¿HÉROE O VILLANO?

¿HÉROE O VILLANO?

miércoles, noviembre 21, 2018

ESPAÑA NO ES UN PAÍS JUSTO,ES JUSTITO UN PAISITO

El culo al aire de la Justicia


<p>Francisco Gonzalez e Ignacio Cosidó durante una sesión de la Asamblea Parlamentaria de la OSCE.</p>
Francisco Gonzalez e Ignacio Cosidó durante una sesión de la Asamblea Parlamentaria de la OSCE.
OSCE PARLIAMENTARY ASSEMBLY

“Controlaremos la Sala Segunda (del Tribunal Supremo) desde detrás”. El entrecomillado pertenece a Ignacio Cosidó, portavoz del PP en el Senado. La frase no es noticia por el contenido en sí de la misma –el pasteleo de la política con la justicia es una tradición reconocida en España–, sino por una novedad: es la primera vez que un pastelero habla de los dulces abiertamente y de primera mano ante un foro: “Ha sido una jugada estupenda que he vivido desde la primera línea”. El foro que escuchaba a Cosidó no era el Senado, como podríamos imaginar de primeras, ya que es este el lugar en el que Cosidó debería hablar con claridad, según el sueldo que le pagamos. ¿Se imaginan el ataque de honestidad? Queridos senadores, queridos ciudadanos: estamos muy satisfechos con este nuevo reparto de jueces en el que, gracias a mi labor como negociador en los ratos libres que me deja la sacrificada dedicación a esta cámara, mi partido controlará a los encargados de poner condenas a los compañeros que resulten imputados por exceso de amor a la patria. No. El foro que atendía a las palabras de Cosidó era un grupo de WhatsApp, formado por los 146 parlamentarios que el PP tiene en la cámara alta.
Los grandes medios españoles, acostumbrados al papel del Capitán Louis Renault en Casablanca –qué escándalo, qué escándalo, hemos descubierto que aquí se juega–, han hecho de una obviedad nacional noticia de primera página. Mal por el cinismo, bien porque la portada es el único método para que el indecente –asumiendo que no va a dimitir– al menos haga el ridículo dando explicaciones. Cosidó, un hombre conservador y de tradiciones, ha salido a pasar el mal rato tirando de un clásico de la política: ha sido malinterpretado. Cuando explicaba el reparto de jueces que beneficiaría a su partido, explica el senador, “estaba usando un lenguaje coloquial al ser un texto sólo para mis compañeros en la Cámara Alta”. Traducido del politiqués al castellano: “Si llego a saber que algún cabrón iba a enseñarle el grupo de WhatsApp a Pedro Jota, os felicito por la independencia de la justicia española, subo el último meme del negro del pollón y a otra cosa”. 
Con la perspectiva de lo que es normal y lo que no lo es, más que perdida tras décadas de normalizar la desvergüenza, a uno no le queda más remedio en estos casos que, como hacen los presos, mirar hacia fuera para intentar resituar la vida: si un senador alemán, danés o portugués reconociese el pasteleo de los dos principales partidos repartiéndose los jueces para escapar de rositas, ¿además de dimitir, temblaría el país? La respuesta es que sí. No en España. Si ese mismo senador, alemán, danés o portugués, anteriormente hubiese sido un director de la policía, acusado de intentar deshacerse de pruebas de graves delitos para librar a su partido del paripé de tener que comparecer ante los mismos jueces que ellos nombran, ¿los ciudadanos de estos países se sentirían avergonzados? La respuesta es que sí. No en España. Se llama normalización y es una enfermedad que crea miseria. Desde hace años asumimos que los dirigentes hacen guarradas detrás del cristal tintado. El problema ya es que no hay una sola vez que el cristal se rompa y no los encontremos con el culo al aire.

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