Unai Sordo y el filósofo Aristipo
Por lo tanto, el desafío de mayor calado del grupo dirigente es coger el timón para conducir la nave en esa dirección. De este modo, tras el cambio congresual, se iría produciendo gradualmente la renovación del proyecto sindical. Porque no es lo mismo cambio que renovación. En resumidas cuentas, la renovación se organiza meticulosamente. No cae graciosamente del cielo. Que es cosa sabida pero con frecuencia olvidada. En todo caso, sí parece tener sentido que, desde este cambio, se puede favorecer la renovación del proyecto. Que debería ser verificado periódicamente, observando los elementos que van apareciendo en ese trayecto. En todo caso, no le será fácil a Unai poner en marcha ese viaje a la renovación. Lo viejo siempre se resiste, siguiendo las consignas de cierto arzobispo de Canterbury: «dulces adulaciones, agrias imposiciones», que han reaparecido al final del Congreso, y manchado un tantico su final.
Dicho lo cual, sólo me resta sugerir (que es cosa distinta que aconsejar) a Unai que tenga en cuenta una de las enseñanzas deClaudio Eliano (170 – 235) que en sus Historias curiosas puso en boca de Aristipo, filósofo griego de la escuela cirenáica, esta consideración: «Yo me he presentado ante vosotros no para unirme a vuestro dolor, sino para ponerle fin».
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