censura. Soy simplemente un ciudadano que se siente representado por Unidos Podemos en el Parlamento y que no comprende, cómo después de escuchar el discurso de Irene Montero, un partido como el PSOE, que se llama de izquierdas o que presumiblemente ha girado ahora hacia la izquierda, se atrinchere en el inmovilismo más atroz y decida abstenerse ante lo que para mí, más que una moción de censura, es un ejercicio de dignidad democrática.
Yo me conformo con que toda la podredumbre del PP durante estos años, toda esa lista de “casos aislados”, haya quedado para la historia en las actas de la sesión del Congreso de los Diputados. Así que por lo menos… “Señor Rajoy… que conste en acta”.
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