San Fermín, un fiestón épico si no eres mujer o toro
“A San Fermín venimos…”. ¿Sabes esa canción típica que se canta cada 7 de julio en Pamplona? Pues no se está refiriendo a las chicas
a las que le manosean decenas de buitres durante ‘el Chupinazo’, ni a
los toros que durante el encierro se llevan más palos que un tonto
o se parten las pezuñas corriendo por calles adoquinadas entre ‘guiris’
y demás ‘fauna’ a la que los derechos de los animales les importan poco
menos que una mierda.
Métetelo en esa cabeza, ellas y ellos (los toros) no han venido a que se abuse de ellos. Las últimas imágenes captadas por una cámara de Antena 3, en las que se
puede ver a una chica intentando celebrar el inicio de las fiestas
mientras un grupo de ‘babosos’ le meten mano hasta en el carnet de
identidad, han vuelto a demostrar que la fiesta más
internacional del verano ibérico continúa siendo un escenario ideal para
que muchos animales (y no estamos hablando de los toros) den rienda
suelta a sus instintos más bajos.
Solamente en 2016, la Policía Municipal de la ciudad registró cuatro violaciones en los primeros cinco días de sanfermines —en la mente de todos está la brutal violación grupal de cinco sevillanos a una chica de 18 años— a pesar de los esfuerzos del ayuntamiento y decenas de organizaciones y colectivos por concienciar sobre el problema de las agresiones sexuales en pancartas, bares y millones de pegatinas con el texto: “No es no y un sí se puede convertir en no diez minutos más tarde si no me gusta lo que está pasando”.
Pero no perdamos la compostura que esto acaba de empezar. Al igual que hay decenas de energúmenos que aprovechan San Fermín para agredir sexualmente,
también hay miles de jóvenes de todo el mundo (la inmensa mayoría del
millón de personas con pañuelos rojos) que se desplazan hasta la capital
de Navarra para simplemente disfrutar de unas de las mejores fiestas.
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