Bitcoin
Es la divisa de moda entre los señores de las dos caras, oscura y luminosa, del futuro inmediato
Por ejemplo, un pirata que se hace llamar thedarkoverlord (el señor de la oscuridad) le ha levantado a Netflix la nueva temporada de Orange is the new black, o buena parte de ella, y ha exigido a la empresa un rescate por no difundirla en la web, lo que arruinaría por completo cualquier esperanza que tenga Netflix de cobrar por su trabajo. Disney ha sufrido una extorsión similar. O pagas, o tu película la va a ver gratis todo el mundo. No se puede negar ingenio a estos señores de la cara oculta, estos nuevos estafadores con nociones de informática.
La similitud de los señores de la oscuridad con Wannacry, el virus que hace dos semanas sembró el caos en los hospitales británicos, las telefónicas españolas y el Ministerio del Interior ruso, no consiste solo en su tipología de secuestro con rescate. Wannacry contenía un ransomware, un programita que encripta tus archivos, y te exige un rescate por desencriptarlos. Ambos coinciden también en la moneda en que piden el rescate. ¿Billetes no consecutivos de un dólar? ¿Bonos del Estado? ¿Lingotes de oro? Nada de eso. Es el bitcoin, estúpido.
Bitcoin es la moneda virtual que no deja rastro. La divisa de moda entre los señores de las dos caras, oscura y luminosa, del futuro inmediato. Su valor se ha doblado en los últimos dos meses, y se ha multiplicado por 46 desde 2010. La historia de su origen es digna de un thriller que algún día se hará: la inventó un programador, o varios, que utilizaban el seudónimo de Satoshi Nakamoto. Nadie tiene ni idea de quién pueda ser, aunque sí hay quien se atreve a calcular su fortuna actual en 2.000 millones de dólares. Cuando uno tiene esa pasta, no debe de ser fácil ocultarlo, ¿no es cierto? Ni siquiera siendo tan listo como Satoshi. Pero lo cierto es que el bitcoin y sus secuelas, que ya van por la docena, valen ahora mismo en el mercado unos 80.000 millones de dólares.
El bitcoin es un producto del siglo XXI: intercambio de usuario a usuario sin banco que intermedie, un libro de contabilidad que no está en ningún lugar, sino distribuido por todas partes, y un generador de riqueza solo para listos. El futuro
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