La guapeza es incierta, subjetiva, un canon variable, según la historia y la geografía. Va de las Venus de Botticcelli y Las tres Gracias de Rubens al 90-60-90 de las torturas de la dieta. "Preguntad a un sapo -escribe Voltaire- que es la belleza y contestará que es la hembra de su especie". Hoy la política ya no es para los feos. Se rechaza a los que tienen cara de sapo, o de miedo como Lincoln o son gordos como Churchill. El arte de gobernar no es ya convencer con la palabra, sino seducir con la voz, con el escorzo en televisión. Triunfan tipos como Macron o Trudeau. En España el Congreso parece un pase de modelos. Hay pintones y pintonas comoAlbert Rivera, Pedro Sánchez, Pablo Casado o Inés Arrimadas en el Parlament. No sólo se votan ideas, se votan caras. La seducción y la belleza son factores de atracción política.
Los periódicos extranjeros han destacado la buena pinta de nuestros líderes y sobre todo la de Pedro Sánchez -fotogénico, ex jugador de baloncesto, alto y guapo- al que han comparado con Antonio Banderas. Los políticos españoles elegantes y molantes, entre los más jóvenes de la UE, hacen un buen papel en las cumbres, y, sin embargo, a veces se comportan como capullos que no se hacen respetar ni dentro ni fuera de España. No dialogan, riñen. Nos marean con el patriotismo de partido y el mangoneo de sus siglas. Les viene muy grande la crisis que atormenta a España; no se comportan como hombres de Estado sino como oportunistas con tendencia a la deslealtad y a la felonía que ya ocurrió en otras abominables cobardías históricas que ocasionaron motines populares: Los Gatos, Aranjuez, Dos de Mayo...
Dijeron que la fábula es más antigua que la historia y desde las de Esopo sabemos que hay capiteles bonitos pero sin sesera. Estos guaperas que nos gobiernan y nos humillan pueden pasar a la historia como gilipollas, como tipos horrorosos que se han tragado demasiados sapos, confundiendo la nación con sus culos y contribuyendo por cobardía y estupidez a deshacer la nación.
Navarra, las islas Baleares y Valencia siguen el camino del procés, la senda que lleva a los Balcanes. La izquierda está haciendo un papelón. Se lo recuerda Nicolás Sartorius, que estuvo en Carabanchel por defender la democracia y a los trabajadores, cuando dice que el derecho a decidir es reaccionario y que los comunistas de la Transición ponían la bandera en mítines. Les avisa Macron en el centenario del Armisticio diciéndoles que el nacionalismo provocó la Gran Guerra y también la Segunda y puede volver a sus andadas de muerte y destrucción.
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