La 'Gran Diosa' y la Manada
El viaje empieza en la Edad de Piedra, en las pequeñas figuras de Venus datadas entre el 30.000 y el 10.000 a. C. Su ingente labor consiste en sacar a la luz "los poderes simbólicos" de lo "divino femenino" enterrados por las "tradiciones patriarcales". En el prólogo, la antropóloga Rossi dice que la obra del profesor es un homenaje a la mujer y una rotunda prueba de respeto hacia la importancia del "espíritu femenino".
En su vejez, Campbell apreció que la Gran Diosa, figura esencial de la primera concepción mitológica del mundo, estaba cambiando. Después de una eternidad de dominación masculina, las mujeres eran libres «para desarrollarse individualmente del mismo modo que los hombres». El mitólogo observó que este cambio de comportamiento en las mujeres llegaba hasta «la ley de la jungla masculina» y lo planteó como el gran desafío de nuestra civilización. "Ahora las mujeres deben decirnos cuáles son las posibilidades del futuro femenino".
El despertar definitivo ha llegado. No sin dolor. No sin resistencias. La Gran Diosa de Campbell se ha encarnado en todas esas mujeres que, por primera vez, denuncian públicamente a sus acosadores sexuales.
La Gran Diosa acompaña también a la joven víctima de la Manada, que en busca de un juicio justo, ha sido violada en la sala de vistas por los abogados de los acusados. El derecho de defensa no puede incluir el derecho a la violación de la intimidad de las víctimas a través de los interrogatorios repugnantes, morbosos y nauseabundos que han sido publicados por este periódico.
El juicio contra los cinco de la jungla es una prueba que la víctima y la sociedad están superando con nota. A la espera del veredicto, la bárbara Manada se ha retratado por su asquerosa falta de respeto a las mujeres. Hay razones para el optimismo. Como dice Campbell en el último capítulo de Diosas, contemplamos en esta era "la maravilla de este ascenso al cielo de la Diosa".
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